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*Tras la efusiva ofensiva del Santo de Athenea, el líder de los guerreros escarlatas mantiene en su tranquilo rostro una leve sonrisa que refleja su confianza ante el acto de su oponente, al tiempo que en sus pupilas se denota con claridad el puño que intenta golpearlo, lo que le permite observarlo a medida que éste corta la distancia entre ambos personajes... "Este poder no representa ninguna amenaza, alguien tan débil no debería ser una preocupación para los Dioses" Es el pensamiento de Atlas, en el momento que la extremidad de Seiya se encuentra a punto de golpearlo. Sin embargo, el guardián olímpico se limita a inclinar su faz hacia el costado izquierdo dejando así pasar el puño de su rival que tan sólo fricciona con el aire del sitio y con algunos de sus cabellos rubios que caen al suelo producto de la presión cósmica del joven proveniente del santuario griego... - ¡Eres muy lento! - Pronuncia con arrogancia hacia su rival, para posteriormente dirigir su palma diestra hacia la espalda del caballero que representa la constelación de Pegaso aprovechando la cercanía en la que se encuentra, entre tanto, se empieza a visualizarse cómo la intensa aura que envuelve su cuerpo se concentra en su diestra, zona que manifiesta un aumento de la temperatura que va más allá de un fenómeno natural al congregarse innumerables partículas calóricas... - Acabas de cometer un crimen en el que ahora mismo te arrepentirás, intentar de levantar tu puño contra los Dioses es algo que.... ¡Ni con tu propia vida podrás pagar! - Exclama con determinación, el servidor más cercano de Apolo, en el instante que desde su mano derecha se libera un estruendoso torrente ígneo que busca dañar de gravedad no sólo la superficie del reverso de la humanidad de su antagonista, sino también, quemar sus órganos al punto de intentar infligir una verdadera combustión interna en su ser, debido a que su ataque cuenta con la habilidad de herir, tanto el exterior como el interior de las anatomías de sus víctimas. Es en este contexto, que el ambiente se vuelve cada vez más expectante ante las repercusiones de las acciones que han dado inicio a la batalla…*

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*Tras las palabras y las acciones del representante de Pegaso, Atlas mantiene su rostro serio y su mirada fija en su adversario... "En realidad él intenta.... ¡Es imposible!" Es el pensamiento del guardián olímpico, quien denota en sus claras pupilas una sensación de frialdad hacia su contra-parte, mientras extiende su palma derecha en dirección del athenienses, momento en el cual articula sus dedos dejando sólo su índice a la vista que señala de manera amenazante y despectiva al cuerpo herido de Seiya... - Si tanto deseas proteger a Athenea, deberías asistir a sus funerales y contemplar los últimos días de las ruinas de la humanidad... ¿No lo crees? - Cuestiona con ironía, a medida que su aura calórica se vuelve cada vez más intensa, denotándose alrededor de su cuerpo matices anaranjados y rojizos, los que terminan por convertirse en verdaderas llamas que envuelven sublimemente a su ser... - En fin, si tanto deseos tienes de estar al lado de tu Diosa... ¡Te enviaré con ella extinguiendo tu existencia de este mundo! - Pronuncia con autoridad y dejos de supremacía hacia su oponente. En el instante que eleva sus dos brazos a la altura de su cabeza y visualizarse sobre ellas sus dos manos abiertas que se encuentran juntas, a medida que el fuego que recubre su físico se transforma súbitamente en diversos círculos ígneos que al parecer actúan como una barrera sobre la humanidad del servidor de la Divinidad del Sol, observándose su increíble poder con la fundición de las rocas que se encuentran debajo de sus pies y otras pequeñas que se elevan entorno a su anatomía como reacción directa de su energía cósmica que empieza apoderarse de la escena buscando rivalizar y superar la del invasor que ha entrado a la morada de las Deidades... - ¡Adelante, atácame con todo tu cosmos! - Exclama de forma efusiva, desafiando a su contrincante, manifestando paralelamente una leve sonrisa en su faz, que demuestra su altivo temple y prepotencia, en tanto el protagonismo se centra en el enviado del Santuario ante la respuesta de la provocación que le ha hecho el guerrero escarla, la que deja en expectativa el desarrollo del duelo entre ambos personajes...*

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*Es cuando cada uno de los meteoros que son lanzados por el atheniense se reflejan en las claras pupilas del guardián olímpico, quien manifiesta una desafiante sonrisa en su semblante que transmite su característica confianza y altivo porte ante la amenaza que atenta contra su físico... "Este ataque tiene es más poderoso al anterior, aun así..." Son las palabras que expresa en su interior, momento en el cual sus rasgos faciales se vuelven cada vez más tensos, lo que hace mostrar su rostro de forma seria, mientras su barrera de fuego se intensifica con el pasar del tiempo, al punto que la fundición de las piedras que se encuentran a sus pies comienzan a liberar un denso vapor que aparece delante de su figura... - ¡Me decepcionas, un ataque tan simple no funcionará conmigo! - Pronuncia con aires de superioridad hacia Seiya, en el instante que los innumerables meteoros traspasan el fluido gaseoso, para así golpear incesantemente la defensa del líder de los guerreros escarlatas, ofensiva que termina desencadenando un estruendoso sonido que se escucha a lo largo del terreno y de manera instantánea, levanta una densa cortina de escombros formados por las rocas del suelo del lugar, las que eclipsan el campo visual entre Atlas y su antagonista, siendo la escena absorbida por la expectación de las consecuencias de la técnica del guerrero que representa la constelación de Pegaso y sobre el futuro de la batalla entre ambos personajes que enfrenta los designios de los Dioses con los ideales y deseos de la humanidad...*

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* En ese momento, la incertidumbre que domina el ambiente del lugar es interrumpida por una intensa comos-energía, que se expresa imponentemente a medida que ésta aumenta su nivel con el pasar del tiempo... - ¿Intentabas huir y luego dices que me vencerás? - Es la pregunta que se escucha con un tono serio y autoritario, mientras una misteriosa presión en el aire se presente dentro de la cortina de arena y escombros, a tal punto que termina disipándola, dando a conocer una vez más la imponente figura del líder de los guerreros escarlatas, la cual se encuentra recubierta por las llamaras que conforman la barrera que ha actuado como defensa ante la técnica del Santo de Athena que al parecer la ha logrado anular completamente. Sin embargo, un leve rastro se ve en su mejilla derecha como si algo lo hubiera golpeado en dicha zona de su rostro... "Así que de esto es capaz..." Es la reflexión que se manifiesta en su interior, instante en que los rasgos faciales del guardián olímpico se tensan, mostrando su completa determinación hacia su adversario... - Tu ataque sólo logró tocar parte de mi cara... ¡Con un poder tan débil sólo colocas en vergüenza a los sagrados caballeros de athenea! - Pronuncia con suma confianza, para acto seguido, girar su cuerpo y observar de frente al enviado del Santuario Griego, acción que es secundada de forma simultánea con el levantamiento de ambas manos sobre su cabeza. Entre tanto, paulatinamente las vertiginosas llamaradas que lo envuelven empiezan a congregar entre sus dos palmas elevadas, manifestando en ellas un hermoso juego lumínico de matices anaranjados y rojizos, que sólo es comparado por la inexpugnable aura que despide... - Te demostraré la diferencia que existe entre nosotros... ¡El verdadero poder de los protegidos por los Dioses! - Exclama con su característica convicción y seguridad, para luego verse entre sus manos una esfera ígnea que simula ser un pequeño sol que incremente su volumen drásticamente en un ápice de tiempo, escena que es acompañada por el arqueo de sus extremidades superiores, como si éstas buscaran tomar impulso.... - ¡¡¡BURNING CORONA!!! - Sentencia de manera efusiva, al lanzar la bola de fuego con suma violencia hacia la humanidad del representante de Pegaso, adoptando ésta en su trayecto la forma de una deslumbrante nebulosa llameante que arrasa y destruye todo a su paso, la que asume una velocidad casi imperceptible para el ojo humano común y no sólo eso, sino también, tener dentro de sus cualidades la capacidad de fundirse al interior de su objetivo y explotar en él. En este sentido, Atlas tiene como objetivo destruir e incinerar tanto el organismo interno de su oponente como su anatomía externa, quedando así el escenario en suspenso ante las consecuencia de la nueva ofensiva que se convoca en el campo de batalla entre ambos personajes... *

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* - ¡Aagh, Tsk! - es el gesto audible de dolor que emite el Caballero de Pegaso, al sentir como crujen al unísono su mano diestra y la protección que le brinda su armadura en aquella zona ante la presión y fuerza que ejerce Atlas con su pie, como si insinuara con ese acto el hecho de darlo ya por derrotado - ¿Eso... eso es lo que crees? - responde inmediatamente a la provocación recibida apretando los dientes, una simple reacción que no busca representar el dolor que siente en este momento, sino la expresión misma de una valentía que se pule aún más en el interior de su corazón, la cuál poco a poco va transmitiéndose por todo su cuerpo y mostrando que el desordenado movimiento de sus cabellos no son consecuencia del viento que corre en el sitio de este encuentro, sino más bien es por el surgimiento de la energía cósmica que invita a Seiya a seguir en el camino correcto. Una vía de justicia fortalecida en esperanza - Ya... ya te lo dije antes - sostiene con una voluntad única, y que antecede a más palabras por su parte, para dejar en claro quién es y por qué ha decidido luchar a pesar de la realidad desfavorable para él - ¡Jamás aceptaré que Athena esté muerta! ¡Yo... yo sigo siendo...! ¡Yo sigo siendo! - y alzando la vista, para proyectarla directamente contra la del enviado del Olimpo, más y más comienza a fluir y aumentar su cosmos. La fuerza que se crea con la armonía de los sentidos y que dan como producto a un vapor azulado que causa el levantamiento progresivo de las piedras que rodean y están sobre el cuerpo de Pegaso, e impulsa a levantar su diestra y con ello, hacer lo mismo con el pie de Atlas. No, no solo eso, sino también a él mismo y alejarse así momentáneamente del peligro - ¡YO SIGO SIENDO UN CABALLERO DE ATHENA! ¡Y es por eso que ahora...! - Así, con esta última declaración de fidelidad, donde cada una de las sílabas que conforman la oración de Seiya, están llenas de la evidente tenacidad que posee, es cuando desde su figura lástimada, adolorida y quemada, emana un resplandor que lo envuelve por completo y busca hacer lo mismo con el personaje que intenta detenerlo, como si la luz de si vida intentase opacar esos tales designios que los dioses han establecido - ¡Ahora es mi turno! ¡AHORA ES MI TURNO DE ATACAR! - exclama con fuerza. En ese contexto, la verdadera naturaleza de Seiya de Pegaso se hace presente indudablemente, al tiempo que un fugaz pensamiento se apodera de sí al mismo tiempo que apoya la acción que realiza con el impulso que busca dar con sus piernas para levantarse del suelo..."Tengo que hacerlo, se lo prometí a Marín. Haré arder mi cosmos al máximo para proteger a la Tierra y para salvar a Athena. ¡Cueste lo que cueste!"...*