A propósito de la nueva fiesta “religiosa” instaurada en Chile por el gobierno Bachelet, hemos querido reproducir algunos textos del historiador francés protestante Franz Funck-Brentano, miembro del Instituto de Francia, de su libro “Luther“. También haremos referencia al libro “A Igreja, a Reforma e a Civilização“, del jesuita Leonel Franca.
Estos textos fueron publicados en un artículo del diario Folha de Sao Paulo, titulado “Lutero, no, no y no“, escrito por el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira.
Comencemos citando textos escogidos de la obra “Luther” (Grasset, Paris, 1934, 7ª ed. 352 pp.). Y vamos directamente a ésta blasfemia sin nombre: ‘Cristo -dice Lutero- cometió adulterio con la primera vez con la mujer de la fuente, de la que nos habla Juan. ¿No se murmuraba en torno de Él: “¿qué hizo, entonces, con ella? Después con la Magdalena, enseguida con la mujer adúltera, que el absolvió de modo tan ligero. Así Cristo, tan piadoso, también tuvo que fornicar antes de morir“. (“Propos de table“, no. 1472, ed. de Weimar 2. 107 – cfr op. cit. p. 235).
Leído esto, lo nos sorprende que Lutero piense -como señala Funck-Brentano- que “ciertamente Dios es grande y poderoso, bueno y misericordioso (…) pero es estúpido -“Deus est stultissimus”(“Propos de table”, no. 963, ed. de Weimar, I, 487). Es un tirano. Moisés actuaba movido por su voluntad, como su lugarteniente, como verdugo que nadie superó, ni igualó para asustar, aterrorizar y martirizar al pobre mundo“. (op. cit. p. 230).
Esto está en estricta coherencia con esta otra blasfemia, en la que acusa a Dios de ser el verdadero responsable por la tradición de Judas y por la rebelión de Adán: “Lutero -comenta Funk-Brentano- llega a declarar que Judas, al traicionar a Cristo, actuó bajo imperiosa decisión del Todo-poderoso. Su voluntad (la de Judas) era dirigida por Dios: Dios lo movía con su omnipotencia. El propio Adán, en el paraíso terrestre, fue obligado a actuar como actuó. Había sido colocado por Dios en una tal situación que le era imposible no caer“.(op. cit. p. 246).
Coherente aún con esta abominable secuencia, un panfleto de Lutero titulado “Contra el pontificado romano fundado por el diablo“, de marzo de 1545, llama al Papa no de “Santísimo“, según la costumbre, sino de “infernalísimo“, agregando que el Papado se mostró siempre sediento de sangre. (cfr. op. cit. 337-338).
No es de extrañar que, movido por tales ideas, Lutero escribiese a Melanchton, a propósito de las sangrientas persecuciones de Henrique VIII contra los católicos en Inglaterra: “Es lícito encolerizarse cuando se sabe qué especie de traidores, de ladrones y de asesinos, son los Papas, sus cardenales y legados. Quiera Dios que varios reyes de Inglaterra se empeñen en acabar con ellos“. (op. cit. p. 254).
Por eso, también exclamó: “Basta de palabras: ¡el hierro!, ¡el fuego!”. Y agrega: “Castigamos a los ladrones con la espada, ¿por qué no habremos de agarrar al Papa, cardenales y a toda la pandilla de la Sodoma romana y lavarse las manos en su sangre?“. (op. cit., p. 104).
Ese odio de Lutero lo acompañó hasta el fin de su vida afirma. Afirma Funk-Brentano: “Su último sermón público en Wittenberg fue en 1546; el último grito de maldición contra el Papa, ese edificio de la Misa, el culto a la Virgen“. (op. cit., p. 340).
No es de extrañar que los grandes perseguidores de la Iglesia hayan festejado su memoria. Así, “Hitler hizo proclamar como fiesta nacional en Alemania la fecha conmemorativa del 31 de octubre de 1517, cuando el fraile agustino revelado fijó en las puertas de la iglesia del castillo de Wittenberg la famosas 95 proposiciones contra la supremacía y las doctrinas pontificias“. (op. cit., p. 272).
Y, a pesar de todo el ateísmo oficial del régimen comunista, el Dr. Erich Honnecker, presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Defensa, el primer hombre de la República Democrática Alemana, aceptó la dirección del comité que, en plena Alemania roja, organizó las ostentosas conmemoraciones de Lutero en ese año. (cfr. “German Comments“, de Osnabruck, Alemanha Ocidental, abril de 1983).
Que un fraile apóstata haya despertado tales sentimientos en un líder nazi, y más recientemente en un líder comunista, es lo más natural.
Pero que parlamentarios católicos chilenos hayan votado por unanimidad la celebración de este acontecimiento -comentamos nosotros- transformándolo en fiesta nacional, deja muy pensativo…