Los truenos que suenan en la distancia no tienen nada que ver con los cazas del ejército estadounidense, que antes surcaron los cielos; no son, tampoco, reverberaciones, brutal el sonido, que correspondan al feroz golpeo de Rafael Nadal, que está ganando a Novak Djokovic la final del Abierto de Estados Unidos (6-4, 5-7, 6-4 y 6-2); y, ni mucho menos, forman parte de la fanfarria con la que se recibe a un grupo de marines portando la bandera estadounidense antes del encuentro. No, los truenos anuncian tormenta y avanzan las nubes negras que poco a poco van colocándose sobre la pista. No, los truenos avisan de la lluvia que viene y sirven de banda sonora a un partido que se lucha desde el corazón y las tripas, sin florituras. Y no, los truenos, brevemente retumbantes, son solo el preludio del agua, que por segundo día seguido suspende la final del último grande del año (6-4, 4-4 y 30-30 para Nadal), antes de que el español, el número uno, logre su noveno grande y un lugar preeminente entre los suyos: a los 24 años, se convierte en el séptimo tenista que ha ganado los cuatro grandes.
El encuentro nace entre señales que hablan de la batalla que viene. Están los cazas rompiendo a toda velocidad las nubes. Está sonando en el calentamiento Born to be wild (Nacido para ser salvaje). Está también la amenaza chispeante de las valquirias de Wagner y el dragón serigrafiado en la camiseta con la que Djokovic juega desde el principio el partido. El serbio, sin embargo, no arranca escupiendo fuego y chispas, no enseña garras y bífida lengua, sino que más bien parece una ligera lagartija. El número dos deja escenas preocupantes: una y otra vez, tras cada punto, se acuclilla como si tuviera agujetas o estuviera dolorido en los isquios. Pierde una pelota y se golpea con violencia la planta de ambas zapatillas. Cede un break, el segundo de la primera manga, tras recuperar el primero, y chilla, grita y revienta la raqueta contra el cemento, trozos de plástico por los aires, astillas como lágrimas golpeando al suelo, al tenista y a sus dedos.
Nadal lo observa todo cejijunto. Para él pudo ser la señal que indicara que había llegado el momento de dominar abrumadoramente el partido. Fue, sin embargo, el inicio de su propio suplicio. La final no se jugó con raqueta. Se disputó con el corazón y las entrañas, más que contra el rival, contra uno mismo. Los dos rivales compitieron encogidos, presas de los nervios, prisioneros de la historia. Nadal, perdidísimo con el revés, salió reforzado de ese duelo, pero solo después de pasar grandes sufrimientos.
Para empezar, el español, vestido de negro, gritón en el pasillo ("¡Vamos, vamos!") se encontró 4-1 abajo en el segundo set. Perdió nueve puntos seguidos. No encontró soluciones. Y fue desbordado, perdedor en el contraste de estilos. Nadal quería mover de una esquina a otra a Djokovic, desequilibrarle para que no golpeara con los pies bien plantados en el suelo, convertirle en un parabrisas. Djokovic quería que Nadal persiguiera al tiempo, que deseara más segundos, más minutos, un respiro, y por eso atacaba y atacaba, sin entrar en peloteos, robándole centésimas al cronómetro. Del contraste de estilos, tensión máxima en la pista, el padre de Djokovic vestido con una camiseta de su hijo y la grada disparada en gritos y chillidos ("Idemo Nole!"; "¡Vamos Rafa!"), resultó un partido vibrante en las alternativas, emocionante por su significado y luchado palmo a palmo, sin concesiones ni dudas.
No dudó Nadal por tener los pies carcomidos por las ampollas, rojos de Betadine. No dudó Djokovic por haberse vaciado durante tres horas y 44 minutos en semifinales y contra Roger Federer. Y no dudó Nadal bajo el frío de la noche, según iba perdiendo puntos de rotura (6 de 26), o cuando golpeó las cuerdas de su raqueta, fideos contra su puño de gigante, disgustado por haber perdido un punto.
La gente asistió a esa lucha de voluntades con entusiasmo. Evacuado del estadio por la lluvia y el peligro de los rayos, hubo pitos, lanzamientos de vasos y llamadas a la policía, porque había quien temía un desastre ante tanta aglomeración en tan poco espacio. Nadie, sin embargo, quiso irse. Nadie cedió al agua, al futuro atasco de salida, a la posibilidad de que la final se reanudara otro día. Nadie, y había 23.771 personas, quiso abandonar el Corona Park, homenaje a los tenistas, resumen de lo que ocurrió sobre la pista: a los 24 años, Rafael Nadal ganó su noveno grande, se aseguró ser el tenista más joven en completar la colección de los cuatro torneos que forman el Grand Slam en la Era Abierta, y rindió el mejor tributo a su estajanovista capacidad de trabajo. El número uno llegó a Nueva York dudando de su saque y de su revés, presionado por el peso de la púrpura y de la historia. Debía lograr ganar consecutivamente sobre la tierra de Roland Garros, la hierba de Wimbledon y el cemento del Abierto de Estados Unidos, lo que nadie había conseguido nunca. A la vuelta de 16 días, el español dejó la ciudad que nunca duerme mecido en el más agradable de los sueños: campeón, mito y ya leyenda.
El torneo que reúne a los ocho mejores tenistas del año tendrá a Rafael Nadal y Roger Federer como favoritos. Nadal y Federer, las cabezas de cada zona
El español Rafael Nadal, número uno del tenis mundial, integrará el Grupo A junto al serbio Novak Djokovic, el checo Thomas Berdych y el estadounidense Andy Roddick, en el Masters que se sorteó hoy, reúne a los ocho mejores del año y se jugará en Londres entre el 21 y 28 de noviembre.
El sorteo de los grupos se llevó a cabo en la Galería de Pall Mall, en la capital inglesa, y en la fase de grupos Nadal será el líder del "A", en el cual clasificarán dos tenistas a las semifinales.
En el Grupo "B", que consagrará a los otros dos semifinalistas, estarán el suizo Roger Federer, el escocés Andy Murray, el sueco Robin Soderling y el español David Ferrer.
El Masters que este año se jugará en Londres no tendrá al campeón 2009, el ruso Nikolay Davydenko, ni el finalista, el argentino Juan Martín Del Potro, mientras que el estadounidense Roddick lo jugará por octavo año consecutivo.
El Torneo de Maestros 2010 de tenis se disputará desde el 21 de noviembre al 28 de noviembre en Londres. Participan los ocho mejores jugadores del mundo entre los que hay dos tenistas españoles: Rafael Nadal y David Ferrer.
No hay eliminación directa sino que la pista del 02 Arena ejecutará la selección natural: los tenistas están divididos en dos grupos y tras una liguilla solo se enfrentarán en semifinales los dos primeros de cada uno para seleccionar a los finalistas. Aquí no hay trampa ni cartón y nadie puede recurrir al cuadro: el sorteo divide y la pista escoge. No hay más.
Seguramente podamos vivir el mejor Torneo de Maestros de tenis de la historia. Así debería ser y así está planteado. El dominio absoluto exhibido por el número 1 del mundo, Rafa Nadal, en los Grand Slam (Roland Garros, Wimbledon y Abierto de EE.UU.) de la temporada se une a la contundencia de Roger Federer en este tipo de competición: cuatro veces campeón. Y por si fuera poco también podemos añadir al coctel un popurrí de tenistas que sin duda harán mucho ruido en la fiesta: Soderling, Djokovic y Ferrer, entre otros.
El sistema de grupos se denomina round robin. El Grupo A está integrador por Djokovic, Nadal, Roddick y Berdych mientras que el Grupo B lo componen Federer, Ferrer, Soderling y Murray. David Ferrer debutará el domingo ante Roger Federer mientras que Nadal lo hará el lunes frente a Roddick.
Ferrer no está en Londres de paso. El tenista de Jávea rozó el éxito en 2007 tras llegar a la final y sucumbir ante Roger Federer. Ferrer comenzó la temporada hundido en el puesto 17 del ranking ATP y ha logrado estar entre los ocho mejores tenistas del mundo: un dato que demuestra su estado físico y su mentalidad ganadora.
Peligro: Rafa Nadal tiene un objetivo. Cuando el manacorí se propone algo es muy difícil frenarle. Después de una temporada espectacular (tres Grand Slam, tres Masters 1000 y finalista en Doha) y un paréntesis merecido y necesario (no disputó el Masters 1000 París-Bercy), Nadal llega pletórico a Londres. Ningún tenista en la historia de este deporte ha logrado ganar un Torneo de Maestros tras celebrar tres Grand Slam.
La pista rápida no va con Rafa Nadal pero la superficie de este año no es tan mala para el número 1 del mundo, según ha declarado él mismo.
El checo Ivan Lendl y el mítico Pete Sampras, con cinco títulos, son los jugadores que más veces han ganado esta competición; si bien es cierto que el Torneo de Maestros ha ido cambiando de nombre, de ubicación y de sistema a lo largo de su historia. Roger Federer posee 4 victorias y por tanto su objetivo es unirse al exquisito grupo de pentacampeones.
Manuel Orantes (1976) y Álex Corretja (1998) son los dos tenistas españoles que alguna vez ganaron una competición tan difícil y tan agotadora, ya que el Torneo de Maestros es el cierre de la temporada.
EL NÚMERO 1 DEL MUNDO PRESENTA SU CANDIDATURA AL MASTERS CON UNA TRABAJADA VICTORIA ANTE EL 'CAÑONERO DE NEBRASKA'
Nadal resiste al bombardeo de Roddick
Exhibición de 'passings shot' de Rafa · El balear comienza a sumar puntos (200) en la clasificación ATP, pues no defendía ni uno solo del año pasado · Primera victoria española en el O2 londinense · Próximo rival de Rafa en Londres: Novak Djokovic
DAVID MENAYO22/11/10 - 23:50.
Había ganas de ver el debut de Rafael Nadal en Londres. El número 1 del mundo ha estado ausente del circuito desde su derrota ante Jürgen Melzer en octavos de final de Shanghai tras bajarse de París-Berçy por unas molestias en el hombro. Rellenado el depósito de gasolina, al menos lo suficiente para afrontar con garantías el último envite de la temporada, Nadal debutó en la Copa Masters 2010 con una trabajada victoria sobre el estadounidense Andy Roddick, a quien doblegó por un marcador global de 3-6, 7-6(5) y 6-4 tras dos horas y treinta y tres minutos de juego en un choque disputado en la Pista Central del O2 londinense y que supuso el primer encuentro a tres sets en esta edición.
Nadal se llevó la primera ovación de la tarde-noche londinense tras saltar a la pista en una magestuosa puesta en escena en la que el balear lució el nuevo look que Nike ha diseñado para la ocasión: camiseta morada, pantalones grises y muñequeras y cinta del pelo amarillas. Mala elección, dirían los supersticiosos. El primer set duró 49 minutos y cayó en la nómina de un Roddick que hizo valer su poderoso servicio para marcar los tiempos de una partitura que se adapta a la perfección a su estilo. Por momentos, recordó la mejor versión del juego 'saque-volea' de su compatriota Pete Sampras, último estadounidense en conseguir la victoria en la Copa Masters allá en 1999. Nadal no llegó a encontrar nunca el ritmo al partido, a pesar de que en el juego inicial llegó a gozar de un 15-40 que salvó el estadounidense haciendo acopio de uno de los mejores saques del circuito. Una media de 225 km/h hace que se gane a pulso el apodo de 'Cañonero'. Dos dobles faltas de Nadal 'regalaron' el break a Roddick en el segundo juego del choque y a partir de ahí tuvo que nadar a contracorriente. Hubo un momento en el que parecía factible la remontada, pero la abultada nómina de errores no forzados del balear (hasta 15 en el primer parcial) no lo hizo posible.
Remontada 'made in Nadal' Parecía visto para sentencia el partido cuando Roddick logró un nuevo break en el tercer juego tras la reanudación. Nadal parecía lento de piernas, despistado con el bote de la bola, incapaz de controlar los golpes planos que le venían desde el otro lado de la pista. Pero a Rafa nunca se le puede dar por vendido. El balear logró un contrabreak que le metió de nuevo en el partido y a pesar de los tres juegos en blanco consecutivos de A'Rod, supo ser paciente para forzar la muerte súbita. En el tie-break saltó de nuevo la alarma cuando se vio un mini-break abajo, pero supo voltear el marcador hasta igualar la contienda. El público, con famosos de la talla de Kylie Minogue en la grada, lo agradeció. Aún quedaba espectáculo por ver.
El comienzo del tercer set fue toda una lección de la importancia del servicio en el tenis. Por un lado con Roddick, todo potencia e intención; por el otro Nadal, repertorio variado y máxima picardía. Fue el español quien hizo plantearse a su rival más dudas. Primero, forzando intercambios desde el fondo de la pista que casi siempre acaban a su favor; después, haciendo inútiles las subidas a la red de su rival demostrando en la práctica la definición de 'passing shot'. Con uno de ellos logró Rafa romper el saque de su rival en el quinto y a partir de ahí el partido cambió. Roddick se 'suicidó' en la red a la par que Nadal se creció en el fondo de la pista. En el rush final de partido, el de Manacor estuvo más fino en todas las estadísticas, incluso con el servicio, que le salvó en algún que otro momento de apuro. A pesar de los 18 saques directos de Roddick, la victoria fue para Nadal. El triunfo de Nadal ante Roddick supone la primera de un español en el O2 londinense (el año pasado Rafa y Verdasco perdieron sus tres partidos del 'Round Robin' y el domingo cayó Ferrer en su debut). El balear colidera junto a Novak Djokovic el Grupo A de este 'Round Robin', tenista, el de Belgrado, con quien tendrá que medirse en la segunda jornada que se disputará el próximo miércoles."
La Copa de Maestros, el torneo más grandilocuente del año, acabó girando alrededor de un objeto minúsculo. En la tensión de un set durísimo, más de 42 minutos para siete simples juegos, el serbio Novak Djokovic tuvo que pedir un alto al fuego, frenar sus acometidas y echarle agua a su ardoroso partido: tenía un problema con una lentilla. No veía. Rafael Nadal sacaba con 3-4 y 15-0. Tuvo que entrar el fisioterapeuta. No ayudó en nada su visita. Djokovic disputó ese juego como un ciego, incapaz de encontrarse con la pelota, desorientado y a oscuras, y acabó huyendo al vestuario, excusado por el juez de silla ("Un parón por las lentillas", dijo). A la vuelta de la caseta, roto el ritmo, frenado el duelo, bajó el pistón del partido: 7-5 y 6-2 en 1h51m para Nadal, que vio cómo a Djokovic le medía la vista un médico a mitad del partido.
Hasta que Djokovic empezó a jugar entre nieblas hubo un encuentro como un potro salvaje. Los dos jugadores intentaron domarlo mientras se repartían las roturas y los golpes. De la teórica similitud de estilos, dos maestros del juego de fondo, nació un encuentro rico en los contrastes. Djokovic quería ponerle velocidad al diálogo, y repartía sus golpes por toda la pista.
Nadal, mucho más entonado que en su primer encuentro contra el estadounidense Andy Roddick, le propuso una trampa en forma de media pista. El español siempre tentó al número tres a caminar hacia adelante. Con sus restos cortados al cuadro de saque, quiso convertir el duelo de potencia que le ofrecía el serbio en un combate de sutilezas, de mano, que le dicen los tenistas. Ahí se anudó Djokovic. Ahí, hasta que se le apagaron las luces al serbio, empezó a plantar Nadal una interesantísima senda táctica.
El español afronta ahora al checo Tomas Berdych con el colchón de sus dos victorias en la fase de grupos. La última jornada, sin embargo, no será un plácido paseo para el número uno del mundo. No tiene la clasificación asegurada, pero estará en semifinales si le gana un set a Berdych. Además, mirará de reojo a quién camina hacia semifinales por el otro lado. El suizo Roger Federer, líder con dos victorias en el Grupo B, también está muy bien colocado.
Las combinaciones de la jornada
- Si ganan Federer y Murray, el suizo pasaría como campeón de su grupo y el escocés quedaría segundo.
- Si ganan Soderling y Ferrer, se clasificarían el sueco y Federer.
- Si Soderling gana a Federer en dos sets y Murray hace lo mismo ante Ferrer, el español está eliminado. La clasificación dependería del número de juegos ganados.
- Si Soderling gana a Federer en dos parciales y Murray gana a Ferrer en tres, el sueco sería primero de grupo y Federer, segundo.
- Si Soderling vence a Federer en tres parciales y Murray gana a Ferrer en dos, Federer pasa como primero y el británico sería segundo.
- Si Soderling gana a Federer en tres mangas y Murray hace lo mismo ante Ferrer, Federer sería primero según el porcentaje de sets ganados y Murray se clasificaría como segundo.
- Si Federer gana a Soderling en dos sets y Ferrer vence en tres, el suizo sería primero y Murray se clasificaría como segundo.
- Si Federer gana a Soderling en tres parciales y Ferrer vence a Murray en dos, Federer sería primero y el sueco pasaría como segundo.
Si Federer gana a Soderling en tres sets y Ferrer hace lo mismo ante Murray, Federer sería primero y Murray segundo.
Nadal: "he dado un paso adelante respecto al primer partido"
jue 25 nov 10:00:39 2010
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Londres, 24 nov (EFE).- El número uno del mundo, el español Rafael Nadal, expresó su satisfacción por "el importante paso" que ha dado hoy con la victoria ante Novak Djokovic respecto a su primer partido en las Finales de la ATP, en Londres, que lo midió al estadounidense Andy Roddick el lunes.
"Estaba buscando una buena sensación en la pista y la he conseguido. Son dos grandes victorias para mí en una superficie complicada", explicó Nadal que es, junto al suizo Roger Federer, el único invicto en la competición.
El mallorquín indicó que, finalmente, había decidido hacer "algunos saques con fuerza y planos", aunque a principios de semana aseguraba que esa no sería la mejor fórmula para progresar en el torneo.
Nadal buscó gran velocidad en sus servicios y trató de "utilizar los abiertos". "Me han funcionado muy bien. He sacado algunos puntos gratis", dijo el tenista de 24 años, que valoró su actuación de esta noche como "un partido bastante completo".
Contento y cordial con la prensa, incluso algo bromista con un periodista italiano al que trató de responder en su idioma pero cambió al español "por vergüenza", el balear señaló que había empezado "restando atrás" pero decidió acercarse a la red y eso "cambió por completo el partido".
Sobre sus posibilidades de clasificarse para las semifinales de este "Torneo de Maestros", una ronda que Nadal no ha disputado desde 2007, aseguró que "es difícil por los rivales, pero más fácil porque puedes permitirte perder un encuentro".
La particularidad de este torneo destaca por ser la única competición de la temporada en la que el acceso a las semifinales se determinan al final de una liguilla entre cuatro jugadores, que deben disputar tres partidos obligatorios contra los otros miembros de su mismo grupo.
En estos momentos, Nadal es el único jugador del grupo A que ha ganado dos partidos, mientras que los demás (Novak Djokovic, Tomas Berdych y Andy Roddick) solamente uno.
Esa situación permite al español perder su tercer encuentro, ante Berdych, en tres sets y todavía le quedarían opciones de clasificarse, en función del resultado del duelo que enfrentará el mismo viernes a Djokovic y a Roddick.
"Si pierdo en dos sets, mala suerte, me voy a casa. Pero voy a hacer lo posible para que eso no sea así. Si pierdo, pero accedo, estaré contento por estar en semis", dijo entre risas el campeón de tres Gran Slams esta temporada.
Preguntado por el episodio que marcó el partido de esta noche -la molestia de Djokovic a causa de sus lentillas-, Nadal quiso dejar claro que "en ningún momento" había protestado por la salida de su rival para acudir al vestuario.
"Nunca lo haría con ningún rival, pero además con Novak tengo una excelente relación y lo entiendo", añadió el zurdo de Manacor, que explicó a continuación a qué se debía su conversación con uno de los responsables del torneo, justo a punto de comenzar la segunda manga.
Nadal simplemente pedía que, si a Djokovic le había dado permiso el juez para abandonar la pista durante siete minutos y no cinco, tampoco le reclamara a él ir "más rápido" entre punto y punto.
"Hay que tratar con el mismo rasero a los dos jugadores", insistió el ganador de siete títulos ATP esta temporada, que revivió esta noche la final del Abierto de Estados Unidos, en la que ganó en septiembre ante Djokovic.
Atento a su reloj, Nadal accedió hoy a extenderse algo más sobre la posibilidad de "volver a alcanzar algo similar" a su primer título en el Gran Slam de Nueva York, logrado el pasado 13 de septiembre.
"Después de ganar el USA Open se me hizo un poco más complicado. Llegué un poco más tocado. Si llegara a ocurrir algo similar sabré encararlo mejor", se prometió a sí mismo en referencia a una lección aprendida a base a experiencia.
"Cuando gané mi primer Roland Garros, llegué a Wimbledon un poco tocado. Después, ya no", añadió.
Hay abucheos. Hay silbidos. Hay un tenista que discute con el juez de silla y el supervisor del torneo mientras el público le acompaña con esos mordiscos: "¡Esto es una locura! ¡No quiero jugar más!", parece decir Rafael Nadal mientras amaga con sentarse, se enciende la grada y le mira el checo Tomas Berdych. Esto dice el marcador: 5-6 y 15-30 para el número seis del mundo. Esto protesta Nadal: con 15-15, Carlos Bernardes, el juez de silla, impone su criterio al del juez de línea y canta fuera una bola de Berdych que el mismo español parece señalar como mala, pese a que consigue mantenerla en juego
Nadal festeja un punto durante el partido contra Berdych.- GETTY
Rafael Nadal
El número seis pide la revisión del Ojo de halcón: fue buena. El juez decide darle el punto al checo (15-30), en lugar de repetirlo. Se arranca entonces la serenata de protestas, pitidos y abucheos. A Nadal, sin embargo, nada le altera: gana 11 de los siguientes 15 puntos, vence 7-6 y 6-2, y se clasifica invicto para semifinales, donde jugará contra el escocés Andy Murray. Son las cosas del número uno. Donde él debió desenchufarse, alterado por tantos dimes y diretes, fue Berdych quien acabó hecho un lío.
"No quiero explicar lo que ha pasado en inglés, porque me voy a equivocar", dijo el español. "Creo que el juez de silla se ha equivocado, pero quizás haya sido yo", continuó. "Ha sido una victoria muy importante", explicó el español sobre la pista. "Cada día he jugado un poco mejor".
El metal de Iron Maiden sonó en los altavoces como banda sonora de esa exhibición de carácter competitivo. Adrian Smith, uno de sus guitarristas, andaba por el O2 Arena. Allí sí que había un hombre hecho de hierro, acero y piedra. Allí sí que estaba Nadal, que necesitó de su mejor versión para imponerse al número seis del mundo.
Fue un Berdych sorprendente. Frente al tenista que solo había sido capaz de imponerse en 9 de sus 22 partidos desde la final de Wimbledon, en checo arrancó con convencimiento. Su capacidad se midió tanto en el campo propio como en el contrario. De inicio, se procuró dos bolas de break (1-0 y 15-40) que Nadal solucionó desde el saque.
A continuación defendió su servicio frente a una doble oportunidad del español (2-2 y 15-40), que hizo todo lo necesario para ganar el primer punto y se topó con una jugada en la que Berdych mezcló sutilezas (un precioso revés cortado cruzado desde casi fuera de la pista) y talento (pasante paralelo de derecha). El checo se jugaba la clasificación y no estaba dispuesto a que se repitiera la final perdida en Wimbledon. Con el revés cruzado abría violentamente la pista. Con el paralelo, remataba. Caminaba hacia adelante igual que un cosaco y su montura: rápido y con la raqueta llena de voleas afiladas.
Los largos brazos del checo hicieron mucho en su favor. Desplazado de un lado a otro como un parabrisas por los golpes de Nadal, que repartía maliciosos mazazos a diestro y siniestro, tuvo la envergadura necesaria para responder a tiros que normalmente no vuelven. Jugó con fuerza. Sacó con furia.
Llegó entonces la decisión del juez de silla y se enredó el partido. Terreno Nadal. Mañana, en semifinales de la Copa de Maestros por primera vez desde 2007, le espera el británico Andy Murray.
Alex Corretja cierra el puño en el banquillo. Sus ojos han visto lo siguiente: A Andy Murray, su pupilo, metiéndole un 5-0 a Rafael Nadal, el número uno (de 7-6 y 3-2 para el español a 7-6, 3-6, 0-1 y 0-30). Al número cinco perdiendo la primera manga y superando un 15-40 contra su primer servicio del siguiente ejercicio. A Nadal y Murray corriendo en semifinales de la Copa de Maestros como si no hubiera mañana, como si este fuera el final del camino, royendo sus piernas, gastando su ánimo, defendiendo los dos como nadie más puede defender en el circuito (3h11m).
De ese cuadro de torturas emerge Nadal a dentelladas: pierde el saque cuando sirve para el partido, desaprovecha dos puntos al resto para la victoria y, aún así, se acaba imponiendo 7-6, 3-6 y 7-6. Murray quiso juzgar a Nadal, ponerle frente a un tribunal, descubrir hasta dónde llegaba su deseo de continuar el camino. El español respondió como el número uno: de nuevo ganó un encuentro con menos puntos que su rival (109 a 114). Él se llevó los importantes. Los dos acabaron con un abrazo, que fue lo que mereció su tremendo partido.
Por primera vez en su carrera, el español jugará la final de la Copa de Maestros, donde ahora espera al vencedor del Roger Federer-Novak Djokovic. "Felicito a Andy por su actitud: no pongan presión sobre él, va a ganar muchos grandes", le dijo Nadal al público sobre el británico, que se puso 3-0 en el tie-break decisivo. "Estoy emocionado. Todo el mundo sabe lo duro que fue para mí 2009. Esto es un sueño".
Los datos de la tragedia de Murray fueron los pilares que sujetaron al español y a su alegría. En el arranque y durante seis juegos seguidos al servicio, el número cinco sacó mejor de lo que nunca lo había hecho en el torneo: colocó 8 aces, el 72% de sus primeros saques y solo permitió a Nadal sumar 5 de los 25 puntos que él puso en juego en la primera manga. Tremendo. Luego, puesto frente al tie-break, jugando a todo nada, comprobó lo que es competir contra un caníbal.
Tres veces olfateó Nadal la presa y dos la hizo suya. Tres veces se enredó Murray con el primer saque y dos de ellas Nadal se llevó la captura. Tres veces sirvió con segundo el escocés y dos, enseñando los colmillos, el español le señaló el camino de salida. Se cumplía una hora de juego. Quedaba muchísimo más de juego: el desgaste fue tremendo. Las defensas, increíbles. Según bajó el nivel de saque de Murray, crecieron la tensión y las alternativas del partido.
Nadal tiene la oportunidad de cerrar un año mágico, que le ha visto coronarse en Roland Garros, Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos. Si el mallorquín suma a esos títulos el de la última cita del año habrá logrado algo que nadie había conseguido. Estas son sus armas: a su conocida capacidad desde la línea de fondo, el español ha añadido un dañino servicio. Ante un restador consumado como Murray, crecido además por su propia producción al saque, el número uno solo cedió seis puntos en la primera manga, señal de que está muy a tono.
Nadal, además, vuelve a gobernar con los pies sobre la línea, abandonada la seguridad de los anchos fondos. Tiene, también, una derecha que es un hacha y aprovecha como nadie eso a lo que llaman los intangibles. ¿Quién hubiera explotado mejor esos segundos saques de la muerte súbita? ¿Quién hubiera ido marcando, gota a gota y punto a punto su liderazgo, cuando aquellas pelotas menores para nada servían? ¿Quién, sino Nadal, para escarbar en las dudas de Murray cuando ya encajaba un parcial de 0-5?
El mallorquín fue adaptándose a las circunstancias del partido. Murray, que sumó 20 aces, arrancó huyendo de la derecha del número uno: hacia su revés iban un 75% de las pelotas. Nadal le recondujo cubriéndose con su drive. Murray atacaba con su revés, un arma temible. Nadal le ofreció constantemente que construyera el juego con la derecha, menos fiable. Murray se atrevió a cambiar, a sorprender, en los puntos importantes. Nadal castigó su atrevimiento, vestido de saque y volea en punto de break en contra. Y Murray, un genio de la estrategia, quiso enredar el encuentro en los cambios de ritmo y de lado, en la variación continua. Fue, probablemente, un error. Nadie como Nadal para esperar y luego pegar un tiro.
Campeón del Abierto de Australia, Roger Federer termina la temporada como la empezó. El suizo ganó ayer su quinta Copa Masters, como Ivan Lendl, como Pete Sampras, al imponerse a Rafael Nadal por 6-3, 3-6 y 6-1 en una hora y 37 minutos. El número dos del mundo, de 29 años, se redime así de una temporada que no fue la mejor para un tenista de su condición. Eliminado en cuartos de Roland Garros y Wimbledon y semifinalista del Abierto de Estados Unidos, Federer despide el curso a lo grande y anuncia un 2011 apasionante. La final de las finales, la última final del año llegaba con una colosal historia detrás. [Narración] [Estadísticas] [Álbum]
Ahí estaban de nuevo frente a frente Rafael Nadal y Roger Federer, uno y dos esta vez, dos y uno otras muchas, por 18ª ocasión en la lucha directa por un título, por 22ª vez conviviendo en una cancha de tenis. Pesaron más las circunstancias propias del partido y los referentes inmediatos que otra cosa. Nadal jugó el sábado la primera semifinal, pero llegaba mucho más castigado físicamente después de la larga y dura batalla con Andy Murray: tres horas y 11 minutos. Federer lo hizo mejor después contra Djokovic, ganando en dos vertiginosos sets.
La pista cubierta resta efectividad a Nadal, cuya estrategia se fundamenta en una permanente labor de zapa sobre el revés de su adversario. A diferencia de la tierra batida, que interpreta mejor el liftado de sus golpes, aquí el suizo puede golpear con mayor comodidad, sin sentirse agredido por el veneno del zurdo. Federer atrapó su primera bola de 'break', minuto 29, séptimo juego, y en el 32 ya tenía un set en la mano. Demasiado fácil para ser verdad, debió pensar, tras las seis derrotas padecidas en los últimos siete encuentros frente a Nadal.
El campeón este año de tres de los cuatro 'grandes', al que se vio más corto de chispa que de costumbre, eligiendo muy bien detrás de qué pelotas había de correr, empezó a creérselo cuando asomaron sus dos primeras opciones de ruptura, en el cuarto juego del segundo set. Hizo suya la segunda y prometió pelea, para alegría de Ron Wood, Kevin Spacey, Diego Armando Maradona, 'celebrities' y gente de a pie deseosa de más partido. La saludable rivalidad en las gradas, con seguidores de uno y otro jaleando los aciertos del rival, continuaba.
Está visto que Federer no soporta sentir el aliento de Nadal. En cuanto escucha demasiado próxima su respiración se le viene encima el libro gordo del mallorquín: el 14-7 desfavorable en sus cruces, su capacidad para crearle dificultades diferentes y mucho mayores de las que le propone cualquier otro jugador. El de Basilea se vio envuelto pronto en la situación que había pretendido evitar. Bajo considerablemente el acierto con el saque, desatendió el plan que le había llevado al éxito, demoró la toma de decisiones y empezó a deambular por la pista como un alma en pena, cuando no a correr desesperadamente de un lado a otro, perdido el dominio del juego, como si de repente el partido hubiera empezado a jugarse en un escenario muy distinto. Cuando había llevado el partido a su terreno, dispuesto a mantenerse vivo y manejar mejor las emociones en la recta final, Nadal se despistó en el cuarto juego del tercer parcial, que dominaba por 40-15.
Nuevamente preciso a la hora de convertir la segunda bola de 'break' que se le presentaba en el partido, Federer mantuvo el saque después y se colocó muy cerca del triunfo. Volvió a romper en el sexto juego y aceleró hacia la victoria. El grito que siguió a sus brazos en alto y la mirada emocionada de complicidad hacia los suyos tras la derecha ganadora con suspense lo decían todo. No sólo había ganado la Copa Masters: había derrotado a Rafael Nadal.
Al final, Rafa Nadal se quedó sin gasolina. El sábado viví su partido contra Andy Murray, al que entreno, con mucha intensidad y mucho entusiasmo, casi como si lo jugara yo. Cuando uno compite contra Nadal sabe que se va a encontrar con una guerra de la que hay que intentar salir vivo. Pocos lo consiguen. Eso me enorgullece de Andy, que murió matando. Dio todo lo que tenía. No se quedó nada en la reserva. Rafa ganó porque es quien es.
La consecuencia está clara: no necesitaba un milagro para tener las mejores opciones de ganar la final de la Copa de Maestros, pero sí tiempo. Eso era justo lo que no tenía. Las semifinales fueron agónicas y le han pasado factura. Todo el mérito, sin embargo, es de Roger Federer. Se juega así. No hay excusas: la final es el domingo, no el lunes. Estoy seguro de que él lo verá igual.
Cuando Rafa ganó su segundo Roland Garros, un periodista me llamó inmediatamente y me dijo: “Muy bien, pero nunca ganará un grande en pista rápida”. “¡Eso es una locura!”, le contesté; “es al revés, todo lo que quiera lo conseguirá”. De él no me sorprende nada. Tampoco, que haya llegado a la final de la Copa de Maestros en pista cubierta y rápida.
La dificultad más grande de un torneo como este es que tu nivel no puede bajar ni un minuto durante la semana porque si baja pierdes. Es lo que le pasó, creo, el primer día, contra Andy Roddick: le costó muchísimo entrar en juego. Llevaba muchas semanas sin competir. Se rehizo.
A la larga, gana este torneo el que más se lo cree porque reúne a los ocho mejores. Los extranjeros pegan más golpes ganadores, corren menos durante el año. Nosotros nos dejamos la vida en cada torneo, psicológica y físicamente. Es la escuela española.
Federer, por ejemplo, también ha jugado 70 partidos este año, pero se desgasta menos por su tipo de juego. Estaba en uno de sus máximos niveles de estos años, con una velocidad y una claridad de ideas muy grande. Todo el torneo ha ido con un ritmo muy alto para sus rivales. Ha sido el mejor.
Que Rafa haya llegado a la final ya es un gran éxito. Creo que es cuestión de tiempo que gane este título… ¡Es bueno que se haya dejado algo para el futuro!
Àlex Corretja fue el segundo español en ganar la Copa de Maestros, en 1998 —después de Manuel Orantes, en 1976—, llegó a ser número dos del mundo y actualmente entrena a Andy Murray.
La danesa Caroline Wozniacki, tuvo una destacada actuación en este año tras desbancar a Serena Williams. ARCHIVO
Ambos tenistas se sienten orgullosos por el reconocimiento
El mejor de la ATP y de la WTA son considerados como Campeones del Mundo de 2010
LONDRES, INGLATERRA (14/DIC/2010).- La Federación Internacional de Tenis (ITF) nombró al español Rafael Nadal, número uno de la ATP y a la danesa Caroline Wozniacki, número uno de la WTA, los Campeones del Mundo 2010.
Luego de los logros obtenidos por el español en la temporada 2010, en la que se llevó su quinto título de Roland Garros y segundo en Wimbledon, desbancando así al suizo Roger Federer del número uno de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), Nadal recibirá este reconocimiento de la ITF por segunda vez.
"Es un honor ser nombrado Campeón del Mundo de la ITF, por segunda vez después de un año difícil en 2009, fue una sensación increíble recuperar el número uno del ranking y finalmente ganar el Abierto de Estados Unidos. Mi meta todo el tiempo es seguir mejorando y ser un mejor jugador cada año de los que fui el año anterior", dijo Nadal.
Por su parte la danesa será la primera ocasión en que sea reconocida por la ITF como campeona del mundo, luego de convertirse en la cuarta mujer más joven en terminar en el número uno de la Asociación Femenil de Tenis (WTA por sus siglas en inglés).
La danesa de 20 años de edad, es la primera de su país en ser condecorada con la distinción de Campeona del Mundo, luego de obtener seis títulos a lo largo del año y al final quedarse con el número uno de la WTA destronando a la estadounidense Serena Williams.
"Que honor es ser nombrada Campeón del Mundo de la ITF. Para ser incluida con todos los ex campeones del Mundo ITF es algo de los estoy realmente orgullosa. Tuve un gran año en 2010 y estoy entrenando duro para tener un año aún mejor en 2011. Ya estoy mirando adelante a la ceremonia en París", dijo la danesa.
Así mismo el premio ITF a Campeones del Mundo en Dobles se lo llevaron los estadounidenses Bob y Mike Bryan en categoría masculina y en femenina la argentina Gisela Dulko y la italiana Flavia Pennetta.
Mientras que en la categoría Junior Campeones del Mundo, fueron el colombiano Juan Sebastian Gómez y la rusa Daria Gavrilova los afortunados, en silla de ruedas son campeones la holandesa Esther Vergeer y el japonés Shingo Kunieda.
El reconocimiento será entregado el próximo 31 de mayo en París durante el Roland Garros.
Rafael Nadal sigue acaparando reconocimientos. Elegido hace días personalidad del año por el EL MUNDO -premio compartido con Vicente del Bosque- y mejor deportista internacional por la cadena británica BBC, ahora ha sido proclamado "Campeón mundial de los campeones" por el deportivo francés 'L'Équipe', que en su edición de hoy coloca como número dos al futbolista español Andrés Iniesta y en el tercer puesto del cajón al futbolista holandés Wesley Sneijder.
"Rafael Nadal ha reinado en la galaxia del tenis", subraya 'L'Equipe' en una portada ilustrada por una foto del mallorquín con el trofeo, y en la que también precisa que, de acuerdo con los votos de la redacción y gracias a los 777 puntos recibidos, "bate con más de 200 puntos de ventaja a su compatriota Andrés Iniesta" (777) y a Sneijder (530).
El periódico destaca que se trata de "un coloso tan humano" que en España genera unanimidad por su naturalidad, hasta el punto de que ha conseguido que los fotógrafos no le acosen, a diferencia de lo que ocurre con otros famosos.
A causa también del "respeto que inspira", entre otras cosas porque al contrario que otros deportistas no tiene cuentas en ningún paraíso fiscal y paga sus impuestos "como cualquier ciudadano para la construcción de infraestructuras, para la sanidad, las pensiones".
Recuerda que el campeón español había comenzado el año con una lesión de rodilla, que debió abandonar frente a Andy Murray en los cuartos de final del Open de Australia, y que volvió a la competición a comienzos de marzo.
A partir de ahí, -relata- "encadena dos semifinales en Indian Wells y en Miami, pero vuelve a ganar a mediados de abril en la tierra batida de Montecarlo. Recuperada la confianza, sobrevuela los torneos de Roma, Madrid y recupera su título en Roland Garros. Pese a que se le despiertan los dolores en la rodilla derecha, gana Wimbledon pero renuncia a los cuartos de final de la Copa Davis contra Francia".
"Aprovecha para asistir en Sudáfrica a la consagración de la selección española de fútbol. De vuelta a las pistas a comienzos de agosto en Canadá, se recoloca en el juego y gana en septiembre frente a Djokovic el último torneo del Grand Chelem que le faltaba, el US Open", añade.
La publicación reconoce que el final de la temporada ha sido "más complicada" porque pese a estar ya cansado llegó a la final del Masters de Londres "pero tuvo que inclinarse frente a Federer".
'¿Y si superara a Federer?'
Precisamente la rivalidad con el suizo es objeto de un análisis bajo el título "¿Y si Nadal superara a Federer?, en el que se ponen frente a frente sus nueve títulos del Grand Slam frente a los 16 de éste que se habían considerado un récord "imposible" de batir.
A ese respecto, señala que Nadal lleva ganados 43 torneos, comparados con los 35 que había logrado a su edad Federer, y que el español ha terminado en primera posición de la clasificación en dos temporadas (2008 y 2010), cuando el suizo ha conseguido hacerlo en cinco (2004, 2005, 2006, 2007 y 2009).
El diario deportivo francés justifica el segundo puesto de Iniesta explicando que tras haber estado lesionado "en los momentos cruciales de la temporada 2009-2010" con su equipo el Barcelona, "se tomó una deslumbrante revancha con la camiseta española al marcar el tanto de la victoria en el Mundial contra Holanda".
De Sneijder, pone de relieve su "éxito" en el Inter de Milán, que ganó la Liga de Campeones, el campeonato y la Copa de Italia, antes de fracasar en la final del Mundial, precisamente frente a España.
En cuarta posición de la clasificación del concurso anual organizado por 'L'Équipe' figura esta vez el boxeador filipino Manny Pacquiao (231 puntos), seguido por el jugador de baloncesto estadounidense Kevin Durant (195), por el velocista francés Christophe Lemaître (176) y por la pareja de automovilistas de rallies Sébastien Loeb y Daniel Elena (140).