MIGUEL COSSIO: Triple play, Cuba

MIGUEL COSSIO

  language=Javascript>
function PopupPic(sPicURL, sHeight, sWidth) {
  window.open( "/static/popup.html?"+sPicURL, "", "resizable=1,HEIGHT=" +sHeight+ ",WIDTH=" +sWidth);
}
 

OMAR TORRES / AFP / GETTY IMAGES

PELOTEROS DE Corea del Sur celebran su triunfo frente al equipo de Cuba en la final de béisbol en las Olimpíadas de Pekín, el sábado pasado.

El deporte cubano en Pekín me trajo ciertas satisfacciones este verano. Alegrías espinosas, pero alegrías al fin.

Recompensó mis desveladas y madrugones olímpicos y saldó mi apuesta con un colega de trabajo, a quien trataré de hacerle pagar un almuerzo, si me invita.

Cuba perdió en pelota con Corea del Sur; se quedó también sin oro en judo y en boxeo, y sin medalla en voleibol femenino. La delegación de la Isla no sólo incumplió con la revolucionaria ''meta'', gubernamental y partidista, de superar lo alcanzado en Atenas 2004, sino que sufrió su peor descalabro deportivo en más de tres décadas, al situarse en el lugar 28 por países y en el 12 por total de preseas conquistadas, con dos de oro, once de plata y once de bronce.

Para que se tenga una idea de la magnitud del derrumbe: en las Olimpíadas de Montreal 1976, Cuba alcanzó el octavo sitio con seis medallas de oro, cuatro de plata y tres de bronce; en Moscú 1980, el cuarto con ocho de oro, siete de plata y cinco de bronce; en Barcelona 1992, el quinto con catorce de oro, seis de plata y once de bronce; en Atlanta 1996, el octavo, producto de nueve de oro, ocho de plata y ocho de bronce; en Sydney 2000, el noveno con once de oro, once de plata y siete de bronce; y, en Atenas 2004, el onceavo con nueve de oro, siete de plata y once de bronce.

No me alegro del fracaso individual de los atletas cubanos. Es asunto aparte. Ellos son también rehenes de la dictadura, incluso quienes, como Antonio Pacheco, Anaisis Hernández, Yipsi Moreno, Yarelis Barrios o las jugadoras de voleibol dedicaron sus triunfos a Fidel Castro.

Me río de la derrota oficial, de los numeritos estadísticos, de las metas y la letanía hueca acerca de los logros deportivos de la revolución. Me burló de Fidel Castro y de las justificaciones que a la derrota da, siempre culpando a otros, a los jueces, a ''la mafia'', a quien sea.

Y me desternillo de la risa con las mentiras sobre el capitalismo salvaje, que ''prostituye al deporte amateur''. ¿Qué atleta cubano no sueña con ser un profesional como cualquier otro y ganarse la vida como tal? La diferencia entre el cubano Dayron Robles y el jamaiquino Usain Bolt, es que éste es libre y vive del sudor que deja en las pistas, y aquél no.

En mi contra, se pudiera argumentar que el deporte, como el arte, no debe mezclarse con la ideología ni con la política, y que la Patria y sus intereses van más allá de Castro. Es cierto. A medias. Cabría preguntarse de qué Patria y de qué intereses hablamos, y cabría explicar las razones del desastre cubano en Pekín, que para mí son:

• El deporte ha tenido un de-

sarrollo vertiginoso a nivel mundial en los últimos años, gracias a la aplicación de la ciencia y la tecnología, y a la inversión de recursos económicos monumentales. Por una parte, esto ha traído mayor competitividad y ha dado paso al surgimiento de nuevas potencias deportivas, como Australia y Corea del Sur, así como al crecimiento de otros países. Por otra, ha puesto una espada de Damocles a la relación Estado-empresa privada, en este particular.

• Los juegos de Pekín terminaron de cavar la tumba del amateurismo. Adiós a la falsa concepción del socialismo de Carlos Marx de que los deportistas pueden trabajar en una fábrica o ser taxistas y practicar deporte en sus ratos libres, sin cobrar un centavo por ello. Marx decía que en una sociedad comunista no habría pintores profesionales, sino gente que pintara, entre otras actividades; es decir, no habría especializaciones. Pekín acaba de confirmar lo contrario con la presencia de figuras del deporte profesional, como las estrellas del Dream Team, entre ellas, Dwayne Wade, Kobe Bryant y Lebron James, los tenistas Roger Federer y Rafael Nadal, las voleibolistas de playa Kerri Walsh y Misty May-Treanor, los futbolistas Lionel Messi y Ronaldinho o el basquetbolista chino Yao Ming.

• No cabe duda, y China lo demostró, que el sentimiento nacionalista también predomina en el deporte. Pero lo que se agotó fue la fórmula de politizarlo, como Fidel Castro concibe esta actividad humana, como una batalla militar bajo la consigna de con el escudo o sobre el escudo.

• La debacle en Pekín es una extensión del derrumbe de la sociedad cubana en su conjunto, no sólo en lo político y económico, sino también en lo social. Cuba es un país que va soltando su andamiaje nacional en cada vuelta a la pista, en cada lanzamiento, en cada golpe que tira. Golpe a golpe. Hueso a hueso.

La pregunta con vistas a Londres 2012 es si podrá recuperar el nivel deportivo internacional. A corto plazo, sospecho que no. Ya no se pueden convertir más, por ósmosis política, los reveses en victorias. El problema del deporte cubano es que el régimen de los Castro sigue teniendo secuestrado el bate, el guante y la pelota. Esa es la explicación del triple play en Pekín.

Dtor. editorial y de noticias,

América TeVe, Canal 41