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General: VENEZIA CHIESA DEI GESUITI (IGLESIA DE JESUITAS)
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La iglesia de Santa Maria Assunta, conocida como I Gesuiti, es un edificio religioso en Venecia, en el norte de Italia. Se encuentra en el sestiere de Cannaregio, en el Campo dei Gesuiti, no lejos de las Fondamenta Nuove.
El Campo y la Iglesia, de Canaletto
Según algunas fuentes 1 la construcción de la primitiva iglesia que hubo en el sitio fue financiada por un tal Pietro o, según el dux Andrea Dandolo, por Cleto Gussoni en 1148 y estaba rodeada de terrenos, masas de agua y humedales. En 1154, Cleto la convirtió en un hospital para pobres enfermos, tanto hombres como mujeres. Otro Gussoni, de nombre Buonavere, pariente y heredero de Cleto, acabó proporcionando viñedos y algunas de sus otras fincas en los distritos de Chioggia y Pellestrina. En el monasterio de I Gesuiti hizo sus votos un miembro de la misma familia, Marco Gussoni, curado milagrosamente por el entonces Beato, más tarde san Luis Gonzaga. Se dice que en 1601 Marco, afectado por una grave enfermedad, se curó al instante por la invocación del santo. Sin embargo, el 1 de agosto de 1631 contrajo la peste y murió en Ferrara mientras trabajaba para ayudar a las víctimas de la peste; se le conoció como «uomo di somma pietà» (hombre de suprema misericordia). En Ca' Rezzonico se expone un retrato suyo titulado Marco Gussoni che benedice gli appestati nel Lazzaretto di Ferrara (1664) [Marco Gussoni bendiciendo a los apestados en el Lazzareto de Ferrara].
San Ignacio de Loyola visitó por primera vez la ciudad de Venecia en 1523 para emprender una peregrinación a Jerusalén. Regresó a I Gesuiti en 1535 con un grupo de amigos, que ya se autodenominaban Compañía de Jesús (cuyos miembros se denominaban gesuiti, jesuitas en italiano), y aquí se ordenaron como sacerdotes. El grupo tardó sólo dos años en establecerse plenamente en la laguna de Venecia y en atraer a un gran número de seguidores. En 1537 partieron hacia Roma.
En 1606, debido a las disputas entre el papa Pablo V y Venecia, la ciudad fue puesta bajo interdicción,Nota 1 y como consecuencia, los jesuitas fueron exiliados hasta 1657. Durante esos años, Venecia se vio envuelta en una consumidora guerra con el Imperio otomano y el papa Alejandro VIII decidió proporcionar los servicios de los Betlemitani, una orden creada para ayudar a los Caballeros de la Cruz que estaban bajo el control del papa.
Venecia vendió entonces toda la finca a los jesuitas, incluyendo una iglesia, un hospital y un convento, por cincuenta mil ducados. Sin embargo, la iglesia de Betlemitani no era lo suficientemente grande para los jesuitas. Así que en 1715 la derribaron y construyeron su propio templo. La iglesia recibió el nombre de Santa Maria Assunta (María de la Asunción). Fue financiada por la familia Manin, una familia aristocrática friulana de 1651. La iglesia fue consagrada en 1728
Descripción[editar]
Vista del "Complejo del Gesuiti"
Los jesuitas en Venecia determinaron que Domenico Rossi, que había diseñado la iglesia de San Stae, era el arquitecto ideal para hacer el trabajo que necesitaban. No fue una tarea fácil para él, ya que tuvo que seguir planes estrictos, que habían sido definidos para los jesuitas por el Concilio de Trento .
La fachada tiene dos niveles: el inferior está formado por ocho columnas, sobre las que descansa el arquitrabe rugoso y agrietado del segundo nivel. Las columnas sostienen ocho estatuas que, junto con otras cuatro en varios nichos, representan a los "doce apóstoles". Otras cuatro estatuas situadas a los lados de la entrada principal representan a Santiago el Mayor, san Pedro, san Pablo y san Mateo Evangelista. Entre los escultores están Filippo Catasio2 y Giuseppe Ziminiani. 3 Alrededor del tímpano hay estatuas de Giuseppe Torretti, que forman su obra L'Assunzione della Vergine Maria (La Asunción de la Virgen María). En los últimos tiempos se han perdido algunas obras de Francesco Bonazza. Un estandarte de mármol verde y blanco, colocado delante de la ventana central.
La disposición de la iglesia es la típica de las iglesias jesuitas, con planta de cruz latina con tres capillas en el ala más larga. El crucero y el presbiterio están junto a otras dos capillas. Las seis capillas de los lados de la nave están separadas por pequeñas salas que probablemente se utilizaban para confesarse. Entre la segunda y la tercera capilla se encuentra el notable púlpito creado por Francesco Bonazza y a lo largo de todo el pasillo hay "corretti", rejas por las que los visitantes del convento podían mirar. La nave de la iglesia palidece en comparación con el altar, dedicado a la Santísima Trinidad, debido a la presencia de cuatro pilares que sostienen la bóveda de crucería. Estos pilares fueron decorados con mármol verde y blanco entre 1725 y 1731. El campanario es casi en su totalidad el original que se levantó para la iglesia de los Betlemitani, el único añadido es la torre del siglo XVIII.
El techo está adornado con frescos. En el presbiterio, Los ángeles músicos en la gloria (1720), y en el techo abovedado El triunfo del nombre de Jesús (1732), fueron pintados por Ludovico Dorigny. En el techo de la nave, Abraham y tres ángeles y la Visión de San Juan Evangelista fueron pintados por Francesco Fontebasso en 1734. El coro está decorado con estatuas de querubines, angelitos, ángeles y arcángeles de Giuseppe Torretti. Alrededor del altar, diseñado por el padre jesuita Giuseppe Pozzo, diez columnas sostienen una cúpula verde y blanca. En una capilla de la iglesia se encuentra el monumento al Dux Cicogna, obra de Campagna.
Contra-fachada[editar]
El monumento funerario de la familia Da Lezze es obra de Jacopo Sansovino (mediados del siglo XVI). Este monumento ya existía en la antigua iglesia de Crosechieri y fue reconstruido por los jesuitas en el lugar de origen. Es el resultado de dos órdenes, de respectivamente 4 y 8 columnas, sobre los bustos de los sarcófagos de: Priam De Lezze (centro, busto de Alessandro Vittoria), Andrea De Lezze (a la izquierda, Giulio del Moro) y Giovanni Da Lezze (a la derecha, también de Giulio del Moro). Es cronológicamente el primer ejemplo de monumento erigido para celebrar a una familia patricia en Venecia.
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Monumento de la familia Da Lezze a Jacopo Sanvovino
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Monumento a Giovanni Da Lezze
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Epitafio de Giovanni Da Lezze
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Monumento a Priamo Da Lezze
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Monumento a Andrea Da Lezze
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Costos de armas de Da Lezze
Lado izquierdo de la nave[editar]
- Capilla de San Lorenzo (1.ª capilla). La capilla es conocida por la tabla del retablo: El martirio de San Lorenzo, obra maestra de Tiziano (1588). La pintura pertenecía inicialmente a la antigua iglesia de Crosechieri. El altar fue utilizado por la schola dei passamaneri .
- Capilla de Nuestra Señora (2.ª capilla). Se encuentra en las antiguas murallas del mismo sitio: la "capilla de la Virgen" de la antigua iglesia de Crosechieri. Sobre el altar la estatua de la Virgen y el Niño (antes de 1604), único vestigio de la capilla anterior, es el escultor Andrea dall'Acquila.
- Púlpito. Entre la segunda y la tercera capilla se encuentra la hermosa silla de Francesco Bonazza.
- Capilla del Sagrado Corazón (3.ª capilla). La capilla perteneció a la schola de devozion de la Imacolata Concezio, como muestra la inscripción colocada en la base de las columnas. El asiento de la 'schola' siempre es visible en el campo frente a la iglesia. El cuadro del retablo: "Sagrado Corazón de Jesús" es una copia de Alessandro Revera (segunda mitad del siglo XIX) del original de Pompeo Batoni.
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El martirio de San Lorenzo - Tiziano
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Capilla de Nuestra Señora
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Virgen y niño de Andrea Dell'Aquila
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La Capilla del Sagrado Corazón
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El martirio de san Lorenzo (Tiziano)
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El martirio de San Lorenzo es una composición del pintor Tiziano de la cual existen dos versiones al óleo sobre lienzo: una de 1558, conservada actualmente en la Iglesia de los Jesuitas de Venecia, y otra realizada una década después, que cuelga en el monasterio de El Escorial. De acuerdo a la iconografía habitual, la escena muestra al santo siendo quemado en la parrilla, en una escena dramática. Un verdugo le pincha con un bidente, mientras otro acarrea más leña para el fuego. El claroscuro plasma con acierto la ambientación nocturna, de la penumbra sólo rota por la luz de las llamas y antorchas.
Segunda versión[editar]
La rápida fama que la versión de los Jesuitas alcanzó llevó a Felipe II de España a encargar al artista una segunda versión para el altar mayor de la basílica de El Escorial. Dicha obra, con algunas variantes, la pintó Tiziano unos diez años después y la envió al monasterio en 1567, pero por sus tonalidades oscuras no lucía bien colgada a la altura prevista, y fue colocada en la llamada iglesia vieja o de prestado, donde continúa.
Segunda versión, conservada en El Escorial.
Grabado de Cornelis Cort que reproduce la composición, fusionando detalles diferentes de las pinturas conservadas en Venecia y El Escorial.
Copia en grabado[editar]
El grabador Cornelis Cort realizó en 1571 una imagen grabada a buril de este diseño, que fusionaba detalles particulares de los cuadros de Venecia y El Escorial. Se cree que para ello siguió un dibujo o modello reducido que Tiziano conservaba en su taller. Como era habitual en los grabados reproductivos, el grabado impreso muestra la imagen invertida. Hay que precisar que -de manera atípica- Cort grabó dos matrices de la misma imagen, casi idénticas, que se diferencian por una variación en la dedicatoria a Felipe II en latín que figura inscrita a la derecha, en el pedestal de la estatua: en un grabado se lee «invictis» y en el otro «invictiss» con dos S. Estos dos grabados constan en el catálogo de Hollstein con los números 126 y 127, respectivamente. Existen además dos copias: una donde la escena se amplía ligeramente a los lados, grabada por Jan o Raphael Sadeler, y otra anónima que invierte la imagen.
En una carta de la época se alude a que Tiziano remitió dos impresiones del grabado de Cort a Felipe II, y una de ellas ha de ser la conservada en los aposentos del monarca en el Monasterio de El Escorial, que está estampada sobre tela de tafetán. Otros numerosos ejemplares del grabado se hallan desperdigados entre los principales museos y bibliotecas de Europa y América.
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Puede que Venecia tenga la mayor concentración de arte por metro cuadrado del mundo. Son tantos sus edificios notables que un buen número de ellos, que en otros lugares serían monumentos destacados, aquí pasan prácticamente desapercibidos. Un magnífico ejemplo es la impresionante iglesia de Santa María Asunta, construida entre 1715 y 1729 bajo la dirección de Domenico Rossi y conocida popularmente como I Gesuiti.
Capilla de San Ignacio.
Ignacio de Loyola visitó Venecia por primera vez en 1523, camino de Tierra Santa. Regresó en 1535, esta vez acompañado por un grupo de amigos, que ya se hacía llamar Compañía de Jesús. Lo que pocos saben es que fue durante esta segunda visita cuando recibió el orden sacerdotal. Precisamente en Venecia, una ciudad que nunca tuvo buena relación con la Compañía. La Serenissima siempre receló de los jesuitas, a quienes con razón consideraba un instrumento de Roma, ciudad que también tenía un largo historial de desencuentros con la república. Para el Papado, la existencia de un estado fuerte y próspero en el Véneto había impedido la expansión de los Estados Pontificios al norte del río Po. Además, nunca vio con buenos ojos la existencia de una sociedad a la cual consideraba excesivamente libertina e influenciada por Oriente. El resultado fue una asombrosa sucesión de entredichos, en 1202, 1284, 1308, 1483, 1509 y 1606. El enfrentamiento tuvo su punto culminante en 1309, cuando Clemente V decretó una Cruzada contra los venecianos, autorizando a quien capturase un ciudadano de la república a esclavizarlo y tratarlo como un infiel.
Frescos de Francesco Fontebasso.
El último entredicho, decretado en 1606 por Pablo V, tuvo sus raíces en la promulgación en Venecia de dos leyes, prohibiendo la enajenación de bienes raíces a favor del clero y exigiendo la aprobación del poder civil para construir nuevas iglesias. Aunque nominalmente, fue la imputación del abad de San Eustaquio por el Consejo de los Diez, uno de los más altos órganos jurisdiccionales de la república, el desencadenante del conflicto. Venecia respondió a Roma con la expulsión de jesuitas, teatinos y capuchinos. El enfrentamiento estuvo a punto de provocar una guerra europea, con España apoyando al Papado y Francia a Venecia. Finalmente, se logró evitar un conflicto armado y, en 1607, se levantó el entredicho. Tanto teatinos como capuchinos regresaron a Venecia. No así la Compañía de Jesús, que tuvo que esperar otros cincuenta años antes de poder instalarse de nuevo en la ciudad.
Arcángel Sealtiel, de Giuseppe Torretti.
Para entonces, la Serenissima había dejado sus mejores años muy atrás. Enfrentada al Imperio Otomano en una guerra tan larga como costosa, andaba escasa de recursos. En lo que quizá fue una jugada perfectamente orquestada, el papa Alejandro VII donó a la república los bienes de los crucíferos, una antigua orden hospitalaria. Necesitada de fondos, Venecia vendió el complejo, formado por una iglesia, un convento y un hospital, a la Compañía de Jesús por 50.000 ducados. Pronto, la iglesia se quedó pequeña para las ambiciones de la Compañía, que ordenó su derribo en 1715. Trece años más tarde, en 1728, consagraban el imponente templo que ha llegado a nuestros días. Los jesuitas pasarían por su peor momento en 1773, cuando la orden fue disuelta por Clemente XIV. Tras su restauración en 1814, una vez más tendrían que esperar, esta vez treinta años, antes de regresar a Venecia y a su iglesia de Santa María Asunta. Aunque, para entonces, la República de Venecia no era más que un lejano recuerdo.
Fachada principal.
Los jesuitas se esforzaron en edificar un templo que reflejase su fuerza frente a la menguante república, de nuevo en problemas, ocasionados por otra guerra con los otomanos. La fachada, inequívocamente barroca, está concebida para ser contemplada tanto de cerca como lateralmente, ya que el Campo dei Gesuiti es una plaza estrecha y alargada. Sobre la puerta principal, el sello de la Compañía no deja duda alguna sobre su propietario. Las grandes hojas, de bronce cincelado y repujado, son de las pocas originales del XVIII que quedan en la ciudad. Cuatro estatuas en los nichos laterales representan a Santiago el Mayor, San Pedro, San Pablo y San Mateo. Junto con las ocho de la cornisa, completan el conjunto de los doce apóstoles. Corona la fachada una representación de la Asunción de María.
Altar Mayor.
Pero nada prepara al visitante para lo que va a encontrar al traspasar las puertas. El interior es un magnífico ejemplo de horror vacui. Apenas queda algún espacio sin decorar. Desde el suelo hasta el techo, los distintos motivos ornamentales parecen rivalizar entre sí por ocupar cada milímetro de superficie. Si, al igual que otras iglesias de los jesuitas en Roma o Palermo, su objetivo era demostrar el poder y la opulencia de la orden, indudablemente lo consigue. La mirada se dirige inevitablemente al suntuoso altar mayor, diseñado por Giuseppe Pozzo, un miembro de la Compañía. Dedicado a la Santísima Trinidad, sus columnas salomónicas, de mármol verde, rivalizan con los adornos de lapislázuli. El grupo escultórico es obra de Giuseppe Torretto, con Cristo y Dios Padre sentados en un globo terráqueo, acompañados del Espíritu Santo, que los contempla desde la cúpula del dosel.
Púlpito
Según se avanza por la nave, una sorpresa aguarda al visitante, captando su atención. El púlpito, que desde la entrada parecía estar esculpido en mármol y parcialmente cubierto por una gruesa cortina, revela su secreto según nos acercamos. Lo que parecía una tela, es en realidad mármol. Todo el conjunto, obra de Francesco Bonazza, está exquisitamente tallado en una pieza.
Detalle del interior.
A partir de ese momento, la visita se convierte en un acertijo, intentando diferenciar lo cierto de lo simulado. No siempre es posible. Al igual que, desde lejos, el púlpito aparentaba ser lo que no era, es difícil distinguir los bajorrelieves de los trampantojos, o el mármol polícromo de la pintura. Sobre todo en la parte superior del templo, a la que, por razones obvias, es imposible acercarse. En cualquier caso, la saturación visual es tal que acaba ofuscando mente y sentidos, haciendo complicado discernir la realidad.
Martirio de San Lorenzo, de Tiziano.
Tanta carga ornamental hace pasar casi desapercibidas algunas de las obras maestras que atesora el templo, como el Martirio de San Lorenzo, de Tiziano, o la Asunción, de Tintoretto. En su interior, también podemos encontrar obras de artistas menores, como varias esculturas de Giuseppe Torretto, o los frescos de Francesco Fontebasso, por citar algunos nombres.
Campo dei Gesuiti.
A pesar de su proximidad al embarcadero de Fondamenta Nuove, Santa María Asunta suele ser un lugar tranquilo. Incluso en temporada alta, es posible disfrutar de su interior casi en solitario. Ubicada en el Campo dei Gesuiti, en pleno barrio de Cannaregio, tanto la iglesia como su entorno son un magnífico lugar en el que descansar de las aglomeraciones de Venecia, mientras se visita un edificio con un pasado y una arquitectura de indudable interés.
https://www.depuertoenpuerto.com/wordpress/santa-maria-asunta-los-jesuitas-en-venecia/ |
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The Archangels in the Jesuit church in Venice
Unknown places & works
The Archangels in the Jesuit church in Venice
In the heart of Cannaregio in Venice, there is a beautiful 18th century church, built by the Jesuits in 1729 and dedicated to the Assumption. Inside there are many works of art (including a fantastic painting by Tiziano Vecellio), but it is also one of the few churches in the world where the six archangels are represented.
Usually the archangels are Gabriele, Michele and Raffaele, but here there are the statues another three. On either side of the high altar there are Uriel (the guardian of the gates of Heaven) and Barachiele (the archangel of divine goodness) to the four corners of the transept there are four other statues (like the previous work of Giuseppe Torretto): Michele (Prince of the heavenly hosts), Raffaele (the heavenly messenger), Gabriele (the patron of travellers) and Sealtiele (the archangel of temperance).
The other 4 archangels (missing here is Jehudiele, the praise of God) are not explicitly mentioned in the Bible but are found in the Apocalypse and in the book of Tobia. The Jesuits, the great scholars of the Holy Scriptures who were in close contact with the rabbis of the nearby Ghetto, wanted to put all the Archangels to guard and protect their Church.
Today "the other Archangels" are analysed by all those involved in the study of the Kabbalah and esoteric sciences.
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