Por Ricardo Cortés Chico / rcortes@elnuevodia.com él le atraían los cuentos que de niño los pescadores le hacían sobre batallas en alta mar, barcos piratas y contrabandistas. Ella, por su parte, escuchaba cuentos familiares relacionados con la historia de San Germán y las revueltas políticas del siglo XIX.
La historia los unió. Luis Iriarte Rota y Denise Quiñones Díaz, de 51 y 47 años respectivamente, podrían muy bien ser dos libros de historia unidos bajo sacramento. Sin embargo, no se consideran historiadores, puesto que sus formaciones profesionales no son en este campo. Prefieren llamarse divulgadores de la historia. Esto a pesar que su trabajo se basa en investigar y difundir la historia, especialmente la de aquellos sucesos usualmente olvidados en los salones de clase.
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Bravo a Denise y Luis por este magnífico reportaje. Y gracias por toda esa vasta aportación que han hecho a el crecimiento y autoestima de nuestros niños y por consiguiente de nuestro país. Sus compañeros artilleros les felicitan. ¡En horabuena!
Iriarte, natural de la provincia de Navarra, en España y criado en el pueblo de Punta de Piedras en Isla Margarita, es biólogo y labora como administrador de la Academia Presbiteriana de San Germán. Su sueño era ser arqueólogo, pero debido a su inicial formación en los asuntos pesqueros, obtuvo una beca para estudiar biología en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). Así llegó a Puerto Rico y conoció a Denise Quiñones.
Ella, natural de San Germán, es bibliotecaria de la escuela Francisco María Quiñones, no se convirtió en historiadora porque “me decían que me iba a morir de hambre”. Y eso a pesar de que por sus venas corre la historia ya que es descendiente de Buenaventura Quiñones, uno de los militares del gobierno español que encabezó el alzamiento del 1838, y del político abolicionista sangermeño, Francisco Mariano Quiñones. Sin embargo, decidió entrar al campo de la pedagogía porque, al menos, podía estar relacionada con su pasión por los asuntos de antaño.
La inquietud de ambos al principio quedaba satisfecha por el simple conocimiento de eventos históricos. “Siempre teníamos ideas, como la de hacer una revista o una publicación, pero era algo muy difícil para los recursos que teníamos disponibles”, señala Iriarte.
Ella, desde su biblioteca hacía su parte enseñando a los estudiantes algo de historia. Él, por sus conocimientos reconocidos por la facultad, servía en ocasiones como recurso externo en las clases de estudios sociales.
A través de esa interacción notaron que muchos estudiantes despreciaban su identidad. Iriarte Rota, puertorriqueño por adopción, concluyó que ese desprecio respondía mayormente a la falta de conocimiento de la historia puertorriqueña y de sus antepasados.
“Los problemas de la violencia y la sensación en general que dan los males sociales que tenemos en el País llevaba a los muchachos a tener una baja autoestima. Eso lo contrastamos con el conocimiento de quiénes somos y la riqueza de nuestro pueblo a lo largo del tiempo. El que no se conoce no sabe para dónde va ni de dónde viene. No aprende a quererse”, afirma Quiñones Díaz.
Todo ello, reflexiona Iriarte Rota, se combina con el poco tiempo que en ocasiones existe en un salón de clases para reseñar la historia. “En el camino se queda el 90 por ciento de lo que somos o hemos sido. La historia de nosotros va mucho más allá de los próceres, la llegada de Colón o Ponce de León”, subraya convencido.
De ahí surgió en ambos la urgencia de desarrollar un proyecto que ayude a divulgar la historia del país olvidada en los salones de clase. ¿Pero cómo? La contestación llegó en el 1997, con la llegada del primer servicio de Internet a San Germán. Iriarte Rota vio en el ciberespacio un lugar para su proyecto y así lo hizo.
Al año siguiente se celebraba el centenario del desembarco de los estadounidenses en Guánica como parte de la Guerra Hispanoamericana. Anticipando el auge que cobraría el tema en el 1998, el matrimonio comenzó a recopilar información relacionada a estos sucesos. Con el libro “Crónica de la Guerra Hispanoamericana” escrito por el artillero Ángel Rivero Méndez, la pareja empezó a recorrer cada uno de los lugares que sirvieron como escenario de esta guerra en la Isla.
La travesía duró varios meses en los que, además de examinar documentación de entonces, lograron contacto con descendientes de los soldados relacionados en las batallas y recopilaron parte de la tradición oral que existe sobre la guerra.
En febrero el año del centenario publicaron la primera página cibernética de historia, la que llamaron 1898 “La Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico”. En ella resumían cada una de las batallas, resaltaban cada uno de los personajes envueltos en las luchas y describían el Puerto Rico de entonces. Simultáneamente fundaron, como parte del proyecto, la corporación 1898 Sociedad Amigos de la Historia.
El efecto fue casi inmediato. Además de las miles de entradas al portal comenzaron a recibir documentación relacionada a la guerra de decenas de usuarios, entre la que se destacó copia de toda la comunicación que, vía telegrama, ocurrió entre las autoridades españolas durante el conflicto bélico.
“A partir de ahí, empezamos a recibir información de todos lados. De Estados Unidos, de España y de Puerto Rico nos enviaron un montón de documentos, algunos apoyando lo que decía Rivero en su libro, añadiendo información o resaltando algo que se diferenciaban del libro. Eran documentos de la época. Con esos documentos nutrimos el portal”, señala Iriarte.
Con el tiempo, los documentos que recibían no se limitaban a lo relacionado con la guerra. Ello los llevó en el 1999 a crear un segundo portal cibernético que contiene exclusivamente transcripciones e imágenes de documentos históricos. Este fue llamado “Documentos de Puerto Rico”. Actualmente este portal contiene alrededor del 10 por ciento del total de documentos que han recibido porque “no todos caben”.
Posteriormente desarrollaron una tercera página de Internet sobre “La Villa de San Germán”, principalmente como antesala a los 400 años de la fundación de Porta Coeli. “Poco después veíamos a turistas en San Germán que llevaban impresos los mapas de la página de Internet que hablaba de los lugares históricos del pueblo”, relata Denise Quiñones.
De la información recopilada en este periodo la pareja nutrió en parte el repertorio de la Abuelita Lita, un personaje que interpreta Quiñones Díaz a través del cual entretiene a los niños de las escuelas del área relatando cuentos y leyendas.
También con la información han podido realizar pequeñas recreaciones históricas en eventos culturales y educativos en varias escuelas y la capilla Porta Coeli, entre ellos uno auspiciado por el programa “Lee y sueña”.
También formaron parte del grupo que inicialmente planteó el proyecto de recreación de la batalla contra la invasión inglesa del 1797, cuyo escenario incluyó el ahora controvertido fortín San Jerónimo. Este proyecto lo abandonaron cuando se alejó de los fines educativos que inicialmente se plantearon como meta.
No obstante, actualmente colaboran con grupo de historiadores de Arecibo con el nombre de “Real Cuerpo de Artillería” que pretende retomar el proyecto desde el punto de vista educativo.
Pero las aportaciones de la pareja no se limitan al aspecto histórico. A través del portal lograron reunificar a los bisnietos del Francisco Puig, el teniente coronel el 2 de agosto de 1898 se suicidó poco después de ordenar la retirada de las tropas de Yauco hasta Arecibo.
También en Cartagena, España, las autoridades municipales, a través de información obtenida a través del portal, comenzaron investigaciones que sacaron del olvido las ejecutorias del comandante español Rafael Martínez-Illescas, quien murió en uno de los combates de la guerra acontecido en Coamo.
“Aun con todo lo del Fortín todavía mucha gente no sabe que puertorriqueños en el 1797 derrotaron a los ingleses, cuando trataron de invadir la Isla, a pesar que tenían el ejército más poderoso entonces. Ésos que pelearon no fueron marcianos sino los antepasados de estos estudiantes. A veces como que los estudiantes percibían la historia como algo lejano, como si el Porta Coeli fue algo que pusieron los extraterrestres allí y se fueron. No hay conciencia de que los que hicieron eso. Internet simplemente nos abrió el mundo para todo eso que queríamos hacer”, concluye Iriarte Rota.
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