La Relación entre Lucifer y el
Maestre Hiram Abiff, Parte 3
En todo el cuerpo ritualístico, litúrgico y del catecismo masónico , jamás se
menciona como muchos profanos piensan a
Lucifer, a Belcebú , al demonio
en resumen a ningún ser de esas características ,en resumen: en Masonería no hay un culto al Diablo. Es
verdad que muchos masones como Albert Pike entre otros han dado rienda suelta a
su pluma e imaginación y han tratado de relacionar a Lucifer , o al demonio con
la Masonería , esto ha provocado infinidad de señalamientos hace una sociedad
como la masonería , que solamente ha buscado en progreso de la humanidad. Es verdad que a la masonería dada su fama han
ingresado miles y miles de personas a través de sus cientos de años de existencia
buscando , el lado demoniaco , luciferino de nuestra masonería , claro sin
encontrar el más mínimo indicio de esto , y claro muchos seguirán intentándolo
sin éxito. Ahora si usted es proclive a buscar relacionar al Demonio con lo
Iniciático , lo esotérico , los extraterrestres y demás , buscando un lado
serio y digamos veraz , busque en la filosofía de Gurdjieff.
Pero ahora, tratando de complacer a
los que buscan con fascinación el lado Luciferino de la Masonería, me he dado a la tarea de escribir estos
comentarios a los que he denominado “La Relación entre Lucifer y el Maestre Hiram
Abiff”
El Maestro Hiram en las "Viejas
Reglas (Old Charges). "
La Leyenda de Hiram acabó siendo un
denominador común entre todas las prácticas masónicas. Hiram Maestre arquitecto
es el poseedor de los grandes secretos iniciáticos. Él es el constructor del
Templo de Salomón dedicado a ese extraño Dios llamado Jehová , Templo cuya
estructura reflejaría al cuerpo humano y
al propio universo. Su muerte y resurrección representa la transición de lo profano a lo
sagrado, del técnico al científico, del reino grosero de la materia para el
reino sutil del espíritu. Por el fenómeno de la simbiosis, los compañeros
rebeldes, que vivían en el dominio inferior de la conciencia, se reconcilian
con el sustrato superior del espíritu, y adquieren, ahora de la forma correcta
(y no por la violencia), sino por su paso al grado de la maestria.
Este fue el contenido de la leyenda
desarrollada para el catecismo masónico de las "Viejas Reglas" (Old
Charges). En las Old Charges el nombre de Hiram es citado como hijo del rey de
Tiro, cuyo nombre también es Hiram. Tanto en el Manuscrito Cooke como en otros
de la épocoa, esa información es referida. Se cree que esto es el resultado de
una interpretación equivocada de la palabra Hiram Abi, que significa
"Hiram, mi padre". Las referencias a Hiram, sin embargo, aparecen en
varias otras partes de los Old Charges,
y en algunas de ellas, él es citado como siendo "un príncipe masón".
Las referencias a Hiram en las
"Viejas Reglas", sin embargo, son muy contradictorias. En algunos de
estos antiguos manuscritos, el maestro arquitecto del templo de Salomón llega a
ser confundido con el rey Nenrode, constructor de la Torre de Babel. Por eso es
que las informaciones más confiables sobre la identidad del Maestro Hiram
todavía son aquellas transmitidas por la Biblia y por historiadores como Flávio
Josefo, por ejemplo.
Con excepción del hecho de que en los
textos sagrados no aparece como arquitecto, sino como fundidor de bronce, todo
el contenido de la leyenda se puede encontrar en las crónicas bíblicas: en
Reyes 13: 7 leemos que Salomón "escogió obreros en todo Israel, y ordenó
que fueran treinta mil hombres. Y él los mandaba al Líbano, diez mil cada mes,
de suerte que quedaban dos meses en sus casas y Adoniram era el encargado del
cumplimiento de esa orden. Y tuvo Salomón setenta mil que acarreaban las cargas,
y ochenta mil leñadores en los montes; toda la obra el número era de tres mil
trescientos, más otros maestros de obra que daban las órdenes a los que
trabajaban. Y el rey mandó que sacaran piedras grandes, piedras enormes para
los cimientos del Templo, y que las hicieran transportar desde lejos piedras
cuyo peso era de 628 tonelada. Y las labraron los canteros de Salomón y los
canteros de Hiram.
Los giblitas, sin embargo, eran
considerados extranjeros. Como extranjeros no podrían compartir los secretos de
los maestros hasta que recibieran la debida elevación de grado. Era una
elevación de grado que no se alcanzaba
meramente cumpliendo un intersticio de tiempo como compañero, o simplemente
aprendiendo el secreto de los planes de construcción, que eran arte
especulativo. En eso estaba involucrada principalmente una cuestión religiosa,
y esa cuestión era la prohibición de que un secreto de naturaleza sagrada fuera
revelado a personas que aún no habían obtenido el debido merecimiento. Era
necesario encontrar una fórmula que superara ese atolladero, permitiendo que el
compañero albañil, extranjero para las tradiciones hebreas, pudiera romper esa
barrera para ser admitido en el selecto círculo de los maestros.
No siendo así la llamada Escuela de
Arquitectura de Salomón, que la imaginación de Anderson colocó en los canteros
de obras del Templo del Rey Salomón acabaría transformándose en una alegoría
sin sentido. La solución fue el sacrificio ritual del Maestro Hiram, que como
ya dijimos, es la puerta de entrada en los Misterios Masónicos. Con esta
alegoría Anderson introdujo en la tradición masónica dos arquetipos de gran
significado histórico, psicológico y religioso, que son el mito solar, que está
en el origen del mito del héroe sacrificado y el sacrificio para completar lo
que falta. La finalidad de este sacrificio es francamente escatológica, como
veremos.
Hiram sabe o es consciente que deberá
ser sacrificado para hacer llegar la luz a futuras generaciones de humanos.
Lucifer sabe o es consciente que al
robar la luz del cielo deberá ser sacrificado y desterrado del Cielo para hacer
llegar la luz a futuras generaciones de humanos.
Cristo sabe o es consciente que por
hacer llegar la palabra de Dios deberá
ser sacrificado para hacer llegar la luz a futuras generaciones de humanos.
Prometo sabe o es consciente que al
robar el fuego de los Dioses deberá ser sacrificado para hacer llegar la luz a
futuras generaciones de humanos.
El Francmasón Venezolano Oscar Pérez sabe
o es consciente que para llevar libertad al pueblo deberá ser sacrificado para
hacer llegar la luz a futuras generaciones de humanos.
Y así por el estilo tantos otros héroes
solares que se sacrifican por la humanidad.
El mito del héroe sacrificado
Cada masón que ha sido elevado a la
sublime maestría en el Arte Real ya hizo su marcha ritual alrededor del esquife
del Maestro Hiram Abiff, el arquitecto del Templo del Rey Salomón, asesinado
por los tres compañeros ambiciosos que querían abreviar el plazo de su
aprendizaje y obtener los grados más altos sin el debido mérito. La alegoría de
la muerte de Hiram es una clara alusión al mito del sacrificado. Él está
conectado, de un lado al simbolismo de la resurrección y de otro lado al mito
solar. Porque en las antiguas religiones solares, como vimos, el sol, principio
de la vida, moría todos los días para resucitar al día siguiente, tras pasar
una noche en medio de las tinieblas.
Así como toda la teatralización de
los Antiguos Misterios, fuera en Grecia o en Egipto, o en cualquier otra
civilización que practicara esos festivales, más que un simple homenaje a los
dioses protectores de la naturaleza, esos rituales simbolizaban la jornada del
espíritu humano en busca de la Luz que le daría la resurrección. En este
sentido, la marcha de los Hermanos alrededor del ataúd de Hiram, siempre en el
sentido de Occidente hacia el Oriente, no es más que una imitación de ese
antiguo ritual, que refleja la ansiedad de nuestro inconsciente en encontrar a
su "héroe" sacrificado es decir, al sol), para realizar en él su
resurrección. Porque el sol, en todas estas religiones, era el donante de la
vida. Él fertilizaba la tierra y hacía renacer la semilla muerta. De todo, toda
la mística de esos antiguos rituales tenía esa finalidad: el encuentro con la
luz que le proporcionaría la capacidad de resurrección.
El sacrificio para completar el Ciclo.
Conectado con ese simbolismo, los
antiguos pueblos, en sus tradiciones iniciáticas relacionadas con grandes obras
arquitectónicas, desarrollaron el llamado "sacrificio para completar el
Ciclo ". Este sacrificio consistía en ofrecer al dios a quien se dedicaba
al edificio un sacrificio de sangre, que podía ser el holocausto de los
enemigos encarcelados en guerra o personas escogidas entre propio pueblo.
Muchas veces esa elección recae sobre mujeres vírgenes (las “vestales”) o
jóvenes guerreros, realizadores de grandes hechos en la guerra. Se creía que
así los dioses patronos de los poderes de la tierra se agradarían de aquel
pueblo, dotándoles de abundancia en cosechas y protección contra los enemigos.
Este tema se remonta a las antiguas
leyendas, cultivadas por los pueblos del Levante, según el cual ninguna gran
empresa podría obtener buen resultado si no fuese bendecida por los dioses. Y
esa bendición era siempre obtenida a través de un sacrificio de sangre. Esta
costumbre era practicada hasta por los israelitas, como prueba el texto bíblico
al informar que Salomón, al terminar la construcción del Templo "sacrificó
rebaño y ganado, que de tan numeroso, ni se podía contar ni numerar", y
claro el mismo sacrifico sangriento de Hiram Abiff era parte del ritual.
De esta forma, en la Masonería, el
Drama de Hiram tiene una doble finalidad iniciática: por un lado presta su
referencia al culto solar, siendo Hiram, en esa mística, el propio sol que es
homenajeado; por otro lado, cultiva al héroe sacrificado, pues es en él que se
consuma la obra masónica.
Bien por este día dejaremos el tema “La
Relación entre Lucifer y el Maestre Hiram Abiff” para próximos comentarios,
entienda usted que dentro de su interioridad , hay partes positivas y negativas
, unos Yoes Luminosos positivos , otros Yoes Sombras negativos, siempre en constante lucha o
confrontación, trate usted de verlo así , y comprenderá mejor el sentido de
esos comentarios.
Alcoseri