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General: Cuento de Masonería
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De: Kadyr  (Missatge original) Enviat: 22/06/2025 20:09
El Susurro del Templo SombreadoEn un bosque olvidado, donde los árboles retorcidos parecían murmurar maldiciones y la luna apenas se atrevía a iluminar el suelo cubierto de niebla, vivía Lito, un conejo pequeño con ojos que reflejaban un anhelo por lo desconocido. El bosque era un lugar de sombras, donde los animales evitaban los senderos antiguos y las historias hablaban de un templo perdido que devoraba a los curiosos.Una noche sin estrellas, mientras Lito huía de un aullido lejano, tropezó con una piedra negra, fría como el hielo, medio enterrada en raíces que parecían dedos huesudos. Grabado en ella, un símbolo pulsaba con un brillo tenue: una escuadra cruzada con un compás, envueltos en un círculo roto. Al tocarlo, el suelo tembló, y una voz rasposa, como un eco de ultratumba, susurró: "Atrévete a buscar el Templo Sombreado, pequeño, o la oscuridad te reclamará."Lito sintió su corazón encogerse, pero algo en su alma, una chispa de valentía o locura, lo empujó a seguir un sendero marcado por luces fantasmales que flotaban como almas errantes. El camino lo llevó a una colina muerta, donde los árboles eran esqueletos y el aire olía a ceniza. Allí, una puerta de piedra negra emergió del suelo, tallada con el símbolo del círculo roto. Runas pulsantes la rodeaban, y al acercarse, la puerta crujió como si despertara de un sueño milenario, abriéndose con un gemido grave.Dentro, un pasillo descendía en espiral, iluminado por antorchas que ardían con llamas verdes, proyectando sombras que parecían moverse solas. Al final, una sala abovedada aguardaba, su techo cubierto de grabados que imitaban un cielo sin estrellas. Tres figuras encapuchadas lo esperaban: la lechuza Maestra Clara, con ojos que perforaban el alma; el oso Constructor Bruno, cuya presencia parecía absorber la luz; y la tortuga Guardián Tomás, cuya concha estaba tallada con símbolos que sangraban un brillo carmesí. Eran los Vigilantes del Templo Sombreado, custodios de una Masonería prohibida, un saber que equilibraba luz y oscuridad en un filo peligroso."Lito", siseó Clara, su voz como un viento helado, "has cruzado el umbral porque la oscuridad te ha elegido. Este templo guarda el Pacto Antiguo: dominar las sombras para forjar orden en el caos. La Masonería Sombreada no es para los débiles; es un juramento con el abismo."Lito, con la garganta seca, balbuceó: "¿Qué quieren de mí?" Bruno señaló un altar cubierto de polvo, donde una escuadra de obsidiana y un compás de hueso emitían un zumbido inquietante. "Estas herramientas no construyen casas", gruñó. "La escuadra corta las mentiras; el compás traza el límite entre vida y vacío. Debes resolver el Enigma de las Sombras, o el bosque caerá en la nada."El enigma era aterrador: una maldición antigua había roto el Velo del Bosque, un equilibrio místico que mantenía a raya a las sombras vivientes, criaturas que devoraban la esperanza de los animales. Lito debía hallar la Llave de Ébano, oculta en el Corazón Marchito, una cueva donde el tiempo parecía detenerse. Clara le enseñó a leer las runas del templo, que susurraban un acertijo: "Solo quien enfrenta su miedo y mide su alma con sangre hallará la llave."Con la escuadra en una pata y el compás en la otra, Lito descendió a la cueva, donde las paredes latían como un corazón enfermo. Sombras con ojos ardientes lo acechaban, susurrando sus dudas: "Eres débil, Lito. Fracasarás." Pero Lito, temblando, usó la escuadra para mantener su voluntad afilada y el compás para trazar un círculo protector. En el centro de la cueva, halló la Llave de Ébano, pero al tomarla, las sombras rugieron, intentando arrastrarlo al vacío. Lito gritó las palabras que Clara le enseñó: "¡Orden en el caos, luz en el abismo!"Un destello cegador disolvió las sombras, y el Velo del Bosque se restauró. El bosque recobró un tenue brillo, aunque nunca sería el mismo. De vuelta en el templo, los Vigilantes lo observaban en silencio. Clara colocó un amuleto frío en su cuello, con el símbolo del círculo roto. "Esto es el Sello de las Sombras", dijo. "No es un premio, es una carga. Llévalo y recuerda: cada paso en la oscuridad te acerca al borde del abismo, pero también a la verdad."Lito salió del templo, pero el bosque ya no le parecía hogar. Las sombras lo seguían, no como enemigas, sino como recordatorios. Cada noche, miraba el cielo sin estrellas y sentía el Templo Sombreado llamándolo, susurrando que su pacto con la oscuridad apenas comenzaba.FinNota: Este cuento mantiene un tono infantil pero adopta una atmósfera más oscura y esotérica, con un enfoque en la dualidad luz-oscuridad, símbolos masónicos (escuadra, compás, círculo roto) y una narrativa que evoca misterio y sacrificio. Los elementos masónicos se presentan como herramientas místicas para enfrentar el caos, adaptados para niños pero con un trasfondo inquietante. Alcoseri 


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