La Nada, esa Nada que se asemeja mucho a Dios.

No hablamos de la Nada parcial, o la Nada como contraparte del Todo.

Esa Nada que es Nada, el Vacio Absoluto.

¿La Nada? Pero, ¿Qué es la Nada? ¿La Nada es Infinita?

Lo es sin duda, esta Nada a la que nos referimos. Es Infinita; es Eterna; aún así la Nada por ello tiene Atributos parecidos a lo que pensamos que es Dios, la Nada comparte atributos comunes con Dios; no tiene forma, es indefinible, no posee espacio ni tiempo.

De modo que la Nada tiene mucho de enigmático. Otros opinan que la Nada es a dónde volverá el Universo algún día, otros incluso pensamos que nunca salimos verdaderamente de la Nada.

Filósofos, místicos, cabalistas y científicos siempre se han ocupado de la Nada pero muchas veces  de forma indirecta.  Por ello, esa idea de la Nada es el motor invisible, el resorte oculto de todo pensamiento humano. Es la Nada la que despierta a la reflexión, de que hay después de la Muerte, pone delante de cualquier persona el terror de dejar simplemente de existir  en un momento determinado. Los científicos cuando sondean la materia, y su naturaleza subatómica, se dan cuenta de que los átomos están conformados de 99.9 % de Vacio, y el resto es lo mismo Nada.

La Masonería, la religión, la ciencia, el materialismo y el idealismo tienen algo en Común, y es la lucha encarnizada  contra esa Nada. Somos verdaderamente una Humanidad montada en una pequeña mota de polvo flotando en un Vacio insondable, a la deriva, y  amenazada constantemente por cualquier amenaza cósmica, que nos borre de la existencia.  

Nosotros queremos que nuestra realidad continúe con Orden, estamos demasiado ocupados en ello como para pensar en la Nada, la ciencia llega a sus conclusiones evadiendo la Nada a toda costa.  En una sesión de verdades, ni la religión, ni la ciencia nos darían respuestas concretas al problema de la Nada. Cuando la filosofía nos habla de la Nada, nos la presenta como la simple contraparte de un Todo, con un Vacio relativo.

Es evidente que la Nada sea el final no sólo de nuestras vidas aquí en la Tierra, del sistema Solar, del Universo. Quizás ese Dios al que llamamos Dios este más preocupado de la Nada que nosotros, el evidentemente lo tendrá más claro. Y se esfuerce más, en que su creación no caiga en el Vacio Absoluto del cual nunca saldrá.

Ahora saltará la persona con la vieja pregunta filosofía ¿A qué, tantos esfuerzos? ¿Qué se saca de este frenesí de la acción, y este constante filosofar para evadir la realidad?

Seguramente algunos masones compartan conmigo ese sentimiento de amor la Nada; esa Nada que nos proporciona alboroto, nos atrae, nos proporciona la rara la rara borrachera del amor desinteresado. Esa sensación de vivir intensamente el momento, de saber que un cielo no  nos espera y aún así seguir luchando. Si Dios existiera no querría estar en su Lugar ¡qué suplico el no poder dejar de existir!

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