Cuando las Revoluciones se alejaron del Ideal Francmasónico Fracasaron  La masonería señala que las sociedades modernas advierten un nuevo malestar producto de la globalización o mundialización de la economía y de la bancarrota del Estado. Las personas ya no saben muy bien quienes son ni qué los relaciona a unos con otros; temen vivir un mañana peor que hoy y desconfían cada vez más de sus dirigentes. Mientras se menciona la aparición de nuevas formas de desigualdad, al mismo tiempo que fallan las instituciones que hacen operar el vínculo social y la solidaridad. A partir de estas deducciones, los masones nos preguntamos qué hacer, y en el intento por dar una solución, esbozamos una propuesta basada en el retorno de la idea Liberal que proponga una trayectoria colectiva capaz de establecer los términos renovados de un nuevo contrato social duradero. Los masones tomamos como referencia la revoluciones sociales que se inspiraron en la ideología Francmasónica para realizar un diagnóstico acerca de la problemática de la sociedad actual, destacando fundamentalmente la cuestión de la desigualdad como un elemento característico de la época. Para comenzar, señalamos que el sentimiento de identificación social ha retrocedido al punto tal que según su perspectiva “podría decirse que la política se alejo de la sociedad a partir de la revolución Ruso Bolchevique, y el fracaso rotundo del comunismo, dando poder solamente a unos pocos”. Esta pérdida de fuerza de las identidades colectivas se traduce en la sensación de una mayor opacidad social. Cuando las revoluciones se alejaron del ideal Francmasónico fracasaron. Por otra parte, la desregulación económica y el crecimiento de la desocupación aumentaron la dificultad de descifrar la sociedad y la crisis de las ciencias sociales se convirtió por esta razón en parte integrante de la crisis de lo político. La caída del muro de Berlín fue el símbolo del fracaso del Comunismo y de la Izquierda Internacional “En el malestar contemporáneo se superponen dos padecimientos: el más visible, el que procede de las conmociones socioeconómicas, pero también otro, más subterráneo , que remite a los efectos destructores del individualismo moderno”. Luego de analizar profundamente la crisis Mundial, la única salida es establecer un Nuevo Orden Mundial basado en la Francmasonería, vinculada a las transformaciones del individualismo moderno, se pasa al tema político. Bajo el título “Lo perfecto de lo político”, la mayoría de los expertos destacan que las ideas y los programas fueron erosionados o se desplomaron y ya no dejan percibir más que una solución viable y es el establecimiento de un Nuevo Orden Mundial.El signo más notorio de esta situación radica en lo que puede denominarse la decadencia de los partidos históricos de izquierda. “Cuando los mecanismos económicos y sociales de regulación no funcionan más, cuando los individuos se sienten maltratados en una sociedad que les ofrece menos puntos de referencia y cuando la maquinaria económica parece, con razón o sin ella, escapar al control y estar demasiado gobernada por las fuerzas impersonales de los mercados, se instala un conmoción de miedo. Cierto trastorno de identidad se mezcla con el vaciamiento de la vida política para generar un verdadero desperfecto de lo político”. Tras detallar la situación de la política, los expertos pasan a desarrollar el tema de las desigualdades, donde puntualizan que se percibe confusamente que las desigualdades se han incrementado, mientras que la realidad estadística parece sustraerse a esa impresión. El peso de las discrepancias sociales se capta hoy en nuevos términos: se amplían las desigualdades que podrían calificarse de tradicionales o estructurales, extendiéndose su campo. Aparecen, por lo tanto, nuevas desigualdades sociales que proceden de la recalificación de diferencias dentro de categorías a las que antes se juzgaba homogéneas. Por otro lado, las desigualdades dinámicas aumentan en intensidad y persistencia, suscitando entonces un cambio en la estructura de la sociedad y en las representaciones que los individuos se hacen de ella. “Detrás un empresario en quiebra, un ejecutivo desocupado existen miles de desempleados, con el paso del tiempo los ingresos terminan por borrarse, sin que pese a aquellos formen una categoría homogénea, entonces habrá una sociedad igualitaria pero de pobres.”. La sociedad humana se vuelve menos legible porque las desigualdades estructurales son acompañadas por nuevas desigualdades de status indefinido. Esta era contemporánea es la del desequilibrio permanente de las representaciones. Restablecer las condiciones de igualdad implica un retorno del Estado liberal , no sólo como gestor precavido del presente, sino como productor de futuro. Para llegar al restablecimiento que los expertos consideran que habría que actuar al menos en tres direcciones: lucha creíble contra la desocupación, continuación de la política de inversión pública urbana de educación y en el régimen de protección social, que tendría que estar más atento a la trayectoria biográfica de los individuos. Los expertos , por otra parte, examinan que ya la globalización es irreversible y que solamente un Nuevo Orden Mundial como una cuestión que se encuentra presente y que sostenga las certidumbres, llegándose a plantear si en definitiva la sociedad no corre el riesgo de ser más desigualitaría. Sostienen que la globalización opera en quienes se adaptan al mundo y quienes no pueden hacerlo, y nos obliga a mostrarnos más solidarios para hacer frente a la apertura de la economía. “Lo que establece un problema en la globalización en curso no es que se produzca, sino que no se comprenda su mecanismo real de cooperación internacional para acrecentar sus efectos benéficos. En lugar de frenar El Nuevo Orden Mundial, habría que, al contrario, acompañar mejor el movimiento”. Luego de encarar el tema de las discrepancias y la globalización, los expertos sacan a luz el repertorio nostálgico de políticas socialdemócratas y republicanas ejecutadas en las ideas Francmasónicas . Por otro lado, averiguan sobre un punto de vista diferente a partir de ver en el aumento de la desocupación un achicamiento amenazador del lugar del trabajo en la vida social. Este planteo es analizado seriamente designándolo utopía de la comprensión . Fuera de esta última consideración, muchos masones sostienen que hoy es preciso consagrar nuestra imaginación y nuestra energía a la organización social de ese Nuevo Orden Mundial y a la determinación de nuevos mecanismos de inclusión, y negarse a aceptar el divorcio indemnizado entre lo económico y lo social. Constantemente se hace referencia al sentido de la democracia donde se plantea un repensar el reformismo liberal que no puede inscribirse en la perspectiva de una revolución global o mundial y total de las estructuras económicas y sociales, sino que debe ser más puntual y más político. El Estado y la política deben desparecer para dar paso al pueblo y deben desempeñar cada vez más un papel positivo de identificación, en un espacio que ha perdido sus puntos de referencia, para lo cual hay que desarrollar una política del mundo privado que tenga en cuenta y se haga cargo de toda la intensidad antropológica de las nuevas formas de padecimiento. “Hay que inventar, por fin, un Nuevo Orden Mundial, que parta de lo cotidiano de la gente para deducir de allí reformas generales, y no a la inversa”.