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General: LA LEY DEL SINAI Y LA BIBLIA POR EL ESPIRITU SANTO .
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Respuesta  Mensaje 1 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza  (Mensaje original) Enviado: 21/02/2022 19:02

No he venido para abrogar, sino para cumplir”.Mateo 5:17 .ASI COMO CUMPLIO EN LA TIERRA MIENTRAS VIVIO ANTES DE IRSE AL CIELO ,CRISTO VENDRA A BUSCAR A SUS SELLADOS POR EL .

Fue Cristo quien, en medio del trueno y el fuego, proclamó la ley en el monte Sinaí. Como llama devoradora, la gloria de Dios descendió sobre la cumbre y la montaña tembló por la presencia del Señor. Las huestes de Israel, prosternadas sobre la tierra, habían escuchado, presas de pavor, los preceptos sagrados de la ley. ¡Qué contraste con la escena en el monte de las bienaventuranzas! Bajo el cielo estival, cuyo silencio se veía turbado solamente por el gorjear de los pajarillos, presentó Jesús los principios de su reino. Empero Aquel que habló al pueblo ese día en palabras de amor les explicó los principios de la ley proclamada en el Sinaí. 

Cuando se dictó la ley, Israel, degradado por los muchos años de servidumbre en Egipto, necesitaba ser impresionado por el poder y la majestad de Dios. No obstante, él se le reveló también como Dios amoroso. 

“Jehová vino de Sinaí,
y de Seir les esclareció;
resplandeció desde el monte de Parán,
y vino de entre diez millares de santos,
con la ley de fuego a su mano derecha.
Aun amó a su pueblo;
todos los consagrados a él estaban en su mano;
por tanto, ellos siguieron en tus pasos,
recibiendo dirección de ti”SALMOS 199 CONFIRMA LA LEY DEL SINAI.

Fue a Moisés a quien Dios reveló su gloria en estas palabras maravillosas que han sido el legado precioso de los siglos: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado”La ley dada en el Sinaí era la enunciación del principio de amor, una revelación hecha a la tierra de la ley de los cielos. Fue decretada por la mano de un Mediador, y promulgada por Aquel cuyo poder haría posible que los corazones de los hombres armonizaran con sus principios. Dios había revelado el propósito de la ley al declarar a Israel: “Y me seréis varones santos”

Pero Israel no había percibido la espiritualidad de la ley, y demasiadas veces su obediencia profesa era tan sólo una sumisión a ritos y ceremonias, más bien que una entrega del corazón a la soberanía del amor. Cuando en su carácter y obra Jesús representó ante los hombres los atributos santos, benévolos y paternales de Dios y les hizo ver cuán inútil era la mera obediencia minuciosa a las ceremonias, los dirigentes judíos no recibieron ni comprendieron sus palabras. Creyeron que no recalcaba lo suficiente los requerimientos de la ley; y cuando les presentó las mismas verdades que eran la esencia del servicio que Dios les asignara, ellos, que miraban solamente a lo exterior, lo acusaron de querer derrocar la ley.

Las palabras de Cristo, aunque pronunciadas sosegadamente, se distinguían por una gravedad y un poder que conmovían los corazones del pueblo. Escuchaban para oír si repetía las tradiciones inertes y las exigencias de los rabinos, pero escuchaban en vano. “La gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”.4 Los fariseos notaban la gran diferencia entre su propio método de enseñanza y el de Cristo. Percibían que la majestad, la pureza y la belleza de la verdad, con su influencia profunda y suave, echaba hondas raíces en muchas mentes. El amor divino y la ternura del Salvador atraían hacia él los corazones de los hombres. Los rabinos comprendían que la enseñanza de él anularía todo el tenor de la instrucción que habían impartido al pueblo. Estaba derribando la muralla de separación que tanto había lisonjeado su orgullo y exclusivismo, y temieron que, si se lo permitían, alejaría completamente de ellos al pueblo. Por eso lo seguían con resuelta hostilidad, al acecho de alguna ocasión para malquistarlo con la muchedumbre, lo cual permitiría al Sanedrín obtener su condenación y muerte. 




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Respuesta  Mensaje 2 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 19:13

El discípulo amado, que escuchó las palabras de Jesús en el monte, al escribir mucho tiempo después, bajo la inspiración del Espíritu Santo, se refirió a la ley como a una norma de vigencia perpetua. Dice que “el pecado es infracción de la ley”, y que “todo aquel que comete pecado, infringe también la ley”.6 Expresa claramente que la ley a la cual se refiere es “el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio”.7 Habla de la ley que existía en la creación y que se reiteró en el Sinaí. DMJ 46.1

Al hablar de la ley, dijo Jesús: “No he venido para abrogar, sino para cumplir”. Aquí usó la palabra “cumplir” en el mismo sentido que cuando declaró a Juan el Bautista su propósito de “cumplir toda justicia”,8 es decir, llenar la medida de lo requerido por la ley, dar un ejemplo de conformidad perfecta con la voluntad de Dios. DMJ 46.2

Su misión era “magnificar la ley y engrandecerla”.9 Debía enseñar la espiritualidad de la ley, presentar sus principios de vasto alcance y explicar claramente su vigencia perpetua. La belleza divina del carácter de Cristo, de quien los hombres más nobles y más amables son tan sólo un pálido reflejo; de quien escribió Salomón, por el Espíritu de inspiración, que es el “señalado entre diez mil... y todo él codiciable”;10 de quien David, viéndolo en visión profética, dijo: “Más hermoso eres que los hijos de los hombres”;11 Jesús, la imagen de la persona del Padre, el esplendor de su gloria; el que fue abnegado Redentor en toda su peregrinación de amor en el mundo, era una representación viva del carácter de la ley de Dios. En su vida se manifestó el hecho de que el amor nacido en el cielo, los principios fundamentales de Cristo, sirven de base a las leyes de rectitud eterna. DMJ 46.3

“Hasta que pasen el cielo y la tierra—dijo Jesús—, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Por su propia obediencia a la ley, Jesús atestiguó su carácter inalterable y demostró que con su gracia puede obedecerla perfectamente todo hijo e hija de Adán. En el monte declaró que ni la jota más insignificante* desaparecería de la ley hasta que todo se hubiera cumplido, a saber: todas las cosas que afectan a la raza humana, todo lo que se refiere al plan de redención. No enseña que la ley haya de ser abrogada alguna vez, sino que, a fin de que nadie suponga que era su misión abrogar los preceptos de la ley, dirige el ojo al más lejano confín del horizonte del hombre y nos asegura que hasta que se llegue a ese punto, la ley conservará su autoridad. Mientras perduren los cielos y la tierra, los principios sagrados de la ley de Dios permanecerán. Su justicia, “como los montes de Dios”,12 continuará, cual una fuente de bendición que envía arroyos para refrescar la tierra. DMJ 46.4

Dado que la ley del Señor es perfecta y, por lo tanto, inmutable, es imposible que los hombres pecaminosos satisfagan por sí mismos la medida de lo que requiere. Por eso vino Jesús como nuestro Redentor. Era su misión, al hacer a los hombres participes de la naturaleza divina, ponerlos en armonía con los principios de la ley del cielo. Cuando renunciamos a nuestros pecados y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, la ley es ensalzada. Pregunta el apóstol Pablo: “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”.13 DMJ 47.1

La promesa del nuevo pacto es: “Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”.14 Mientras que con la muerte de Cristo iba a desaparecer el sistema de los símbolos que señalaban a Cristo como Cordero de Dios que iba a quitar el pecado del mundo, los principios de justicia expuestos en el Decálogo son tan inmutables como el trono eterno. No se ha suprimido un mandamiento, ni una jota o un tilde se ha cambiado. Estos principios que se comunicaron a los hombres en el paraíso como la ley suprema de la vida existirán sin sombra de cambio en el paraíso restaurado. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, la ley de amor dada por Dios será obedecida por todos debajo del sol. DMJ 47.2

“Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos”. “Fieles son todos sus mandamientos; afirmados eternamente y para siempre, hechos en verdad y en rectitud”. “Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, que para siempre los has establecido





Respuesta  Mensaje 3 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 19:19


El carácter de Dios revelado en Cristo

Dijo el Salvador: “Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado.” 1 Y Dios declaró por el profeta: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová.” 2 4TS 252.1

Nadie, sin ayuda divina, puede alcanzar este conocimiento de Dios. El apóstol dice que a los mundanos “no les pareció tener a Dios en su noticia.” Cristo “en el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció.” 3 Jesús declaró a sus discípulos: “Nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar.” 4 En aquella última oración que hizo en favor de quienes le seguían, antes de entrar en las sombras del Getsemaní, el Salvador alzó sus ojos al cielo, lleno de compasión por la ignorancia de los hombres, y dijo: “Padre justo, el mundo no te ha conocido, mas yo te he conocido.” “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste.” 5 Desde el principio, fué el plan estudiado de Satanás inducir a los hombres a olvidarse de Dios, a fin de que pudiese someterlos. Por eso trató de presentar falsamente el carácter de Dios, a fin de inducirlos a albergar un falso concepto de él. Les presentó al Creador como revestido de los atributos del príncipe del mal mismo: arbitrario, severo, inexorable, a fin de que le temiesen, rehuyesen, y hasta odiasen. Satanás esperaba confundir de tal manera las mentes de aquellos a quienes había engañado, que desechasen a Dios de su conocimiento. Entonces borraría la imagen divina del hombre, y grabaría su propia semejanza sobre el alma; imbuiría a los hombres de su propio espíritu, y los haría cautivos según su voluntad. 4TS 252.2

Fué falsificando el carácter de Dios y excitando la desconfianza en él, como Satanás indujo a Eva a transgredir. Por el pecado, la mente de nuestros primeros padres se obscureció, su naturaleza se degradó, y su concepto de Dios fué amoldado por su propia estrechez y egoísmo. Y a medida que los hombres se hicieron más audaces en el pecado, el conocimiento y el amor de Dios se borraron de su mente y corazón. “Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni dieron gracias; ... se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fué entenebrecido.” 6 4TS 253.1

A veces, la lucha de Satanás por el dominio de la familia humana parecía destinada a quedar coronada de éxito. Durante los siglos que precedieron al primer advenimiento de Cristo, el mundo parecía estar completamente bajo el cetro del príncipe de las tinieblas; y él reinó con terrible poder, como si por medio del pecado de nuestros primeros padres, los reinos del mundo hubiesen llegado a ser legítimamente suyos. Aun el pueblo de la alianza, al cual Dios había elegido para conservar en el mundo su conocimiento, se había apartado de tal manera de él que había perdido todo concepto verdadero de su carácter. 4TS 253.2

Cristo vino para revelar a Dios al mundo como un Dios de amor, lleno de misericordia, ternura y compasión. Las densas tinieblas con que Satanás había tratado de rodear el trono de la divinidad, fueron disipadas por el Redentor del mundo, y el Padre volvió a quedar manifiesto a los hombres como la luz de la vida. 4TS 253.3

Cuando Felipe vino a Jesús con la petición: “Muéstranos al Padre, y nos basta,” el Salvador le contestó: “¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” 7 Cristo se declara enviado al mundo como representante del Padre. En su nobleza de carácter, en su misericordia y tierna compasión, en su amor y bondad, se nos presenta como la personificación de la perfección divina, la imagen del Dios invisible. 4TS 254.1

Dice el apóstol: “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí.” 8 Únicamente mientras contemplamos el gran plan de la salvación podemos apreciar correctamente el carácter de Dios. La obra de la creación era una manifestación de su amor; pero el don de Dios para salvar a la familia culpable y arruinada, es lo único que nos revela las profundidades infinitas de la ternura y compasión divina. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” 9 A la par que se mantiene la ley de Dios, y se vindica su justicia, el pecador puede ser perdonado. El más inestimable don que el cielo tenía para conceder ha sido dado, para que Dios “sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” 10 Por este don, los hombres son levantados de la ruina y degradación del pecado, para llegar a ser hijos de Dios. Dice Pablo: “Habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre.” 11 4TS 254.2

Hermanos, con el apóstol Juan os invito a mirar “cual amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios.” 12 ¡Qué amor, qué amor incomparable, que nosotros, pecadores y extranjeros, podamos ser llevados de nuevo a Dios, y adoptados en su familia! Podemos dirigirnos a él con el nombre cariñoso de “Padre nuestro,” que es una señal de nuestro afecto por él, y una prenda de su tierna consideración y relación con nosotros. Y el Hijo de Dios, contemplando a los herederos de la gracia, “no se avergüenza de llamarlos hermanos.” 13 Tienen con Dios una relación aún más sagrada que la de los ángeles que nunca cayeron.


Respuesta  Mensaje 4 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 19:44

REGRESA CRISTO EL DIOS DE SINAI A BUSCAR A SUS HIJOS   .
EL REGRESO DE NUESTRO DIOS Y SALVADOR CRISTO CREADOR DEL MUNDO UNIVERSO Y  QUIEN ESCRIBIO LAS TABLAS DEL SINAI  APOCALIPSIS 1:7.  Todo el mundo le verá—“Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre”. Mateo 24:27... No se puede remedar semejante aparición. Todos la conocerán y el mundo entero la presenciará 

Apocalipsis (de Juan) 1-> Ver. 7
[V.7-> He aquí que viene. Después de terminar el saludo en el Ap 1:6, Juan anuncia el tema del Apocalipsis: la segunda venida de Cristo. Esta es la meta hacia la cual se mueve todo lo demás. Es significativo que Juan use el tiempo presente, “que viene”, con lo cual destaca la certeza del acontecimiento, quizá también su inminencia (ver com. Ap 1:1). Con las nubes. Ver com. Hch 1:9-11. Traspasaron. Gr. ekkentéō. Esta palabra la usa Juan en su Evangelio (Jn 19:37) cuando cita a Zac 12:10. Los traductores de la LXX sin duda se equivocaron al leer en Zac 12:10 la palabra hebrea daqaru, “traspasaron”, como raqadu, “danzaron en triunfo”, y así la tradujeron al griego. El Evangelio de Juan es el único en donde se registra que el costado de Jesús fue herido por un lanzazo (Jn 19:31-37). Este punto de similitud entre los dos libros es una evidencia indirecta de que el Apocalipsis fue escrito por la misma mano que redactó el cuarto Evangelio. Aunque Juan sin duda escribe en griego, no tiene en cuenta la LXX en ambos casos, y da una traducción correcta del hebreo. La afirmación de Ap 1:7 claramente implica que los responsables de la muerte de Cristo serán levantados de entre los muertos para presenciar su venida en gloria (ver com. Dan 12:2). Durante su enjuiciamiento Jesús advirtió a los dirigentes judíos en cuanto a este temible suceso (Mat 26:64). Lamentación. Literalmente “se cortarán”, referencia a la costumbre antigua de cortar o herir el cuerpo como señal de tristeza. En sentido figurado, como aquí, describe el dolor más bien que la acción física de herirse el cuerpo. Refleja el remordimiento que se apoderará de los impíos (ver com. Jer 8:20). ] 

La ley de Dios del Sinaí aparece en los cielos a su regreso a su segunda venida Y los cielos declararán su justicia, porque Dios es el juez. Salmos 50:6. 

Las nubes se retiran, y el cielo estrellado brilla con esplendor indescriptible en contraste con el firmamento negro y severo en ambos lados. La magnificencia de la ciudad celestial rebosa por las puertas entreabiertas... 

En el templo se verá el arca del testimonio, en la cual están colocadas las dos tablas de piedra, sobre las que está escrita la ley de Dios. Esas tablas de piedra serán sacadas del lugar donde estaban ocultas, y sobre ellas se verán los Diez Mandamientos escritos por el dedo de Dios. Esas tablas de piedra que ahora reposan en el arca del pacto, serán un testimonio convincente en favor de la verdad y de la vigencia de los requerimientos de la ley de Dios... 

Mentes y corazones sacrílegos pensaron que eran lo suficientemente poderosos como para cambiar los tiempos y leyes de Jehová; pero a salvo en los archivos del cielo, en el arca de Dios, están los mandamientos originales, escritos sobre dos tablas de piedra. Ningún potentado de la tierra tiene la facultad de sacar esas tablas de su sagrado escondite, ubicado bajo el propiciatorio.

Aparece en el cielo una mano que sostiene dos tablas de piedra puestas una sobre otra. El profeta dice: “Denunciarán los cielos su justicia; porque Dios es el juez”. Salmos 50:6. Esta ley santa, justicia de Dios, que entre truenos y llamas fue proclamada desde el Sinaí como guía de la vida, se revela ahora a los hombres como norma del juicio. La mano abre las tablas en las cuales se ven los preceptos del Decálogo inscriptos como con letras de fuego. Las palabras son tan distintas que todos pueden leerlas. La memoria se despierta, las tinieblas de la superstición y de la herejía desaparecen de todos los espíritus, y las diez palabras de Dios, breves, inteligibles y llenas de autoridad, se presentan a la vista de todos los habitantes de la tierra.

Es imposible describir el horror y la desesperación de aquellos que pisotearon los santos preceptos de Dios... 

Los enemigos de la ley de Dios... reconocen demasiado tarde que el día de reposo del cuarto mandamiento es el sello del Dios vivo Apoc 7:2cap14:7cap14:12 .sábado séptimo día y su ley del Sinaí .Aquí se requiere la paciencia de los santos, de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.



Respuesta  Mensaje 5 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 19:58

   NOE ,EL MENSAJE DE LOS TRES ANGELES Y LOS ADVENTISTAS DEL 7 MO DIA .   El mensaje de los tres ángeles llama la atención a la palabra de Dios la Santa Biblia y su ley del Sinaí sábado séptimo día .

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado”. Apocalipsis 14:6, 7. 

La proclamación de los mensajes del primer ángel, del segundo y el tercero, ha sido establecida por la Palabra inspirada. No debe alterarse ni la parte más mínima. Ninguna autoridad humana tiene más derecho de cambiar la ubicación de estos mensajes que la que posee para sustituir el Antiguo Testamento por el Nuevo. El Antiguo Testamento es el Evangelio expresado en figuras y símbolos. El Nuevo Testamento es la realidad. El uno es tan esencial como el otro. El Antiguo Testamento presenta lecciones provenientes de los labios de Cristo, y esas lecciones no han perdido su fuerza en ningún detalle. 

El primer mensaje y el segundo se dieron en 1843 y 1844, y ahora estamos bajo la proclamación del tercero; pero aun ahora hay que seguir proclamando los tres mensajes. Ahora es tan esencial como en cualquier tiempo pasado, que se los repita a los que están buscando la verdad. Debemos hacer resonar su proclamación mediante la pluma y la voz; debemos mostrar su secuencia y la aplicación de las profecías que nos conducen al mensaje del tercer ángel. No puede haber un tercer mensaje sin un primero y un segundo. Debemos proclamar al mundo estos mensajes mediante publicaciones y conferencias que muestren en el ámbito profético las cosas que han sido y las que serán. 

El libro que fue sellado no fue el Apocalipsis, sino la porción de la profecía de Daniel que se refería a los últimos días... Cuando se abrió el libro se proclamó: “El tiempo no será más”. Ahora ha sido abierto el libro de Daniel, y la revelación hecha por Cristo a Juan debe llevarse a todos los habitantes de la tierra. Mediante el aumento del conocimiento debe prepararse a un pueblo para que resista en los últimos días. 

Si se presta atención a este mensaje [Apocalipsis 14:6-7], inducirá a cada nación, tribu, lengua y pueblo a examinar cuidadosamente la Palabra, y los conducirá a la verdadera luz concerniente al poder que ha cambiado el séptimo día de reposo por un día de reposo espurio... El monumento del sábado, que expresa quién es el Dios viviente, el Creador de los cielos y de la tierra, ha sido derribado, y en su lugar se ha dado al mundo un día de reposo falso. Así se ha abierto una brecha en la ley de Dios. 

En el mensaje del primer ángel se llama a los hombres a adorar a Dios, nuestro Creador, quien hizo el mundo y todas las cosas que hay en él... El mensaje proclamado por el ángel que volaba por en medio del cielo es el Evangelio eterno, el mismo Evangelio que fue declarado en el Edén, cuando Dios le dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.


Respuesta  Mensaje 6 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 20:22



SOLO LOS QUE CONOCEN A CRISTO PADRE CELESTIAL Y ESPIRITU SANTO EN SU LEY DEL SINAI SABRAN COMO ES ESTAR UNO CON EL CIELO PARA VIDA ETERNA - EL Sal. 119 expone la alegría y el gozo que experimenta el que sigue la ley de Dios como su guía. Este es un salmo acróstico compuesto de 22 partes, cada una de las cuales consta de 8 versículos. Las 22 partes corresponden a las 22 letras del alfabeto hebreo (ver pág. 15). En hebreo todos los versículos de la primera sección comienzan con ‘álef, primera letra del alfabeto hebreo. Todos los versículos de la segunda sección con bet, segunda letra de ese alfabeto, etc. Encuanto a que David sea el autor del Sal. 119. ver DTG 364; OE 270; 3TS 386; 4T 534. El primer versículo presenta el tema en torno del cual gira todo el salmo. Salvo el Sal 119:122, todos los demás contienen alguna referencia inequívoca a la revelación de Dios a la humanidad. En la primera sección del salmo, aparecen las siguientes palabras: “ley”, “testimonios”, “caminos”, “mandamientos”, “estatutos” y “juicios”, las cuales indican los diferentes aspectos de la revelación divina (ver com. Sal 19:7). El uso de estos diferentes vocablos embellece el salmo y evita la monótona repetición de una misma palabra. Bienaventurados. Heb. ‘ashre (ver com. Sal 1:1). El salmo comienza con una bendición para los que obedecen la ley del Señor. Perfectos. Heb. temimim, plural de tamim, “completo”, “sin culpa”, “intachable”; se traduce también como “perfecto” (Gen 6:9). Que andan. Una vida santa equivale a vivir de acuerdo a la ley. Ley. Heb. torah, “enseñanza” o “instrucción” (ver com. Deu 31:9; Sal 19:7; Pro 3:1). ] 
Adán enseñó la ley de Dios a sus descendientes, y ésta fue transmitida por los fieles a través de las generaciones sucesivas. La constante transgresión de la ley de Dios requirió el derramamiento de un diluvio sobre la tierra. La ley fue preservada por Noé y su familia que por obrar bien fueron salvados en el arca mediante un milagro de Dios. Noé enseñó los Diez Mandamientos a sus descendientes. El Señor preservó a un pueblo propio, a partir de Adán, en cuyo corazón estaba su ley. Dice que Abrahán “oyó... mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”.

Respuesta  Mensaje 7 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 21:12


La ley es una revelación de la voluntad y del carácter de Dios del Sinaí en su santa Biblia .

De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. Romanos 7:12. 

Muchos maestros en religión aseveran que Cristo abolió la ley por su muerte, y que desde entonces los hombres se ven libres de sus exigencias. Algunos la representan como yugo enojoso, y en contraposición con la esclavitud de la ley, presentan la libertad de que se debe gozar bajo el Evangelio. 

Pero no es así como los profetas y los apóstoles consideraron la santa ley de Dios. David dice: “Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”. Salmos 119:45. El apóstol Santiago, que escribió después de la muerte de Cristo, habla del Decálogo como de la “ley real”, y de la “perfecta ley, la de la libertad” Santiago 2:81:25. Y el vidente de Patmos, medio siglo después de la crucifixión, pronuncia una bendición sobre los que “lavan sus ropas [o “guardan sus mandamientos”], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”. Apocalipsis 22:14. 

El aserto de que Cristo abolió con su muerte la ley de su Padre no tiene fundamento. Si hubiera sido posible cambiar la ley o abolirla, entonces Cristo no habría tenido por qué morir para salvar al hombre de la penalidad del pecado. La muerte de Cristo, lejos de abolir la ley, prueba que es inmutable. El Hijo de Dios vino para engrandecer la ley, y hacerla honorable. Isaías 42:21. Y con respecto a sí mismo declara: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón”. Salmos 40:8. 

La ley de Dios, por su naturaleza misma, es inmutable. Es una revelación de la voluntad y del carácter de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y al hombre. “Así que el cumplimiento de la ley es el amor”. Romanos 13:10. El carácter de Dios es justicia y verdad; tal es la naturaleza de su ley. Dice el salmista: “Tu ley la verdad”; “todos tus mandamientos son justicia”. Salmos 119:142, 172. Y el apóstol Pablo declara: “La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno”. Semejante ley, expresión del pensamiento y de la voluntad de Dios, debe ser tan duradera como su Autor. 

Es obra de la conversión y de la santificación reconciliar a los hombres con Dios, poniéndolos de acuerdo con los principios de su ley. Al principio el hombre fue creado a la imagen de Dios. Estaba en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los principios de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado lo separó de su Hacedor. Ya no reflejaba más la imagen divina... Mas “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”, para que el hombre fuese reconciliado con Dios. Por los méritos de Cristo puede restablecerse la armonía entre el hombre y su Creador..

El valor del estudio de la Biblia

“Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra”. 2 Timoteo 3:16, 17. La Palabra de Dios es como un tesoro que contiene todo lo esencial para perfeccionar al hombre de Dios. Nosotros no apreciamos la Biblia como debiéramos. No estimamos debidamente las riquezas que encierra, ni nos damos cuenta de la gran necesidad que tenemos de escudriñar las Escrituras por nosotros mismos. Los hombres descuidan el estudio de la Palabra de Dios por ir tras intereses mundanales o entregarse a los placeres del momento. Se hace de algún asunto insignificante una excusa que justifique la ignorancia acerca de las Escrituras dadas por inspiración de Dios. Pero sería mejor desechar cualquier cosa de carácter terrenal en vez de este estudio importante en todo sentido, que ha de hacernos sabios para vida eterna. 

AL REGRESO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO .

Aparece en el cielo una mano de Dios Padre que sostiene dos tablas de piedra del Sinaí escritas con su dedo  puestas una sobre otra. El profeta dice: “Denunciarán los cielos su justicia; porque Dios es el juez”. Salmos 50:6. Esta ley santa del Sinaí , justicia de Dios, que entre truenos y llamas fue proclamada desde el Sinaí como guía de la vida, se revela ahora a los hombres como norma del juicio. La mano de Dios padre abre las tablas en las cuales se ven los preceptos del Decálogo inscriptos como con letras de fuego Éxodo 20:1,17 . Las palabras son tan distintas que todos pueden leerlas. La memoria se despierta, las tinieblas de la superstición y de la herejía desaparecen de todos los espíritus, y las diez palabras de Dios, breves, inteligibles y llenas de autoridad, se presentan a la vista de todos los habitantes de la tierra. 



Respuesta  Mensaje 8 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 21:36

El mayor peligro para el hogar y la vida de cada ser Humano es rechazar la ley del Sinaí y su santa Biblia .Éxodo 20:1,17 sábado séptimo día sello de Dios Cristo.

Desde el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás ha consistido en destruir la ley de Dios. Para realizarlo se rebeló contra el Creador y, aunque expulsado del cielo, continuó la misma lucha en la tierra. Engañar a los hombres para inducirlos luego a transgredir la ley de Dios, tal fué el objeto que persiguió sin cejar. Sea esto conseguido haciendo a un lado toda la ley o descuidando uno de sus preceptos, el resultado será finalmente el mismo. El que peca “en un solo punto” manifiesta menosprecio por toda la ley; su influencia y su ejemplo están del lado de la transgresión; y viene a ser “culpado de todos” los puntos de la ley. Santiago 2:10. 

En su afán por desacreditar los preceptos divinos, Satanás pervirtió las doctrinas de la Biblia, de suerte que se incorporaron errores en la fe de millares de personas que profesan creer en las Santas Escrituras. El último gran conflicto entre la verdad y el error no es más que la última batalla de la controversia que se viene desarrollando desde hace tanto tiempo con respecto a la ley de Dios. En esta batalla estamos entrando ahora; es la que se libra entre las leyes de los hombres y los preceptos de Jehová, entre la religión de la Biblia y la religión de las fábulas y de la tradición catecismo 

Los elementos que se coligarán en esta lucha contra la verdad y la justicia, están ya obrando activamente. La Palabra santa de Dios que nos ha sido transmitida a costa de tanto padecimiento, de tanta sangre de los mártires, no es apreciada debidamente. La Biblia está al alcance de todos, pero pocos son los que la aceptan verdaderamente por guía de la vida. La incredulidad predomina de modo alarmante, no sólo en el mundo sino también en la iglesia. Muchos han llegado al punto de negar doctrinas que son el fundamento mismo de la fe cristiana. Los grandes hechos de la creación como los presentan los escritores inspirados, la caída del hombre, la expiación y el carácter perpetuo de la ley de Dios del Sinaí  son en realidad rechazados entera o parcialmente por gran número de los que profesan ser cristianos. Miles de personas que se envanecen de su sabiduría y de su espíritu independiente, consideran como una debilidad el tener fe implícita en la Biblia; piensan que es prueba de talento superior y científico argumentar con las Sagradas Escrituras y espiritualizar y eliminar sus más importantes verdades. Muchos ministros enseñan a sus congregaciones y muchos profesores y doctores dicen a sus estudiantes que la ley de Dios ha sido cambiada o abrogada, y a los que tienen los requerimientos de ella por válidos y dignos de ser obedecidos literalmente, se los considera como merecedores tan sólo de burla o desprecio. CI 64.3

Al rechazar la verdad, los hombres rechazan al Autor de ella. Al pisotear la ley de Dios del Sinaí , se niega la autoridad del Legislador. Es tan fácil hacer un ídolo de las falsas doctrinas y teorías como tallar un ídolo de madera o piedra. Al representar falsamente los atributos de Dios, Satanás induce a los hombres a que se formen un falso concepto con respecto a él. Muchos han entronizado un ídolo filosófico en lugar de Jehová, mientras que el Dios viviente, tal cual está revelado en su Palabra, en Cristo y en las obras de la creación, no es adorado más que por un número relativamente pequeño. Miles y miles deifican la naturaleza al paso que niegan al Dios de ella. Aunque en forma diferente, la idolatría existe en el mundo cristiano de hoy tan ciertamente como existió entre el antiguo Israel en tiempos de Elías. El Dios de muchos así llamados sabios, o filósofos, poetas, políticos, periodistas—el Dios de los círculos selectos y a la moda, de muchos colegios y universidades y hasta de muchos centros de teología—no es mucho mejor que Baal, el dios-sol de los fenicios.


Respuesta  Mensaje 9 de 9 en el tema 
De: Damarit Espinoza Enviado: 21/02/2022 23:17

El Padre Nuestro

Este capítulo está basado en Mateo 6:9-13 y en Lucas 11:14. Si decimos que no pecamos, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros; pero si confesamos nuestros pecados, Dios nos perdonará. Él es fiel y justo para limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que nunca hemos pecado es como decir que Dios es un mentirosob]" style="line-height: normal; position: relative; vertical-align: text-top; top: auto;">[b] y eso indica que no hemos aceptado realmente su enseñanza.1Juan 1:5,10.

Nuestro Salvador dio dos veces el Padrenuestro: la primera vez, a la multitud, en el Sermón del Monte; y la segunda, algunos meses más tarde, a los discípulos solos. Estos habían estado alejados por corto tiempo de su Señor y, al volver, lo encontraron absorto en comunión con Dios. Como si no percibiese la presencia de ellos, él continuó orando en voz alta. Su rostro irradiaba un resplandor celestial. Parecía estar en la misma presencia del Invisible; había un poder viviente en sus palabras, como si hablara con Dios.

Los corazones de los atentos discípulos quedaron profundamente conmovidos. Habían notado cuán a menudo dedicaba él largas horas a la soledad, en comunión con su Padre. Pasaba los días socorriendo a las multitudes que se aglomeraban en derredor suyo y revelando los arteros sofismas de los rabinos. Esta labor incesante lo dejaba a menudo tan exhausto que su madre y sus hermanos, y aun sus discípulos, temían que perdiera la vida. Pero cuando regresaba de las horas de oración con que clausuraba el día de labor, notaban la expresión de paz en su rostro, la sensación de refrigerio que parecía irradiar de su presencia. Salía mañana tras mañana, después de las horas pasadas con Dios, a llevar la luz de los cielos a los hombres. Al fin habían comprendido los discípulos que había una relación íntima entre sus horas de oración y el poder de sus palabras 

y hechos. Ahora, mientras escuchaban sus súplicas, sus corazones se llenaron de reverencia y humildad. Cuando Jesús cesó de orar, exclamaron con una profunda convicción de su inmensa necesidad personal: “Señor, enséñanos a orar”. 

Jesús no les dio una forma nueva de oración. Repitió la que les había enseñado antes, como queriendo decir: Necesitáis comprender lo que ya os di; tiene una profundidad de significado que no habéis apreciado aún. 

El Salvador no nos limita, sin embargo, al uso de estas palabras exactas. Como ligado a la humanidad, presenta su propio ideal de la oración en palabras tan sencillas que aun un niñito puede adoptarlas pero, al mismo tiempo, tan amplias que ni las mentes más privilegiadas podrán comprender alguna vez su significado completo. Nos enseña a allegarnos a Dios con nuestro tributo de agradecimiento, expresarle nuestras necesidades, confesar nuestros pecados y pedir su misericordia conforme a su promesa. 

1 Juan 1-> Ver. 9

[V.9-> Confesamos. Gr. homologéō, “decir la misma cosa”, “reconocer”, “confesar” (ver com. Rom 10:9); de homós, “igual”, y légō, “decir”. Pecados. Gr. hamartía (ver com. 1Jn 3:4). Las palabras de Juan muestran que se daba cuenta de que los cristianos sinceros a veces caen en el pecado (cf. com. 1Jn 2:1) Tambien es claro que está hablando de actos específicos de pecado, y no de pecado como un principio maligno presente en la vida. Por lo tanto, la confesión debe ser mas especifica que la simple admisión de que se ha pecado. El reconocimiento de la naturaleza precisa de un pecado y la comprensión de los factores que han llevado a cometerlo, son esenciales para la confesión y para adquirir la fuerza necesaria a fin de resistir una tentación similar cuando reaparezca (5T 639). No estar dispuestos a ser específicos podría revelar la ausencia del verdadero arrepentimiento y la falta de un deseo real de todo lo que implica el perdón (CC 40). En cuanto a la estrecha relación que existe entre la confesión y el arrepentimiento, ver com. Eze 18:30; 5T 640. El contexto da a entender que el autor espera que la confesión sea hecha a Dios, pues sólo él “es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”; por lo tanto, no se necesita un intercesor humano, ningún sacerdote, para que nos absuelva de pecado. Acudimos a Dios no únicamente porque sólo él puede “limpiarnos” sino porque hemos pecado contra él. Esta verdad se implica a todo pecado. Si el pecado es también contra alguna persona, entonces la confesión debe hacerse a esa persona y también a Dios (5T 645-646; DTG 751). Los alcances de la confesión deben medirse por los alcances del daño causado por nuestro mal proceder (cf. com. Pro 28:13). El es fiel. El único elemento de incertidumbre en el proceso de la confesión y del perdón está en el pecador. Si el hombre confiesa de verdad, es seguro el perdón del Señor. La fidelidad es una de las más destacadas cualidades del Señor (1Co 1:9; 1Co 10:13; 1Ts 5:24; 2Ti 2:13; Heb 10:23). Juan realza aquí la fidelidad de Dios para otorgar el perdón (cf. com. Exo 34:6-7; Miq 7:19). ¡Con cuánta frecuencia se renuncia a la paz por dudar de la fidelidad de Dios! Satanás hace todo lo que puede para quebrantar nuestra fe en el solícito interés que el Señor tiene en nosotros como individuos (DMJ 95). Se siente satisfecho de que creamos que Dios cuida de muchos o de la mayoría de sus hijos siempre y cuando pueda inducirnos a dudar de que él cuida en forma personal de nosotros. Siempre necesitamos recordar el poder divino que impedirá que caigamos (Jud 1:24); y si caemos por no recurrir a ese poder, 651 debemos acudir, arrepentidos, ante el trono de la misericordia y de la gracia en busca de perdón (cf. Heb 4:16; Jn 2:1). Justo. Gr. díkaios, “justo” o “recto” (ver com. Mat 1:19). Dios es un juez justo, y su justicia es más evidente si se contrasta con “toda” nuestra “maldad [adikía]. Felizmente para nosotros su justicia está atemperada con misericordia. Perdonar. Gr. afi’mi, verbo usado en el NT con diversos significados: “enviar”, “despedir”, “irse”, “Perdonar”; sin embargo, cuando se usa en relación con “pecado”, uniformemente se traduce como “perdonar” (ver com. Mat 6:12; Mat 26:28). La fidelidad y la justicia de Dios se manifiestan más completamente dentro del ámbito del perdón. En cuanto al perdón, ver com. 2Cr 7:14; Sal 32:1; Hch 3:19. Nuestros pecados. Es decir, los pecados específicos que hemos confesado. El Señor está listo a perdonar al pecador arrepentido, pero perdonar no significa de ninguna manera tolerar. Los pecados confesados son quitados por el Cordero de Dios (Jn 1:29). El bondadoso amor de Dios acepta al pecador arrepentido, le quita el pecado que confiesa y aparece delante del Señor cubierto con la perfecta vida de Cristo (Col 3:3; Col 3:9-10; PVGM 252-254). El pecado ha desaparecido, la condición del pecador es la de un hombre nuevo en Cristo Jesús. Y limpiarnos. La frase “limpiarnos de toda maldad” puede entenderse como relacionada con “perdonar nuestros pecados”, o como que presenta un proceso distinto del perdón, y que viene después de él. Ambas ideas son correctas cuando se aplican al diario vivir del cristiano. Todo pecado mancha, y cuando el pecador es perdonado queda limpio de los pecados que le han sido perdonados. Cuando David confesó su gran pecado, oró: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (Sal 51:10). El propósito del Señor es limpiar al pecador arrepentido de toda maldad. El pide perfección moral de sus hijos (ver com. Mat 5:48), y ha provisto lo necesario para que cada pecado pueda ser resistido con éxito, y vencido (ver com. Rom 8:1-4). Mientras vivamos habrá nuevas victorias que ganar y nuevas alturas que escalar. Esta limpieza cotidiana del pecado y el crecimiento en la gracia, se llama santificación (ver com. Rom 6:19). El primer paso redentor que Dios obra en favor del pecador, cuando éste acepta a Cristo y se aparta de su pecado, se llama justificación (ver com. Rom 5:1). Es posible ver esos dos procesos en las palabras de Juan, pero no se puede saber si el apóstol pensaba en la distinción entre esos pasos en la salvación. Es más probable que estuviera pensando en la limpieza que acompaña al perdón, aunque sus palabras pueden tener una aplicación más amplia. De toda maldad. Esta declaración abarcante aclara cuán completamente está Dios dispuesto a eliminar la maldad de los que han confesado sus pecados y han sido perdonados; pero el pecador debe cooperar con Dios abandonando el pecado. Si se sigue el plan bíblico, la limpieza será completa. Es necesario vigilar cuidadosamente en oración para impedir que renazcan los antiguos hábitos de pensamiento y conducta (Rom 6:11-13; 1Co 9:27). La acción de la voluntad es decisiva, pero la voluntad es débil y vacilante hasta que Cristo la limpie y fortalezca. El corazón engañoso con frecuencia tiene un anhelo oculto propenso a sus antiguos hábitos de vida, y presenta muchas excusas para justificar una continua complacencia de esos hábitos. Para no caer en el pecado es imprescindible estar continuamente alerta frente al peligro, y también se necesita una renovación diaria de los buenos propósitos (CC 52), pues el ciclo no puede hacer nada por la persona a menos que acepte la gracia y el poder de Cristo para erradicar cada deseo pecaminoso y cada mala tendencia de su vida. Ver com. Jn 3:6-10; Jud 1:24. ]



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