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General: oracion ante el peligro
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De: perladelmar (Mensagem original) |
Enviado: 28/06/2013 03:50 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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De: Delfina |
Enviado: 24/02/2014 15:41 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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De: Delfina |
Enviado: 26/02/2014 00:30 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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De: Delfina |
Enviado: 28/02/2014 03:15 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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De: Delfina |
Enviado: 01/03/2014 17:22 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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De: Delfina |
Enviado: 02/03/2014 01:06 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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De: Delfina |
Enviado: 02/03/2014 21:22 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén
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De: Eithlin |
Enviado: 03/03/2014 19:34 |
ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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ORACIÓN ANTE EL PELIGRO
María, esperanza mía, mira a tus pies a un pobre pecador tantas veces por mi culpa esclavo del mal. Reconozco que me dejé vencer del enemigo por no acudir a ti, refugio mío. Si a ti hubiera siempre recurrido y siempre te hubiera invocado, jamás hubiera caído.
Espero, Señora y Madre, haber salido por tu medio del mal y que Dios me habrá perdonado. Pero temo caer de nuevo en sus cadenas. Sé que mis enemigos desean perderme y me preparan nuevos asaltos y tentaciones. Ayúdame tú, mi reina y mi refugio. Tenme bajo tu protección; no consientas que de nuevo me vea esclavo del pecado.
Sé que siempre que te invoque me ayudarás a salir victorioso. Virgen santísima, que siempre de ti me acuerde, sobre todo al encontrarme en la batalla; haz que no deje de invocarte diciendo: “María, ayúdame; ayúdame, María”.
Y cuando llegue la hora de mi muerte, reina mía, asísteme entonces como nunca; haz tú misma que me acuerde de invocarte con la boca y el corazón con más frecuencia para que, expirando con tu dulce nombre en los labios y el de tu Hijo Jesús, pueda ir a bendeciros y alabaros para no separarme de vosotros por toda la eternidad en el paraíso. Amén.
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