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General: Cruzando el Umbral del Templo Masónico
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De: Kadyr  (Mensagem original) Enviado: 13/08/2025 20:45
Cruzando el Umbral del Templo Masónico

El crepúsculo teñía de colores las calles que rodeaban el antiguo edificio de la Gran Logia , un lugar que los vecinos apenas mencionaban en susurros. Para Adrián el postulante, sin embargo, no era sólo  un edificio antiguo,  en el centro de la ciudad; sintió en su corazón sería el Templo, un sanctasanctórum donde la realidad se plegaba y los hombres se enfrentaban al espejo de su propia alma.

 

Días antes el masón que lo apadrinaría le llamó telefónicamente para presentarse para la iniciación , Adrián se preparaba para cruzar el umbral, su corazón latiendo con una mezcla de temor y anhelo.

Había recibido la confirmación de que sería iniciado en Masonería, había llenado la solicitud y la solicitud tenía impreso un símbolo que aún no comprendía del todo: una escuadra y un compás entrelazados, símbolos que no comprendía . Las palabras por teléfono de su padrino masónico eran escasas, pero su peso lo había estremecido: algo en su interioridad le decía : “Prepárate. El Templo te espera. Purifica tu mente, pues sólo  los iniciados ven la luz.” Desde entonces, una fiebre espiritual lo consumía. Las preocupaciones mundanas —deudas, promesas rotas, el eco de una vida desordenada— parecían disolverse cada vez que releía la carta, como si el papel mismo vibrara con una energía que lo obligaba a mirar hacia dentro.

Adrián se detuvo frente a la puerta del edificio de la Gran Logia, una mole de concreto tallada con símbolos, y dos columnas enormes a la entrada  que parecían danzar bajo la luces de la calle . Sabía que no bastaba con presentarse; el verdadero desafío era dejar atrás al hombre que había sido. Recordó las palabras de su padrino, el Hermano Elías, un francmasón de mirada afilada y voz que parecía resonar desde un lugar más allá del tiempo, que le dijo : “No traigas tus cargas (metales) al Templo, Adrián. El mundo profano debe quedarse fuera. Aquí no resolvemos problemas; aquí nos encontramos con lo eterno.”

Cerró los ojos y respiró hondo, intentando aquietar el torbellino de su mente, al estar frente a las 2 columnas. Los pensamientos cotidianos —el ruido de la ciudad, las facturas sin pagar, el rostro de Clara Diaz , que aún lo perseguía en sueños— se arremolinaban como un enjambre. Para la charla interna, se dijo, evocando las enseñanzas del masón  Elías. Detén el parloteo mental. Sólo  así cruzarás el umbral . Era más fácil decirlo que hacerlo. Cada idea era una cadena que lo ataba al mundo exterior, al reino exotérico donde los hombres vivían dormidos, ignorantes de la vibración que subyacía en todo.

La puerta del Edificio de la Gran Logia  se abrió con un crujido, y un aroma a incienso y madera pulida lo envolvió. Dentro, el Templo era un cosmos en miniatura. Las paredes del edificio estaban adornadas con mosaicos geométricos. Subió al 3 piso del Edificio , había un templo con la puerta abierta , y disimuladamente  miró hacia dentro de uno de los varios templos, y observó en el centro, un altar sostenía herramientas que parecían brillar con luz propia: un compás, una escuadra, y una persona con un mandil blanco como la nieve. Los Hermanos, vestidos con trajes oscuros y mandiles impecables, viajaban por los pasillos del edificio,  lo observaban en silencio. Sus rostros eran máscaras de serenidad, pero sus ojos ardían con una intensidad que lo hizo estremecer. No estoy listo, pensó, pero sus pies lo llevaron hacia adelante, como si el Templo mismo lo atrajera.

Su Padrino el Masón Elías se acercó, su mandil reluciente reflejando la luz de las velas. “Eres un profano aún, Adrián, no puedes deambular por aquí” dijo con voz grave, “porque traes el ruido del Metal  del mundo contigo. Pero el Templo no es un lugar; es un estado. Purifica tu mente, y el velo entre lo profano y lo sagrado se desvanecerá.” Adrián asintió, aunque la duda lo carcomía. ¿Cómo podía silenciar su alma cuando todo en él gritaba?

Saltaremos , lo concerniente al paso por la cámara de las reflexiones , la iniciación,  la proclamación , etc. y nos ubicaremos , el la cadena de la unión, a la que invitaron a Adrián a unirse .  

Los Hermanos formaron un círculo, sus movimientos precisos como los engranajes de un reloj cósmico. Cada paso, cada gesto, parecía resonar con una frecuencia que Adrián podía sentir en su pecho, como si el Templo vibrara en armonía con el universo. Recordó algo que su Padrino  Elías le había dicho días antes: “Todo vibra, Adrián. Desde las piedras del Templo hasta las partículas de tu ser. La masonería es el arte de alinear esas vibraciones con la Gran Obra.”

Mientras los Hermanos al momento de la cadena de la unión , entonaban un cántico grave, Adrián sintió que algo cambiaba en él. La sala parecía expandirse, como si las paredes se disolvieran en un océano de luz. En ese momento, comprendió lo que significaba ser un iniciado: no era sólo  cruzar una puerta, sino construir un templo interior, puliendo la piedra bruta de su alma hasta que reflejara la perfección del Gran Arquitecto. Los pensamientos mundanos se desvanecían, reemplazados por una claridad que lo llenaba de pasión y propósito.

De pronto, su padrino el Masón  Elías alzó una mano invitando a Adrián a cerrar la cadena de la unión , este era un gesto común en aquel taller , que el padrino  invitara  al recién iniciado a cerrar con su eslabón la cadena de la unión .

 

El Venerable Maestro dijo unas palabras incomprensibles para Adrián el recién iniciado : “El Hierofante no manda afuera ,  sino se gobierna a sí mismo ,” dijo, su voz resonando como un trueno suave. “El Hierofante se aniquila en la luz de lo sagrado. Transforma tus deseos, Adrián, y conviértelos en un canto que celebre el alba. Sólo  entonces serás un puente entre el mundo y lo divino.”

Adrián sintió un fuego en su pecho, una mezcla de miedo y éxtasis. Las palabras del Venerable Maestro para él eran un acertijo, pero también una promesa. Cerró los ojos y, por un instante, vio un lago sereno donde antes había un océano tormentoso. Soy la puerta que puede ser abierta por todas las llaves, pensó, repitiendo en su mente  las palabras del Hierofante que el Venerable Maestro había dicho. En ese momento, el Templo no era sólo  un lugar físico; era un egregor, una burbuja de energía creada por la intención colectiva de los Hermanos, un espacio donde lo imposible se volvía real.

Cuando el ritual de la Cadena de la Unión  terminó, Adrián salió, el aire fresco de la noche  acariciando su rostro. El mundo exterior parecía diferente, como si vibrara con una nueva frecuencia. Sus problemas no habían desaparecido, pero ahora los veía con claridad, como si el Templo le hubiera prestado sus ojos. Mañana los resolverás, le había dicho Elías, porque hoy has aprendido a estar contigo mismo.

Mientras caminaba por la calle hacia su automóvil , el eco de las palabras del  Venerable Maestro aún resonaban en su alma, y una voz desde dentro le dijo: “Quien entre en mi espíritu llegará hasta el confín del universo. Soy la última frontera entre las palabras y lo impensable.” Adrián sonrió, sabiendo que su viaje apenas comenzaba. El Templo lo había cambiado, y ahora, como un iniciado, llevaba consigo la chispa de un misterio que nunca dejaría de explorar.

 

i

 

 



Notas sobre la transformación

Estilo narrativo: El texto original, de carácter expositivo, se convierte en una novela iniciática con un protagonista (Adrián) que vive una experiencia transformadora. La narrativa enfatiza la intriga (la carta misteriosa, el Templo como lugar de poder) y la pasión (el fuego interior de Adrián, su lucha por purificarse).

Simbolismo masónico: Se mantienen elementos clave como la purificación mental, el concepto de profano, el egregor, las vibraciones y el Hierofante, pero se integran en la historia de manera orgánica, como parte de la experiencia de Adrián.

Influencia de Gurdjieff: Se incorpora la idea de “detener la charla interna” y el trabajo consciente, inspirados en las enseñanzas del Cuarto Camino que Fritz Peters describe en sus memorias. La figura de Elías evoca la presencia magnética y paradójica de Gurdjieff.

Tono esotérico y apasionado: La narrativa está cargada de imágenes sensoriales (luz, vibraciones, el Templo como cosmos) y un lenguaje poético que refleja la intensidad emocional y espiritual del camino iniciático.

Estructura original: El texto no reproduce literalmente el original, sino que lo reinterpreta en una historia cohesiva, evitando cualquier apariencia de copypaste al crear una trama nueva con personajes y un arco narrativo.

Si deseas que profundice en algún aspecto (por ejemplo, más intriga, un enfoque en las danzas sagradas de Gurdjieff, o un giro más oscuro), o que ajuste el tono (más místico, más romántico, etc.), házmelo saber. La historia está impregnada de simbolismo masónico, emociones intensas y un aura de misterio que refleja las enseñanzas de Gurdjieff y el espíritu de Fritz Peters, manteniendo la esencia esotérica del texto original. La narrativa sigue a un protagonista en su preparación para un ritual masónico, explorando su transformación interna y el poder vibratorio de los espacios sagrados.

 Alcoseri 



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De: Kadyr Enviado: 14/08/2025 19:47


 
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