| [.x.Regulus de Leo.x.] |

El manto de un silencio sagrado se cirnio sobre las costas de Cabo Sunion, dándole protagonismo al siseante sonido del viento. Era una noche como cualquier otra para el hermoso caballero; era una noche virginal y desolada para el felino seductor, galán del trueno, cuya figura parecía adivinarse desde lo mas profundo de la noche. El polvo olía a viejo, y debía flotar a través de sus venas. Si, era media noche, y los susurros del viento se escuchaban con melancolía. El sonido de paz que antecede a la batalla.

El olor particular, dulce y embelesante del mar Egeo embotaba la mente del joven varón. Abrazado por una profunda tristeza, su mirada parecía apagarse, como la de un León manzo y triste. Una sensación profunda incubaba sobre su ser, era aquella la sensación de una batalla que parecía próxima. Una batalla que no estaba en sino el poder rechazarla o compartirla. Misericordioso León Dorado, que glorioso marcha hacia la guerra sagrada contra Poseidón, atravesando los vientos cargados de furia. Él, con un rostro jovial comparado a la belleza celestial, y con marcados rasgos felinos. Él, un niño hecho Santo, que con las manos convertidas en puños se dirige a una cita inevitable con la muerte; suya o de otra persona. Avanzando con una parsimonia infinita, expresando poesía corporal que revervaba cada ocasión que sus tacones golpeaban el piso. Su mirada siempre al frente, mirando el inmenso mar mas allá de las costas de Cabo Sunion.- Athena...dame fuerzas.- Su voz dulce y suave reverso, inundando el sempiterno silencio.

[xp Me gusta darle trama a las cosas, aunque sea solo un entrenamiento. Espero no te moleste, mi estimado compañero de rol.]

.

"Los buenos guerreros hacen que sus adversarios vengan a ellos, y de ningun modo se dejan atraer lejos de su fortaleza."

| [.x.Regulus de Leo.x.] |

La brisa de la lluvia acariciaba suavemente la piel tersa de sus mejillas. Y La humedad corría por su rostro, refrescando cada poro de su piel, empapaba su alborotada cabellera. Por su ornamentada armadura corrían melancólicos riachuelos. El cielo lloraba, mientras el mar rugía furioso…la paz se había terminado. Sus oídos se vieron acariciados por una dulce melodía, un vaho apasionante que parecía abrazar profundamente el alma del caballero. Su mirada nuevamente empalideció en tristeza…sabia que sus ojos jamás podrían comprender el corazón de su enemigo, y que cuando posara sobre él sus orbes, solo podrían existir para intentar encontrar vehementemente la manera de proteger a la joven Diosa. Su tristeza…su fortaleza. Poco a poco el jovial León se volvió de frente hacia su enemigo.

Majestuoso León inmortal de Nemea. Sus labios sonrieron, la duda y tristeza se habían disipado de su corazón y de su alma. Carnosos y provocativos, sus labios desafiaban con un gesto orgulloso. Las pupilas de sus ojos se afilaron, y penetraron sobre la imagen de su oponente, como un tigre al asecho. Si, sobre el dominaba ese indómito depredador, que como un gran rey felino, avanzaba con pasos que no hacían sino resumar elegancia. La esencia cálida de su propia fuerza emergió por los poros de su cuerpo, y se extendió hermosa…como un aura. Un aura dorada, que encalidecia esa fría noche infausta. Su armadura brillo intensamente, palpitando en resonancia gemela a la luz de su cosmos energía. Un brillo intenso se apodero de sus puños…una fuerza que parecía poder quebrar los átomos del ambiente.  Estrellas, si…estrellas era lo que parecía tener encerradas entre sus puños. – No eres bien recibido en el Santuario de Athena…márchate si no deseas morir.- Su voz, poderosa y firme, se hizo presente…para llenar los espacios infinitos del silencio. Y fue justo en ese momento que un relámpago cayo a su espalda…iluminándolo todo en una intensa luz. Su trueno rugió como un inefable león, y los cimientos de cabo sunion parecieron temblar de apasionante respeto.

.

"Los buenos guerreros hacen que sus adversarios vengan a ellos, y de ningun modo se dejan atraer lejos de su fortaleza."