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General: COMUNA DE PARIS SEGUNDA PARTE
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De: lamoneda38  (Mensaje original) Enviado: 28/05/2012 20:43

El alzamiento y naturaleza de la Comuna

Instauración de la Comuna

Pero París continuaba cercada mientras el problema de las indemnizaciones de la guerra afectaba gravemente a la población. El 3 de marzo una asamblea de los delegados de la Guardia Nacional eligió un Comité ejecutivo provisional de 32 miembros que prometió defender la República. El mismo día el gobierno de Thiers nombró comandante jefe de la Guardia Nacional al general monárquico Louis d'Aurelle de Paladines, que había apoyado militarmente el golpe de Estado de Napoleón III del 2 de diciembre de 1852. Ante lo que se interpretaba como una provocación, la prensa y el pueblo protestaron y el Comité Central lo rechazó y lo ignoró.

El 10 de marzo, la Asamblea Legislativa y el gobierno se trasladaron de Burdeos a Versalles, pero Thiers decidió residir en París.

Las primeras medidas aprobadas por la nueva Asamblea confirmaron las inquietudes de la población, recordándoles las medidas impopulares impulsadas por Thiers durante la II República en 1848: el 10 de marzo suprime la moratoria sobre letras de pago, alquileres y deudas que han de pagarse casi inmediatamente, lo que aboca en París a 300.000 obreros, pequeños talleres y tiendas a la quiebra.[] Suprime el salario de los guardias nacionales, dejando a miles de familias sin recursos. El general Vinoy, recién nombrado comandante jefe del ejército en París, prohíbe seis periódicos republicanos, de los que 4 tenían cada uno una tirada de más de 200.000 ejemplares y manda condenar a muerte en ausencia a Gustave Flourens y Auguste Blanqui por su participación en la revuelta de octubre de 1870.

Al mismo tiempo que el Comité Central de la Guardia Nacional estaba adoptando una posición cada vez más radical y ganando firmemente autoridad, el gobierno no podía permitirle indefinidamente tener 400 cañones y ametralladoras a su disposición. Y así, como primer paso, al alba del 18 de marzo Thiers ordenó a sus tropas tomar los cañones almacenados en los altos de Montmartre, Belleville y en el Parque des Buttes-Chaumont. En Belleville y en Montmartre, los residentes avisados a toque de campana se precipitaron para interponerse, mujeres a la cabeza: en vez de seguir las instrucciones, los soldados fraternizaron con la Guardia Nacional y la población. En Montmartre, cuando su general, Claude Martin Lecomte, les ordenó disparar a una muchedumbre desarmada, le apearon de su caballo. En contra de la opinión de los miembros del comité del distrito, fue fusilado en el mismo barrio junto con el General Clément Thomas, un antiguo comandante de la Guardia Nacional, responsable de la represión durante la rebelión popular en junio de 1848, El 18 de marzo marca oficialmente el inicio del gobierno de la Comuna.

Otras unidades armadas se unieron a la rebelión, que se esparció tan rápidamente que el Jefe del ejecutivo Thiers ordenó la evacuación inmediata de París de las fuerzas regulares que aún le seguían siendo leales, tales como la policía y los empleados de todas las administraciones públicas. Él mismo huyó, a la cabeza de sus hombres, a Versalles. Según Thiers, 100.000 parisinos abandonaron la capital. En los días siguientes, la mayoría de los habitantes de los barrios residenciales del oeste de París (el XVI y el XVII), tradicionalmente conservadores, se refugiaron en Versalles. El Comité Central de la guardia nacional era ahora el único gobierno efectivo en París: casi inmediatamente renunció a su autoridad y organizó elecciones para una comuna, propuestas para el 26 de marzo.

La Comuna de París fue constituida el 28 de marzo. Los 92 miembros del "Consejo Comunal" incluían obreros, artesanos, pequeños comerciantes, profesionales (tales como médicos y periodistas), y un gran número de políticos. Abarcaban todas las tendencias republicanas: desde republicanos reformistas y moderados, socialistas, anarquistas, proudhonianos, blanquistas e independientes, hasta jacobinos que tendían a mirar nostálgicamente la Revolución francesa. El socialista Auguste Blanqui fue elegido presidente del Concejo, pero esto ocurrió en su ausencia ya que había sido arrestado el 17 de marzo y estuvo retenido en una prisión secreta durante la vida de la Comuna.

Medidas adoptadas por la Comuna

A pesar de las diferencias internas, el Concejo tuvo un buen comienzo al mantener los servicios públicos esenciales para una ciudad de dos millones de habitantes; también fue capaz de alcanzar un consenso sobre ciertas políticas que tendían hacia una democracia social progresista más que a una revolución social. Debido a la falta de tiempo (la Comuna pudo reunirse menos de 60 días en total) sólo unos pocos decretos fueron implementados. Éstos incluían: remisión de las rentas, que habían sido aumentadas considerablemente por caseros, hasta que se terminase el asedio; la abolición del trabajo nocturno en los cientos de panaderías de París; la abolición de la guillotina; la concesión de pensiones para las viudas de los miembros de la Guardia Nacional muertos en servicio, así también como para sus hijos; la devolución gratuita de todas las herramientas de los trabajadores, a través de las casas de empeño estatales; se pospusieron las obligaciones de deudas y se abolieron los intereses en las deudas; y, alejándose de los estrictos principios reformistas, el derecho de los empleados a tomar el control de una empresa si fuese abandonada por su dueño.

El Consejo terminó con el alistamiento y reemplazó el ejército convencional con una Guardia Nacional de todos los ciudadanos que podían portar armas. La legislación propuesta separaba la iglesia del estado, hacía que todas las propiedades de la iglesia pasaran a ser propiedad estatal, y excluía la religión de las escuelas. Se les permitió a las iglesias seguir con su actividad religiosa sólo si mantenían sus puertas abiertas al público por la tarde para que se realizasen reuniones políticas. Esto hizo de las iglesias el principal centro político participativo de la Comuna. Otra legislación proyectada trataba de reformas educativas que permitirían la educación y la práctica técnica fueran disponibles para todo el mundo.

La Comuna adoptó durante su breve existencia el anteriormente descartado Calendario de la I República Francesa, así como la bandera roja en vez de la tricolor.

La carga de trabajo fue facilitada por varios factores, aunque se esperaba de los miembros del Consejo (que no eran «representantes» sino «delegados» y podían ser inmediatamente cambiados por sus electores) que realizasen algunas funciones ejecutivas aparte de las legislativas. Las numerosas organizaciones ad hoc establecidas durante el asedio en los barrios («quartiers») para satisfacer las necesidades sociales (cantinas, estaciones de primeros auxilios, etc.) continuaron creciendo y cooperando con la Comuna.

Al mismo tiempo, estas asambleas locales perseguían sus propias metas, normalmente bajo la dirección de trabajadores locales. A pesar del reformismo formal del Consejo de la Comuna en su conjunto, la actuación comunal era mucho más revolucionaria. Las tendencias revolucionarias predominantes incluían anarquistas, blanquistas, jacobinos e independientes. La Comuna de París ha sido celebrada por anarquistas y socialistas marxistas continuamente hasta la actualidad, en parte debido a la variedad de tendencias, el alto grado de control por parte de los trabajadores y la notable cooperación entre los diferentes bandos revolucionarios.

En el IIIe arrondissement, por ejemplo, se proporcionó material escolar gratuitamente, tres escuelas se transformaron en entidades laicas y se estableció un orfanato. En el XXe arrondissement, se proporcionó a los escolares ropa y comida gratuita. Existieron muchos casos más de este tipo. Pero un ingrediente vital en el relativo éxito de la Comuna en su etapa fue la iniciativa mostrada por trabajadores sencillos en el dominio público, que se las arreglaron para tomar las responsabilidades de los administradores y especialistas removidos por Thiers.

Friedrich Engels, el más cercano colaborador de Marx, mantendría después que la ausencia de un ejército fijo, las políticas autónomas de los "quartiers" y otras características tuvieron como consecuencia que la Comuna no fuese como un estado en el sentido represivo del término: era una forma de transición en dirección de la abolición del estado como tal. Su posible desarrollo futuro, sin embargo, seguiría siendo una pregunta teórica: después de sólo una semana fue atacada por elementos del nuevo ejército (que incluía antiguos prisioneros de guerra liberados por los prusianos) creado rápidamente en Versalles.

El Asalto

La Comuna fue asaltada desde el 2 de abril por las fuerzas del gobierno del ejército de Versalles y la ciudad fue bombardeada constantemente. La ventaja del gobierno era tal que desde mediados de abril negaron la posibilidad de negociaciones.

La zona exterior de Courbevoie fue capturada, y en un intento retrasado de las fuerzas de la Comuna para marchar sobre Versalles fracasó ignominiosamente. La defensa y la supervivencia se transformaron en las principales consideraciones. Las mujeres de la clase trabajadora de París servían en la Guardia Nacional e incluso formaron su propio batallón, con el que más tarde pelearon para defender el Palacio Blanche, pieza fundamental para Montmartre. (Es importante también señalar que incluso bajo el gobierno de la Comuna las mujeres aún no tenían derecho a voto, ni tampoco existían miembros femeninos en el Concilio.)

Una gran ayuda también vino desde la comunidad extranjera de refugiados y exiliados políticos en París: uno de ellos, el polaco ex-oficial y nacionalista Jaroslaw Dombrowski, se convirtió en general destacado de la Comuna. El Concilio estaba influenciado por el internacionalismo, por lo que la Columna Vendôme, que celebraba las victorias de Napoleón I y era considerada por la Comuna como un monumento al chovinismo, fue derribada.

En el extranjero, había reuniones y mensajes de buena voluntad enviados por sindicatos y organizaciones socialistas, incluyendo algunos en Alemania. Pero las esperanzas de obtener ayuda concreta de otras ciudades de Francia fueron pronto abandonadas. Thiers y sus ministros en Versalles se las arreglaron para evitar que saliera de París casi toda la información; y en los sectores provinciales y rurales de Francia había siempre existido una actitud escéptica hacia las actividades de la metrópolis. Los movimientos en Narbonne, Limoges y Marsella fueron rápidamente aplastados.

Mientras la situación se deterioraba, una sección del Concilio ganó una votación (a la que se oponía Eugène Varlin —un corresponsal de Carlos Marx— y otros moderados) para crear un «Comité de Salvación Pública», modelado a imagen del órgano jacobino del mismo nombre formado en 1792. Sus poderes eran extensos y despiadados. Pero ya casi había pasado la hora en la que una autoridad central fuerte podía haber ayudado.

El 21 de mayo una puerta en la parte occidental de las murallas de París fue forzada y comenzó la reconquista de la ciudad por parte de las tropas de Versalles, primero ocupando los prósperos distritos occidentales donde fueron bien recibidos por los vecinos que no habían dejado París tras el armisticio.

Las fuertes lealtades locales que habían sido una característica positiva de la Comuna se convirtieron en una cierta desventaja: en lugar de una defensa planeada globalmente, cada «quartier» luchó por su supervivencia y fue derrotado cuando llegó su turno. Las redes de calles estrechas que hicieron inexpugnables distritos enteros en revoluciones anteriores habían sido en gran parte reemplazadas con anchos bulevares. Los de Versalles disfrutaban de un mando central y disponían de artillería moderna.

Durante el asalto, las tropas del gobierno fueron responsables de la matanza de ciudadanos desarmados: se disparó a los prisioneros que estaban fuera de control y las ejecuciones múltiples fueron algo común. El 27 de mayo, en un gesto fútil de desafío, una multitud asedió y asesinó a 50 rehenes, varios de ellos sacerdotes, que habían sido retenidos por la Comuna. En total, las pérdidas del gobierno rondaron los 900 hombres. La resistencia más acérrima llegó en los distritos más de clase trabajadora del este, donde la lucha continuó durante ocho días de combates callejeros (La Semaine sanglante, la semana sangrienta). El 27 de mayo sólo quedaban unos pocos focos de resistencia, los más notables los de los más pobres distritos del este de Belleville y Ménilmontant.

A las cuatro de la tarde del día siguiente cayó la última barricada, en la rue Ramponeau de Belleville, y el mariscal MacMahon lanzó una proclama: «A los habitantes de París. El ejército francés ha venido a salvaros. ¡París está liberada! A las cuatro en punto nuestros soldados tomaron la última posición insurgente. Hoy se ha acabado la lucha. El orden, el trabajo y la seguridad volverán a nacer».

Las represalias comenzaron en serio. Se declaró un crimen haber apoyado a la Comuna en cualquier modo, de lo que se podía acusar —y se acusó— a miles de personas. Varios miles de comuneros fueron fusilados masivamente (de diez en diez) en lo que ahora se llama «El Muro de los Comuneros» en el Cementerio de Père-Lachaise mientras que otros miles de personas fueron llevados a Versalles u otras localidades en las afueras de París, para ser juzgados. Pocos comuneros escaparon, principalmente a través de las líneas prusianas hacia el norte. Durante días columnas de hombres, mujeres y niños hicieron, escoltados por militares, un camino hacia barrios o campos baldíos de Versalles convertidos en prisiones temporales o más bien en campos de concentración. Quizás sean los primeros campos de concentración que registra la Historia . Más tarde muchos fueron juzgados y varios condenados a muerte, aunque otros muchos fueron ejecutados sumariamente; otros fueron condenados a trabajos forzados o encarcelados en fortalezas penitenciarias en territorio francés; otros más fueron deportados temporalmente o de por vida a unos penales situados en islas francesas del Pacífico. Nunca se ha podido establecer de manera segura el número de muertos durante la Semaine sanglante. Algunos testigos, como Prosper-Olivier Lissagaray, autor de una conocida obra sobre la Comuna, señalan que en realidad fueron dos semanas de ejecuciones. Algunas estimaciones son de 30.000 muertos en los combates por París y muchos más heridos. Según Lissagaray y otros testigos de la época los ejecutados durante las dos semanas sangrientas que siguieron a la toma de París fueron 50.000, sin hacer distinción de edad o sexo. Varios centenares de obreras parisienses, conocidas como "petroleras", fueron también fusiladas en los muros del cementerio de Père Lachaise. Unas 7.000 personas fueron desterradas a Nueva Caledonia, como fue el caso de la maestra anarquista Louise Michel. Para los presos (sólo algunos centenares) hubo una amnistía general en 1889.

París estuvo bajo la ley marcial durante cinco años.

Retrospectiva de la Comuna

La clase acomodada de París, y la mayoría de los antiguos historiadores de la Comuna, vieron aquel hecho como un clásico ejemplo del «dominio de la muchedumbre», terrorífico y al mismo tiempo inexplicable. La mayoría de los actuales historiadores, incluso aquellos de derechas, han reconocido el valor de alguna de las reformas de la Comuna y han deplorado el salvajismo con el que fue reprimida. Sin embargo, han encontrado difícil de explicar el odio sin precedentes que la Comuna despertó en las clases medias y altas de la sociedad. Odio sin justificación contra un gobierno que además de ser grandemente pluralista, no tomó nunca medidas enérgicas contra sus enemigos. Según Lissagaray, mientras la Comuna estaba de fiesta y celebrando sus moderadas reformas, Versalles sólo pensaba en "...desangrar a París".

Por esa misma causa, en las izquierdas, hay quienes han criticado a la Comuna por mostrarse demasiado moderada, especialmente dada la situación política y militar de cerco en la que se encontraba. Karl Marx encontró agravante que los miembros de la Comuna «perdieran valiosísimos momentos» organizando elecciones democráticas en vez de terminar de una vez por todas con Versalles. El banco nacional de Francia, ubicado en París con la reserva de millones de francos, fue dejado intacto y desprotegido por los miembros de la Comuna. Tímidamente pidieron prestado dinero del banco (que, obviamente, obtuvieron sin ninguna vacilación). Los miembros de la Comuna optaron por no coger los recursos del banco por miedo a que el mundo entero los condenara. De esta manera, se movieron grandes sumas de dinero desde París a Versalles, dinero que terminó por financiar el ejército que dio fin a la Comuna. En el momento de retirada de Thiers y sus generales y tropas, los comuneros y en particular los dirigentes de la Comuna, permitieron que la técnica militar principal de París partiera íntegra hacia Versalles en manos de la reacción, sin intervenirla. La vacilación de tomar esas armas y entregárselas al pueblo fue fatal para la Comuna. Según los socialistas radicales y comunistas, la Comuna tenía que asegurarse la ciudad y el país antes de darle una vida tan idealmente democrática.

Algunos comunistas, izquierdistas, anarquistas y otros simpatizantes han visto a la Comuna como un modelo para, o como base de una sociedad liberal, con un sistema político basado en la democracia participativa como eje de la administración. Marx y Engels, Bakunin y posteriormente Lenin y Trotsky intentaron sacar lecciones teóricas (en particular en lo que concierne a «la marchitación del estado») desde la limitada experiencia vivida por la Comuna. El crítico Edmond de Goncourt obtuvo una lección más pragmática: tres días después de La Semaine sanglante escribió «... El derramamiento de sangre ha sido total, y un derramamiento de sangre como éste, al asesinar la parte rebelde de la población, sólo pospone la siguiente revolución... La vieja sociedad tiene por delante 20 años de paz...».

La Comuna de París ha sido parte de las citas de muchos líderes comunistas. Mao se refería a ella con bastante frecuencia. Lenin, junto a Marx, consideraban la Comuna un ejemplo real de la dictadura del proletariado. En su funeral su cuerpo fue envuelto en los restos de una bandera roja preservada desde la Comuna. La nave espacial Vosjod 1 portaba parte de un estandarte de la Comuna de París. También, los Bolcheviques renombraron la nave de combate Sebastopol como "Parizhskaya Kommuna" en honor a la Comuna.

¿Qué pide la Comuna?

El reconocimiento y la consolidación de la República como única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y con el libre y constante desarrollo de la sociedad. La autonomía absoluta de la Comuna, que ha de ser válida para todas las localidades de Francia y que garantice a cada municipio la inviolabilidad de sus derechos, así como a todos los franceses el pleno ejercicio de sus facultades y capacidades como seres humanos, ciudadanos y trabajadores. La autonomía de la Comuna no tendrá más límites que el derecho de autonomía igual para todas las demás comunas adheridas al pacto, cuya alianza garantizará la Unidad francesa.

Declaración de la Comuna de París al Pueblo Francés, 19 de abril de 1871

LUIS JUAN MUÑOZ LAMONEDA

TORREON,COAHUILA, MEXICO



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