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General: El tantra y la nocion del egregor
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 31/08/2012 12:43
El tantra y la nocion del egregor 

De: Suficaminante__  (Mensaje original) Enviado:
p.m. 
El Tantra y la noción de egregores 

Nada es menos evidente que hablar de un nivel de aprehensión desde 
otro nivel. Sin embargo, podemos establecer un punto de partida común. 
De la misma manera en que "cogito ergo sum” confirma cada una de 
nuestras existencias individuales, los egregores existen porque 
nosotros estamos interesados en este artículo. 

Para empezar, precisemos que la palabra egregor viene de la 
contracción de las palabras árabes eg y gregen, que significan “eso 
que reúne”, “lo que reúne”. Podemos aprehender que existen por lo 
menos tres grandes realidades de percepción de conciencia bajo la 
denominación lingüística de egregores, a saber: 

Espíritus de la naturaleza que han logrado permanecer. Sacralizados en 
el curso de los tiempos por los ritos y la fe de nuestros ancestros, 
han acumulado diversos poderes que los humanos pueden en ocasiones 
poner en acción. Esta visión valida evidentemente el chamanismo, que 
reconoce además la existencia de numerosos egregores de la naturaleza, 
de la vida e incluso de los elementos. 

En general, estos egregores se asocian a lugares naturales donde ellos 
se identifican y dependen quizá de formas de vida específicas. 

Constituyen la fuente primaria y probablemente el tejido básico de 
toda verdadera espiritualidad humana. Actualmente, tendemos a olvidar 
que el término espiritual viene del latín spiritus o espíritu, que más 
que referirse al diablo, al buen dios y su ridícula batalla campal, se 
refería en la época clásica a la hechicera de un arroyo o al duende de 
un sendero montañoso. 

También podemos reconocer la existencia de egregores más sociales. 
Éstos son fuerzas psíquicas creadas por los humanos, generalmente en 
forma inconsciente, cuando se unen para alcanzar metas específicas o 
para sacralizar lugares u obras comunes, proyectos o tendencias. 
Frecuentemente percibimos tales fuerzas en acción en algunas grandes 
obras de construcción donde un mismo grupo trabaja durante varios 
años. También sentimos su influencia durante las campañas políticas o 
los encuentros deportivos masivos. Y es por esta razón que un equipo 
gana más frecuentemente en casa ante sus aficionados que fuera. 

Estos seres, cuya existencia no es mesurable, no pueden ser reducidos 
a las leyes del tiempo; no existen más que por sus obras y logros, así 
como por los miles de individuos que los sostienen. Estos egregores 
espontáneos generalmente tienen una duración corta pero su disolución 
agrega mucho potencial al conjunto de la solidaridad humana. No 
obstante, puede suceder, en el mejor de los casos, que las prácticas y 
los motivos iniciales que les dieron nacimiento se mantengan en ese 
marco de manifestación que, en nuestro plan de realidad, por 
convención se denomina tiempo. 

Por último, existe en otro nivel de manifestación una categoría 
egregoriana más orientada y esencialmente dedicada a nuestra práctica 
espiritual y de la cual, de hecho, es resultado. En efecto, los 
cultos, los ritos y las ceremonias, cuando son realizados con fe por 
un cierto número de personas aptas para llevarlas a cabo, inducen 
inevitablemente la síntesis de energías propias a éstas. Si al final 
del ritual los participantes eligen, con conocimiento de causa, no 
interrumpirlo, entonces éste continúa solo y por su propio poder. Muy 
pronto, en la medida en que es celebrado, este ritual adquirirá una 
forma propia que rodeará a la práctica misma de una protección 
permeable únicamente a los iniciados y espíritus. 

A partir del momento en que se instala la protección, el rito deviene 
una entidad por derecho propio. En Occidente se designa frecuentemente 
a tales presencias con el nombre de egregores, aunque para Oriente son 
deidades en el amplio sentido del término. Desde luego, estas 
entidades/egregores protagonistas principales de esta visión 
corresponden a los espíritus de cada uno de los cuatro elementos. 

Evidentemente, las fuerzas egregorianas tienen una concepción del 
espacio muy diferente a la nuestra. Su sentido de pertenencia es 
totalmente dependiente de la adhesión psíquica de los individuos que 
las conforman y reflejan en sí la amplitud de nuestra meditación, 
necesidades y deseos. La exigencia de proximidad para desplegar la 
fuerza y la acción de un ser tal es una necesidad totalmente contenida 
en la naturaleza humana frecuentemente basada en el apego y las 
expectativas sensoriales. Los egregores no conocen tales 
dependencias. 

Es por eso que un practicante motivado puede hacer más por un ritual 
al que no pudo asistir pensando en él mientras maneja su auto por la 
autopista, que otro que se queda dormido en el templo. 

(Muy pronto veremos nacer egregores totalmente funcionales por 
internet si es que no los hay ya). 

Desprovistas así de un espacio que les sea propio, estas entidades son 
extremadamente dependientes de las formas que nosotros les prestamos y 
del marco de relación que tenemos con ellas. El código de comunicación 
natural de un egregor es de naturaleza ritual. Los rituales son este 
espacio neutro al interior del cual partes de naturaleza muy diferente 
se sienten cómodas y pueden entonces intercambiar lo más libremente 
posible unas con otras. 

Provenientes de una cultura demasiado oral-escrita, es comprensible 
que para nosotros el término rito se refiera primero y antes que nada 
a un texto. Sin embargo, como las creencias y convicciones pueden ser 
muy diferentes de un plan de percepción al otro, un ritual no es, a 
nivel del trabajo egregoriano, portador de sentido propio y constante. 
Más bien es utilizado en el sentido de un protocolo de comunicación 
informática; el resto es mero revestimiento cultural (por lo tanto, no 
sería nada raro que Bill Gates fuera la reencarnación de alguna vieja 
bruja medieval). 

Vale la pena descifrar la mecánica de esta acción porque es la 
referencia de toda relación con el mundo psíquico. En un lugar 
percibido por ellos como mágico, los humanos se entregan a diversos 
ritos que, debido a su evocación a lo emocional y frecuentemente a ese 
sedante mental que es la encantación, suspenden parcialmente su 
individualización y permiten así la unión con fuerzas psíquicas, las 
cuales, combinadas con una visualización común, proyectan esta energía 
cargada de deseos en una forma más intangible. Los egregores del lugar 
y de la doctrina, habitualmente presentes en este tipo de reuniones, 
reciben estas fuerzas de las cuales ellos mismos son parte. 
Portándolas un cierto tiempo en ellos como semilla/proyecto, las 
alimentan, las amplifican y les dan una dimensión aplicable y, 
posteriormente, las enfocan en una forma viable hacia un objetivo 
fijado de antemano por esas fuentes energéticas que son los 
solicitantes. 

 Es más que evidente que estamos aquí ante un simbolismo profundamente 
sexual/reproductivo, donde el egregor desempeña el papel esencialmente 
femenino de portar el proyecto y después darlo a luz. Esto es lo que 
en otros tiempo se denominaba magia operativa. 

Esto no cambia en nada la percepción que podríamos tener de la 
estructura y del rol del espíritu humano. Éste es lo que es y, por el 
momento, no es nuestro tema de discusión. 

El egregor es más bien el producto de una procreación psíquica entre 
ciertos humanos cuya intimidad meditativa es suficientemente grande 
para permitirles reproducirse a nivel espiritual. Un individuo aislado 
no puede manifestar esta magia porque el ego que inevitablemente lo 
habita inhibiría el poder de la entidad antes incluso de que tuviera 
tiempo de manifestarse. Una pareja tampoco puede realizar esta 
alquimia porque por definición es una dualidad. El número mínimo de 
personas que pueden participar en esta orgía psíquica, según todas las 
tradiciones, es tres. 

Siendo los amplificadores y actualizadores de nuestros proyectos, los 
egregores son como la mano de una conciencia de grupo. Conjunto de 
tejidos sin particular nobleza, la mano es, por tanto, el punto de 
influencia del cuerpo sobre el mundo en el amplio sentido del término. 
Cuando admiramos una obra, conocemos la amplitud y el hecho de que, si 
está viva, está provista de conciencia, pero en realidad no vemos más 
que la acción o el efecto producido, jamás la mano que la creó (¿qué 
sabemos de la mano de Leonardo da Vinci o de la del autor de 
la Venusst1:PersonName> de Milo?). 

Por el simple placer de hacer una analogía con una hortaliza, podemos 
concebir al egregor como una tierra fértil en la que las personas que 
conocen las leyes de este medio siembran una semilla minúscula que 
tendrá la posibilidad de convertirse en una planta enorme. Pero no 
olvidemos aquí que el buen jardinero se ocupa sobre todo de la tierra, 
la planta sabe qué es lo que tiene que hacer. 

Sin embargo, esto no hace de los egregores seres autónomos, todo lo 
contrario. Ellos no nacen iguales en derecho, deber o importancia ni 
saben nada del mundo emotivo. Paradójicamente, podríamos concebirlos 
como nuestros robots en ese nivel donde lo psíquico se manifiesta en 
la materia. La herramienta natural, tradicional y quizá hasta animal 
de realización del proyecto humano es evidentemente el trabajo 
encarnizado realizado desde una perspectiva unidimensional y 
frecuentemente sufriente. 

La práctica y el uso de la vía egregoriana, en la conclusión de una 
obra, es siempre una vía híbrida porque por definición es 
multidimensional. Claramente estamos ante una tecnología espiritual 
que, al igual que las tecnologías materiales, simplifica seriamente la 
vida de quien la sabe adquirir y poner en acción. 

Los egregores son entonces los elementos dinámicos de lo inexplicable, 
en general y de muchos milagros en particular. La industria del 
peregrinaje les debe la vida y las personas más racionales son aquí 
tan sensibles como las demás. Sin embargo, no hay que olvidar jamás 
que las fuerzas así desencadenadas son neutras y existen en un mundo 
sin dualidad, la palabra y el concepto, cualquiera que estos sean 
pueden entonces ser manifestados sin consideración a las elecciones 
morales que, en nuestro plan, parecen ser lugares comunes. Sabemos por 
ejemplo cuántos milagros han ocurrido en Lourdes, Benares o Bod Gaya. 
Es así como un Egregor puede realizar nuestros deseos sin caer en la 
trampa de lo emocional o de la convicción del saber producto de la 
mente. 

Por supuesto que entonces, la responsabilidad de las consecuencias es 
totalmente nuestra. Porque el egregor es y permanece como un 
amplificador sin moral y poco juicio que puede aumentar sin 
discriminación todo lo que le confiamos. Por el momento, no contamos 
con instrumentos de medida adecuados para conocer el número de 
enfermedades degenerativas producto de una absorción errónea de estas 
fuerzas. No obstante, podemos presumir que el medio más seguro para 
pescar un cáncer hoy en día no es fumar sino más bien pedir, en 
complicidad con otros y en un marco considerado sagrado, no 
obtenerlo. 

En efecto, el egregor que percibe la palabra cáncer y conoce el 
sentido manifestará la realidad correspondiente. Nunca tendrá las 
herramientas de análisis dualista requerido para percibir el signo 
negativo que nosotros pusimos delante de este término; de ahí el valor 
esencial del pensamiento positivo en todo trabajo de naturaleza 
psíquica. 

El uso más negativo del trabajo egregoriano se ha manifestado cuando 
ha sido utilizado, esencialmente con el fin de sacralizar la 
pertenencia a un grupo sin finalidad definida. Una reducción tal, 
frecuentemente, toma la forma de nacionalismo, racismo o sexismo. Esto 
es lo que hace la fuerza de grupos tales como las religiones 
organizadas, los templarios, el nazismo y la mafia siciliana 
tradicional. Todas estas organizaciones son conocidas por vehicular 
una exigencia de respeto entre sus miembros y los demás porque después 
de todo son iniciados y los egregores no discriminan. 

Existen dos medios para evitar la trampa del moralismo sin por ello 
caer en tales abusos: 

No hay que olvidar nunca la necesidad del componente compasivo en la 
constitución y la práctica de todo egregor. Mientras más grande sea el 
poder potencial, más se impone esta necesidad compasiva, ahora bien, 
este poder es inmenso como nos lo mostró ProductID="la Alemania">la Alemania de los años 
treinta. 

También es importante saber si el egregor así manifestado posee en sí 
un nivel de existencia o si no es más que el producto de la obra por 
cumplir. Que es el caso cuando todo está en la intención y nada en la 
acción 

Si bien el concepto de egregor y las manifestaciones que de ahí se 
derivan se sirven, generalmente en salsa religiosa, no debemos 
confundir jamás este camino con el de las percepciones/ 
interpretaciones teológicas o morales modernas. Ni materialista ni 
teísta ni mucho menos lazo de unión entre los dos, el egregor es de 
otra naturaleza que sería sin duda el estado de espiritualidad 
inmediata contenida en toda materia. 

Es nuestra obligación constatar que el contexto teísta cerrado no hace 
nada por favorecer el desarrollo de egregores válidos o la complicidad 
con ellos, sino todo lo contrario. En la percepción del creyente, las 
entidades espirituales no son más que espejos reflejando una luz 
venida de otra parte. 

No obstante, desde una visión más psíquica, las formas mágicas y 
autosuficientes existen por nuestra voluntad y después por su propio 
poder. Así, pueden manifestarse como soles sin que ninguna mano divina 
los hubiera alumbrado. Por lo tanto, el trabajo egregoriano es, para 
el creyente tradicional, una forma de mundo a la inversa. Los 
practicantes crean ahí fuerzas espirituales que a su vez crean 
realidades conformes a las expectativas del creador original desde su 
punto de vista, es decir... nosotros. Podría entonces decirse, que en 
el sentido propio del término, el poder creador del humano en la 
materia es el producto de la relación entre éste y un egregor

En las perspectivas modernas, hay una correlación más o menos perfecta 
entre las nociones de pertenencia, creación y frecuentación ritual de 
un egregor y la noción de iniciación. Actualmente, es muy raro que 
exista el uno sin el otro. Pero entonces, ¿qué pensar de las personas 
que crean o frecuentan egregores sin una iniciación previa? Sin duda 
el requisito para una relación egregoriana es de naturaleza iniciática 
en el sentido en que da acceso a nuevos planes de realidad, pero 
recordemos aquí que una buena parte de las iniciaciones no son 
rituales, y que además, generalmente, uno mismo se inicia un poco. 

 Por lo tanto, todos los seres tienen potencialmente el mismo acceso a 
estas formas de conciencia y su reconocimiento vendrá más bien de la 
apertura de su espíritu ante esta zona de aprehensión que de rituales 
asumidos anteriormente. 

Concedemos frecuentemente una dimensión sulfurosa a la existencia y a 
la acción de numerosos egregores. Sin embargo, antes de juzgar, 
tendremos sin duda que recordar el hecho de que un egregor no es más 
que la proyección de nuestra voluntad, de nuestro espíritu y de la 
unidad que a veces puede reinar entre nosotros. Por lo tanto, si 
nosotros percibimos estas realidades psíquicas como monstruosas, esto 
nos está diciendo mucho sobre nuestros propios complejos personales y 
sobre las dudas y miedos que tenemos a nuestro propio resplandor. 
Entonces, protegernos de los egregores, es protegernos de nuestro 
propio poder, es una inútil e incluso criminal castración de nuestra 
responsabilidad humana. 

La existencia de los egregores y su dependencia de nuestras exigencias 
nos obligan, por último, a considerar la cuestión de la ecología 
energética. 

Muy frecuentemente hemos visto cómo se han creado entidades con un fin 
específico o por el simple placer de la experiencia para luego ser 
abandonados en el universo psíquico de los humanos. Y lo que es peor, 
una civilización, una cultura o una religión (las tres caras de una 
misma moneda) crean inevitablemente bandadas de estos seres. 

Ahora bien, en el enloquecimiento que conlleva una decadencia o una 
derrota militar mayor a nadie se le ocurre reabsorber en este centro 
último de reciclaje que es nuestro corazón a estos egregores huérfanos 
que son los dioses y los valores pasados. Una negligencia tal puede 
crear en el ambiente de los humanos perturbaciones altamente 
problemáticas. Quizá la Edad Media occidental, síntesis de varias 
decadencias, debió sus peores excesos a una contaminación psíquica 
tal. 

La práctica de la vía egregoriana es excelente no solamente en 
términos de amplificación del poder colectivo sino además como 
accesorio de un camino personal de evolución. 

En efecto, en todas las convicciones monoteístas, la fuente primera se 
sirve de intermediarios, frecuentemente de naturaleza angélica, para 
actualizar sus proyecciones y proyectos. Por lo tanto, si los 
egregores tienen un poder de tipo angélico y aplican nuestra voluntad, 
entonces son herramientas de nuestra propia deificación que es después 
de todo la finalidad de toda iniciativa digna de ese nombre. 

De: ♣♥SEÑOR♥♣ Enviado: 
Los tantricos, mediante la experiencia y la constatación, ven  a esa 
Prakriti sola detrás de todas las cosas. Tal como un solo Sol  se 
refleja en miles  y miles de formas en espejos, así,  una sola 
Prakriti se refleja en formas infinitas en su propio Maya. Todo las 
manifestaciones son en esencia  Sakti. El tantra sastra ha descubierto 
el sendero que se oculta por el que uno puede  aprender la verdad 
monista a través del mundo de la multiplicidad.  La madre viuda vive 
en sus hijos. 
VICENTE ALCOSERI
 
https://groups.google.com/group/secreto-masonico/browse_thread/thread/341a8af89bce34b9/19bd9f20b2d1c84d?lnk=gst&q=Egregor#19bd9f20b2d1c84d





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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Alcoseri Enviado: 27/08/2016 18:27

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Comentarios
Miguel Angel Leal Esto es cierto
Julio Barbero Gonzalez Si no entiendes, pon una foto del Pepe Mujica pegada al cartel negro y sabrás a que se refiere este mensaje !!!

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 31/08/2016 03:18

Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: BARILOCHENSE6999 Enviado: 01/09/2016 02:14


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