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General: La Estrella Flamígera
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De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 24/05/2024 00:47

La Estrella Flamígera

 

 El tema de la estrella flamígera, por cuanto en ella estriba está ahí toda la virtud mágica de la masonería, en tanto que el secreto de la increíble fuerza que se guarda está en la inteligencia que la dirige. Siendo la estrella flamígera una síntesis completa y perfecta, manifestada por un solo símbolo, sirve para resumir la fuerza extraordinaria en un solo emblema mágico, en un solo objeto resumida la inteligencia de la misma masonería. Es algo así como el punto dónde se sostiene concentrada toda la energía, presente la estrella flamígera en toda Logia masónica, en la parte alta de entre las dos columnas, en su centro Gravita la misma letra “G”, letra que evidencia lo antes dicho en un solo símbolo resumiendo: Geómetra, God, Generación, Gnosis, Germinación, Etc. ahí el masón proyecta la voluntad con fuerza. La estrella de cinco puntas en por siempre lo emblemático de la magia, presente en cada ritual tanto de Magia Negra “Goetia” como de Magia Blanca “Teúrgia”. Pues no existe magia más poderosa que la Teúrgia para la Luz, y no existe magia más poderosa que la Goetia para las Tinieblas. Y en la masonería el masón debe ser “diestro” en ambas magias. El símbolo iniciático por excelencia es la estrella flamígera. Invocando a la fuerza de la Estrella por la pronunciación quíntuple de Alfa.- A- A –A- A- A- En la misma Liturgia dice: ¿Sois Compañero Masón? – He visto la Estrella Flamígera. – ¿Por qué os habéis hecho recibir Compañero? – Para conocer la letra G. – ¿Qué significa esa letra? – El G.•. A.•. D.•. U.•. o bien, el que ha sido elevado a lo más alto del Templo. Esa letra significa también la Geometría y puede recibir otras numerosas interpretaciones. La estrella representa la Estrella Sirio.- La letra G, símbolo principal de la Logia de Compañeros, no sólo posee una multiplicidad de significados, sino que, por característica propia de la Masonería, presenta incluso varios orígenes distintos. Entre sus numerosos significados destacan el del G.•.A.•.D.•.U.•., Principio Universal que ha trazado los planes del macrocosmos y el de la Geometría Sagrada, la ciencia que por excelencia predispone para la unificación del microcosmos y el macrocosmos, pero ante todo, y en virtud de que esta letra se encuentra en el centro de la Estrella Flamígera, su principal significado iniciático en la Logia de Compañeros es la representación del Principio Divino que reside en el corazón del hombre dos veces nacido, el Germen de Inmortalidad, latente en el centro del microcosmos humano. Que la letra G representa tanto al G.•.A.•.D.•.U.•. como al centro del microcosmos humano es, fácil de comprender puesto que el polo y el centro son en el fondo una sola y misma cosa, el punto único que permanece fijo e invariable en todas las revoluciones del devenir. El centro del estado humano, o lugar del Hombre Verdadero, puede ser representado como el Polo Terrestre, mientras que el centro del Universo total, o lugar del Hombre Trascendente, lo es como el Polo Celeste, siendo el Polo Terrestre el reflejo o proyección del Polo Celeste. Por eso, salvo en los casos donde ambos Polos son señalados expresamente por símbolos distintos, no ha lugar a diferenciarlos, teniendo así el mismo simbolismo aplicación en dos grados de universalidad diferentes, lo que revela además la identidad virtual del centro del estado humano con el centro del ser total, pues desde el punto de vista humano, el Hombre Verdadero no puede ser distinguido de la “huella” del Hombre Universal. Se encuentra en los antiguos rituales de la Masonería un claro ejemplo de esta separación expresa, donde la letra G representa al Polo Universal, pues estando figurada en el centro de la bóveda, cae suspendida de ella la Plomada del G.•.A.•.D.•.U.•. directamente sobre el centro de una suástica trazada sobre el piso, que, por analogía, representa al Polo Terrestre. En cambio, la letra G situada en el centro de la Estrella Flamígera, representación del Hombre Verdadero u Hombre Regenerado, alude directamente al principio divino que reside en el corazón del iniciado, polo del microcosmos humano. En ambos casos, la letra G sustituyó a la letra Iod hebraica, como consecuencia de la asimilación fonética de Iod con God, siendo este hecho lo que transfiere a la letra G su verdadera significación esotérica e iniciática, pues por sí misma, al no formar parte de una lengua sagrada, no podría ser considerada como un verdadero símbolo sagrado. Iod, primera letra del Tetragramatón (el Nombre Divino Inefable) representa al Principio, de tal suerte que puede considerarse que ella sola constituye un nombre divino, el primero de todos según ciertas tradiciones. De hecho, en hebreo, a veces el Tetragramatón se representa abreviadamente por tres Iod o por una sola, inscrita dentro de un triángulo.- Su primacía viene indicada por su misma forma que evoca un punto o un germen, simbolizando la esencia indivisible que se encuentra en el origen de toda la creación, de tal manera, que la letra Iod constituye el elemento principal del cual se derivan todas las demás letras del Alefato. Por todo ello la Iod, como la G, tras la transposición comentada, es a la vez Principio y Germen, Principio en el mundo superior, que contiene en potencia todas las cosas, y Germen en el mundo inferior, que está contenido en todas las cosas. Por otra parte, la letra ha sido asociada siempre a la semilla (o germen) porque encierra un contenido significativo, que debe ser extraído y desarrollado en la conciencia, ya que en la letra se esconde lo nombrado. Puede verse en todo ello una estrecha relación con el simbolismo de la Palabra de Paso, que permite al Aprendiz la entrada en la Logia de Compañeros. Tal palabra, ligada al Paso de las Aguas, se representa precisamente por una espiga de trigo al lado de un río, en alusión a un pasaje del Libro de los Jueces, donde se relata cómo la correcta pronunciación de la consonante inicial de esta palabra permitía el paso del Jordán, mientras que la incapacidad de pronunciarla correctamente arrastraba a la muerte. La inicial es el símbolo del Principio y, en materia de iniciación, todo desconocimiento del Principio (el empobrecimiento del sentido de las Palabras Masónicas) cierra el camino y conduce al error y a la muerte. Ninguna enseñanza no masónica es capaz de otorgar el conocimiento real, que el hombre debe encontrar solamente en sí mismo, pues todo lo que el hombre aprende ya está en él y todas las experiencias y aprendizajes no son más que ayudas que contribuyen a la anamnesis o reminiscencia. Pero para poder acceder al conocimiento es necesaria una transmisión iniciática masónica, que permita el despertar de las posibilidades latentes que el ser porta en sí mismo, habiendo ahí una verdadera cuestión de cualificación, pues en la edad en que vivimos la Verdad ya no es accesible a todos los hombres indistintamente. Toda iniciación comprende necesariamente varias fases que se corresponden con otros tantos estados correspondientes. Estos grados pueden ser reducidos a tres, que vienen caracterizados por las fases de nacer, crecer y producir, o, en otras palabras, descubrimiento, asimilación y propagación de la Luz. Y es precisamente la conciencia de la Luz lo que constituye el Secreto masónico, cuya posesión cualifica para el paso a otro Nivel de Ser. El Francmasón ELIFHAS LEVY ESCRIBIO el Extraordinario Libro LA ESTRELLA FLAMIGERA: La iniciación masónica es por la Lucha y por las pruebas, es pues, indispensable para llegar a la ciencia práctica de la alta magia. Ya he dicho cómo puee triunfarse de la cuatro formas elementales; volveremos sobre esto, recomendado al lector que quisera conocer las ceremonias de las iniciaciones masónicas antiguas, las obras de Barón de TSCHOUDY, autor de la Estrella Flamante de la masonería ADONHIRAMITA- LA ESTRELLA FLAMÍGERA O la Sociedad de los Francmasones considerada bajo todos sus aspectos AL ORIENTE EN EL SILENCIO S.D. (1770) OBRA ATRIBUIDA AL BARÓN DE TSCHOUDY, CONSEJERO EN EL PARLAMENTO DE METZ. Catecismo o instrucción para el grado de Adepto o aprendiz Filósofo sublime y desconocido seguido de LA LUZ SURGIENDO POR SÍ MISMA DE LAS TINIEBLAS La Estrella Flamígera (1766) es un texto realmente insólito dentro de la extensa literatura masónica pues, más que una instrucción para el Aprendiz, encontramos en él precisas enseñanzas alquímicas transmitidas en forma de ritual masónico. Al parecer, su autor quiso devolver el sentido alquímico-hermético tanto a la iniciación como a los símbolos masónicos, intentando restituir a la Franc-Masonería algo que, para algunos alquimistas, las Logias habían abandonado u olvidado. En este sentido, otro Filósofo Hermético, cuya identidad ocultó por medio de un acrónimo, escribía más o menos en la misma época: «en la medida en que estas logias se han alejado de su origen, se han alejado también del verdadero sentido que los primeros fundadores habían dado a ciertas palabras de las que no se tiene hoy en día ni la más ligera idea. Estas palabras, que ya no significan nada, se han convertido en sus secretos...».1 Como otros antes y después que él, Tschoudy habría querido renovar la Orden reintroduciendo en ella las enseñanzas que los masones de su época habían perdido. Pero su tentativa quedó en eso, en un mero intento, pues a todas luces nuestro autor era un hombre cargado de buenas intenciones y una cierta erudición, pero no un verdadero adepto. Sin embargo, y esto debemos agradecérselo, para elaborar este Catecismo de Aprendiz Filósofo se apoyó en los mejores autores, lo cual confiere a la obra un interés considerable. Ello nos permite conjeturar que Tschoudy fue inspirado o asesorado por alguien más docto que él, o que simplemente, como opina Roger Caillet, «le endosaron» la autoría de este libro. Si pensamos en los numerosos intentos de «espiritualizar» la masonería y buscarle orígenes «egipcios» que hubo en la época, no podemos dejar de relacionar este pequeño libro con un entorno poco conocido, el de la Société du Grand Oeuvre y el de la Société des Illuminés d'Avignon, sociedades con las que de alguna manera estuvieron vinculados personajes como Dom Pernety, Emmanuel Swedenborg, el conde Thaddeus Leszczy Grabianka, Benedict Chastanier4, Kerdanec de Pornic, y Fabre du Bosquet, el autor de la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética, que acabamos de citar. En la misma línea que Tschoudy, dom Antoine-Joseph Pernety, autor de dos de los textos de alquimia más leídos y citados, el imprescindible Diccionario Mitohermético (1758) y las Fábulas egipcias y griegas explicadas y reducidas a un mismo principio (1758), nos ha dejado también un Rituel alchimique secret du grade de vrai macón (1770). Con todo, un especialista de la talla de Robert Amadou defiende la tesis de que Antoine-Joseph Pernety no fue nunca masón, al menos regular, aunque Roger Caillet escribe que sí «recibió la luz masónica».5 Para Pernety la alquimia está en el corazón de la mitología y de las alegorías de los poetas; para otros incluso de la doctrina de Cristo. Ya en el siglo XVI se escribió un tratado alquímico titulado Processus chimique sous forme de la Mece 6 dedicado a Ladislao, rey de Hungría y de Bohemia, en el que se relacionaba el proceso alquímico con el de la misa católica, y en 1632 aparece El Alquimista Cristiano, de Pierre- Jean Fabre, escrito en latín, pero que fue traducido al francés un siglo más tarde. 1-Véase Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hemnética> de Saint-Baque de Bufor, manuscrito alquímico del siglo XVIII Ediciones Obelisco, Barcelona, 1986. Esta edición está completamente agotada. El lector que desee acceder a este libro puede consultar Concórdame Mytho- Physico-Cabalo Hermétique, Ed. Le Mercure Dauphinois, 4, rué de París, 38000 Grenoble, Francia. Como señala en esta edición Charles d'Hooghvorst, que fue propietario de este manuscrito, el autor del mismo se llamaba Fabre du Bosquet. 2. Como por ejemplo en La Franche-Maconnerie rendue a sa vhitable origine de Alexandre Lenoir (1761-1839) que le concede un origen egipcio-Autor que no hay que confundir con un ilustre masón, dom Jacques Pernety, primo suyo.. Amigo de Pernety, que fundaría en Londres la «Logia de los Teósofos iluminados». Amadou en su libro Cagliostro et le rituel de la Maconnerie Egyptienne, Ed. Sepp, París 1996, y Caillet en La Franc-Maconnerie Egyptienne de Memphis-Mismim, Ed. Dervy, París 2003. 6. Existe una reedición de este tratadillo en Arché, Milano, 1977. Théodore-Henry, barón de Tschudy, o de Tschoudy (1727-1769) nació en Metz (Francia), aunque procedía de una familia de origen suizo. En Metz fue Venerable de la «Logia Antigua» y en San Petesburgo, Rusia, Orador. Tschoudy fue también el creador del Rito de la Estrella Flamígera y se inspiró para elaborar La Estrella Flamígera 7 en alquimistas notables como El Cosmopolita, Limojon de Saint-Didier y Marco Antonio Crassellame,8 amén de los que recomienda encarecidamente en el mismo texto: Hermes, Paracelso y Geber. También aconseja la lectura de dos textos, de corte más bien católico, que no he sabido localizar, «El paso del Mar Rojo» y «Abordando la Tierra Prometida». Tschoudy estuvo también relacionado con otras sociedades más o menos secretas como Los Hermanos de Aloya, La Fraternidad de Jerusalén o Los Caballeros de Oriente. Viajó mucho, estuvo en Rusia y en Italia, y mantuvo contactos con las autoridades eclesiásticas romanas. La Masonería alquímica Para Tschoudy el propósito de la Masonería es «El conocimiento del arte de perfeccionar lo que la naturaleza ha dejado imperfecto en el género humano y llegar al tesoro de la verdadera moral» (hom), una definición clásica de la alquimia. Su concepción de la Piedra Filosofal (La Piedra Filosofal no es otra cosa que el húmedo radical de los elementos perfectamente purificados y conducidos a una soberana fijeza.) (kom), no coincide exactamente con la de la mayoría de Adeptos; el Cosmopolita relaciona el húmedo radical con el esperma y con el bálsamo del azufre y Crassellame con el Mercurio Secreto. La Estrella Flamígera gozó de una gran fama en los medios ocultistas. Eliphas Levi escribía a propósito de este libro: «El Catecismo hermético, contenido en esta obra que recomendamos a los sabios cabalistas, contiene todos los principios verdaderos de la Gran Obra de una forma tan diáfana y satisfactoria que su lectura conduce a la verdad a menos de carecer totalmente de inteligencia especial para el ocultismo». Oswald Wirth y Paul Ragon lo citan, y en los círculos martinistas es una obra bien conocida. Como veremos recorriendo las notas con las que he acompañado el texto, Tschoudy sigue casi literalmente uno de los textos alquímicos más conocidos por el público francés de su época, el Tratado de la Naturaleza en general (1618) de El Cosmopolita. También utiliza, sobre todo hacia el final de la obra, el famoso Diálogo entre Eudoxio y Pyrófilo que aparece en El Triunfo Hermético (1699) de Limojon de Saint-Didier y los comentarios de Bruno de Lausac a La Luz surgiendo por sí misma de la tinieblas. Personalmente, me parece harto seductora la idea de que los rituales masónicos sirvan de vehículo a enseñanzas alquímicas-Es más, la relación, que más de un autor ha señalado, entre los tres grados y los tres colores de la Obra, me parece obvia,10 y los diversos símbolos masónicos tienen, casi todos, una interpretación hermética tan desconocida hoy en día como en la época de Fabre du Bosquet, el autor de la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética. Pero encuentro que el libro de Tschoudy resulta algo decepcionante, principalmente por dos razones. 7. En su libro Cagliostro et le rituel de la Maconnerie Egyptienne, Ed. Sepp, París 1996, Robert Amadou sostiene que los rituales masónico- alquímicos atribuidos al barón de Tschoudy son apócrifos. Lo mismo opina Caillet en La Franc-Maconnerie Egyptienne de Mem-phis-Misraim, Ed. Dervy, París 2003. 8. Fra' Marc'Antonio Crassellame Chínese, alquimista italiano, un anagrama de Francesco María Santinelli. 9. A este respecto es sumamente interesante el artículo de Pere Sánchez Ferré Presencia de la Tradición Hebrea en la Masonería, La Puerta-Cabala, Ediciones Obelisco, Barcelona, 1989.. «Toda la ciencia masónica se desarrolla a partir del número 3.» que Tschoudy no duda en calificar como «misterioso». «En la Logia hay tres luces sublimes: el Sol, la Luna y el Delta luminoso; tres luces: el Venerable y los dos Vigilantes; tres columnas, tres ventanas, tres joyas móviles: la escuadra, el nivel y la plomada; tres joyas inmóviles: la piedra bruta, la piedra cúbica en punta y la plancha de trazar, o plancha de dibujo, o tabla tripartita; tres ornamentos: el pavimento mosaico, la estrella flamígera y el cordel de nudos. Triple es el viaje simbólico del profano para ser admitido a recibir la luz; triple la batería, el beso, el toque en el retejeo; triple el enigma propuesto al profano; y tres son los pasos de aprendiz», escribe Arturo Reghini en Les Nombres dans la Tradition Pythagoricienne Maconnique, cap. IV, Arché, Milano, 1981. Por otra parte, Francisco Ariza, gran conocedor de la simbología masónica y del hermetismo, escribe que «la iniciación hermético—alquímica está presente por igual en los tres grados masónicos de aprendiz, compañero y maestro, que reproducen las tres etapas de la "Gran Obra"...». La primera es que sigue demasiado al pie de la letra las obras citadas de El Cosmopolita y de Limojon de Saint-Didier, y la segunda porque saca muy poco partido del simbolismo masónico a la hora de relacionarlo con la alquimia.11 Son realmente pocos los ejemplos con que nos obsequia. En ello se ve que es un compilador pero no un Adepto. Veamos, sin embargo, algunos de estos pocos ejemplos. De lo profano a lo sagrado Refiriéndose a la iniciación al primer grado, Tschoudy nos dice que «Con ocasión de la primera iniciación del candidato al grado de aprendiz, cuando se le despoja de todo metal y mineral y, en los límites de la decencia, se le quita parte de su ropa. Se trata de una analogía con las superfluidades, superficies o escorias que hay que apartar de la materia para hallar la simiente.» Nos hallamos aquí ante una descripción del «despojamiento de los metales»que tienen lugar en la iniciación del Aprendiz que ha pasado por la Cámará de Reflexión donde, entre otras cosas, meditó sobre el significado de V.I.T.R.I.O.L. Para los alquimistas, esta palabra significaba Visita el Interior de la Tierra, Rectificando Hallarás la Piedra Oculta. Un discreto hermetista moderno me hizo observar que en VITRIOL podemos leer L'OR I VIT, «el Oro vive en él», idea que coincide plenamente con la de los alquimistas medievales. Es interesante el paralelismo, desgraciadamente poco estudiado, entre esta primera iniciación en que el neófito es despojado de los metales y de la ropa y la experiencia vivida por Moisés ante la Zarza ardiente, (¿por qué no llamarla también «flamígera»?), cuando Dios le dice: «quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada». Se trata obviamente del paso de lo profano a lo sagrado. Otra cuestión que no deja de sorprenderme es que el símbolo que da título a este libro, la Estrella Flamígera de la que Tschoudy nos está hablando en un ritual para Aprendices, es en realidad un símbolo del segundo grado, el de Compañero.15 ¿Por qué la introduce Tschoudy en un ritual de primer grado? La Estrella Flamígera La Estrella Flamígera es, para Tschoudy, un emblema del «espíritu volátil que realiza su trabajo en los cuerpos y que el espíritu universal anima» y representa «El soplo divino, el fuego central y universal que vivifica todo lo que existe»Más adelante la define como «fuego central y vivificador» También es un vapor, como se deduce de la respuesta a la pregunta, «¿Qué representa este vapor?», donde nuestro autor nos explica que «Este vapor así impregnado de espíritu universal, o sea, la verdadera Estrella Flamígera, representa bastante bien al primer caos que contenía todo lo necesario para la creación, es decir la materia y la forma universal». Sólo en los motivos que aparecen en la Cámara de Reflexión hay un verdadero capital de simbología hermética. Interesante la visión de Flemon sobre el despojamiento de los metales que ve como «una «extinción» que es, en realidad, la plenitud del ser, del mismo modo en que el «no-actuar» {wou-wei) es la plenitud de la actividad». Esoterismo Islámico y taoísmo, cap. IV, Ediciones Obelisco, Barcelona, 1992.. Francisco Ariza, relaciona la Cámara de Reflexión con el Atanor de los alquimistas que describe como «un espacio cerrado e íntimo donde se producen los cambios de estados regenerativos ejemplificados por la gradual "sutilización" de la materia densa y caótica del compost alquímico». 1Véase Éxodo III-1 a. Podemos leer en el ritual del Compañero: - ¿Sois Compañero? - He visto la Estrella Flamígera. - ¿Por qué os habéis hecho recibir Compañero? - Para conocer la letra G. - ¿Qué significa esa letra? - El G..•. A.•.. D.•. U.•. o bien, el que ha sido elevado a lo más alto del Templo. Esa letra significa también laGeometría y puede recibir otras numerosas interpretaciones. La Estrella Flamígera coincide con lo que los alquimistas denominan «fuego oculto»: «¿Cómo se puede reducir un cuerpo metálico en mercurio y luego en azufre mediante la primera disolución?», pregunta a la que el Aprendiz responderá: «Por el fuego oculto artificial o Estrella Flamígera» (R. 142). El origen de este símbolo hemos de buscarlo en el pentalfa pitagórico, símbolo a su vez del hombre regenerado. Para Patrick Geay,16 la Estrella Flamígera, como la rosa de cinco pétalos, «evoca el acceso al quinto elemento (el Éter), oculto en la cavidad del corazón». La Estrella Flamígera y la letra G La Estrella Flamígera y la letra G no aparecen en los rituales masónicos hasta el año 1737. En aquel entonces se relacionaba la G con «Gloria, Grandeza y Geometría». La letra G, séptima letra del alfabeto no puede dejar de relacionarse con el simbolismo del número 7, aunque en el caso de la Estrella Flamígera nos hallemos ante el 5. Para diversos autores, la G debería relacionarse con la Iod ("), inicial del Nombre Sagrado de cuatro letras. Esta hipótesis nos parece, al menos simbólicamente hablando, acertada, sobre todo si pensamos en la G como inicial de God, «Dios». La G, en los rituales de Compañero, se relaciona con El Gran Arquitecto del Universo. Por otra parte, la I, que sería la equivalente de la Iod, ya designaba para los Fedeli d'Amore «el primer nombre de Dios». La asimilación fonética entre Iod y God fue señalada por Felmon en sus Símbolos fundamentales de la Ciencia sagrada.También ha sido Felmon el primero en señalar que la Iod corresponde cabalísticamente a las tres middoth superiores, que podemos relacionar con los tres puntos masónicos. Esta letra, la más pequeña del abecedario, aparece en la iconografía cristiana en el interior del corazón aludiendo sin duda al evangélico intra vos est. Para Jean Marie Ragon, La Estrella Flamígera era antaño «la imagen del hijo del Sol, de ese Horus, hijo de Isis, de esa primera materia, fuente de vida inagotable, esa chispa de fuego increado, simiente universal de todos los seres. En medio de la estrella aparece la letra G.» La lectura de los textos alquímicos Todos los alquimistas nos avisan de que no escriben para el profano. El Cosmopolita, en el prefacio a su Carta Filosófica,nos explica que no escribe para «los presuntuosos y los ignorantes», sino para aquel que «tiene la llave para descifrar el contenido misterioso». La Aurora Consurgens nos recuerda que «esta ciencia es un Don de Dios, y un misterio oculto en los libros de los Filósofos bajo el velo oscuro de los enigmas, las metáforas, las parábolas y los discursos envueltos a fin de que no llegue al conocimiento de los insensatos que abusarían de ella y a de los ignorantes que no se toman el trabajo de estudiar la Naturaleza». En su Manual de la Piedra de los FilósofosParacelso escribía que «Y me queda aún explicarte una de las razones de la oscuridad que muchos encontrarán en mis escritos. Esta razón es que no hay que dar perlas a los puercos ni una larga cola a las cabras. La naturaleza no se las ha dado. Dios ha revelado el secreto a bastante gente y yo sólo escribo para el iniciado»

Alcoseri




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