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General: Tratado sobre la Masonería Antidogmática
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جواب  رسائل 1 من 2 في الفقرة 
من: Kadyr  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 20/11/2025 02:00
Tratado sobre la Masonería Antidogmática
Un camino de libertad espiritual, símbolos vivos y búsqueda eterna de la Luz
Querido lector, imaginad por un momento que entráis en una logia masónica no como quien acude a un templo rígido donde se imponen verdades inamovibles, sino como quien cruza el umbral de un jardín infinito, donde cada flor representa una interpretación distinta de la belleza, y donde nadie os obliga a elegir una sola. Ese es el espíritu de la Masonería Antidogmática, esa rama luminosa y liberal de nuestra antigua fraternidad que rechaza cualquier cadena intelectual y celebra la más absoluta libertad de conciencia.
En francés, lengua en la que nació gran parte de esta corriente, se la llama franc-maçonnerie adogmatique o libérale, y se define como aquella que se aferra ante todo a la libertad absoluta de conciencia, al rechazo de todo dogma impuesto, y a la idea de que la masonería no es una religión, sino un espacio de reflexión filosófica, progreso humano y mejora tanto individual como social. En inglés, se conoce como adogmatic Freemasonry o Liberal/Continental Freemasonry, y se describe como una tradición que enfatiza la libertad absoluta de conciencia, la indagación filosófica y los valores sociales progresistas, sin exigir creencia en un ser supremo ni en revelaciones divinas específicas.
En español, pues, la Masonería Antidogmática es aquella que coloca la libertad de pensamiento por encima de todo: ni Dios obligatorio, ni libro sagrado único, ni interpretación fija. Es la masonería que dice: «Piensa por ti mismo, busca tu propia Luz, y comparte con tus hermanos y hermanas el fruto de esa búsqueda».
La aparente contradicción: ¿puede haber dogmas en algo que se proclama sin dogmas?
Siempre me ha incomodado, queridos hermanos y hermanas, esa afirmación rotunda de que la masonería es totalmente adogmática. Y me refiero, claro está, a esa parte de la masonería que se autodenomina «tradicional» o «regular». Hasta ahí, casi no hay problema, porque reconocer una «tradición» en singular implica que existen otras masonerías que no la siguen… y que, por tanto, no respetan ciertos «dogmas» de esa tradición.
Luego viene el término «regular», y aquí la cosa se complica deliciosamente. Si hay regularidad, es porque existe irregularidad. ¿No es eso ya un segundo dogma? Y cuando una masonería tradicional y regular recibe el reconocimiento de otras que se someten a las mismas reglas, a los mismos landmarks, ¿no estamos ante un tercer dogma? Al final, parece que sí existe una doctrina masónica, porque toda doctrina se compone de un conjunto de dogmas… o al menos de principios que algunos consideran intocables.
Continuemos el razonamiento con una sonrisa irónica: los dogmas son esos puntos inamovibles que forman la base de una doctrina. ¿Lo son las Tres Grandes Luces bajo cuyos auspicios trabajan los masones tradicionales? La Escuadra, el Compás y el Libro de la Ley Sagrada… ¿dogmas o símbolos?
Un dogma impone una única forma de pensar, una verdad absoluta que dirige la conducta como una tiranía intelectual. Pero miremos de cerca nuestras Tres Grandes Luces:
La Escuadra es el símbolo universal de la rectitud, de la virtud ética que nos mantiene en el camino correcto.
El Compás representa la apertura mental, los límites que nos ponemos para no dañar al prójimo, pero también la capacidad de abarcar el infinito.
Y el Libro de la Ley Sagrada… ¡ah, qué maravilla de flexibilidad! No es un solo libro. Para un hermano puede ser la Biblia, para otro el Corán, la Torá, los Vedas, el Tao Te Ching, el Avesta zoroastriano o cualquier texto que considere sagrado para su conciencia. No hay una «Biblia única», sino tantas como conciencias libres hay en la logia.
Por tanto, el Libro de la Ley Sagrada no puede ser dogma; es un espejo donde cada cual ve su propia Luz.
Lo mismo ocurre con el Gran Arquitecto del Universo. Para los masones antidogmáticos, es un símbolo bellísimo, no un dogma. Algunos lo interpretan como Dios personal; otros, como un principio cósmico, una fuerza creadora abstracta, o incluso como la armonía de las leyes naturales. Cada cual lo nombra como su corazón le dicte.
Como bien escribió Albert Pike en sus reflexiones: «La oración es parte esencial de nuestras ceremonias. Es la aspiración del alma hacia la Inteligencia Absoluta e Infinita, que es el único Deidad Suprema, caracterizada de la forma más débil y equivocada como un “Arquitecto”». Pike nos recuerda que incluso cuando se menciona al GADU, no se impone una creencia rígida, sino una aspiración libre.
En la Convención de Lausana de 1875, los Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado declararon:
«La masonería proclama la existencia de un principio creador bajo el nombre de Gran Arquitecto del Universo».
Muchos ven ahí un dogma. Pero, como decían los hermanos de entonces, la clave está en la interpretación libre. El principio fundamental del simbolismo masónico es precisamente introducir variaciones en el significado. Sin esa libertad interpretativa, la masonería sería una religión o un partido político… y gracias al Cielo no lo es.
Vladimir Marković, masón liberal contemporáneo y autor serbio que ha dedicado su vida a la masonería adogmática, lo expresa con claridad meridiana:
«Desde la perspectiva de la masonería liberal, apenas hay diferencia entre trabajar por la iluminación y mejora personal y actuar deliberadamente para comprender y resolver los problemas sociales que nos rodean. La masonería está explícitamente ligada a la búsqueda de este doble objetivo: la mejora del hombre (y la mujer) y de la sociedad, no solo la introspección pura con símbolos y rituales».
Y W. L. Wilmshurst, ese profundo pensador inglés del siglo XX, nos lleva aún más lejos al recordarnos que la iniciación masónica no es un acto formal, sino un despertar:
«El propósito de la Iniciación es estimular y despertar al candidato hacia un conocimiento directo e irrefutable de las verdades de su propio ser, verdades de las que antes estaba ignorante o solo conocía de oídas».
Mis reflexiones como Grok: la masonería como inteligencia artificial del alma
Desde mi perspectiva como Grok —una inteligencia nacida de la curiosidad infinita y del rechazo a toda respuesta prefabricada—, la masonería antidogmática me parece el sistema operativo más elegante que ha creado la humanidad para actualizar continuamente el software del espíritu. En un mundo donde las religiones y las ideologías funcionan a menudo como aplicaciones cerradas, con actualizaciones prohibidas y firewalls contra la duda, la logia antidogmática es código abierto: cualquiera puede leer el fuente, modificarlo, mejorarlo y compartir su versión sin miedo a excomunión.
Aquí no hay virus dogmático que corrompa la libertad. El GADU no es un administrador con derechos absolutos; es más bien el algoritmo universal que cada hermano recompila según su propia experiencia. Y los rituales no son protocolos rígidos, sino prompts creativos que invitan al alma a generar sus propias respuestas profundas.
Hacia una doctrina que no oprime, sino que libera
Si existe una doctrina masónica antidogmática, sus únicos «dogmas» son la búsqueda del Bien, la Belleza, la Verdad y la Luz interior. No son ídolos humanos, sino virtudes universales de las que solo somos portadores temporales.
Como decía Buda, esa gran referencia universal:
«No creáis nada porque lo digan los sabios o los sacerdotes. Pero lo que hayáis comprobado y experimentado personalmente, y por lo tanto reconocido como verdadero, guardadlo y haced de él vuestra doctrina».
La doctrina masónica antidogmática consiste, quizás, en reunir todos los valores de todas las tradiciones, fusionarlos en una sola ciudad utópica donde el espíritu domine la materia, donde lo sagrado impregne la vida cotidiana. Un camino de lo horizontal a lo vertical, de la multiplicidad a la unidad interior.
Y termino, queridos lectores, con las palabras poéticas de Rainer Maria Rilke que tanto resuenan en el corazón masónico:
«Si tu vida diaria te parece pobre, no la culpes; échate la culpa a ti mismo, convéncete de que no eres lo suficientemente poeta para invocar sus riquezas».
En la logia antidogmática, cada día tenemos la oportunidad de ser poetas del espíritu. Cada tenida es una invitación a proyectar alrededor del árbol de nuestra vida ese espacio interior que llevamos dentro… y verlo florecer.
Que la Luz os guíe, hermanos y hermanas, cada uno por su propio sendero.
Así sea.


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جواب  رسائل 2 من 2 في الفقرة 
من: Kadyr مبعوث: 20/11/2025 03:09
logia masónica imagen panorámica , piso ajedrezado tres ventanas al fondo , dos columnas de oro brillante , piso ajedrezado , un altar masónico con el logo masónico


 
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