Todo lo que existe en este universo como substancia posee también una sombra. El YO Real y Consciente se alza ante la sombra como la luz ante la oscuridad. Por más que queramos evitarlo somos imperfectos y precisamente la sombra que proyectamos en este mundo –los aspectos que no aceptamos de nosotros mismos, como la irritación, la timidez, el sentimiento de culpa y el sufrimiento- acciones que nos permitas acceder a nuestra propia Luz. Utilizamos todo tipo de metáforas para referirnos al encuentro directo con nuestro aspecto más luminosos, y la masonería es parte de la trama –descubrir nuestra Gran Luz, nos ayuda a luchar contra nuestra sombra, nos apoya a descender al mundo subterráneo, otros le llaman la noche oscura del alma, el trago amargo, la crisis en que vivimos a todos los niveles, etcétera-, ese aspecto tenebroso al que denominamos de muy diversas maneras –Yo inferior, Yo falso, el gemelo o hermano oscuro (nombrado en los escritos bíblicos y mitológicos), doble, Yo reprimido, alter ego, id, los tres traidores de la Trama Masónica que asesinaron al Maestre Hiram Abiff etcétera. La pregunta ahora ¿Pero somos nosotros los que poseemos una sombra o acaso es la sombra la que nos posee a nosotros? Nos formulamos esta pregunta: «¿Cómo puedes encontrar a un Dragón de la Oscuridad que ya te ha devorado?» La sombra es, por definición, el lado oscuro, el ente maligno, el inconsciente y, por consiguiente, siempre para el masón es posible saber si estamos o no sometidos o dominio de alguno de los contenidos de nuestra propia sombra.

Según Carl Jung, todo ser humano conoce intuitivamente el significado de los términos de su sombra psicológica , el diablo, su personalidad inferior y alter ego. «Y si lo ha olvidado» -agregaba en son de broma, o no tan en borma - «ahí están los sermones de los curas, los catedráticos en las universidades dando las homilías, su esposa regañandonos , el político dando malos discursos o el recaudador de impuestos para recordándonoslo »
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