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Tantra: EL «CURL» PELVIANO
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De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2010 22:44
EL «CURL» PELVIANO



Estos ejercicios se basan en los descubrimientos de Wilhem Reich y sus su­cesores sobre la terapia bioenergética, según los cuales la liberación de ener­gía orgásmica a través de todo el cuerpo va íntimamente relacionada con los movimientos oscilatorios de la zona pelviana, resaltados con determinadas pautas de respiración. Los siguientes ejercicios nos enseñan a esti­mular el reflejo orgásmico y a aliviar las tensiones musculares que impiden la liberación orgásmica. Es probable que durante estos ejercicios se experi­mente el orgasmo genital.



Objetivos y ventajas

Aumenta la flexibilidad pelviana y nos introduce en el ritmo del empuje hacia delante y la atracción hacia el interior, fundamentales para hacer el amor con in­tensidad.

La pelvis constituye nuestra fuerza, el lugar donde generamos, alma­cenamos y distribuimos la energía sexual. A1 ejercitar la pelvis, podemos llegar a un punto en que necesitemos liberar las emociones relacionadas con nuestra educación e historial sexual. Esta descarga nos aliviará de te­mores y tensiones la zona pelviana y acentuará la sensibilidad erótica.

La mayor parte del tiempo sólo notaremos determinados puntos de la zona pelviana, como las articulaciones de las caderas o los huesos sobre los que nos sentamos, y, en cambio, la base pelviana -las nalgas, el ano y el perineo- permanecerán relativamente insensibles. Esta insensibilidad es más cultural que natural. Por ejemplo, en el aprendizaje de control de la evacuación, a menudo se enseña a la gente a tensar la musculatura de la zona pelviana como forma de controlar los intestinos.

El objetivo del «curl» pelviano es la apertura gradual de la pelvis utili­zando el movimiento oscilatorio, los sonidos expresivos y la respiración pata intensificar la carga de energía en esta zona. El efecto de impulso sobre los músculos pelvianos aumenta la circulación de la sangre y acentúa por ello las sensaciones sexuales en los genitales. Este aumento de energía cont­ribuye a experimentar el orgasmo al hacer el amor.



Preliminares

Nos centraremos ahora en movilizar esta ener­gía en la pelvis. Notaremos que esto sucede porque experimentaremos una sensación cálida, de hormigueo, en toda la zona pelviana y los genitales, así como una transpiración, lubricación y ligeras vibraciones, como refle­jos, que nos prepararán para la actividad sexual.

En cuanto haya surgido esta sensación, deberemos conectarla a la res­piración rápida y expresiva, para extender la excitación sexual por todo el cuerpo. No existe una forma de proceder establecida, por cuanto el «curl» pelviano no es un ejercicio de aeróbic artificial sino una forma de sintoni­zar con las pautas, naturales e incorporadas al cuerpo, de carga y descarga - energía erótica.

La experiencia me ha demostrado que existe una conexión de energía entre la pelvis, la garganta y los ojos. Para conseguir la máxima movilidad en la pelvis en este ejercicio, es importante mantener el contacto visual, mover el cuello, abrir la garganta y emitir sonidos en forma de suspiros y gritos. Cuando se ha abierto la pelvis y se ha llenado de energía, suelen aflorar a la superficie las emociones reprimidas durante tiempo. Pueden venir ganas de llorar o de gritar con rabia. Permitamos la expresión de estas emociones al ir avanzando; no deben frenarnos ni preocuparnos: al sol­tarlas nos sentiremos revitalizados y liberados.

Durante el ejercicio realizaremos dos tipos de «curl» pelvianos: pri­mero hacia abajo y después hacia arriba. El «curl» pelviano descendente es una forma suave y femenina de abordar la carga energética de la pelvis. «curl» pelviano ascendente es más dinámico y corresponde a lo que ésta hace automáticamente durante el reflejo orgásmico, de forma que puede parecer algo rutinario. Es importante experimentar estas formas diferentes de balanceo pelviano. Comprobaremos cuál de ellos nos compensa más. Mantendremos el contacto visual con el otro todo el rato. Si realiza­s el ejercicio en solitario, nos situaremos frente a un espejo para mirar­a los ojos y mantenernos concentrados.

Este ejercicio durará unos 30 minutos y hay que procurar no interrum­pirlo. Si paramos bruscamente podríamos acentuar las contracciones mus­culares y respiratorias que intentamos subsanar.

Podemos poner música dinámica



Ejercicio

Como precalentamiento, podemos pasearnos con nuestra pareja alrededor la habitación, gritando «¡Ja!» varias veces a pleno pulmón, pisando fuerte, dando saltos al ritmo de una música de tambor durante cinco o diez minutos. Seguidamente nos situaremos frente al otro, a unos cinco centíme­tros de distancia. Nos colocaremos en la postura básica y nos miraremos a los ojos. Si realizamos el ejercicio en solitario nos situaremos frente a un espejo de cuerpo entero.

Los brazos deben colgar sueltos. Nos concentraremos en la forma en que el cuello conecta con toda la columna vertebral para que las sensacio­nes y el movimiento de éstas asciendan de forma ondulante hacia el cuello y la cabeza.

Cerraremos los ojos y nos concentraremos en lo que vivimos interior­mente. Hay que estar alerta a la sensación de equilibrio firme. Respirare­mos profundamente a través de la nariz, hacia el interior del vientre, manteniendo a éste relajado. Relajaremos también los músculos genitales y anales. Al hacerlo, nos imaginaremos que enviamos el aliento, a través del estómago, hacia el centro sexual.

Al cabo de unos minutos, abriremos los ojos y nos miraremos. Uno de los puntos clave del sexo sublime es contener la excitación mientras se está en contacto con el otro.

Comenzaremos con el «curl» pelviano descendente.



EL «CURL» PELVIANO DESCENDENTE. Empezaremos con un movimiento de ba­lanceo hacia delante y hacia atrás con la pelvis. Mantendremos el pecho y la columna vertebral relajados aunque rectos, de modo que el movimiento oscilatorio se realice únicamente con la pelvis. Al inspirar, empujaremos hacia delante sin poner en tensión los músculos pelvianos. Procuraremos que la contracción de los músculos de las nalgas sea suave y ligera. Para los impulsos hacia delante recreemos la sensación de «lanzarse», llevarlo a cabo, la dimensión dinámica de la experiencia sexual.

Al espirar, dejaremos descender ligeramente la pelvis relajando la parte interna de los muslos, las nalgas y los músculos pelvianos. No es tanto una cuestión de realizar un movimiento como de que descienda la pelvis hacia su posición natural. En este movimiento hacia atrás recrearemos la sensa­ción de soltarse.

Mantendremos el torso inmóvil y relajado, el movimiento hacia de­lante y hacia atrás lo llevará a cabo la pelvis. Puede ayudarnos el imaginar que la pelvis se balancea hacia atrás y hacia delante sobre la base horizonte tal de las caderas. Mantendremos, asimismo, las rodillas ligeramente fle­xionadas e inmóviles.

Ejecutaremos el movimiento oscilatorio hacia atrás y hacia delante con gestos enérgicos, estirando y relajando vigorosamente estos fuertes múscu­los, como mínimo durante cinco minutos. Seguiremos el movimiento con la voz, gritando «¡Ja!» en tono suave y sensual cada vez que desciende la pelvis.

Al cabo de un rato notaremos la excitación, sobre todo al coordinar el empuje de la pelvis hacia delante, al inspirar, y la relajación de ésta, al espirar.

Poco a poco aceleraremos el ritmo, iremos más deprisa y subiremos el tono de voz, con movimientos cada vez más enérgicos, con sonidos cada vez más mayores, a medida que nos acercamos al orgasmo. La respiración en irá convirtiendo en jadeo, los gritos, más agudos, partiendo del estóma­go hacia el pecho.

Mantendremos este ritmo acelerado unos tres minutos. Seguidamen­te aminoraremos el ritmo, bajando la voz para que el «Ja!» llegue al centro sexual al espirar, como si lo articuláramos a través de los genitales. La respiración pasará al vientre. Continuaremos inspirando a medida que la pel­vis ejecuta el «curl» hacia delante y espirando cuando desciende hacia atrás. Debemos notar la resonancia del «Ja» en el interior del vientre. Este perío­do de calma puede durar unos tres minutos.

Iniciaremos un nuevo ciclo, creando gradualmente un buen ritmo y un clímax de excitación, para aminorarlo después aunque sin interrumpir­lo. En el proceso el cuerpo debe descansar en pleno movimiento de balanceo. La cadencia de la pelvis será como una ola que recorrerá el torso, el cuello y la cabeza. Continuaremos con el «¡Ja!», la respiración abdominal y el contacto visual durante tres-cinco minutos.

Proseguiremos con el ciclo de carga y descarga durante unos 15 minu­tos, y después aminoraremos el ritmo y nos detendremos. Cerraremos los ojos y nos concentraremos en el interior de la pelvis y los genitales, manteniendo las rodillas flexionadas y la pelvis relajada. Estaremos alerta a las sensaciones de hormigueo, calidez, vitalidad y a las pulsaciones que experimentamos. Si se han producido, ya estamos en el camino de la flexibili­dad pelviana y de la energía necesaria para el sexo sublime.



EL «CURL» PELVIANO ASCENDENTE. Procederemos ahora a realizar el mismo ejer­cicio invirtiendo el movimiento, de modo que la pelvis se arquee ligera­mente hacia arriba y hacia atrás al inspirar y descienda hacia delante la espirar.

Nos colocaremos en la postura básica con los músculos de la zona pel­viana relajados y los brazos sueltos a ambos lados del cuerpo. Iniciaremos el balanceo pelviano. Realizaremos un «curl» hacia atrás al inspirar y dejaremos que descienda hacia delante al espirar, relajando todos los músculos pelvianos, genitales y de las nalgas.

Arquearemos ligeramente la espalda al inspirar y giraremos la pelvis hacia atrás. A1 espirar nos liberaremos con «¡Ja!» para aliviar las tensiones y abrir la zona. De nuevo, la pelvis oscilará hacia atrás y hacia delante manteniéndose horizontal, sin movimientos ascendentes y descendentes. Nos imaginaremos que es una gran pelota que gira sobre sí misma.

En cuanto hayamos captado el movimiento, intensificaremos las osci­laciones acompañándolas con los «Ja!». A1 espirar, nos imaginaremos que llevamos energía a los genitales y a la pelvis, como si la extrajéramos de la energía amorosa del amante.

Notaremos la diferencia entre este movimiento y el anterior. Muchas personas consideran que este movimiento es más masculino. Parece que existe una tendencia natural a empujar hacia delante en la espiración y determinadas personas disfrutan con la sensación de poder de este movi­miento.

Puede acentuarse esta experiencia «macho» contrayendo el ano y las nalgas al empujar la pelvis hacia delante y espirar. Las mujeres pueden ima­ginarse que tienen un pene en erección entre las piernas y que penetran al amante que tienen enfrente. De esta forma, se puede representar hasta el final la sexualidad agresiva como un juego de descarga frenética. Notaremos el ritmo en doble dirección de captar energía al inspirar y de expulsarla al espirar. Volvemos a acelerar el movimiento hasta un punto álgido para recuperar después el aliento. El cuerpo entero debe moverse con el ritmo.

Seguiremos el ejercicio durante cinco minutos; después reduciremos el ritmo y nos detendremos. Cerraremos los ojos y de nuevo tomaremos conciencia de todas las sensaciones que se producen en la pelvis.



Consejos

Practicaremos el «curl» pelviano descendente y el «curl» pelviano ascendente con dinamismo y el tiempo suficiente para crear energía en el cuerpo. No­taremos que ello se ha producido cuando notemos el sudor, el calor corpo­ral, el ardor, la aceleración de la respiración y el hormigueo en los genitales.

A1 comienzo resultará muy difícil concentrarse en el ejercicio y seguir mirando al otro. Si es así, mantendremos los ojos cerrados hasta que vea­mos que dominamos el ejercicio y disfrutamos de él. Luego abriremos los ojos. Podemos también abrir los ojos en momentos determinados y cerrar­los en otros, fijándonos en las diferentes sensaciones que ello nos produce. Deberemos practicar durante unas cuantas sesiones regulares si queremos conseguir experimentar la sensibilidad y flexibilidad pelvianas.

Si no sentimos nada durante el ejercicio, es probable que estemos con­teniendo tensiones en la garganta, la boca o la nuca. Intentaremos abrir y relajar estas áreas chupándonos el pulgar o haciendo sonidos y movimientos de succión con la boca. Con ello descargaremos la energía de la garganta que tiene como efecto la relajación de la pelvis.

Notaremos que se incrementa la sensibilidad pelviana durante el ejer­cicio colocando suavemente una mano sobre el pubis, abarcando los geni­ales y el área pelviana suavemente con la palma de la mano, y la otra al final de la columna vertebral. Nos imaginaremos que aguantamos la pelvis como si fuera una taza. Notaremos que esta postura nos ofrece la sensa­ción de sentirnos sostenidos, envueltos y sujetos.

Si consideramos que los ejercicios de «curl» pelviano constituyen práct­icamente un reto en esta etapa, nos preparemos comenzando con el impulso pelviano, un ejercicio muy práctico en sí mismo. Para el impulso pel­viano seguiremos las instrucciones básicas de las dos versiones del «curl» pelviano, aunque lo realizaremos tendidos. Se realiza alzando la pelvis del suelo y haciéndola rebotar. Procederemos enérgicamente con este impulso hacia arriba/hacia abajo, alzando la pelvis al inspirar y dejándola caer al espirar mientras emitimos un «¡Ja!» explosivo.

Procuraremos superar la seriedad de las instrucciones siguientes con la excitación lúdica de simular un orgasmo.





EL LOTO QUE SE ABRE



Después de difundir la energía de forma activa y dinámica con el «curl» pelviano, resultará beneficioso recuperar la energía para conseguir la calma y la quietud a través del ejercicio que denominamos el loto que se abre. Tal como hemos apuntado en el capítulo anterior, cuando pasamos de un ejercicio cargado de energía a la inmovilidad conseguimos unos momentos vitales de paz y reflexión.



Objetivos y ventajas

La postura del loto que se abre se utiliza en tantra, yoga, zen y otras mu­chas tradiciones espirituales. Fomenta la autocontemplación, la paz y la tranquilidad a la vez que nos permite penetrar en el interior de nuestro cuerpo con más facilidad, haciéndonos conscientes de las sensaciones más sutiles.

Más adelante, utilizaremos la postura del loto que se abre en estadios superiores del sexo sublime, en que mantenemos el cuerpo vertical. Al ha­cer el amor en posición horizontal, la energía se acumula de forma natural en la pelvis, sin embargo en la posición vertical puede conseguirse fácil­mente una conexión entre la pelvis y la cabeza, lo cual permite transfor­mar la energía sexual en sensaciones más delicadas, que nos acercan más al éxtasis.

Al introducir esta postura hemos tenido en cuenta la importancia de familiarizarnos con ella. Si bien el loto que se abre no exige movimiento, requiere la misma práctica que el «curl» pelviano. Cuanto más flexibles y cómodos nos sintamos en el loto que se abre, más facilidad tendremos para experimentar el sexo sublime.

Preliminares

Puede ejercitarse esta postura en solitario o acompañado. Nos sentaremos sobre un cojín estable y cómodo. Probablemente el más indicado sea el que tiene forma redonda y se usa en el zen, llamado zafu. Podemos encon­trarlo en tiendas japonesas especializadas en meditación.

Prepararemos el entorno sagrado.

Intentaremos evitar distracciones y ruidos externos. Podemos poner música tranquila, relajante.

Dedicaremos 20 minutos al ejercicio.



Ejercicio

Nos sentamos sobre el cojín a fin de relajar el vientre, para que las rodillas toquen el suelo. Cruzamos las piernas, al estilo indio, con los talones diri­gidos hacia las ingles.

El vientre debe permanecer libre. Denominamos «vientre de Buda» a esta postura. No hay que comprimir la cintura con ningún tipo de cintu­rón. No arquear la espalda, mantenerla firme aunque relajada. Mantener el cuello recto al igual que la columna vertebral, la barbilla ligeramente inclinada hacia el pecho, los hombros relajados.

Colocaremos las manos sobre las rodillas. Las palmas pueden girarse hacia arriba, en espíritu receptivo, o hacia abajo para reforzar la potencia y la sabiduría. Para conseguir un nivel de meditación, juntaremos las manos, las palmas hacia arriba, la palma derecha apoyada sobre la izquierda y los pulgares juntos. Experimentaremos cada una de las posiciones de las manos y constataremos hasta qué punto nos cambia el estado de ánimo.

Respiraremos lentamente, acompasadamente, por la nariz, conscien­tes del aire que entra y sale por los orificios nasales. Notaremos cómo entra el aire fresco y como sale el templado. Relajaremos las mandíbulas.

Permaneceremos así durante 20 minutos, observando la respiración. No hay que dirigir la mente ni manipular los pensamientos: simplemente observar qué va pasando a través de ellos. Disfrutemos de la actitud relaja­da, contemplativa del estado de observación.

Finalizaremos con una salutación sincera dirigida a nosotros mismos o a nuestra pareja.



Consejos

En esta postura, las rodillas deben tocar el suelo; con ello relajaremos el vientre y abriremos la parte frontal del cuerpo. Para que las rodillas bajen más, utilizaremos un cojín más alto que nos levante la pelvis.

Resultará difícil mantener la postura del loto que se abre si los mús­culos de los muslos y caderas están tensos. Para relajarlos, practicaremos el estiramiento en forma de cuadrado y el ejercicio en cuclillas, juntos. Es esencial familiarizarse gradualmente con esta postura hasta sentirse cómo­do en ella ya que nos preparará para los ejercicios superiores del capítu­lo 12. Practicaremos esta postura cada día durante un mínimo de diez minutos.

En este capítulo hemos aprendido a concentrarnos y a mantenernos firmes en la postura básica, a rendir homenaje a nuestro cuerpo como ve­hículo del espíritu a través del ritual de la purificación y de la ceremonia de reconocimiento del cuerpo, y a explorar una progresión de sensaciones sensuales por medio del arte del tacto erótico. Hemos aprendido, asimis­mo, a aflojar y relajar el cuerpo por medio del estiramiento en forma de cuadrado y el ejercicio en cuclillas juntos, a abrir y relajar la pelvis, crean­do una potente carga de energía por medio del «curl» pelviano, y a vivir la paz interior y desarrollar la autoobservación con el loto que se abre.

No olvidemos repetir estos ejercicios con regularidad, diaria o sema­nalmente, para disfrutar a fondo de ellos y sacar partido de este alto nivel práctico, en el cual cada ejercicio desempeña un papel esencial.


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