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General: Muere Mario Vargas Llosa, gigante de las letras universales
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Respuesta  Mensaje 1 de 5 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 14/04/2025 14:42
Mario Vargas Llosa
De Castro a Thatcher, el viaje del Vargas Llosa político
      El escritor, que en 1990 fue candidato presidencial en Perú, viró del marxismo al liberalismo

Juan Diego Quesada
Le aconsejaron que no lo hiciera, que iba a salir mal parado, pero no hubo manera de convencerlo. Mario Vargas Llosa se lanzó en 1990 a la Presidencia de Perú con el mismo ímpetu con el que se sentó durante toda la vida delante de la máquina de escribir, como si le fuera la vida en ello. Resultó ser un candidato apasionado y cerebral al mismo tiempo, como eran en sus libros, que acabó derrotado en las urnas por un ingeniero agrónomo que tiempo después se convertiría en un dictador, Alberto Fujimori. El escritor juraba que se metió en política por una razón moral. Su esposa, Patricia Llosa, no lo desmintió, pero aseguró que eso no fue lo decisivo, sino la ilusión de vivir una experiencia llena de excitación. “De escribir, en la vida real, la Gran Novela”, explicó ella. Vargas Llosa, muerto este domingo en Lima a los 89 años de edad, fue un erudito, pero también Jason al frente de una nave en busca de aventuras.

La influencia de Sartre le convirtió, desde muy temprano, en un escritor comprometido. Durante su época de estudiante en la Universidad de San Marcos, una institución pública en la que estudió con chicos pobres, ateos, comunistas y cholos venidos de la sierra, integró una célula marxista llamada Cahuide en honor a un comandante inca. Escondió panfletos y participó en una huelga de ferroviarios. Creía en el socialismo como el vehículo para conseguir la pureza del “hombre nuevo” y que eso podía llevarse a cabo mediante la lucha armada. Cuando vivía en París llegó a alojar en su apartamento a la madre del Che Guevara. Respaldó públicamente a una guerrilla nacida en el interior de Perú, la que encabezaba Luis de la Puente Uceda. Fue obvio que se entusiasmara con la Revolución cubana y admiró a Fidel Castro, al que visitó cinco veces en La Habana. En una de las ocasiones, acompañado de otros intelectuales latinoamericanos, escuchó hablar durante horas en una habitación.

Se fue aturdido de aquel despliegue de oratoria, pero lo hizo con el corazón caliente, dispuesto a cambiar el mundo. Con el tiempo se separó de la izquierda, a la que identificaría para siempre con el autoritarismo y la pobreza, y abrazó el liberalismo. De Fidel pasó a Margaret Thatcher y por el camino estudió a Hayek y Revel. “Si Mario ve un helicóptero, te explica la manera en la que el liberalismo ha permitido que las piezas provengan de distintos países y se hayan podido ensamblar en un todo. El liberalismo ocupa su pensamiento”, decía un familiar durante una cena.

Antes de llegar ahí fue un estudioso del marxismo. Empezó a desconfiar cuando intuyó que esas lecturas eran “un lavado de cerebro” -así lo contaría más tarde en El pez en el agua-. Su acercamiento a las distintas ideologías tenía algo de intuición, pero sobre todo estudio y análisis, porque toda la vida, antes que escritor, fue un lector, un señor al sol, sentado en una silla, con un libro delante. En el 58 se fue a Madrid a estudiar la beca Javier Prado en la Universidad Complutense, y allí se desligó por completo de Cahuide, una aventura adolescente que sentía ridícula. Sin embargo, eso no le impidió ver arrebatado por televisión la entrada de los barbudos en La Habana, un 8 de enero de 1959. Entró de lleno en ese mundo. Vargas Llosa empezó a escribir en la revista cubana Casa de las Américas, editada por Haydée Santamaría.

Ese proceso idealista y revolucionario le unió a Gabriel García Márquez, otro escritor diez años mayor que él, al que conoció en Caracas al recibir el premio Rómulo Gallegos. Vargas Llosa quedó prendado de la prosa encendida del colombiano y le dedicó una tesis que después sería un libro, Historia de un deicidio, el análisis más brillante que se ha hecho sobre la obra de García Márquez. Los dos serían futuros premios Nobel de Literatura, el mayor de los dos en 1982, el otro en 2010. Su amistad se estrechó en Barcelona, donde fueron vecinos. García Márquez fue padrino de Gonzalo, el segundo hijo de Vargas Llosa. La lealtad a Fidel, sin embargo, los separó. (El desencuentro desembocó en el célebre puñetazo en el ojo del peruano al colombiano en un cine de Ciudad de México, un suceso del que nunca habló Vargas Llosa, que le pidió a sus biógrafos que lo investigaran a partir de hoy, el día de su despedida).

Ocurrió por el caso de Heberto Padilla, el poeta cubano encarcelado por criticar al castrismo. Un grupo de intelectuales, entre los que se encontraban Vargas Llosa, Susan Sontag, Octavio Paz, Sartre y Cortázar, firmaron un manifiesto contra las represalias a Padilla. Muchos de ellos habían apoyado a Fidel y ahora se arrepentían. En el texto aparecía la firma de García Márquez. Sin embargo, el colombiano enfureció a ver su nombre impreso y aseguró que había sido su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, quien, abusando de su confianza, había dado por hecho que apoyaría la causa y firmó en su nombre. Dejó claro que él permanecía al lado del dictador cubano.

Este fue el adiós al joven Vargas Llosa cercano al marxismo y el nacimiento de alguien que pensaba muy diferente. Pasó también brevemente por la democracia cristiana debido a la admiración que sentía por José Luis Bustamante y Rivero. El jurista, un humanista de Arequipa -la ciudad en la que nació él- había sido derrocado por el golpe de Estado llevado a cabo por un general que instauró una dictadura de ocho años y Vargas Llosa deseaba verlo regresar a la presidencia. Le parecía fantástico que un hombre culto, de letras, gobernara un país del tercer mundo y lo convirtiera en otra cosa. Bustamante y Rivero no logró regresar al poder y consagró el resto de su vida a cultivar la intelectualidad. Había algo de revancha histórica en el hecho de que Vargas Llosa quisiera ser presidente, una forma de vengar a Bustamante y Rivero. El caso es que ninguno de los dos lo consiguió, como si el trono solo estuviese destinado a los bárbaros que ocuparon sus lugares.

No abandonó sus ideas ni en las circunstancias más adversas. En 2021, alarmado por la posible victoria en las elecciones presidenciales de Pedro Castillo, un profesor de escuela que llegaba respaldado por un partido marxista, pidió a los peruanos que votaran a Keiko Fujimori, la hija de su rival en las urnas. A muchos les sorprendió que defendiera a una candidata acusada de corrupción y heredera de las políticas de su padre, un autócrata al final de su mandato. La familia de Mario Vargas Llosa aseguraba que era coherente consigo mismo y sus ideales, incluso por encima de sus propios enconos personales. Actuó parecido en otros países. En Brasil, prefería a Jair Bolsonaro que a Lula Da Silva. No le gustó que ganase las elecciones Gustavo Petro en Colombia y lamentó que el ultraderechista José Antonio Kast no venciese a Gabriel Boric en Chile. En los últimos años, le dio su apoyo al libertario y anarco-capitalista Javier Milei, ahora presidente de Argentina. Muchos de esos apoyos los ofreció desde su columna en EL PAÍS, Piedra de Toque, donde además de un intelectual demostró ser un fantástico polemista. Era de los pocos escritores capaz de escribir contra la opinión general de sus lectores.

Su vida como candidato presidencial fue áspera, los otros políticos lo esperaban con piedras en las manos. Fujimori, durante un debate electoral, lo llamó “Vargas” para hacerle de menos. Ambos aspiraban a suceder a Alan García, un presidente acorralado por la hiperinflación. García había tratado de hacerse amigo del escritor, pero nunca lo consiguió y, de hecho, Vargas Llosa promovió una manifestación que frenó su deseo de estatizar la banca. La misión de García, desde ese momento, fue conseguir que Vargas Llosa nunca fuera presidente, y recurrió a toda clase de juego sucio. El Nobel de Literatura era claro en sus discursos: no se sale de la pobreza redistribuyendo lo poco que existe, sino creando más riqueza, hay que abrir el mercado, cambiar la mentalidad “rentista” por una moderna que confíe “a la sociedad civil y al mercado la responsabilidad de la vida económica”. Sus tesis liberales eran transparentes y no llevaban a engaño.

Sus asesores pensaban que pecaba de honesto. Como había dicho que había que adelgazar al Estado, sus enemigos le aseguraban a los funcionarios públicos que millones de ellos serían despedidos. Por si cabía alguna duda, creó un comisionado responsable del Programa Nacional de Privatización. Se declaró agnóstico en un país mayoritariamente católico y, como no había llegado al liberalismo desde el conservadurismo, defendía el matrimonio igualitario y la eutanasia. Hizo una gira por países asiáticos que, en pocas décadas, habían pasado de la pobreza y el subdesarrollo a ser economías pujantes. Pensaba que Perú podría convertirse en el Singapur de América Latina.

Huyendo de la utopía comunista, Vargas Llosa se corrió detrás de la ilusión ultraliberal. Sin embargo, el político no dejaba de ser un apéndice, un asterisco. Su verdadero fuego interior era la literatura. Cuando se cansaba después de un día ajetreado de campaña, se encerraba en una habitación a solas y leía el primer libro que tuviera a mano. Entonces sentía que se limpiaba y quedaba al margen del ruido y la furia del exterior. En los libros encontraba el descanso del guerrero.

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El novelista peruano Mario Vargas Llosa ha fallecido este domingo  13 de abril en Lima, Perú.
Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, el premio Nobel de Literatura de 2010 acababa de cumplir los 89 años.

   FUENTE: EL PAÍS
EN PAZ DESCANSE


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Respuesta  Mensaje 2 de 5 en el tema 
De: BrisadelMar Enviado: 24/04/2025 14:44
realmente un GIGANTE

Respuesta  Mensaje 3 de 5 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 25/04/2025 01:10
Mario Benedetti dijo alguna vez:
 
"A Varguitas (Vargas Llosa) hay que leerlo, pero nunca escucharlo".
 
Se lo reconoce como un gran escritor. Eso no se discute.
Tiene un Nobel de Literatura en su haber, después de todo.
Pero con el tiempo se convirtió en un repugnante reaccionario.
Se equivocó feo.
La Historia no lo absolverá.
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 
(Gran Papiyo)      

Respuesta  Mensaje 4 de 5 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 28/05/2025 00:38

La muerte del escritor Mario Vargas Llosa

Un revolucionario discreto

 
 
 
 
Por Claudio Zeiger para Página/12

 
Suena extraño a esta altura del nuevo siglo decir que acaba de morir el último gran exponente del boom latinoamericano. Pero así fue. Mario Vargas Llosa encabezó en su tiempo el ala más radicalizada del boom. Por prepotencia de trabajo, por juventud, por ambición. Carlos Fuentes y García Márquez eran los más “oficiales” en términos de los contenidos prontamente estandarizados del fenómeno; Cortázar era el margen izquierdo y José Donoso el derecho. A pesar de que, con el tiempo, quizás, Vargas Llosa haya quedado encasillado como el más conservador en términos programáticos (el más realista, el más directo, el admirador de Víctor Hugo y el que más se aburría con Proust), su irrupción con libros como La casa verde, La ciudad y los perros y por lo menos dos cumbres tan diferentes pero magistrales (indiscutiblemente, a mi criterio) como fueron Conversación en la catedral y La tía Julia y el escribidor, lo transformaron en el más vital, el más arrebatadoramente romántico e iconoclasta y revoltoso. Paradójicamente, si se quiere, a juzgar por su derrotero ideológico, típico del converso. Pero en aquellos años de estadías en París, de boom, de cosmopolitismo y revolución cubana, fue el que más aspiraba a llevar encendida la antorcha de la revolución política y la revolución estética. Cortázar (a quien Vargas Llosa admiró sin reservas) ya empezaba la retirada post Rayuela. Vargas Llosa estaba comenzando a dar pasos agigantados. Tuvo, además, la lucidez y la honestidad intelectual de reconocer el talento desbordante y diferente de García Márquez y le dedicó un libraco sesudo y riguroso, Historia de un deicidio, publicado en 1971 pero que en verdad fue su tesis doctoral para la Universidad Complutense de Madrid.
 

Hasta aquí, creo que hemos resumido el corazón --núcleo y sentimiento, concepto y pasión-- de la obra de Vargas Llosa, su aporte inmenso a la literatura latinoamericana y en definitiva mundial. A partir de cierto momento, un momento que, si tengo que elegir, fecharía en 1984 con la publicación de Historia de Mayta, aparece una cierta noción de estabilización en la obra de Vargas Llosa: hay solidez, hay cierto conflicto entre ideología y ficción que empieza a insinuarse, a enturbiar y tensar las textualidades en juego, pero que nunca hizo fracasar el proyecto literario entre balzaciano y flaubertiano del gran escritor peruano que --no sin elegancia ni justicia poética-- acaba de morir en Lima, su gran ciudad literaria.

Después de Mayta... vendrán novelas como Lituma en Los Andes, La fiesta del Chivo, El sueño del celta (un notable alegato contra el colonialismo), o la más reciente El héroe discreto, todas novelas, libros entre buenos y, precisamente, discretos. Para la legión de seguidores de su obra total, indudablemente los tiempos gloriosos se fueron quedando atrás, pero nadie dejaría de apreciar que cuando le otorgaron el Premio Nobel, se trató de un acto de justicia y hasta de felicidad para la cultura peruana y nuestro idioma. Y, hasta por un rato, nos reconcilió con el ser humano a veces desdibujado por las pasiones mal temperadas.

 Como sea, el balance de la literatura de Vargas Llosa desde los ya lejanos tiempos del boom, es grandioso. Un animal literario más que político, una precocidad y una lucidez que en materia de reflexión acerca del oficio (y la profesión) de escribir rozó la sabiduría, talento y sentido del humor.

Claro, claro, ya sé. Todos hubiéramos querido pedirle algo más, una más. Pero si le perdonamos tanto exabrupto a Borges, estemos dispuestos a perdonárselos también a Vargas Llosa. Al fin y al cabo, pudo haber jodido al Perú, pero no a la literatura latinoamericana.   

SALUDOS REVOLUCIONARIOS 

(Gran Papiyo)      


Respuesta  Mensaje 5 de 5 en el tema 
De: Gran Papiyo Enviado: 28/05/2025 00:52
Las dos caras de Mario Vargas Llosa

De la denuncia de los crímenes y torturas en la Argentina de Jorge Videla, a la admiración manifiesta hacia Jair Bolsonaro, Keiko Fujimori y Javier Milei
 
 
 
 
Por Jano Luna

 
Ha fallecido el Premio Nobel peruano, que en 2023 anunció que deja de producir narrativa y periodismo. Un género, el primero, que le ha elevado a los altares de la idolatría literaria. En cambio, los artículos publicados en El País a partir de 1990, le han llevado a controversias por su deslizamiento ideológico desde el comunismo juvenil hasta la extrema derecha. O, más gráficamente, de la denuncia de los crímenes y torturas en la Argentina de Jorge Videla, a la admiración manifiesta hacia Jair Bolsonaro, Keiko Fujimori (de quien pasó de llamarla "cáncer terminal" a decirle "mal menor" del Perú) y Javier Milei.

Su obra pendiente y postrera pudiera ser un ensayo sobre Jean Paul Sartre. Epílogo a su vez de 'Entre Sartre y Camus', publicada en 1981 en la transición del genio de Arequipa a excelente prosista de argumentos menores. Con la excepción --afirman sus críticos-- de olvidable 'La fiesta del chivo' en el año 2000.

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa ha cumplido los 89 con una notable estatura de 178 centímetros para el común de su generación. Entrado en la cuarta edad, reconoce lagunas en la memoria y agobios para cumplir la entrega de sus artículos. Su mirada sin brillo es la de un abuelo en busca de sosiego, aunque no renuncie a los oropeles mundanos que siempre le han satisfecho.

Millonario en comparación a la mayoría inmensa de sus colegas, Vargas Llosa ha recibido todos los premios y distinciones imaginables. Dejará de percibir el millón y medio de euros anticipados por cada nueva novela, tal vez con alivio por parte de la editorial Alfaguara. Sus últimas obras --con calidad decreciente-- sufrían crisis de ventas.

Tampoco en el diario El País llorarán su marcha. Según la periodista Pilar Eyre, mantenía un contrato anual de 200.000 euros, caché difícil de soportar para un grupo mediático que lucha por sobrevivir mediante ventas sucesivas de activos. Por otra parte, su firme vinculación con las iniciativas políticas de José María Aznar no ha sido plato de gusto para los actuales directivos 'socialistas' de Prisa.

Criado por su abuelo, le hicieron creer que su padre había muerto, cuando en verdad había abandonado a su madre antes de que él naciera. El autor de éxito mundial se ha desquitado de los infortunios infantiles. A partir de su fichaje por parte de la agente catalana Carmen Balcells, consolidó su situación económica y percibió elevados derechos de autor, como gran exponente del 'boom' hispanoamericano junto a Gabriel García Marquez, el compadre a quien atizó un puñetazo por cuestión de celos (y/o de política). Fin de una hermosa amistad, ya deteriorada por las críticas de estilo franquista del peruano a la Revolución Cubana, a Fidel, a Chávez...

Conferenciante a millón de euros en reuniones selectas con ricos no necesariamente leídos, Juan Carlos I le premió en 2011 con el marquesado de sus propios apellidos --Vargas Llosa, no Borbón y Borbón--, pero sin latifundios ni siervos, nobleza express.

Sí aprovechó una oferta de José Manuel Lara, cuando el editor tentaba, antaño, a escritores consagrados --hogaño, Planeta tienta a famosos sin currículo literario--. Cincuenta millones de pesetas antes de impuestos --trescientos mil euros--, le convencieron para sacar del cajón el informe oficial sobre el Caso Uchuraccay, cuya dirección le encargo el presidente peruano Belaúnde Terry. Se pretendía dilucidar si el asesinato de ocho periodistas lo habían cometido indígenas o fuerzas paramilitares, al confundirlos con guerrilleros de Sendero Luminoso.

El expediente, de 1983, documentó 'Lituma en los Andes', ganadora del preconcedido Premio Planeta diez años después. Ni el informe, ni mucho menos la novela, aclararon la autoría de los crímenes.

En los años recientes, el Nobel ha organizado ordenadamente sus idas y venidas. Se ha despedido a la francesa de Isabel Preysler --tras ocho años de concubinato no concupiscente--, y ha ingresado en no menos francesa 'Académie', invitando al evento a Juan Carlos I y a la infanta Elena. Disfrazado con el traje negro sembrado de hojas verdes de laurel, tieso como una tabla, la casaca abierta para no oprimir el tórax, sostenía un espadín con su mano izquierda.

Asimismo, ha aprovechado para sumar a sus pasaportes peruano y español el de la República Dominicana, donde reside de cuando en cuando muy a gusto. A la semidictadura caribeña la pondera como ejemplo democrático para América Latina.

De vuelta al cobijo hogareño con su exmujer Patricia Llosa, disfruta el calor de la hija y de los dos hijos comunes, de los nietos... Lejos queda su fracaso, hace treinta años, cuando perdió las elecciones presidenciales en Perú frente a Alberto Fujimori. Pretendía Vargas Llosa evitar una nacionalización de la banca, que nunca puso en práctica el corrupto vencedor.

Muy en la distancia, el desencuentro con Jorge Luis Borges. El joven periodista hizo una entrevista al maestro en su casa de Buenos Aires. Citó en el texto que una molesta gotera había dificultado la conversación. Tiempo después Borges se refirió «a un peruano, que seguramente era vendedor de casas, y que había tratado de persuadirme de que le comprara una porque la anterior tenía goteras». El sarcasmo, tan borgiano, revela poca sintonía, a pesar de que Vargas Llosa fue siempre admirador del excelente pero muy derechista escritor argentino.

Ojo Avizor / La Haine
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 
(Gran Papiyo)      


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