|
Por cuarenta años Japón ocupó la segunda plaza, ahora tuvo que rendirse y ceder su puesto a los mandarines rojos. Foto cortesía de la Casa Blanca por Pete Souza.
Y no crean que los productos hablan un idioma particular para ellos o que la conocida frase que utilizamos cuando no entendemos a n ro interlocutor, sino que las mercancías del gigante oriental inundan a todas las naciones occidentales, con su “MADE in China”, que certifican el origen del producto que compramos y copan nuestros closets, casas y negocios.
El 2010 los chinos cerraron su economía con un nuevo crecimiento y el listón del Producto Interno Bruto (PIB) llegó a un 10.3 por ciento, un aumento de 1.1 por ciento en relación al 2009. Esta puja constante hacia arriba del PIB llevó al nuevo hibrido comunista-capitalista a colocarse como segunda locomotora de la economía mundial, después de Estados Unidos. />

Luego de ocupar por cuarenta años en la segunda plaza, Japón no tuvo más remedio que rendirse y cederles el puesto a los mandarines rojos. El máximo samurái de la política económica nipona, Kaoru Yosano mostró ante la prensa un rostro inexpresivo y distante, que podía indicar lo mismo tomarse un té o comenzar a cortar cabezas con su espada. Dijo que ese desplazamiento representaba una buena oportunidad para reestructurar la economía de su país en búsqueda de una mayor innovación.
Hace sólo diez años la economía China marchaba en el séptimo lugar, pero en el 2007 derrotó a la disciplinada Alemania y ahora le pasa la cuenta a los del sol naciente. Qué lejos ahora se ve aquella China de 1949 con una población de cerca de 500 millones de habitantes, una superficie de 9.6 millones de kilómetros cuadrados y una débil producción anual de productos industriales: 445 mil toneladas de hilo de algodón, 2,790 millones de metros de telas, 61,88 millones de toneladas de carbón y una producción de cereal de 150 millones de toneladas.
El modelo
De manera hábil los chinos copiaron hace 20 años más o menos a sus vecinos, los entonces llamados tigres asiáticos-Singapur, Taiwán y Hong Kong- y entre otros cambios adoptaron el modelo de crecimiento basado en las exportaciones con una moneda depreciada. Y esa receta amarga para sus competidores, les permite vender sus productos baratos en cualquier parte del planeta.
Las quejas en el mundo comercial por este modelo de crecimiento basado en las exportaciones, no turban en lo más mínimo a la dirigencia china que no demuestra ningún interés por abandonarlo. Todo lo contrario Wen Jibao lo ratificó ante el parlamento chino (Asamblea Nacional del Pueblo). “Impulsar el desarrollo económico y aumentar el empleo mediante la expansión del comercio exterior es una política que mantendremos todavía durante un largo tiempo”, dijo en el 2008 y todo indica que proseguirán ese rumbo contra viento y marea.
Parte de ese mal tiempo que molesta a la exitosa nave de la economía china, representan los congresistas de Estados Unidos, quienes toman nota preocupados por la inundación de productos baratos que vienen del país asiático y amenazan con medidas proteccionistas.
David Anders Coronel de las Fuerzas Armadas escolta al Presidente de EE.UU y al Presidente de China, Hu Jintao. Foto cortesía de la Casa Blanca por Pete Souza.
Sin embargo, escudados dentro de esa milenaria sabiduría socarrona de Confucio, quien dijo que “aquel que procura asegurar el bienestar ajeno, ya tiene asegurado el propio”. Los mandarines chinos saben que los principales acreedores del gigante del norte son ellos al poseer más de 900 mil millones de dólares en bonos del tesoro de los Estados Unidos y eso es un argumento que cierra bocas.
Si eso fuera poco China es hoy por hoy, el mayor prestamista del mundo, incluso por encima del Banco Mundial y esa posición privilegiada, unida a sus bonos del tesoro, le ofrece una cierta tranquilidad para desarrollar su actual modelo.
Esa calma de saber que tienen la sartén por el mango, quedó ratificado durante el reciente recorrido de enero del presidente Hu Jintao a los Estados Unidos, quien a pesar de recibir críticas y uno que otro cuestionamiento sobre los derechos humanos, se marchó bendecido por el presidente Obama, quien dijo en una conferencia de prensa conjunta: “el avance de China es bueno para Estados Unidos y para el mundo”.
Este giro capitalista de los comunistas chinos al parecer satisface tanto a los ojos occidentales, que ya muchos en los Estados Unidos corren a estudiar el cantones como futura lengua importante del mundo, y en Chicago, donde cohabitan dos barrios chinos, 12 mil estudiantes de Escuelas Públicas aprenden los ideogramas.
Pero mientras la cordialidad y buenas maneras chinas brillan en la mesa del capitalismo, donde ahora se sirven con “palitos grandes”, los mandarines no dejan de ser represivos e intolerantes y si no pregúnteles a tibetanos, uigures, disidentes y todos aquellos con ideas diferentes al rojo de su bandera, quienes son perseguidos, encarcelados y muchas veces asesinados en sus tétricas cárceles.
Claro, los opositores al gobierno chino no tienen el poder de convencimiento que dan los dólares y sus cruzadas son miradas sin mucho detenimiento por el mundo occidental tan defensor de los derechos humanos solo en palabras y no en hechos que significarían, por ejemplo perder fabricas que tienen en territorio chino donde los trabajadores son prácticamente esclavos. Empresas estadounidenses como Disney, Mattei, Hasbro, Mc Donald, entre otros, tienen enclavadas fábricas en suelo chino, donde se produce el 75 por ciento de los juguetes del mundo. Warner Brother que abastece a todos los negocios minoristas de Estados Unidos, donde se incluyen Toys-R-Us y Target, concurre también al festín de condiciones favorables para los negociantes donde la ecuación disminuida en el costo del producto por valor que se comercializa posteriormente en el mercado mundial se triplica o cuadriplica.
Abusos
De acuerdo a la Comisión de Derechos Humanos de Asia la edad promedio de los trabajadores de esas fábricas chinas de juguetes oscila entre los 12 y 15 años con un salario que van de seis a cuarenta centavos de dólar por hora. Sus jornadas a veces son de 19 horas diarias en recintos muchas veces malsanos envenenados ambientalmente por pinturas u otros productos químicos.
Y cuando un empleado se enferma o muere, los nuevos gerentes capitalistas chinos tienen a su disposición la inmensa población de su país que sin libertades sindicales, ni humanas se encuentran prestos a trabajar en esas circunstancias al emigrar de las zonas rurales todavía atrasadas.
En fin, el dragón chino camina feliz y en la práctica nadie lo detiene en su avance económico incontenible y ya expertos vaticinan que para el 2020 podrá superar a los Estados Unidos como primera potencia mundial.
¿Y los derechos humanos?, esos bien, gracias, porque los jerarcas chinos prometieron a todo el mundo occidental que los respetarían, pero primero le saldrá pelos a la rana, como decía Delcina mi madre cuando algo era imposible, antes que un totalitario deje de ser totalitario, por lo pronto, de manera imperceptible y silenciosa el planeta tierra ya tiene un cartelito que dice: MADE IN CHINA
Gilberto Dihigo. Miami
|