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۞ GNOSIS: LA VOCACION
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De: Georgina  (Mensaje original) Enviado: 16/06/2011 22:42

LA VOCACION

A excepción de las personas totalmente

inválidas, todo ser humano tiene que servir para

algo en la vida. Lo difícil es saber para qué sirve

cada individuo.

Si hay algo verdaderamente importante en

este mundo, es conocernos a sí mismos. Raro es

aquel que se conoce a sí mismo y aún cuando parezca

increíble, es difícil encontrar en la vida una

persona que tenga desarrollado el sentido vocacional.

Cuando alguien está plenamente convencido

del papel que tiene que representar en la existencia,

hace entonces de su vocación un apostolado,

una religión, y se convierte de hecho y por

derecho propio en un apóstol de la humanidad.

Quien conoce su vocación o quien la llega a

descubrir por sí mismo, pasa por un cambio

tremendo. Ya no busca el éxito, poco le interesa el

dinero, la fama, la gratitud. Su placer está

entonces en la dicha que le proporciona el haber

respondido a un llamado Intimo, profundo, ignoto

de su propia Esencia interior.

Lo más interesante de todo esto es que el sentido

vocacional nada tiene que ver con el Yo, pues

aunque parezca extraño, el Yo aborrece nuestra

propia vocación, porque el Yo solamente apetece

jugosas entradas monetarias, posición, fama, etc.

El sentido de la vocación es algo que

pertenece a nuestra propia Esencia interior, es

algo muy de adentro, muy profundo muy íntimo. El

sentido vocacional lleva al hombre a acometer con

verdadero denuedo y desinterés verdadero las más

tremendas empresas a costa de toda clase de

sufrimientos y calvarios. Es por lo tanto apenas

normal que el Yo aborrezca la verdadera vocación.

El sentido de la vocación nos conduce de

hecho por la senda del heroísmo legítimo, aoen

cuando tengamos que soportar etóicamente toda

clase de infamias, traiciones y calumnias. El día

que un hombre pueda decir en verdad: “Yo sé

quien soy y cuál es mi verdadera vocación”, desde

ese instante comenzará a vivir con verdadera rectitud

y Amor. Un hombre así vive en su obra y su

obra en él.

Realmente son muy pocos los hombres que

pueden hablar así con verdadera sinceridad del

corazón. Quienes así hablan son los selectos,

aquellos que tienen en grado superlativo el sentido

de la vocación.

Hallar nuestra verdadera vocación es fuera

de toda duda el problema social más grande, que

se encuentra en la base misma de todos los

problemas de la sociedad. Encontrar o descubrir

nuestra verdadera vocación individual, equivale de

hecho a descubrir un tesoro muy precioso.

Cuando un ciudadano encuentra con certidumbre

y fuera de toda duda su verdadero y legítimo

oficio, se hace por este sólo hecho, insustituible.

Cuando nuestra vocación corresponde

total-mente y en forma absoluta al puesto que

estamos ocupando en la vida, ejercemos entonces

nuestro trabajo como un verdadero apostolado, sin

codicia alguna y sin deseo de poder.

Entonces el trabajo en vez de producirnos

codicia, aburrimiento o deseos de cambiar de

oficio, nos trae dicha verdadera, profunda íntima,

aún cuando tengamos que soportar pacientem

En la práctica hemos podido verificar que

cuando el puesto no corresponde a la vocación del

individuo, entonces éste sólo piensa en función del

más. El mecanismo del Yo es el más. Más dinero,

más fama, más proyectos, etc., y como es apenas

natural, el sujeto suele tornarse hipócrita,

explotador, cruel, despiadado, intransigente, etc.

Si estudiamos la burocracia detenidamente,

podemos comprobar que rara vez en la vida el

puesto corresponde a la vocación individual.

Si estudiamos en forma minuciosa los

distintos gremios del proletariado, podemos

evidenciar que en muy raras ocaciones el oficio

corresponde a la vocación individual.

Cuando observamos cuidadosamente a las

clases privilegiadas, ya sean éstas del Este o del

Oeste del mundo, podemos evidenciar la falta total

del sentido vocacional. Los llamados “niños bien”

ahora asaltan a mano armada, violan indefensas

mujeres, etc., para matar el aburriemento. No

habiendo encontrado su puesto en la vida, andan

desorientados y se convierten en “rebeldes sin causa”

como para variar un poco. Es espantoso el estado

caótico de la humanidad por estos tiempos de crisis

mundial.

Nadie está contento con su trabajo porque

el puesto no corresponde a la vocación; llueven

solicitudes de empleo porque nadie tiene ganas de

morirse de hambre, pero las solicitudes no corresponden

a la vocación de aquellos que solicitan.

Muchos choferes deberían ser médicos o

ingenieros. Muchos choferes deberían ser médicos

e ingenieros. Muchos abogados deberían ser

ministros y muchos ministros deberían ser sastres.

Muchos limpiadores de calzado deberían ser ministros

y muchos ministros deberían ser limpiadores

de calzado.

Las gentes están en puestos que no les

corresponden, que nada tienen que ver con su

verdadera vocación individual. Debido a esto, la

máquina social funciona pésimamente. Esto es

semejante a un motor que estuviese estructurado

con piezas que no le corresponden, y el resultado

tiene que ser inevitablemente el desastre, el

fracaso, el absurdo.

En la práctica hemos podido comprobar

hasta la saciedad que cuando alguien no tiene

disposición vocacional para ser guía, instructor

religioso, líder político o director de alguna

asociación espiritualista, científica, literaria,

filantrópica, etc., entonces sólo piensa en función

del más y se dedica a hacer proyectos y más

proyectos con secretos propósitos inconfesables.

Es obvio que cuando el puesto no

corresponde a la vocación individual el resultado

es la explotación.

Por estos tiempos terriblemente materialistas

en que vivimos, el puesto de maestro está siendo

arbitrariamente ocupado por muchos mercaderes

que ni remotamente tienen vocación para el

magisterio. El resultado de semejante infamia es la

explotación, crueldad y falta de verdadero Amor.

Muchos sujetos ejercen el magisterio

exclusivamente con el propósito de conseguir

dinero para pagar sus estudios en la Facultad de

Medicina, Derecho o Ingeniería, o simplemente

porque no encuentran nada más que hacer. Las

víctimas de semejante fraude intelectual son los

alumnos.

El verdadero maestro vocacional hoy en día

es muy difícil encontrarlo y es la mayor dicha que

pueden llegar a tener los alumnos y alumnas de

escuelas, colegios y universidades.

La vocación del maestro está sabiamente

traducida por aquella pieza de prosa conmovedora

de Gabriela Mistral titulada “La Oración de la

Maestra”. Dice la maestra de provincia

dirigiéndose a lo Divinal, al Maestro Secreto:

“Dame el Amor único de mi escuela: que ni la

quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi

ternura de todos los instantes. Maestro, hazme

perduráble el fervor y pasajero el desencanto.

Arranca de mí este impuro deseo de mal entendida

justicia que aún me turba, la mezquina insinuación

de protesta que sube de mí cuando me hieren, no me

duela la incomprensión ni me entristezca el olvido

de las que enseñé.

Dame el ser más grande que las madres, para poder

amar y defender como éllas lo que no es carne de

mis carnes. Dame alcance a hacer una de mis niñas

mi verso perfecto y dejarle en élla clavada mi más

penetrante melodía, para cuando mis labios no

canten más.

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo,

para que no renuncie a la batalla de cada día y de

cada hora por El.”

¿Quién puede medir la influencia psíquica

maravillosa de un maestro así inspirado con tanta

ternura por el sentido de su vocación?

El individuo da con su vocación por una de

éstas tres vías. Primera: el autodescubrimiento de

una capacidad especial. Segunda: la visión de

una necesidad urgente. Tercera: la muy rara

dirección de los padres y maestros que

descubrieron la vocación del alumno/alumna

mediante la observación de sus aptitudes

Muchos individuos han descubierto su

vocación en determinado momento crítico de su

vida, frente a una situación seria que reclamaba

inmediato remedio.

Gandhi era un abogado cualquiera cuando

con motivo de un atentado contra los derechos de

los indoees en el Africa del Sur, hizo cancelar su

pasaje de regreso a la India y se quedó a defender

la causa de sus compatriotas. Una necesidad

momentánea señaló la vocación de toda su vida.

Los grandes benefactores de la humanidad

han encontrado su vocación ante una crísis situacional

que reclamaba inmediato remedio. Recordemos

a Oliverio Cromwell, el padre de las libertades

inglesas; Benito Juárez, el forjador del nuevo

México; José de San Martín y Simón Bolívar,

padres de la independencia suramericana, etc.

Jesús el Cristo, Buddha, Mahoma, Hermes,

Zoroastro, Confucio, Fu-Ji, etc., fueron hombres

que en determinado momento de la historia

supieron comprender su verdadera vocación y se

sintieron llamados por la voz interior que emana

del Íntimo.



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