Por Chen Weihua
Las críticas que el público ha arrojado sobre el profesor Dong Fan, de la Universidad Pedagógica de Beijing, constituyen la señal más reciente de hasta qué punto causa tristeza y rabia generalizadas el culto al dinero que hoy impregna nuestra sociedad.
Dong, profesor de Industria Inmobiliaria, dijo a sus estudiantes graduados, en nota publicada en su microblog el 4 de abril, que “no se les ocurra visitarme o mencionarme como su mentor si no son capaces de amasar una fortuna de 40 millones de yuanes ($6.1 millones) antes de cumplir 40 años”.
“Para las personas de alto nivel académico, la pobreza significa deshonra y fracaso ,” dijo Dong.
Sus palabras han generado amplio rechazo, revelando de paso la presencia de una crisis que se ha ignorado por demasiado tiempo, y que constituye un riesgo para la nación, al igual que lo pueden ser muchos desafíos económicos y ambientales de hoy.
La adoración ciega por el dinero, que los chinos condenaban hace apenas 30 años, ha calado profundamente en nuestra sociedad.
En China hay un porcentaje más alto que en la mayoría de los demás países que considera al dinero como la única expresión de éxito, según una encuesta efectuada por la firma Ipsos el año pasado en 23 países. La frase “el dinero manda” parece hecha a la medida de la China actual, pues nuestros compatriotas parecen estar más pendientes del dinero que los estadounidenses.
Por años, los medios informativos han rendido pleitesía a los empresarios exitosos que hicieron fortuna rápidamente, a pesar de que algunos lo lograron probablemente a costa de contaminar el medio ambiente, explotar a trabajadores o sobornar a funcionarios.
Todo - incluyendo el amor – parece estar a la venta y viene con su etiqueta de precio adosada.
Y lo más preocupante es que quienes logran su dinero por medios ilegales se exhiben ante la sociedad sin el menor recato. Se trata de xiao pin bu xiao chang (笑贫不笑娼), o sea, búrlate de la pobreza pero no de la prostitución, lo que ha encolerizado a buena parte de la sociedad.
Estamos cerrando la brecha que nos separa del resto del mundo después de pasar tres décadas aumentando el PIB y los niveles de vida, pero seguimos atados a una brecha que se amplía cada día en temas como la moral y la ética.
En todo caso, el rechazo que han generado en la población los aviesos e incluso venenosos cometarios del profesor Dong al menos pueden considerarse una señal de que no todo está perdido.(Pueblo en Línea)
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 
