
“Atienda lo justo en tiempo el que no quiera que lo justo lo devore”
José Martí
Nosotros acusamos y solicitamos justicia
Señor Presidente, Barack Obama
Como jurista, Ud. debe conocer todos los detalles relacionados con la
causa penal contra Alfred Dreyfus. El alegato de Emilio Zola en defensa
de la inocencia del acusado todavía tiene eco en las conciencias de
todos los hombres honrados.
Después de doce años de la acusación falsa de espionaje, la condena
de cadena perpetua y la prisión injustas, Dreyfus fue declarado
inocente.
Hoy el mundo vive una experiencia parecida que aún no tiene
desenlace, después de quince años de prisión. Se trata del caso de los
Cinco Héroes cubanos acusados injustamente de conspiración para
espionaje y otros delitos.
Señor presidente Obama, Ud. debe escuchar como si se tratara de la
voz de Emilio Zola, los argumentos que aún constituyen verdades en
nuestro tiempo, y Ud. debe decidir poner fin a la injusticia.
Permítanos que expresemos nuestro acuerdo por las promesas hechas por
Ud. al pueblo norteamericano y al mundo sobre los cambios que presidían
la consigna de “sí, nosotros podemos”. Ellas despertaron la simpatía
de muchos o de todos, según el asunto prometido. Nos preocupa el destino
de su gloria. Y le expresamos que su estrella, tan feliz hasta hoy,
está amenazada por la más vergonzosa e imborrable mancha.
Ud. ha salido sano y salvo de bajas calumnias, ha conquistado
corazones, ha alcanzado el alto sitial de la presidencia de los Estados
Unidos a pesar de su procedencia étnica afro-norteamericana. Ud. ha
hecho realidad un sueño quizás mayor que lo soñado por su raza y el
líder Martin Luther King. Ud. apareció radiante en la apoteosis de la
fiesta patriótica que inauguraba su victoria electoral y luego a la
asunción a la presidencia, y se ha preparado para llevar a cabo sus
promesas de gobierno en medio de una crítica situación de su país y del
mundo. Si de verdad Ud. está dispuesto a llevar a cabo los muchos
cambios que necesita su nación y este mundo, que pertenece a todos, debe
comprender que ello entraña riesgos. Sin embargo, un hombre honrado y
valiente no puede rehuirlos.
¡Pero qué mancha de cieno sobre vuestro nombre -debemos decir sobre
su mandato de gobierno- puede significar este abominable proceso de los
Cinco Héroes cubanos!
Es un hecho notorio que la Corte Suprema de los Estados Unidos,
coincidiendo con el gobierno, y, por lo tanto, de Ud. mismo, rechazó la
solicitud de revisión de esta causa, a pesar del acompañamiento y
respaldo por los amigos de la Corte, que quizás ha sido la más numerosa y
verdadera en la historia.
Este acto ha representado una bofetada a la verdad y a la justicia. Y
para ello ya no hay remedio. Estados Unidos conservará esa mancha y la
historia consignará que semejante crimen social se cometió al amparo de
su presidencia. Ahora bien, Ud. tiene las facultades constitucionales y
las virtudes humanas para revertir, mediante el indulto o perdón
presidencial, en forma valiente y justa, este proceso que hoy ofende a
la humanidad.
Por eso solicitamos a Ud., proclamando la verdad de personas
honradas. Nosotros estamos convencidos de que Ud. ignora lo que ocurre
en todos los detalles, aunque suponemos que algo debe saber por su
condición de presidente y hombre inteligente. Además, las innumerables
peticiones de clemencia que les han sido enviadas desde todos los
lugares del mundo -tanto públicas como privadas- deben haber llegado a
Ud. en una u otra forma.
Ya han sido liberados dos de los Cinco Héroes, René González y
Fernando González, después de cumplir sus condenas respectivas de 15 y
17 años de prisión. Por lo tanto, aún permanecen en prisión tres de
ellos: Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero. Ud. puede
poner fin al sufrimiento de estos hombres inocentes.
¿Y a quién denunciar las infamias de esa mafia cubano-americana,
coligada con personajes policíacos, administrativos, judiciales,
políticos y periodísticos, que son los verdaderos culpables, sino al
primer magistrado del país? Ante todo, debe prevalecer la verdad acerca
del proceso y de la condena de los Cinco Héroes cubanos.
Estos son los hechos, señor Presidente. No se cometió un error sino
una infamia judicial. Y las condiciones morales, como la actitud digna,
el carácter excepcionalmente humano, la misión noble de preservar vidas
frente a las actividades terroristas conocidas contra su patria, son
reflejo de la nobleza y de la inocencia de los condenados.
Sin causa justificada para ello, la mafia y los agentes policíacos
corruptos de Miami, acabaron de ofrecerlos como víctimas de las
extraordinarias maquinaciones del ambiente terrorista en que se
desenvolvían los 5 cubanos. El odio contra los cubanos de la Isla les
han hecho víctimas propicias a los Cinco Héroes.
Después de más de 15 años muchas conciencias permanecen turbadas
profundamente. Ellas se inquietan, buscan, y acaban por convencerse de
la inocencia de los Cinco cubanos. No es extraño, por lo tanto, que diez
Premios Nobel, parlamentos enteros o grupos de parlamentarios de
distintos países, personalidades y organizaciones de los más variados
credos, incluyendo prominentes personalidades sociales y del sector de
la jurisprudencia, hayan conformado amicus a favor de esta causa en un número y una calidad sin precedente en la historia de la Suprema Corte.
No mencionaremos las primeras dudas y la final convicción de que en
el caso de los Cinco no existe la menor evidencia de espionaje, y esto
fue reafirmado por testigos de alto nivel pertenecientes a las Fuerzas
Armadas de los Estados Unidos. En ese expediente no existen evidencias
relacionadas con la seguridad del país. Sin embargo, existen
informaciones que están vinculadas con grupos criminales y terroristas
asentados en Miami, y los cuales eran el objetivo de las misiones de los
Cinco acusados.
Inmediatamente después de la detención de los Cinco cubanos, Héctor
Pesquera, jefe del FBI en Miami, llamó e informó, antes que lo hiciera a
sus jefes en Washington, a los congresistas Lincoln Díaz-Balart e
Ileana Ros-Lehtiner sobre el asunto. En esta forma comenzaron las
calumnias contra los detenidos. Lo más vergonzoso es que después se
constató que esos periodistas recibieron pago del gobierno por el
servicio de propaganda contra los Cinco.
Por tanto, el primer juicio llevado a cabo en Miami contra toda
lógica y fundamento legal, por ser una ciudad fundamentalmente hostil
para los acusados, condujo a la condena injusta, más allá de la carencia
de evidencias. Las sanciones fueron criminalmente severas.
La revisión del caso por el panel de tres jueces ante la apelación en
el Tribunal de Atlanta, concluyó con un fallo coherente, en el que se
cuestionó la celebración del juicio en Miami, se anularon las sentencias
y se ordenó un nuevo juicio en otro territorio neutral.
Así comenzó el debate judicial entre los abogados de la defensa y la
fiscal. Esta recurrió el fallo y otro panel de tres jueces, ésta vez con
un nuevo miembro, analizó la causa. Este entró en contradicción con el
fallo primero del panel de tres jueces. La apelación ante el pleno de la
Corte de Atlanta fue adversa también para los acusados.
La última esperanza legal dependía de que la Corte Suprema de los
Estados Unidos acogiera la revisión del caso, y para lo cual contó con
razones suficientes para hacerlo en forma honorable. Sin embargo,
cometiendo un crimen contra la justicia, la Corte rechazó el caso tal
como fue solicitado por la fiscal del juicio, en nombre del gobierno.
Sin duda no hay más que una cosa verdadera: el sistema judicial se
defiende y este evita confesar su crimen, cuya abominación aumenta de
hora en hora. ¡No, eso no! En este proceso ha quedado demostrado que la
causa de los Cinco Héroes es fundamentalmente un asunto político
relacionado con Cuba.
¡Ah, qué gran barrido debe hacer el Gobierno que Ud. preside en esas
cuevas policíacas y jurídicas corruptas! ¿Cuándo Ud. tomará la decisión
gubernamental verdaderamente fuerte para renovarlo todo?
Conocemos a muchas gentes que ante las decisiones judiciales que le
comentamos a Ud., tiemblan de angustia, ¡porque saben en qué manos está
la justicia nacional! ¡En qué albergue de intrigas y compromisos creados
se ha convertido el sagrado asilo donde se supone reine la plena
legalidad y la justicia! Espanta la terrible claridad que arroja sobre
aquel antro el asunto de los Cinco y el sacrificio humano de cinco
hombres que han sido despreciados por su condición de cubanos leales.
En este caso ha prevalecido la demencia y la estupidez, las
maquinaciones locas, las prácticas de la política baja, y los hábitos
inquisitoriales. Ha sido descubierto el placer de algunos políticos
venales quienes viven escandalosamente de la nación. Ellos han ahogando
en su garganta el grito de la verdad y la justicia bajo el pretexto,
falso y sacrílego, de razón de estado. ¡Esa verdad y esa justicia que
nosotros buscamos apasionadamente, las vemos ahora humilladas y
desconocidas!
Por todas esas razones, nosotros acusamos:
Nosotros acusamos a Héctor Pesquera, jefe del FBI en Miami, cuyos
intereses y relaciones corruptas con la mafia lo condujo a una actuación
descabellada y culpable.
Nosotros acusamos a la jefatura nacional del FBI por su actuación
débil y cómplice al aceptar la actuación de Héctor Pesquera, a pesar de
contar de antemano, tres meses antes, con informaciones recogidas por
esa institución en la Habana, Cuba, relacionadas con los planes
terroristas que se planeaban desde Miami contra Cuba. Esta misión fue
cumplida por encargo del presidente William Clinton ante un mensaje de
Fidel que fue transmitido por el escritor Gabriel García Márquez a los
asesores de Seguridad Nacional. El compromiso comunicado por el FBI a
las autoridades cubanas de reciprocar información en una semana se
convirtió en la detención de los Cinco cubanos, fuente de muchas de las
informaciones, y de un largo silencio que dura hasta la actualidad.
Nosotros acusamos a los fiscales en la causa durante el juicio en
Miami, por su falta de ética y legalidad durante su desempeño
profesional y por haberse hecho cómplices de las maquinaciones de la
mafia cubano-norteamericana, con los cuales mantuvieron y mantienen
lazos estrechos.
Nosotros acusamos a la jueza Joan Lenard por haber actuado con una
parcialidad monstruosa durante el juicio, lo cual permitió un fácil
resultado de culpabilidad de todos los delitos achacados y las
sanciones desproporcionadamente severas e injustas.
Nosotros acusamos a los miembros del jurado que actuaron en juicio
de Miami por plegarse a la campaña de miedo existente en Miami y
decidirse en un breve tiempo a dar su fallo de culpabilidad en uno de
los juicios más complejos, largos e importantes celebrados en los
Estados Unidos.
Nosotros acusamos al Tribunal de Miami por haber condenado a los
acusados fundándose en falsedades y al Tribunal de Apelaciones de
Atlanta por haber encubierto esta ilegalidad, cometiendo el crimen
jurídico de condenar conscientemente a unos inocentes. Si bien el
Tribunal de Atlanta introdujo la posibilidad de modificaciones de penas
en tres casos y aportó elementos de juicios válidos para una posible
rectificación legal que no llegó a producirse dentro del sistema
judicial norteamericano.
Nosotros acusamos a la Suprema Corte de los Estados Unidos por
cometer un crimen contra la justicia al rechazar el pedido de revisión
del caso de los Cinco, que contaba con suficientes méritos jurídicos y
éticos para su aceptación.
Nosotros acusamos a la mafia cubano-norteamericana. Esta ha vivido
durante más de cincuenta años a expensas de las campañas de difamación y
de las agresiones terroristas contra Cuba. Y ella propagó, en su
condición de turba exaltada, las viles calumnias para crear el clima
intolerante que requerían para justificar la condena de los Cinco
cubanos presos.
Nosotros acusamos a la prensa radial, escrita y digital de Miami por
actuar como mastines azuzados por las mafias de Miami y haber hecho una
campaña abominable para manchar la imagen de los Cinco, confundiendo a
la opinión pública. La acusamos de mercenaria porque muchos de los
periodistas que participaron en la campaña difamatoria fueron realmente
pagados por el gobierno estadounidense con ese propósito.
Nosotros acusamos a los grandes órganos nacionales de prensa por el
manto de silencio tendido para impedir que la verdad de la causa de los
Cinco se ventilara ante la opinión pública norteamericana. Este silencio
culpable ha impedido que el mundo conozca que la conjura sobre una
supuesta conspiración para cometer espionaje fue vilmente montada contra
los Cinco cubanos.
Nosotros acusamos al presidente William Clinton por la actuación
deshonrosa en el caso de los Cinco. Ante la detención por el FBI de los
Cinco cubanos, el presidente Clinton no movió ni un dedo para honrar las
conversaciones y acuerdos con el gobierno cubano sobre este sensible
asunto. ¡Cuánta cobardía y deshonra entraña la inacción en una materia
que comprometía la honra y credibilidad de las instituciones de un país
como Estados Unidos!
Y por último, nosotros acusamos al presidente George W. Bush por
haber mantenido, a través de los fiscales del juicio y otros órganos
gubernamentales, una política de venganza contra los Cinco, tratando de
descargar el odio individual directamente contra ellos, ya que no pudo
hacerlo en forma directa sobre su pais.
El acto que realizamos aquí, no es más que un reclamo en nombre de la
verdad y de la justicia. Sólo un sentimiento nos mueve, sólo deseamos
que la luz se haga, y lo imploramos en nombre de la humanidad, que ha
sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Nuestras apasionadas
protestas son realmente un grito y canto de nuestras almas.
Señor Presidente Obama, esperamos que Ud. honre con su actuación el
prestigio que merece EE.UU., pues cómo dijera José Martí “de la justicia
no tienen nada que temer los pueblos, sino los que se resisten a
ejercerla:”
Finalmente esperamos, como millones de personas que respaldan la
liberación de estos cinco hombres extraordinarios, que Ud. sepa escuchar
el clamor que llega desde todas partes del mundo, incluyendo a los
Estados Unidos. Los 5 Héroes cubanos no fueron espías, sino patriotas
antiterroristas.
Señor Presidente, actúe con la alteza suficiente para lavar el honor
de la nación norteamericana. Por favor, no guarde silencio en este caso,
no permanezca inmóvil e insensible como una piedra. Nosotros le
recordamos a Ud. que “ver en calma un crimen es cometerlo”.
Sinceramente
FIRMAS DE LOS ADHERENTES A LA CARTA