Es lamentable tener que decir que la Unión Europea  no defiende los intereses económicos de sus miembros. Pero más terrible y  escandaloso es comprobar que, en cuestiones de geopolítica  internacional, la Unión Europea obedece ciegamente las órdenes de  Washington, como un perrito faldero. Esto demuestra la corrupción de las  elites que reinan en Bruselas. Los políticos europeos —a excepción de unos pocos—  se han vendido desde hace tiempo, trabajando para el Imperio y contra  la voluntad e intereses de sus ciudadanos. El más representativo y  belicoso de estos peones vendidos es el nuevo presidente de Ucrania, Petro Porochenko, que en el siguiente video (arriba) es calificado de traidor por un ciudadano de su propio país. __________ 
Glazyev mencionó la demencia de las sanciones: Rusia trata  simultáneamente de reorganizar la política del Fondo Monetario  Internacional, combatir la fuga de capitales y minimizar el efecto del  cierre de líneas de crédito para muchos hombres de negocios. Sin  embargo, el resultado final de las sanciones, dice, es que en Europa  estarán los perdedores económicos en última instancia; la burocracia de  Europa ha perdido el enfoque económico al hacerse cargo los geopolíticos  estadounidenses.
Solo tres días antes de la corrida sobre el rublo pregunté a Mijail  Leontiev, de Rosneft (Secretario-director de Prensa del Departamento de  Información y Publicidad), sobre los crecientes rumores de que el  gobierno ruso se prepara para aplicar controles de divisas. En esos días  nadie sabía que el ataque al rublo sería tan rápido y concebido como un  jaque mate para destruir la economía rusa. Después de unos expresos  sublimes en la Tazza d’Oro, al lado del Panteón, Leontyev me dijo que  los controles de divisas eran ciertamente una posibilidad. Pero  no todavía.
Lo que subrayó es que se trata de una guerra financiera propiamente dicha en la que colabora una quinta columna en el establishment ruso. El único componente igual en esa guerra asimétrica son las  fuerzas nucleares. Pero Rusia no se rendirá. Leontiev no definió a  Europa como un sujeto histórico sino como un objeto:  “El proyecto europeo es un proyecto estadounidense”. Y la “democracia” se ha convertido en una ficción.
La corrida sobre el rublo llegó y se fue como un devastador huracán  económico. Sin embargo, no se amenaza con un jaque mate a un experto  jugador de ajedrez a menos que tu poder de fuego sea mayor que el  relámpago de Júpiter. Moscú sobrevivió. Gazprom hizo caso al pedido del  presidente Vladimir Putin y venderá sus reservas de dólares  estadounidenses en el mercado local. El ministro de Exteriores alemán  Frank-Walter Steinmeier expresó oficialmente su oposición a que la Unión  Europea aumente la presión con sanciones contraproducentes contra  Moscú. Y en su conferencia de prensa anual, Putin destacó que Rusia  soportaría con éxito la crisis. Sin embargo, yo me interesé  especialmente por lo que no dijo [2].
Cuando Marte se hizo cargo, en una aceleración frenética de la  historia, me retiré a mi habitación del Panteón tratando de sintonizar a  Séneca; de eutimia –serenidad interior– a ese estado de  imperturbabilidad que los estoicos definían como aponía. A pesar de  todo, cuesta cultivar la eutimia cuando se desata la Guerra Fría 2.0.
Muéstrame tu misil imperturbable
Rusia podría siempre desplegar una opción económica “nuclear”,  declarando una moratoria de su deuda externa. Entonces, si los bancos  occidentales se apoderaban de los activos rusos, Moscú podría apoderarse  de todas las inversiones occidentales en Rusia. En todo caso, el  objetivo del Pentágono y la OTAN de un conflicto armado en el teatro  europeo no tendría lugar. A menos que Washington fuera lo bastante  insensato como para comenzarla.
A pesar de todo, esa sigue siendo una posibilidad seria, si el  Imperio del Caos acusa a Rusia de violar el Tratado de Fuerzas Nucleares  de Alcance Intermedio (INF), incluso mientras el propio Washington  se prepara para forzar Europa –en 2015– a aceptar el despliegue de  misiles crucero nucleares estadounidenses.
Rusia podría ser más hábil que los mercados financieros occidentales  al separarlos de su riqueza de petróleo y gas natural. Los mercados  colapsarían inevitablemente, caos descontrolado para el Imperio del Caos  (o “caos controlado”, según las propias palabras de Putin.) Imaginad el  derrumbe de más de 1.000 billones de dólares de derivados. “Occidente”  necesitaría años para reemplazar el petróleo y el gas natural ruso, pero  la economía de la Unión Europea sería instantáneamente devastada.
Precisamente cuando este vertiginoso ataque occidental contra el rublo –y los precios del petróleo– utilizando el aplastante poder de firmas de Wall Street ya había estremecido a bancos europeos expuestos hasta la médula, sus  permutas de cobertura por impago se dispararon. Imaginad a esos bancos  colapsando en un estilo de castillo de naipes de Lehman Brothers si  Rusia declarara el default, provocando así una reacción en  cadena. Pensad en una Destrucción Mutuamente Asegurada (MAD), pero  sin guerra. A pesar de todo, Rusia es autosuficiente en todos los tipos  de energía, rica en minerales y agricultura. Europa no. Este podría ser  el resultado letal de una guerra impuesta por las sanciones.
Esencialmente el Imperio del Caos va de farol y utiliza a Europa de  peón. El Imperio del Caos es tan débil en ajedrez como en historia.  Sobresale en el aumento de las apuestas para obligar a Rusia a ceder.  Rusia no cederá.
La oscuridad aparece al comenzar el caos
Parafraseando a Bob Dylan en When I Paint My Masterpiece,  abandoné Roma y aterricé en Pekín. Los "Marco Polo" de nuestros días  viajan en Air China. En 10 años, lo harán en sentido inverso tomando el  tren de alta velocidad de Shanghái a Berlín [3].
Desde una habitación en la Roma imperial a otra en un pacífico hutong,  una reminiscencia lateral de la China imperial. En Roma, los bárbaros  se apiñan dentro de las puertas, saqueando suavemente las migas de un  patrimonio muy rico, y eso incluye a la mafia local. En Pekín, se  mantiene a los bárbaros bajo estricta vigilancia; por supuesto esto  contiene un elemento panóptico, esencial para asegurar la paz social  interna. La dirigencia del Partido Comunista Chino –desde las reformas  trascendentales del Pequeño Timonel Deng Xiaoping– perfectamente  consciente de que su Mandato Celestial está directamente condicionado  por la perfecta sintonización fina de nacionalismo y de lo que podríamos  llamar “neoliberalismo con características chinas”.
En una línea diferente de los “suaves lechos de Oriente” que  sedujeron a Marco Aurelio, los esplendores sedosos del Pekín moderno  ofrecen una idea de una potencia emergente extremadamente segura de sí  misma. Después de todo, Europa no es nada más que un catálogo de  esclerosis múltiple y Japón atraviesa su sexta recesión en 20 años.
Para rematar, en 2014 el presidente Xi Jinping ha desplegado  un frenesí diplomático/geoestratégico sin precedentes, vinculado en  última instancia con el proyecto a largo plazo de seguir borrando de  forma lenta, pero segura, la supremacía estadounidense en Asia y  reorganizar el tablero global. Lo que Xi dijo en Shanghái en mayo  encapsula el proyecto: “Es hora de que los asiáticos dirijan los asuntos  de Asia”. En la reunión de APEC en noviembre, hizo un doble,  promoviendo un “sueño de Asia-Pacífico”.
Mientras tanto, el frenesí es la norma. Aparte de dos inmensos  acuerdos de 725.000 millones de dólares para el gas –el gasoducto Poder  de Siberia y Altai– y una reciente ofensiva relacionada con la Nueva  Ruta de la Seda en Europa Oriente [4],  virtualmente nadie en Occidente recuerda que en septiembre el primer  ministro chino Li Keiqiang firmó no menos de 38 acuerdos comerciales con  los rusos, incluyendo un acuerdo de intercambio y un acuerdo fiscal,  que implican una interacción económica total.
Se puede afirmar que el giro geopolítico hacia la integración  Rusia-China es la mayor maniobra estratégica de los últimos 100 años. El  máximo plan maestro de Xi no es ambiguo: una alianza comercial Rusia-China-Alemania.  Los empresarios y los industriales alemanes lo desean ardientemente,  aunque los políticos alemanes todavía no se dan cuenta. Xi –y Putin–  están construyendo una nueva realidad económica en el campo eurasiático,  llena de ramificaciones políticas, económicas y estratégicas cruciales.
Por cierto, será un camino extremadamente accidentado. Todavía no se  ha filtrado a los medios corporativos occidentales, pero académicos de  mente independiente en Europa (sí, existen, casi como una sociedad  secreta) están crecientemente alarmados de que no exista un modelo  alternativo al timo caótico del entrópico timo duro de  neoliberalismo/capitalismo de casino promovido por los Amos del  Universo.
Incluso si la integración eurasiática prevalece con el paso  del tiempo y Wall Street se convierte en una especie de bolsa de valores  local, China y el mundo emergente multipolar todavía parecen estar  trabados en el modelo neoliberal existente.
Y a pesar de todo, tal como Lao Tzu, ya octogenario, dio al joven  Confucio una bofetada intelectual, a “Occidente” le haría falta que lo  despierten. ¿Divide e impera? No funciona. Y probablemente fracasará miserablemente.
Tal como están las cosas, lo que sabemos es que 2015 será un año  espeluznante en una miríada de aspectos. Porque de Europa a Asia, desde  las ruinas del imperio romano al reemergente Reino del Medio [5], todos continuamos todavía bajo el signo de un temible, peligroso y desenfrenadamente irracional Imperio del Caos.
Pepe Escobar
Red Voltaire