El Machadato: una época fatídica (periódico Trabajadores)
EVELIO TELLERÍA ALFARO
Ni la oligarquía criolla que tanto lo apoyó, ni los malabares conciliatorios de la embajada norteamericana en La Habana pudieron impedir que el 12 de agosto de 1933 el régimen tiránico de Gerardo Machado se desplomara por el empuje de una huelga general que estremeció a Cuba.
Ese día cayó “el Machadato”, nombre fatídico con el que la historia recuerda ocho años de desgobierno que pesaron sobre los hombros de los cubanos.
Era el quinto presidente de aquella república neocolonial surgida en 1902. Su ascenso al poder en 1925 tuvo una fachada benefactora para disimular su verdadera esencia contraria a los intereses de los trabajadores y del pueblo en general.
Bajo el lema “Agua, caminos y escuelas”, Machado emprendió un deslumbrante programa de obras públicas que incluyó la construcción de la Carretera Central –principal vía que atravesaba la Isla de un extremo a otro-, el Capitolio de La Habana, como sede del Congreso de la República y la edificación de acueductos y hospitales.
Detrás de esos y otros proyectos había jugosas ganancias, robo y pillaje que protegían a personeros del gobierno y a extranjeros.
En el ámbito económico el país padeció una impresionante miseria como resultado del auge del latifundio, el monocultivo de la caña de azúcar y la penetración del capital yanqui en todos los sectores, sobre todo en la industria azucarera en la cual de 175 centrales activos, 75 eran propiedad norteamericana.
En los servicios públicos la Electric Bond and Share y la Internacional Telephone and Telegraph se repartían el monopolio de la electricidad y la telefonía.
Durante un viaje a Estados Unidos en 1927, Machado, en un gesto de entreguismo dijo: “Cuba, con 1500 millones de capital extranjero en su suelo, es más rica que cuando los cubanos lo poseían todo…” Y a renglón seguido afirmaba: “podéis estar tranquilos sobre este punto, los capitales invertidos en Cuba serán defendidos y amparados como lo son en Estados Unidos.”
“ASNO CON GARRAS”
Contra la voluntad del pueblo, Machado prorrogó su mandato por cuatro años, durante los cuales recrudeció aún más el crimen político contra sus opositores, la persecución de dirigentes obreros y estudiantiles, disolvió sindicatos y clausuró la Universidad de La Habana, única existente por entonces.
Con atinada razón el joven intelectual y combatiente comunista Rubén Martínez Villena lo denominó “asno con garras”.
A partir de 1930 crecía en espiral la crisis económica, política y social en el país, pero también iba es ascenso la conciencia antimperialista y el pensamiento político revolucionario.
ツ。Abajo Machado! era el clamor popular imperante en la Isla. Fue entonces cuando Washington, temeroso de un estallido revolucionario fraguテウ una intervenciテウn, esta vez sin marines ni caテアoneras, sino con el envテュo a Cuba del embajador Benjamテュn Sumner Wells como elemento 窶徇ediador窶擒 entre los nテコcleos reaccionarios y oportunistas de la oposiciテウn, que sin condiciones aceptaron las propuestas del diplomテ。tico forテ。neo.
No contó en ningún momento con organizaciones revolucionarias como el Ala Izquierda Estudiantil, el Directorio Estudiantil, la Confederación Nacional Obrera de Cuba y el Partido Comunista, factores que desempeñaron un papel decisivo en el derrocamiento del régimen.
A finales de julio de 1933 el movimiento obrero logró convertir un paro local de pequeños propietarios de ómnibus urbanos en La Habana en una huelga, que se propagó a otros sectores laborales en todo el país.
Unas semanas después, el 12 de agosto, Machado renunció y abandonó el país precipitadamente rumbo a Nassau, Bahamas.
El imperialismo una vez más impuso un gobierno títere y frustró el triunfo de las masas, autoras indiscutibles de la caída de la tiranía.
El revés, sin embargo, corroboró cuán poderosa y necesaria es la unidad del pueblo, enseñanza que resultó provechosa en el camino hacia nuestra liberación definitiva.
http://www.ain.cu/historia/machadato.htm
http://www.ain.cu/