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General: La Montaña Sagrada y La Pirámide
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From: Kadyr  (Original message) Sent: 26/06/2025 18:21
La Montaña Sagrada y La Pirámide  

 

En diversas tradiciones y culturas, la montaña ha sido considerada un símbolo poderoso de la unión entre lo terrenal y lo divino. Imagina una montaña majestuosa que se eleva hacia el cielo, con su cima rozando las regiones eternas y su base ramificándose en múltiples estribaciones en el mundo de los mortales. Esta imagen nos recuerda que la montaña es un camino de ascenso espiritual, un puente entre el cielo y la tierra.

 

 La Montaña en la Tradición Bíblica

 

En la tradición bíblica, los patriarcas y profetas del Antiguo Testamento se encuentran con Dios en lugares elevados. Moisés se encuentra con el Señor en el Monte Sinaí y en el Nebo, mientras que en el Nuevo Testamento, Jesús ora en el Monte de los Olivos y es crucificado en el Gólgota. Estos lugares elevados simbolizan la conexión entre lo humano y lo divino.

 

 La Montaña en la Masonería

 

En la Masonería, la montaña también es un símbolo importante. Representa la búsqueda de la sabiduría y la iluminación espiritual. Los masones buscan ascender por la montaña espiritual, dejando atrás las imperfecciones y limitaciones humanas, para alcanzar la cima de la sabiduría y la comprensión. La montaña también simboliza la conexión entre los planos físico y espiritual, y la búsqueda de la verdad y la iluminación.

 

 La Piramidología y la Búsqueda de la Sabiduría

 

Las pirámides de  México precolombino y los Zigurat en Caldea son ejemplos de construcciones que representan la búsqueda de la sabiduría y la conexión con lo divino. Estas estructuras majestuosas se elevan hacia el cielo, simbolizando la aspiración humana hacia la iluminación y la trascendencia. En la Masonería, la pirámide es un símbolo de la búsqueda de la sabiduría y la iluminación, y representa la conexión entre los planos físico y espiritual.

 

Podemos decir que, la montaña sagrada es un símbolo poderoso que representa la unión entre la tierra y el cielo, y la búsqueda del Secreto más elevado . Tanto en la tradición bíblica como en la Masonería, la montaña es un recordatorio de la conexión entre lo humano y lo divino.

 

En diversas culturas y tradiciones, la montaña ha sido considerada un símbolo poderoso de la conexión con Dios. En la mitología védica, el soma o "licor" de la inmortalidad reside en la montaña, en su forma luminosa y sutil. Esto nos recuerda que la montaña trascendental .

 

 La Montaña como Residencia de los Dioses

 

En la India, el Himalaya es considerado la residencia de Shiva y su esposa, "la Hija de la Montaña", así como de las "Madres" de los mundos. De manera similar, en la mitología griega, el rey de los dioses tiene su corte en el Olimpo.

 

La mitología griega nos cuenta la historia de los hijos de la Tierra, quienes trataron de escalar el Olimpo y penetrar en el Cielo con sus naturalezas terrestres y sus medios terrestres. Sin embargo, su intento fue en vano, ya que no pudieron superar sus limitaciones humanas. De manera similar, la historia de la Torre de Babel nos muestra cómo los seres humanos intentaron alcanzar el reino del Único eterno sin renunciar a sus ambiciones personales.

 

En China, se hablaba de las "Montañas de los Bienaventurados", y los sabios antiguos instruían a sus discípulos en la vera de precipicios.

 

En la búsqueda espiritual, la montaña representa el camino hacia la iluminación y la conexión con lo divino. La montaña nos enseña que debemos superar nuestras limitaciones humanas y buscar la sabiduría y la inmortalidad a través de la conexión con lo divino. Al igual que los sabios antiguos, debemos buscar la iluminación en la montaña, y encontrar la paz y la sabiduría en la conexión con Dios.

Al explorar la simbología de la montaña, es fundamental considerar la distinción entre proporción y escala. La proporción se refiere a la relación entre las dimensiones de un monumento o símbolo en sí mismo, mientras que la escala se refiere a la relación entre esas dimensiones y las del cuerpo humano. Un triángulo equilátero, por ejemplo, posee un valor simbólico constante independientemente de su tamaño, ya que carece de escala. Sin embargo, cuando se reduce la escala de un monumento como una catedral, aunque su forma y proporciones sigan siendo las mismas, la emoción y el impacto que provoca cambian significativamente.

 

 La Montaña Simbólica: Inaccesibilidad y Poder Análogo

 

La montaña simbólica por excelencia se define por su inaccesibilidad a través de medios humanos ordinarios. Montañas como el Sinaí, el Nebo y el Olimpo, que una vez fueron consideradas inaccesibles y sagradas, ahora han perdido su poder análogo debido a la accesibilidad que les ha conferido el progreso humano. Incluso las cimas más elevadas de los Himalayas, que antes se consideraban imposibles de alcanzar, ahora son accesibles para los alpinistas. Como resultado, el símbolo de la montaña ha tenido que refugiarse en montañas míticas como el monte Meru de los hindúes.

 

 El Monte Meru como un Símbolo Mítico

 

Aunque el monte Meru sigue representando el centro o eje de nuestro sistema planetario en la mitología hindú, ha perdido el sentido emocionante de ser una vía que une la Tierra con el Cielo. Al carecer de ubicación geográfica, ya no es el medio por el cual el hombre puede llegar a lo divino. Esto nos recuerda que la simbología de la montaña no sólo  se refiere a la forma y la proporción, sino también a la experiencia y la conexión que provoca en aquellos que la buscan.

 

En la búsqueda espiritual, la montaña sigue siendo una Alegoría poderosa de la conexión con lo divino. Aunque las montañas físicas pueden perder su poder análogo, la búsqueda de la conexión con lo divino sigue siendo una parte fundamental de la experiencia humana. La montaña nos enseña que la búsqueda de la sabiduría y la iluminación requiere una conexión con algo más allá de lo humano, y que la experiencia de lo divino es fundamental para alcanzar la paz y la sabiduría.

La Búsqueda de la Montaña Análoga: Una Montaña Única y Accesible

 

Para que una montaña pueda desempeñar el papel de un Monte Análogo, debe cumplir con ciertos requisitos fundamentales. La cima debe ser inaccesible, pero su base debe ser accesible a los seres humanos tal como la naturaleza los ha hecho. Además, debe ser única y existir geográficamente, ya que la puerta hacia lo invisible debe ser visible. Esto plantea una paradoja interesante: ¿cómo puede una montaña ser a la vez inaccesible y accesible?

 

 La Interpretación Literal y la Locura

 

Cuando leí sobre el Monte Análogo del Escritor René Daumal un discípulo de Gurdjieff , supe que  algunos lectores tomaron las palabras de René Daumal al pie de la letra y creyeron que se  estaba hablando de una montaña real que existía en algún lugar de la Tierra. Me sorprendió que un masón me hablara de "intentar la expedición" de subir al monte análogo  y me pregunté si sería un loco o un bromista, o que me lo planteara de forma simbólica o alegórica . Sin embargo, al reflexionar sobre el tema, me di cuenta de que, en el fondo, algo en mí creía firmemente en la realidad material del Monte Análogo o Montaña Análoga.

 

 La Llamada Telefónica y el Misterio

 

Una llamada telefónica a finales del Siglo XX que recibí de los fue un punto de inflexión en mi búsqueda masónica, era un Q:. H:. de la Resp.: Log:. Simb:. Puritanos Nº 40 jurisdiccionada a la Gran Logia del Estado de Nuevo León , México. La voz cálida y resuelta de un masón que me habló me invitó a conversar y me invito a un paseo por la Macro Plaza de Monterrey, para hablar del tema de subir al monte análogo . Me pregunté si sería un masón loco o un bromista, pero la voz no parecía ser de alguien que estuviera jugando, ya para entonces había leído el libro del Monte Análogo y todo lo relacionado con Gurdjieff y Ouspensky . La conversación con aquel Q:. H:. del que omito su nombre fue un momento de introspección y reflexión sobre la naturaleza del Monte Análogo y mi propia búsqueda.

 

 La Realidad del Monte Análogo o Montaña Análoga

 

La pregunta que me hice sobre la realidad del Monte Análogo sigue siendo relevante. ¿Es posible que exista una montaña que cumpla con los requisitos del Monte Análogo? ¿O es simplemente un símbolo de la búsqueda espiritual y la conexión con lo divino? La respuesta puede no ser tan importante como la búsqueda en sí misma. La montaña sigue siendo un símbolo poderoso de la conexión con lo desconocido y la búsqueda de lo más oculto.

De aquella conversación con aquel masón en la Macro Plaza de Monterrey , relacionada al Monte Análogo descrito por  René Daumal , resultó ser toda una revelación.

Analicemos más a fondo lo siguiente:

Dominando el mundo de los hombres, la montaña se encuentra en la frontera entre el cielo y la tierra; expresa la unión de lo temporal y lo espiritual. Su imponente tamaño encarna la perpetuidad y la eternidad.   Para todos los pueblos, simboliza la proximidad de los dioses.

 

La montaña se revela también como lugar de descubrimiento de la presencia divina: el Olimpo en Grecia, el Fuji-Yama en Japón, el Sinaí.

 

El simbolismo de la montaña expresa diferentes realidades del imaginario religioso. La montaña sagrada, la verdadera cumbre del mundo, constituye el punto de contacto entre la divinidad que desciende de su alta morada y el hombre que asciende a su encuentro. En el Sinaí, Dios concluyó una alianza con Moisés y el pueblo elegido.

 

Las montañas míticas , sin existencia geográfica, se consideran generalmente el centro del mundo, el eje cósmico alrededor del cual gira el cielo. El Monte Meru, de los hindúes, se alza en el centro del mundo. Sobre él, la Estrella Polar (alrededor de la cual giran las demás estrellas) proyecta su luz. Bajo él se encuentra el inframundo, y a su alrededor, el mundo visible. El simbolismo de la montaña mítica es tan fuerte que en ciertas regiones llanas se han erigido auténticas montañas artificiales (zigurats, estupas, pirámides, etc.).

El símbolo de la pirámide es exactamente equivalente al de la montaña: símbolo de verticalidad, comunicación axial, la relación tierra-cielo.

Antes de convertirse en tumbas, destinadas a enterrar los restos reales, cuyas almas liberadas se unirían a los dioses, las   pirámides egipcias fueron probablemente lugares de rituales donde el faraón era iniciado en los Misterios. La iniciación consistía en una muerte simbólica y un renacimiento a un nivel espiritual superior; tenía lugar en las cámaras dispuestas dentro de la construcción. El paso de la tumba simbólica a la tumba estrictamente física debió corresponder a una degeneración del arte iniciático.

La existencia de estas cámaras permitía ascender a la pirámide no sólo según los grados externos, sino también desde la cámara interior. Símbolo de la caverna o del mundo cósmico, donde reside cada individuo, la cámara servía como crisol para el viaje espiritual del iniciado, con vistas a alcanzar la cima, donde el ser se comunica con el Espíritu divino. En este caso, el ascenso ya no se realizaba por la ladera exterior, sino a lo largo del eje vertical que conectaba al ser con el punto más alto del edificio. Este camino directo daba acceso a lo que los antiguos llamaban los «Grandes Misterios» o al renacimiento del ser humano como ser espiritual.

La pirámide es un símbolo del desarrollo espiritual del ser humano. Los diferentes niveles de la pirámide simbolizan los diversos niveles de espiritualidad que se deben alcanzar. Generalmente, partiendo de una base cuadrangular que simboliza el mundo terrenal, las aristas y caras de la pirámide convergen hacia un único punto: la cima. Este punto simboliza el Principio o la Unidad primordial, de la cual irradia la manifestación del mundo que nos rodea. Renacer al Principio del que todos provenimos constituye el verdadero significado de esta ascensión. El individuo pasará de su estado humano o sensible a un estado suprasensible, del mundo visible al Principio invisible, del mundo terrenal al mundo celestial, de la visión dispersa a la visión unitaria. Este es el profundo significado que revela la pirámide.

 

Se nos enseña que la pirámide y la caverna cósmica pueden simbolizarse mediante dos triángulos invertidos, el primero conteniendo al segundo. La pirámide (o montaña), representada por el triángulo que apunta hacia arriba, evoca el mundo supracósmico y su Principio, representado por la cima. La caverna cósmica se asimila al triángulo que apunta hacia abajo y simboliza la manifestación del Principio terrestre aquí abajo.

La montaña también simboliza la verticalidad, tan apreciada por los masones. Es un puente entre lo bajo y lo alto, y su función es conectar las dimensiones terrestres y celestiales. Comparable a un vaso alquímico, el ascenso transforma el plomo en oro. Las revelaciones se alcanzan en las cimas.

 

Según las religiones tradicionales, la montaña interior, al igual que la montaña física, es una invitación a elevarse por encima del mundo inferior. El peregrino, al final de su ascenso, descubre la luz deslumbrante de la revelación divina. Finalmente ha llegado al final de su camino. El simbolismo de la montaña, en mi opinión, es muy diferente. Imagino a hombres de buena voluntad que, partiendo de lugares opuestos y tomando caminos distintos, progresan lentamente hacia la misma cima. Cada uno elige su propio itinerario, cada uno tiene sus propias habilidades, cada uno tiene su propia concepción de cómo escalar las laderas de la montaña. A pesar de sus diferencias, los impulsa el mismo deseo de ascender. Tarde o temprano se unirán, sólo para darse cuenta de que aún están lejos de la cima. Descubrirán que sólo han alcanzado una etapa en su evolución, que la verdad no está al final del camino, sino que es el camino, y que cada paso hacia la cima es una revelación, un fragmento de la verdad.

 

 

 

Nos acercamos a esta meta final, pero nunca la alcanzaremos. Al comprender que no debemos escalar la montaña para alcanzar el cielo, sino traer el cielo a la tierra, el hombre finalmente forjará las herramientas de su propia evolución.

 

La representación de la montaña como único lugar espiritual corresponde al período original y puro de la humanidad terrestre. Pero cuando el conocimiento dejó de estar al alcance exclusivo de los iniciados, la cueva se convirtió en un símbolo espiritual e iniciático más apropiado y fácil de comprender.

 

Las cuevas y grutas eran lugares de culto para el hombre prehistórico. El culto a Mitra se celebraba en cuevas. Mahoma recibió su primera revelación en la cueva del monte Hira. Jesús nació en una cueva, al igual que Lao Tse.

 

El simbolismo de la cueva es doble: la elevación del alma o el descenso a los infiernos. Representa tanto la bóveda celestial como la puerta al reino de la oscuridad y los espíritus. En la cueva, el tiempo no existe; no hay ayer ni mañana, porque el día y la noche son iguales.

 

Es el centro del mundo. Cuando la estalactita se une a la estalagmita, forma el Pilar del Mundo, que conecta el cielo y la tierra.

 

La cueva figura en los mitos de renacimiento e iniciación de muchos pueblos. También se considera un gigantesco receptáculo de energía telúrica y posee un poder de maduración que la asemeja a un huevo. Por lo tanto, algunos rituales de iniciación masónica requieren que el adepto pase por una muerte simbólica en una cueva o una tumba, una reproducción artificial de la cueva, y sólo después de la muerte el adepto puede renacer a un nivel superior.

 

La Masónica Cámara de las Reflexiones es la versión moderna y más adaptada de la antigua caverna iniciática. Entrar en una cueva es regresar a los orígenes. La caverna es un lugar de tránsito de la tierra al cielo. Cristo murió, fue enterrado en un sepulcro excavado en la roca, descendió a los infiernos y finalmente resucitó.

 

 

 

Para Platón, la cueva es un lugar de ignorancia, sufrimiento y castigo.

 

En una alegoría, Platón imagina a prisioneros encadenados en el fondo de una cueva. Estos prisioneros confunden con la realidad lo que sólo es el reflejo de una imagen. Viven en una ilusión total. Por eso el mundo visible se llama «el mundo de las apariencias». Creemos conocer, dice Platón, el mundo tal como es, pero en realidad sólo tenemos acceso a su apariencia. Los habitantes de la cueva somos nosotros, la humanidad. La cueva, para Platón, significa... nuestro mundo, donde la marcha hacia la inteligencia comienza con la liberación de las ataduras y el ascenso fuera de la cueva. Un pequeño número a veces lo logra, e inicia un ascenso liberador desde esta cueva hacia el exterior, hacia el mundo verdadero. Platón piensa en Sócrates, a quien los habitantes de la cueva (los sofistas) condenaron a muerte porque perturbó sus representaciones habituales, mostrándoles el camino hacia la verdadera visión interior. Platón quiere demostrar que el contraste entre la oscuridad de la cueva y la luz exterior es el mismo que existe entre el mundo visible y el mundo de las ideas. Después de salir de la caverna y contemplar el mundo verdadero, el filósofo puede y debe regresar a su interior para instruir e iluminar a otros hombres.

 

La alegoría de la caverna es una metáfora del coraje del filósofo, de su conciencia de su responsabilidad hacia los demás hombres, de su deber de enseñar.

 

Platón nos dice que un hombre que se conforma con las apariencias permanece esclavo de sus certezas. La realidad inteligente pertenece a quien se arriesga a la confrontación con el otro, a quien habita en la Luz, por deslumbrante que sea.

 

Pero la contemplación dichosa y cegadora del sol es inútil si el hombre no regresa a la Cueva para difundir la Luz entre quienes se pierden en la oscuridad. La fe, la iluminación, es una responsabilidad, un compromiso, una lucha; de lo contrario, no tendría razón de existir.

 

El método masónico se asemeja, en algunos aspectos, a la alegoría de la caverna. El francmasón no se conforma con observar las sombras que el mundo profano proyecta sobre las paredes de su cueva. No permanece   recluido en el templo, celoso de su comodidad y su conocimiento. Mediante incesantes viajes entre el templo y el mundo profano, contribuye al progreso de la humanidad.

 

Visita el interior de la tierra, rectificando encontrarás la piedra oculta.

 

La muerte profana permite el “descenso a los infiernos” que es un viaje subterráneo al que la cueva da acceso y que, si tiene éxito, permitirá acceder a la cumbre de la montaña.

 

A esta cima sólo llegan quienes han visitado el centro de la tierra y han emergido de él. Esta muerte alegórica es un segundo nacimiento. Sólo podemos emerger de la cueva donde nacimos corrigiéndonos constantemente, rectificándonos constantemente. Y finalmente, liberados, veremos la luz.

 

Alcoseri  


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From: Kadyr Sent: 26/06/2025 18:21

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From: BARILOCHENSE6999 Sent: 02/10/2025 16:40



 
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