Como la vieja Bollicana, más conocida como Putuza, recurre al grito para que le hagan caso, y a la mayúscula histérica.
No es más que una perrita pequinesa ojisaltona, amarrada a la puerta de su casa, que ladra su fealdad a los viandantes, y su frustración.
Pero nunca se hace notar más, que cuando acude Matilda con su linterna a alumbrarla. Es entonces cuando su mierda cobra la verdadera dimensión, y el que acuda Matilda como mosca la califica.
Qué par de desoladas y frustradas cretinas.