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Tantra: Introducción al Tantra
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De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2010 22:43
Introducción

La palabra “Tantra” significa red o tejido y es explicada como “aquello que extiende el entendimiento”.

El tantrismo es un movimiento que surgió en la India hacia el siglo IV DC. Existen diversas  escuelas tántricas, entre las que podemos mencionar: la Escuela de la Conciencia Vibrante o de la Vía Triple (que aparece a comienzos del siglo IX), la Escuela Kula (que se remonta al siglo V), la Escuela Krama (que aparece hacia el siglo VII) y la Escuela Pratyabhijña (fundada al final del siglo IX).

Los textos tántricos, denominados Tantras, Agamas o Samhitas, son considerados el Quinto Veda y los apropiados para nuestra era, la era de Kali Yuga (la Edad oscura). En la escritura Tantra, se revela la verdad con más claridad para que pueda beneficiar a toda la humanidad, si bien hay instrucciones especiales para cada clase de ser humano.

La forma de redacción de estos textos es de un lenguaje sencillo del sánscrito, aunque a cada palabra suele dársele un significado literal y simbólico al mismo tiempo. El secreto de su comprensión reside en conocer la clave de interpretación que se transmite de Maestro a discípulo.

Es un pensamiento abarcador no fácil de resumir porque cada cosa que pueda decirse puede ser contradicha por alguna de sus escuelas. Para todas sus escuelas, lo Divino no está separado de la creación por un abismo sino que el Mundo es un aspecto o manifestación de lo Divino. Esto permite abordar la idea de que si lo Divino está presente en y como el cosmos, la realización en Dios o iluminación no sólo no es una posibilidad remota sino que es la condición verdadera de todo ser en cada momento. Esta idea revolucionaria se expresa en la fórmula “samsara=nirvana”, es decir el mundo cambiante que conocemos es idéntico a la Realidad eternamente inmutable.

El Tantra celebra la divinidad en todos los seres y de todos los seres y cosas; por esta razón, sus seguidores no rehuyen prácticas y métodos que, en otros contextos espirituales, se considerarían pecaminosos. Su rasgo más distintivo es la adoración de la Diosa o Madre Diosa y, en la versión hindú, lo Divino omnipresente se polariza en dos principios, uno femenino, Shakti y otro masculino, Shiva.

Shakti es creación, cambio y Shiva es perceptividad y conciencia.

En el nivel supremo, Shiva y Shakti existen en conjunción inseparable y, la meta del tantrismo, es trasladar esa fusión trascendente de los dos principios al individuo. Una de las técnicas para hacerlo es la del encuentro sexual.

El tantrismo cobra auge en un medio donde la religión dominante era la de los brahmanes (la primera casta o casta sacerdotal), de lengua sánscrita, cuya teología giraba en torno del concepto de Brahman, lo Absoluto indiferenciado y por debajo de él había numerosas divinidades, mayormente masculinas.

Devolvió respeto y veneración a las deidades femeninas e implicó, en cierto modo, un triunfo de las creencias más antiguas de la India, que abrió las puertas a diosas más antropomórficas como Kali, Durga, Parvati.

Parte de su metafísica asume la del Vedanta pero en vez de poner todo el acento en el Ser, lo pone en Shakti, el aspecto dinámico de lo Divino. Ella, Shakti es el poder y energía surgidos de la conciencia clara de Shiva;  es la creadora de la naturaleza y la naturaleza misma. Se presenta como un principio más accesible que Shiva y, en sus formas de Kali o Durga, es la fuerza del cambio, de la transformación espiritual y la destrucción del ego. Sin duda, Ella está en todas las mujeres pero sólo en algunas se manifiesta en toda su plenitud.

El tantrik, practicante del Tantra, reorienta todas sus energías hacia la autorrealización, siendo ésta la función de los ritos que observa. Todos ellos deben tener un carácter transformador y así, el practicante va uniendo y fusionando su energía (Shakti) y su conocimiento (Shiva). Se propone una superación de su condición humana, realizando la unidad de Shiva y Shakti, más aún, haciéndolo dentro de sí mismo.

Este coito místico interior da como resultado la iluminación.

Para el Tantra, sólo el tiempo sagrado es “real” y ese tiempo suprime las otras formas de tiempo. Así, la creación no es un acontecimiento único que se produjo hace mucho tiempo sino que es un proceso continuo, la creación actúa aquí y ahora; sólo subsiste un eterno ahora.  

La vida es un proceso continuo en el espacio y el tiempo, sin vacíos entre las diferentes formas de vida.

Shiva y Shakti

Shiva

Shiva es el sustrato del universo, la energía estática que fecunda todo mediante la fecundidad de Shakti. Es aquél que todo lo contiene, lo abarca, lo emite y lo reabsorbe. Ilimitado, transtemporal, inconmensurable, es el gran pacificador, siempre imperturbable, impávido en su penetración ilimitada y penetrante.

Es el dador de vida, el señor de la vida y la muerte, el señor de los chakras (centros de energía), el dueño del esperma, anciano entre los ancianos y joven y hermoso, es el que destruye para construir; el gran yogui (Mahayogui). Se emborracha en la danza cósmica (Shiva Nataraya), es el que se desdobla en su propia consorte, Parvati.

A lo largo de toda India es adorado en esa piedra fálica que se inserta sobre una vulva también de piedra (el lingam).

Ese lingam es adorado, acariciado y ofrendado, bañado con manteca clarificada, perfumes y esencias; se le ofrecen alimentos y flores en toda India; es el órgano reproductor de Shiva, su aspecto otorgador de vida.

Su hijo es Skanda, nacido del fuego; su animal es el toro (Nandi).

Es en sí mismo la unidad, masculino y femenino. Como veedor estático es masculino y pasivo, como energía dinámica que se despliega a sí mismo, es activo y femenino. Por ello, en la ceremonia de Maithuna, que veremos más adelante, que es una representación de la dualidad cósmica, el varón  adopta un papel más estático y la mujer uno más dinámico.

De su autocópula cosmogónica, se despliegan los vastos universos, es decir, de la cópula de Shiva y Shakti surgen los infinitos universos. Así, el verdadero Maithuna es un intento de hallar ese estado en que Shiva y Shakti se identifican, a través de la plenitud sexual.

Shiva es el danzarín divino y así es representado muy habitualmente. La danza de Shiva más conocida en el sur de India es la Nadanta (otra, muy popular en otros lugares es la danza Tandava). En ella Shiva aparece con sus cuatro brazos. Una de sus manos sostiene el tambor, elemento preario (pues los drávidas tocaban muy bien el tambor) que denota, simbólicamente, el damar o sonido primordial.

Con su mano derecha levantada representa el abhya mudra, gesto que significa: “Yo protejo ”.

De la mano que toca el anillo inflamado surge el fuego que transforma y destruye.

La mano que señala hacia el pie que tiene levantado libera a quien penetra en el mito revelándole la esencia del cosmos.

El pie izquierdo aplasta a un enano maléfico que simboliza al demonio Muyakala o al ex suegro ario de Shiva.

Su cabellera tiene varios símbolos. Las joyas que adornan su cabello, una cobra que se agarra de ellos sin hacerle daño, el cráneo es el de Brahma, el río Ganges surge de la cima de su cabeza que está coronada por una guirnalda de Cassia, planta sagrada.

Su oreja derecha tiene un pendiente para hombre y la izquierda uno para mujer, simbolizando que reúne en sí ambos sexos. En su cara se abre el tercer ojo que trasciende lo sensorial.

Otras joyas acentúan su divinidad y lleva por vestimenta un calzón ajustado de tigre y un echarpe; lleva también el cordón sagrado.

Su danza es un resumen cautivante de lo Último.

Shakti

Shakti es la madre universal, la energía que brota del mismo Shiva, la creadora de la naturaleza y la naturaleza misma, el pensamiento de Shiva, su energía para crear y recrear los vastos universos. Es femenina, activa, cambiante. Shiva es uno pero se duplica con Shakti, su actividad es gracias a ella. Shiva es la totalidad y esa totalidad en movimiento es Shakti, que se convierte así en el poder de Shiva, el Ser. Shiva es el observador, la conciencia testigo, y Shakti es el complejo mente-materia, el conjunto de todas las actividades psicofísicas.

La liberación consiste en desidentificarse del complejo mente-materia pero para eso hay que atravesar y sobrepasar ese complejo; debe retomarse a Shakti para que ella nos conduzca a su amado Shiva.

Si la actitud y la disciplina son las adecuadas, Shakti te conduce a Shiva, si no lo es, te extravía.

Shakti, la Madre cósmica, puede ser amada con forma o sin forma. Con forma se manifiesta en cada proceso físico o mental, con los objetos del exterior y hasta con las aspiraciones más mundanas; es representada en imágenes de distintas formas y sentidos (Parvati, Gauri, Kali). Sin forma es la energía girando y fluyendo.

Como energía dinámica, la Shakti es en el ser humano prana, la fuerza vital que regula su cuerpo físico y su cuerpo energético. Como energía estática, de naturaleza puramente  espiritual, es Kundalini, la semilla de Shiva en el ser humano.

Cuando kundalini va penetrando en los centros de energía-conciencia (chakras) del practicante, éste alcanza nuevos planos de entendimiento. Cuando kundalini llega al centro más elevado, sobreviene la liberación definitiva. Allí, en el centro más alto, el loto de mil pétalos, Shiva y Shakti se desposan y de esa unión surge toda la energía y toda la conciencia imperturbable. No existe otra unión como esa.

El tantrik no se cierra a la fascinación de Shakti, no frustra el contacto para prevenir el deseo, sino que se abre a todo, se expande, pero sin olvidar jamás la atención pura, el dominio de la voluntad, con control del pensamiento.

El tántrico utiliza la unión místico-sexual para facilitar esa unión suprema en sí mismo. Porque, en última instancia, la boda es siempre interior y la consorte está dentro de nosotros. 

*Nota del Dr. Sapetti: se ha tomado como base una recopilación de material bibliográfico relativo al tema, con sus textos incluidos, de Lía Rodríguez de la Vega, a quien se le agradece el rico material, que se irá publicando en partes, debido a su extensión.

 

SOBRE DISTINTAS NOCIONES DEL TANTRA

Para el Tantra, la vida es un proceso continuo en el espacio y el tiempo, sin hiatos entre todas las formas de vida. El Universo en Conciencia y Energía asociadas. El Tantra considera que cada célula es un ser viviente, consciente por sí mismo, dotado de un psiquismo, de emociones, de memoria, es decir, de una conciencia lúcida. Así, la conciencia es una propiedad de todo el cuerpo, no sólo del cerebro, porque “todo lo que está aquí está en todas partes “. La Conciencia es una dimensión del Universo.

Para el Tantra, el Universo es real y el tántrico se integra en él para percibir su realidad profunda, ya sea espiritualizando la sexualidad, concebida como pulsión creadora última, ya sea por otras vías, como la contemplación de la Madre cósmica o del mar de los orígenes. Con y en su cuerpo-universo el tántrico se unirá concretamente a esos principios cósmicos para sentir la divinidad de la carne consciente e inteligente.

El cuerpo es la piedra angular del Tantra. El cuerpo real es un universo de una complejidad extraordinaria. El cuerpo vívido es una simple imagen, un esqueleto, una construcción mental, y es el único aspecto que el individuo conoce. El cuerpo es producido y animado por una Inteligencia creadora, la misma que suscita y preserva el Universo, desde la más ínfima partícula subatómica a las galaxias. El cuerpo guarda potencialidades insospechadas, energías extraordinarias que la práctica del Tantra despierta y desarrolla.

Uno de los objetivos del Tantra es poner al yo empírico en contacto consciente y confiado con la Inteligencia superior del cuerpo. Es una clave secreta del Hatha Yoga. Enriqueciendo mi cuerpo vívido puedo acercarme más a la Sabiduría última del cuerpo real. Detrás de una aparente inmutabilidad relativa, encierra un proceso, un acontecimiento importante. Parte del cosmos en movimiento, cambia a cada instante. Su esencia es un dinamismo inteligente vinculado con el todo. El mundo de los objetos y de los seres no está hecho de unidades aisladas, sino más bien de procesos dinámicos en perpetuo cambio unitario.

En este contexto, el acto sexual tántrico es vivido de manera muy diferente al ordinario, el profano. En el Tantra, no es el hombre el que “hace el amor” con la mujer sino que dos universos se unen. El hombre y la mujer están conectados entre sí, los intercambios se hacen en todos los planos. En lugar de estar centrado en su placer egoísta, cada uno se abre al universo corporal del otro como al suyo propio. El orgasmo no se rechaza, pero no tiene importancia real, ni para Shakti ni para Shiva. El coito tántrico, ritualizado, sacralizado, crea así una relación diferente del contacto profano, gracias a esta actitud contemplativa del otro y del acontecimiento que constituye la unión.

El amor sexual se convierte en revelación. Mucho antes de que se produzca el orgasmo masculino, ambos, el hombre y la mujer, se funden verdaderamente uno dentro del otro. La relación contemplativa inmóvil prolonga los intercambios casi indefinidamente, frena el orgasmo masculino sin molestias ni obligar al hombre a apartar forzadamente su atención del acto. Además, una vez habituado a este enfoque, se podrá ser muy activo, durante mucho tiempo, gratificando así a la mujer con un máximo de estimulación.

Durante ese contacto prolongado, la relación sexual evoluciona en tres planos:

  • El mental empírico, que participa en el juego y experimenta placer.
  • El habitualmente inconsciente, de las profundidades del cuerpo, que toda experiencia lograda marca con un sello indeleble.
  • El plano psíquico, donde la contemplación establece una fusión íntima en las profundidades del inconsciente (Manomaya Kosha).

En el momento último de la experiencia, el Tantra toma en sentido literal lo que sucede en el psiquismo, pues no percibe ninguna frontera entre el psiquismo humano y el psiquismo cósmico que engloba las estrellas. El ser no está limitado al presente: se inserta en un proceso eterno.

La visión tántrica hace estallar las fronteras, las disuelve, pues sólo existen en la mente.

 

EL MAITHUNA (COITO)

Maithuna se traduce como coito, aunque designa el acto de unión con Ma (el Poder Primigenio). Maithuna es la unión de Shiva y Shakti. Así, el acto sexual amoroso es usado como meditación para proyectarse a niveles más sutiles y crecer en conciencia. Es la cópula cósmica de Shiva y Shakti realizada en el interior de la yoguini y el yogui. El sexo, aquí, deja de ser biológico para ser místico, iniciático.

Si bien este ritual puede variar, los tantrik seleccionan un lugar limpio, agradable y con buena ventilación, sumido en la semipenumbra y, preferiblemente, con una luz violácea que se proyecte sobre el cuerpo de la mujer. Previamente se han preparado los elementos que intervienen en el ritual: la carne, pescado, cereales, vino. Se preparan porciones reducidas. El quinto elemento es el éter, es la mujer. Como ya explicamos, estas sustancias servirán para que los practicantes se puedan identificar con los elementos de la naturaleza y, en unión con el cosmos, penetrar en regiones más allá de su experiencia cotidiana.

En la habitación, debe haber también una cantidad adecuada de flores o plantas, velas y varitas de sándalo o almizcle que perfuman el ambiente.

Los participantes deben bañarse, higienizando cuidadosamente su cuerpo, especialmente la zona genital, así, con una piel limpia, las energías pueden fluir libremente.

La mujer se suelta el cabello, se perfuma el cuerpo y se viste con cómodas prendas de tono rojizo o rosáceo. El hombre también se viste con ropa cómoda que, al igual que la de ella, debe ser de tejidos naturales.

Se adopta una actitud meditativa, por unos minutos, se controla la respiración, se silencia la mente, se repite el mantra, potencia su aspiración, se concentra en el chakra de la base de la columna (el que rige la libido), visualiza a su Shakti interior en el abrazo con su Shiva interior. Purificados el cuerpo, la mente y la motivación, todo está ya dispuesto para el comienzo del rito.

Hombre y mujer se sientan uno al lado del otro. Si el hombre desea hacerlo, pronuncia algunos mantras. Vierte el vino en las copas y ambos beben al mismo tiempo. El tantrik repite algunos mantras.  Se saborean los alimentos.

Luego de que la pareja ingirió los alimentos, se desnudan y llega la opción de qué posición adoptar para hacer el amor.

Las posturas de Maithuna son:

  • Purushayita, en que la mujer está encima del hombre, estando éste con sus piernas estiradas;
  • Upavishta, en que la mujer está sentada arriba del hombre, con sus distintas variantes;
  • Uttana Bandha, en que el hombre está sobre la mujer y ésta permanece con sus piernas enrolladas alrededor de la cintura-cadera del hombre;
  • Tiryaksana, postura lateral;
  • Parshva Piditaka, posición retrolateral variante de la anterior;
  • Janujugmasana, posición en que ambos se entrelazan, en forma de X, con sus diversas variantes.

Cabe señalar que se desaconseja la postura que parece ser la más habitual en occidente – hombre sobre mujer (posición del misionero)-  porque no facilita el control seminal.

 

 

Tras ello, se inicia el intercambio entre hombre y mujer que se visualizan mutuamente como su Shiva y su Shakti respectivos. Se acarician, se recorren los cuerpos, emitiendo sus mejores energías y realizan así, un intercambio energético muy poderoso que el tantrik puede condensar en la base de su columna y experimentar ascendiendo a lo largo de la espina dorsal, abriendo los chakras. Continúa el intercambio hasta que, en un determinado momento, el sadhaka penetra a la shakti (usando una de las posturas ya mencionadas). En la posición adoptada permanecen tranquilos, plenamente comunicados. El hombre, siempre cercano al orgasmo, lo demora con gran control. En ningún momento debe perder el control de la respiración.

La cópula debe extenderse por lo menos más allá de media hora y los tántricos pueden prolongarla hasta tres horas.

 

 

La mujer puede tener cuantos orgasmos desee y el hombre, cuando así lo determine conscientemente, desencadenará el suyo propio. En ese momento, debe suspender su respiración, abrir al máximo la conciencia, sentir que penetra y se absorbe en la Shakti misma, dejar su mente en silencio, expandirse hacia el espacio sideral, despersonalizarse y usar el éxtasis amoroso como vehículo hacia el Ser.

Además, es preciso saber que el tantrik que realiza la ceremonia del maithuna debe dominar su mente a la perfección, su respiración y su semen porque junto con la respiración y mente son facetas de la misma energía. El control sobre una de estas funciones implica el control de las otras.

El sadhaka mira a la mujer en todo momento como la portadora del poder cósmico; si éste falla en alguna prescripción ritual, debe ser suspendido el rito. El sadhaka busca la inmovilidad shivaica (inmovilidad de mente, respiración y semen).

Según el Tantra, el semen controlado revierte a la sangre y dota de energías muy poderosas al practicante.

 

 

Al momento del orgasmo, el practicante lleva la lengua hacia atrás, tanto como puede y suspende la respiración, deteniendo los pranas y, mediante la retención del semen, potencia la ambrosia energética del éxtasis.

Hay maestros tántricos que sostienen que, si la eyaculación acompaña al orgasmo, pero la relación sexual ha sido plenamente shaktica, con absoluta comunión entre los participantes y con implicancias mucho más elevadas que las meramente fisiológicas, se rescata la luz del semen (quintaesencia seminal) que va hacia lo alto y favorece la ascensión de la energía y un estado mental de intuición del ser.

Es mediante las prácticas del Hatha Yoga que es posible controlar la musculatura que permite acceder al orgasmo, sin eyacular. Los mudras, los bandhas o técnicas de control muscular, son los medios para lograr esto. Sin embargo, tal retención carece de valor si antes no se ha conseguido la contención del pensamiento.

Otra práctica habitual de los tantrik es la expulsión del semen seguida de una poderosa reabsorción tanto del semen como de los humores femeninos; esto, gracias a la práctica de la técnica yogui de vajroli-mudra, que permite adiestrar los músculos de tal modo que pueda originarse un vacío interior capaz de succionar cualquier líquido por  su uretra.

Por último, la preparación previa a la relación tántrica puede adquirir características muy rigurosas dependiendo de las escuelas: la Sahajiya recomienda que el hombre duerma en la misma alcoba con la mujer durante 4 meses en camas separadas; otros 4 meses en la misma cama sin mantener ningún tipo de contacto y finalmente la celebración del rito.

Hay escuelas que agregan otra fase, la de tener contactos de ternura física, excluyendo el contacto genital hasta que, finalmente, se pueda llegar a la relación completa.

Durante el rito, pueden asimismo efectuarse visualizaciones tántrico-iniciáticas muy diversas. El hombre puede llegar, a través de diversas visualizaciones, a vivir su propia estancia en el vientre materno y su propio nacimiento.



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