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General: De los Pensamientos a la Acción
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De: Kadyr  (Mensaje original) Enviado: 26/06/2025 18:55
De los Pensamientos  a la Acción

 

«Mucho más allá de las preocupaciones de la vida material, se abre para el francmasón el vasto dominio del pensamiento y la acción».

¿Por qué separar el vasto reino del pensamiento y la acción de las preocupaciones de la vida material? ¿Significa esto que el iniciado debe ser capaz de liberarse de las limitaciones de la vida cotidiana para poder progresar?

 

Pensamiento y acción. Estas dos nociones se suceden como consecuencia una de la otra, pero ¿es esto realmente así? Acabé por convencerme, mientras trabajaba, de que esas dos herramientas a nuestra disposición, pensamiento y acción, se acercaban en realidad más a la alegoría de un carruaje tirado por dos caballos, uno llamado acción y el otro pensamiento, que el iniciado debe saber guiar con mano segura.

Pero vayamos al meollo del asunto.

Todos nacemos un día y, por lo tanto, todos estamos destinados a unirnos al Oriente eterno. A diferencia de los laicos, a través de la iniciación que hemos vivido, hemos decidido morir para borrar al hombre viejo que llevamos dentro, para renacer más sabios, más fuertes y más sanos. Sin embargo, un uso juicioso de las dos herramientas del pensamiento y de la acción condiciona un renacimiento iniciático exitoso, marcado por el sello de la armonía.

Has decidido renacer, pues bien, llevemos el paralelo hasta su conclusión y pongámonos de nuevo en la piel del recién nacido que una vez fuimos.

En los primeros días después del nacimiento percibimos el mundo desde lejos, porque nuestros sentidos aún no están maduros. Lo que más nos caracteriza es que consideramos que todo está dentro de nosotros; El pecho que nos alimenta, la boca que nos besa, los brazos que nos sostienen son parte de nuestro ser. En otras palabras, todo soy yo y el otro no existe. A través del desarrollo de nuestros cinco sentidos: vista, olfato, oído, gusto y tacto, tomaremos conciencia de que los demás existen. Es una verdadera tragedia darnos cuenta que el pecho que nos alimenta no somos nosotros!, y es un verdadero aprendizaje saber distinguir la mano que es parte de nuestro yo y los objetos que ella agarra y que no son parte de nuestro yo. Más difícil aún es lamentar la pérdida de nuestra madre, que tampoco forma parte de nuestro yo. Poco a poco aprenderemos que el otro existe y aprenderemos, la mayoría de las veces, a vivir con él. Este tiempo de separación es un tiempo en el que experimentamos sufrimiento, entendiendo que algunas cosas producen placer, como la lactancia materna o el biberón, mientras que otras causan frustración y malestar, incluso sufrimiento, como la sensación de frío o hambre. Entendiendo qué, "es a través del orden humano, comenzando por su madre, que el niño se forma una idea de sí mismo, diferencia entre el yo y el no-yo, y luego termina por establecer la primera oposición: el yo y los otros". Así, nuestros conocimientos y pensamientos surgen como reacción a los demás.

 

A nivel simbólico, se puede establecer un paralelo entre la situación del recién nacido después del nacimiento y la del hombre común. El profano tiende a relacionar los acontecimientos con él mismo; Él es bastante egocéntrico. Si el recién nacido no domina aún sus sentidos, lo que explica que todo lo retraiga hacia sí, podríamos decir que el profano ha olvidado la utilidad de sus sentidos encerrándose en su burbuja, para acabar aislado de los demás, impermeable a cualquier intercambio. Afortunadamente, entre los laicos, algunos desearán abrirse al mundo de los demás, dejarán de hacer girar el mundo a su alrededor, así como el recién nacido acaba percibiendo al otro gracias al florecimiento de sus sentidos. Estos laicos están dispuestos a iniciar un camino iniciático, están buscando la luz, la cual encontrarán a través de diversos y variados caminos, y para algunos de ellos, ingresando a la Logia. Así, el nuevo iniciado, enriquecido por las diferencias del otro, tomó su bastón y emprendió su camino, para encontrarse consigo mismo.

 

Observemos, sin embargo, que el camino del recién nacido y el del iniciado no son exactamente idénticos. El recién nacido divide su mundo en dos: de un mundo único, pasa a la existencia de un yo y un otro. El iniciado, como cualquier laico, después de haber tomado conciencia de que existían dos mundos, el del yo y el del otro, había optado primero por retirarse al territorio de su yo. Pero a diferencia de un simple laico, el iniciado ha comprendido que para explorar mejor su yo, debe conocer la visión que el otro tiene de sí mismo; el iniciado decide abrirse al territorio del otro, y es entonces cuando descubre el mundo en su conjunto, a sí mismo y al otro. El proceso iniciático puede consistir, al menos parcialmente, en establecer la armonía entre uno mismo y el otro.

 

Una vez pasada la primera etapa de diferenciación entre el yo y el otro, la experiencia guiará nuestro desarrollo. Pero ¿cuál es exactamente el papel de la experiencia en nuestro desarrollo y cómo podemos definirla? Veremos que la experiencia convoca a las dos herramientas temáticas de este comunicado del 29 de mayo de 2025, el pensamiento y la acción.

 

Analicemos nuestra situación diaria. Cada acción que realizamos es seguida por una reacción, o falta de reacción. Repetir este patrón de forma idéntica para una acción determinada nos permitirá memorizar situaciones típicas. Por ejemplo, acercarse al fuego siempre provoca una sensación de quemazón: conclusión, el fuego quema. Este ejemplo puede parecer una caricatura, pero la demostración también es válida para situaciones más complejas de la vida social donde son las repeticiones de situaciones idénticas las que nutrirán nuestra memoria, interactuarán con nuestros pensamientos, alimentarán nuestra experiencia e influirán en nuestras relaciones con los demás.

Veamos la lógica del razonamiento que domina lo que llamamos experiencia.

 

La lógica utilizada es empírica, se basa únicamente en la repetición, el hábito y la costumbre; Esta forma de lógica básica es la clave de nuestros pensamientos. David  Hume señaló acertadamente que sólo la costumbre sirve de base para inferir nuestras afirmaciones. Traduzco esta jerga lógica a un lenguaje sencillo para aquellos de nuestros hermanos que no son especialistas: Hume afirma que todas nuestras deducciones se hacen a partir del hábito o la costumbre: hemos observado docenas de veces que la acción A es seguida por la acción B, en consecuencia, nuestro cerebro traduce esta secuencia temporal en una oración lógica, como por ejemplo si se realiza la acción A, entonces ocurrirá la acción B. Cita el ejemplo del gallo que canta al final de cada noche, justo antes de que salga el sol. Los cavernícolas concluyen que es el canto del gallo lo que hace salir el sol. Este ejemplo puede pareceros trivial, pero pasemos a un nivel superior, el de la educación. La educación nos forma enseñándonos qué es bueno y qué es malo. Pero, como dice David Hume, los valores inculcados por nuestra educación sólo son tan válidos como las tradiciones y los hábitos, y su justificación no es mejor que el razonamiento del cavernícola  de que es el canto del gallo lo que provoca el amanecer. Nuestras tradiciones y creencias sólo son válidas para nuestra sociedad judeocristiana, y quizás por eso nos resulta tan difícil aceptar los valores de otras civilizaciones. Al no ser sus costumbres las nuestras, se vuelven despreciables o ridículas. David Hume añade que los pensamientos guían a todos, mientras que nadie piensa. De hecho, la mayoría de los hombres se ponen del lado de la mayoría, y la opinión del individuo termina siendo la del conjunto, borrando así toda originalidad. La experiencia nos demuestra la importancia insospechada de este fenómeno: notaremos  que el hombre social está sujeto a un conformismo que nos resultaría difícil imaginar.

 

Describiré esta experiencia porque es muy edificante.

Un hombre, el conejillo de indias, es colocado en una habitación junto a otras personas que cree que son voluntarios como él. En realidad los demás son todos actores. Al llamado grupo de voluntarios se le ofrecen, una tras otra, pruebas visuales con respuestas obvias.

 

El título de cada pregunta se proyecta en una pantalla. El experimentador le explicó al conejillo de indias que inicialmente responde utilizando una caja electrónica; Luego, tras un minuto de reflexión, cada integrante del grupo expresará oralmente su respuesta a cada pregunta, hablando cada uno por turno, en un orden determinado aleatoriamente. El conejillo de indias tiene entonces la oportunidad de modificar su respuesta basándose en las respuestas de las otras personas del grupo, si se da cuenta de que ha cometido un error. Obviamente, y por casualidad, el conejillo de indias siempre es el último en revelar su respuesta oralmente después de cada prueba, lo que le permite conocer las respuestas de los demás. Entonces todo es muy sencillo.

 

Imaginemos la siguiente prueba: entre tres líneas horizontales, designemos la que sea más larga. La respuesta es por ejemplo la línea del medio, el doble de grande que las otras; En primer lugar y sin dudarlo, el conejillo de indias valida mediante su respuesta que corresponde a la línea media; o, para su gran sorpresa, cuando todos dan su respuesta en voz alta, todos los miembros del grupo, todos los actores del experimento, les recuerdo, designan la línea superior como la respuesta correcta, con comentarios como "es tan obvio" o "nos preguntamos por qué hacemos pruebas tan simples". Bueno, en tal situación, aproximadamente dos de cada tres personas cambiarán de opinión y aceptarán la opinión del grupo. Debido al conformismo, dos de cada tres personas no se atreverán a expresar una opinión diferente delante del grupo, y esto varias veces durante el experimento.

 

Las técnicas de manipulación de multitudes, como la publicidad, se basan en observaciones de estos experimentos de comportamiento grupal. No dejaré de mencionar al hombre que las desarrolló y luego las puso en práctica en beneficio de un gobierno o de empresas multinacionales: el estadounidense Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud. Goebbels lo consideraba un mentor e incluso tenía un retrato de Bernays en su estudio.

 

A nuestra manera empírica de razonar, basada en las tradiciones e influida por el conformismo, hay que añadir una percepción distorsionada de la realidad que nos rodea. Las señales transmitidas por nuestros sentidos son interpretadas por nuestro cerebro, y luego nuestros pensamientos utilizan esta interpretación, tomándola como verdadera. Sin embargo, la interpretación de las sensaciones percibidas por nuestros cinco sentidos puede llegar a confundirnos, como lo han demostrado varios experimentos de psicología. Por ejemplo, es imposible ver más de tres caras del mismo cubo, pero eso no impide que nuestro cerebro reconstruya el cubo a partir de las tres caras, apostando así a la interpretación de la imagen realmente transmitida por nuestros ojos. La mayoría de nosotros ya no somos conscientes de esta interpretación constante de las sensaciones que se transmiten a nuestro cerebro, y muchos trucos de ilusionismo se basan en este fenómeno.

 

Descartes tenía ciertamente razón cuando afirmó que la única certeza para demostrar nuestra existencia, y después de haber eliminado una tras otra todas las posibles fuentes de error, era "pienso, luego existo". Combinado con otro de sus pensamientos, “donde hay duda, hay razón”, tenemos dos pilares sólidos para participar en la construcción del hombre nuevo que es el iniciado. Es importante señalar que Descartes defendía la duda razonada y racional y que había rechazado la práctica de la duda sistemática, que consideraba estéril.

 

El nuevo iniciado ha hecho el esfuerzo de renacer para reaprender; El papel de la Logia es proporcionarle sensaciones cuya interpretación no esté distorsionada. Nuestro recorrido iniciático parece, en este sentido, coherente con la reeducación sensorial. La iniciación nos lleva a través de una serie de pruebas que advierten al futuro iniciado de que su interpretación de las sensaciones que vienen del mundo exterior pueden llevarlo por mal camino. Entonces entre preguntas y respuestas se le señala subliminalmente  al nuevo iniciado que su mayor enemigo, es, él mismo; Al nuevo iniciado se le ordena, de alguna manera, abandonar el mundo del YO, abrirse al mundo del otro, usando sus sentidos pero dudando razonablemente de la interpretación de sus sensaciones.

En la Logia, la costumbre ya no se da por sentada; Sólo reina el ritual, atemporal, entre los símbolos por cuya influencia compiten nuestra visión y nuestros pensamientos. Trabajar con símbolos hace trabajar nuestros sentidos y nuestros pensamientos, involucra a nuestro cerebro. Poco a poco nos va haciendo tomar conciencia de otra realidad, lejos de las influencias a las que está sujeto el profano.

 

La vida de logia proporciona a los iniciados una realidad tangible. Esta realidad se manifiesta a través de un ritual cuyas acciones se repiten incansablemente durante cada una de las Tenidas. El iniciado debe comprender que la cadena de acciones repetidas incansablemente no tiene necesariamente valor de causalidad, y menos aún de verdad. Inicia entonces un camino difícil, entrando en un proceso de análisis crítico de los razonamientos y valores que nunca habían cuestionado, pero que sin embargo descansan en costumbres y usos impuestos por un poderoso conformismo social.

 

Buscamos la armonía entre el pensamiento y la acción, una armonía que dé como resultado una creación perfecta, en equilibrio con su entorno y de acuerdo con los deseos de quien la creó. El Gran Arquitecto del Universo indica sus pensamientos y acciones a través de la Palabra, poderoso vector de creación divina. A diferencia de nosotros, simples humanos, el Gran Arquitecto del Universo  tiene conocimiento del Todo. El iniciado, por muy avanzado que esté en su camino, no tiene conocimiento del Todo, y su dominio de acción y pensamiento, por vasto que sea, es por tanto, por definición, limitado. No olvidemos que el pensamiento, aunque tenga una poderosa palanca de influencia, no es capaz de instruir a lo desconocido.

 

El pensamiento puro, realizado durante la meditación, contribuye a la felicidad del individuo preparando acciones y, por tanto, creaciones armoniosas; Esta idea es apoyada por Aristóteles.

La acción pura, aquella que transforma la materia, conduce también a la felicidad a través del equilibrio armonioso de la creación material en su entorno.

 

Obviamente, lo operativo y lo especulativo no son mutuamente excluyentes, sino más bien complementarios. El resultado perfecto del pensamiento y la acción es una obra descrita como bella, o quizás más exactamente, elegante, y que ha requerido sabiduría y fuerza: la gran obra a través del camino alquímico, o la obra maestra a través del camino del compañerismo iniciático.

 

La capacidad de hablar es sin duda una de las características más evidentes de la especie humana. El pensamiento humano se manifiesta en la acción, y las palabras, que son el fruto de la acción de los músculos de nuestras cuerdas vocales, son en realidad fruto de pensamientos y acciones. Hablar no es una acción como cualquier otra; El habla transmite nuestros pensamientos y sentimientos. El habla nos permite comunicarnos con otros hablando del pasado, el presente y el futuro. El ámbito del habla parece vasto, es el de las palabras, y se extiende a través de todo el paso  del tiempo.

 

A diferencia de otras acciones, las palabras son más fáciles de implementar y, de hecho, están menos sujetas a la reflexión que precede o debería preceder a cualquier acción.

 

Quizás por instintos de conducta heredados de tiempos prehistóricos, pensaré antes de actuar físicamente sobre alguien o sobre mi entorno material, mientras que expresaré sentimientos o impresiones con menos moderación, sabiendo que no influirán directamente en mi integridad física ni en mi entorno material. Digo “que no tendrá una influencia directa”, porque en el fondo las palabras hieren como golpes, adulan como caricias o adiestran como perros. Las palabras actúan sobre las representaciones mentales de nuestro YO y nunca están exentas de consecuencias para los demás.

 

Continuemos centrándonos en el discurso y abordemos ahora la noción del alcance del discurso.

Ya os lo dije antes: el campo del habla es el de las palabras. Sin embargo, las palabras que utilizamos engañan a nuestro pensamiento, al igual que lo hace nuestro cerebro cuando interpreta las señales que provienen de nuestros cinco sentidos. Como dice Bergson, «nuestro pensamiento no ve las cosas, se contenta con leer las etiquetas que les son pegadas». La consecuencia es que vivimos en una zona intermedia entre las cosas y nosotros mismos, externos a las cosas, externos también a nosotros mismos. Les dije antes que el campo del conocimiento era limitado para el iniciado, a diferencia de lo ilimitado conocimiento del Gran Arquitecto del Universo. Aquí hay una buena ilustración con el habla, ya que sólo existe para nosotros aquello que tiene un nombre. De hecho, si no conocemos un nombre que califique la existencia de algo abstracto o concreto, entonces no podremos medirlo, y no existirá para nosotros. De ahí la importancia del nombre en la civilización egipcia, donde la capacidad de ser nombrado es una condición sine qua non para la vida espiritual y eterna. En el Génesis, encontramos la importancia del nombre, cuando Dios presenta los animales a Adán uno por uno para que les dé un nombre y para que pueda formar parte de su universo. «YHWH Elohim forma de Adán todo ser viviente del campo, toda ave del cielo». Él los lleva ante Adán para que vea lo que les está gritando. Y todo ser viviente a quien Adán clama, tal es su nombre. Y llamó Adán el nombre de toda bestia y de toda ave de los cielos y de todo animal viviente del campo.

En el mundo secular, el lenguaje suele pervertirse. En la Logia, el iniciado medía su importancia después de un período de silencio. Durante la reunión, la palabra circula, participa en el Egregor de la Logia. Toda la Logia se expresa a través de este fluido, y la palabra no pertenece a nadie, circula, vuela de hermano en hermano, al ritmo del ritual y de los usos y costumbres del Taller. Está impulsado por un deseo de intercambio y está inmerso en un mundo simbólico, dentro de un lugar sagrado, donde otros se abren a nosotros y donde cada palabra cuenta. Los pensamientos de todos los hermanos alimentan la palabra que circula y se intercambia como una antorcha simbólica.

 

Piensa bien, di bien, hazlo bien.

Éstas son nuestras palabras clave, apoyadas en el ternario del compás, la escuadra y la regla. Este ternario permite al iniciado dibujar no sólo diagramas simples, sino planos reales para la gloria del Gran Arquitecto del Universo. Lograr la trascendencia de lo cotidiano a través de nuestros pensamientos, nuestras acciones y nuestras palabras. Para ello es necesario que seamos conscientes del camino que aún nos queda por recorrer. No debemos perdernos en las ilusiones que nos da la interpretación de nuestros sentidos. Tampoco debemos dejarnos engañar por palabras que, si se usan mal, pueden ser una camisa de fuerza que nos impida progresar.

 

Pensemos si verdaderamente nuestras palabras nos llevan a la acción , o se quedan en simples palabras.

Alcoseri


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De: Kadyr Enviado: 26/06/2025 18:56


 
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