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Biografias: PITAGORAS
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De: ☼TäRA☼  (Mensaje original) Enviado: 01/07/2010 15:03
PITAGORAS

“...Pitágoras enuncia nuestra doctrina cuando dice que el Ego (Noûs) es eterno con la Deidad”. H.P.Blavatsky



“Pitágoras fue el más célebre de los filósofos místicos. Nació en la isla de Samos, cerca del año 586 A.C. [muriendo cerca de cien años después]. Por lo que parece, viajó por todo el mundo y retiró su filosofía de los diversos sistemas de que tuvo conocimiento. Así, estudió la ciencia esotérica con los brahmanes de la India, y la astronomía y la astrología en Caldea y en Egipto. Incluso hoy en día es conocido en el primero de los países citados por el nombre de Yavanchrya (“el maestro jonio”). Después de su regreso, se instaló en Crotona, en la Magna Grecia, donde estableció una escuela [escuela itálica], a la cual pronto acudirían todas las mejores inteligencias de los centros civilizados. Su padre, un tal Mnesarco de Samos, era hombre instruido y de noble cuna, Pitágoras fue el primero en enseñar el sistema heliocéntrico y era el sabio más versado en geometría de su siglo. Creó también la palabra “filósofo”, compuesta por dos términos que significan “amante de la sabiduría” (philo-sophos). Como el mayor matemático, geómetra y astrónomo de la Antigüedad histórica, bien como el más eminente de los metafísicos y sabios, Pitágoras adquirió fama inmortal. Enseñó también la doctrina de la reencarnación, tal como era profesada en la India, y muchas otras cosas de la Sabiduría Secreta” (H.P.Blavatsky, Glosario Teosófico)


“Pitágoras obtuvo su conocimiento en la India (donde hasta hoy es mencionado en los antiguos manuscritos bajo el nombre de Yavchrya, el “maestro griego”) (Blavatsky Collected Writings, XI, 229, a partir de ahora, los diferentes volúmenes serán precedidos por las iniciales CW). “Por otro lado, encontramos en un escrito de Alejandro Polyhistor que Pitágoras (que vivió cerca del año 600 A.C.) fue discípulo de Nazaratus el sirio (los escritores griegos llaman frecuentemente a Zoroastro el Nazaratus sirio); Diogenes Laercio afirma que el filósofo de Samos fue iniciado en los misterios “por los Magos Caldeos” (CW, III, 451-452)




“Jámblico nos informa que Pitágoras “fue iniciado en los misterios de Biblos y Tiro, en las ceremonias sagradas de los sirios, y en los misterios de los fenicios, dado que Pitágoras”, añade, “también pasó veintidós años en los ditya de los templos de Egipto, asociado con los magos de Babilonia, y fue introducido por estos en su venerable conocimiento, no es de extrañar, pues, que haya sido proficiente en magia o teurgia, y, por tanto, que haya sido capaz de realizar cosas que sobrepasan el poder meramente humano y que parecen ser perfectamente increíbles para el vulgo” (Jámblico, Vida de Pitágoras)” (CW, XIV, 274n).





“Lo que Orfeo dice en alegorías ocultas, Pitágoras lo aprendió cuando fue iniciado en los misterios Órficos; y Platón recibió después un perfecto conocimiento de ellos a partir de los “escritos Órficos y Pitagóricos (New Platonism, 18) (CW, XIV, 308) “De los libros de Thot (Hermes)... tanto Pitágoras como Platón derivaron su conocimiento y mucha de su filosofía” (CW, XIV, 39).





“Aquello que es conocido por los Sacerdotes de Egipto y por los antiguos Brahmanes, tal como está corroborado por todos los clásicos antiguos y por los escritores históricos, nos permite creer en aquello que solamente es tradicional en la opinión de los escépticos. ¿De dónde proviene el maravilloso conocimiento de los Sacerdotes egipcios en todos los campos de la Ciencia, a menos que lo hayan obtenido de una fuente aún más antigua? Las célebres “Cuatro“ sedes del saber en el antiguo Egipto presentan más certeza histórica que los comienzos de la Inglaterra histórica. Fue en el gran santuario Tebano donde Pitágoras, después de llegar de la India, estudió la Ciencia de los números ocultos. Fue en Menfis donde Orfeo popularizó su demasiada abstrusa metafísica Hindú, para uso de la Magna Grecia; y, desde allí, Tales, y mucho tiempo después Demócrito, obtuvieron todo lo que sabían. Es a Saís al que se le debe conceder todo el mérito de la maravillosa legislación y el arte de gobernar los pueblos, difundido por sus sacerdotes a Licurgo y Solón, los cuales continuaron siendo objeto de admiración por las generaciones futuras. Y si Platón y Eudoxo nunca hubiesen rendido culto en el Santuario de Heliópolis, lo más probable es que el primero no hubiese llegado nunca a asombrar a las generaciones futuras con su ética y el segundo con su maravilloso conocimiento de las matemáticas” (CW, XIV, 253-254).





“Los símbolos de Pitágoras requieren un arduo estudio. Esos símbolos son numerosos y, para siquiera comprender la esencia general de las doctrinas abstrusas de su simbología, son necesarios años de estudio. Sus principales figuras son el Cuadrado (la Tetraktys), el triángulo equilátero, el punto dentro del círculo, el cubo, el triángulo triple y, finalmente, la cuadragésimo séptima proposición de los Elementos de Euclides, que fue enunciada por Pitágoras. Pero, con esta excepción, él no dio origen a ninguno de los símbolos anteriores, como algunos creen. Estos eran bien conocidos milenios antes de su tiempo, en la India, de donde fueron traídos por el sabio Samio, no como una especulación, sino como una ciencia demostrada...” (CW, XIV, 95).





“Él cultivó la filosofía, cuya esfera de acción es liberar la mente implantada dentro de nosotros, de los impedimentos y cadenas con los cuales está confinada, sin cuya liberación nadie podrá aprender nada con fundamento o verdad, o darse cuenta de lo defectuoso del funcionamiento de los sentidos... es esta la razón por la que él usa tanto las disciplinas y las especulaciones matemáticas que ocupan una posición intermedia entre los reinos físico e incorpóreo (The Pythagorean Sourcebook, etc, páginas 132-135).”





“Las doctrinas Budistas nunca pueden ser mejor comprendidas que cuando se estudia la filosofía Pitagórica - su fiel reflejo -, ya que proceden de esta fuente (las filosofías antiguas), del mismo modo que las religiones Brahmánica y el Cristianismo primitivo... La verdadera comprensión de toda la doctrina del aparentemente intrincado sistema Budista sólo puede ser alcanzada si se procede estrictamente de acuerdo con el método pitagórico y platónico: de lo universal a lo particular. Su clave reside en las refinadas y místicas doctrinas del influjo espiritual y de la vida divina. Buda dice: “Aquel que no conoce y vivencia mi Ley, y muere en esa situación, debe volver a la Tierra, hasta que se torne un Samna (asceta) perfecto. Para alcanzar ese estado, debe destruir dentro de sí la trinidad de Maya. Debe extinguir sus pasiones, unirse e identificarse con la Ley (las enseñanzas de la Doctrina Secreta), y comprender la religión de la aniquilación (Isis sin Velo, I, 289)”. No, no es en la letra muerta de la literatura budista donde los eruditos pueden esperar encontrar alguna vez la verdadera resolución de sus sutilezas metafísicas. De toda la antigüedad, únicamente los Pitagóricos las entendieron perfectamente, y es en las incomprensibles (para los Orientalistas comunes y para los materialistas) abstracciones del Budismo donde Pitágoras basó las principales doctrinas de su filosofía” (CW, XIV, 419)





“La teoría cosmológica de los números, que Pitágoras aprendió de los Hierofantes egipcios, es la única capaz de conciliar la materia y el espíritu, y hacer que cada uno demuestre al otro matemáticamente. Las combinaciones esotéricas de los números sagrados del universo resuelven el gran problema y explican la teoría de la irradiación y el ciclo de las emanaciones. Los órdenes inferiores proceden de los espiritualmente superiores y evolucionan en progresiva ascensión hasta que, llegados al punto máximo de conversión, son reabsorbidas en el Infinito” (Isis, I, 67).





“La verdadera Magia, en la teurgia de Jámblico, es a su vez idéntica a la gnosis de Pitágoras, la ciencia de las cosas que son; y al éxtasis divino de los Filaleteos, ‘los amantes de la Verdad’” (CW, XI, 220).





“A Pitágoras se le debe el término filosofía y filósofo – los amantes de la ciencia o de la sabiduría... así como el de gnosis, ‘o conocimiento de las cosas que son’, o de la esencia escondida debajo de la apariencia exterior. Bajo ese nombre, tan noble y concreto en su definición, todos los maestros de la antigüedad designaron el compendio de conocimientos humanos y divinos” (CW, XI, 220)





“Según nos informa Porfirio en su Vida de Pitágoras (Gutthrie páginas 126-127 vide infra), cuando Pitágoras llegó a Italia y se detuvo en Crotona, atrajo una gran audiencia en torno a sí, y entre las cosas que les dijo, ‘les enseñó que el alma es inmortal y que después de la muerte migra a otros cuerpos animados. Después de ciertos períodos específicos, dijo, el mismo acontecimiento sucede de nuevo, ya que nada es completamente nuevo; todos los seres animados son hermanos, y les enseñó que debían considerarse todos como miembros de una única familia. Pitágoras fue el primero en introducir estas enseñanzas en Grecia (la Reencarnación y la Fraternidad Universal). Pitágoras enseñó que sólo la mente (sublimada) ve y escucha, mientras que el resto está ciego y sordo. La mente purificada debe aplicarse al descubrimiento de cosas beneficiosas, lo cual puede lograrse por medio de determinadas artes, que gradualmente la inducen a la contemplación de las cosas eternas e incorpóreas que nunca cambian. Este método de percepción debe iniciarse desde la consideración de las cosas más pequeñas, para que ningún cambio agite la mente y esta se distraiga por falta de continuidad en el tema.





Es por esta razón por la que Pitágoras usa tanto las disciplinas matemáticas y las especulaciones, que ocupan una posición intermedia entre los reinos físico e incorpóreo, en virtud de que, a semejanza de los cuerpos, tienen una triple dimensión y, sin embargo, participan de la impasibilidad de los incorpóreos. (Él usó estas disciplinas) como grado de preparación para la contemplación de las cosas realmente existentes, por medio de un principio artístico, desviando los ojos de la mente de las cosas corpóreas – cuya forma y estado nunca permanecen en la misma condición – incluso un deseo por el verdadero alimento (espiritual). Por tanto, por medio de estas ciencias matemáticas, Pitágoras hizo verdaderamente felices a los hombres, mediante esta introducción artística de cosas verdaderamente existentes” (Guthrie, páginas 132-133). Lo que antecede son apenas fragmentos de lo que dice Porfirio acerca de la filosofía de Pitágoras. Vide Guthrie).








La Fraternidad Pitagórica





“En cuanto al origen del Instituto (Pitagórico), la tradición nos dice únicamente que hasta la LXII Olimpiada (530 A.C.), o un poco después, Pitágoras fue a Crotona con numerosos discípulos que lo acompañaron desde Samos, y comenzó a hablar en público de tal manera que pronto se granjeó la simpatía de los oyentes, que venían en gran número a escuchar sus inspiradas palabras; les enseñó verdades que nunca habían sido escuchadas en aquellas regiones y de boca de un hombre como él. Fue recibido con gran deferencia tanto por el pueblo como por el partido aristocrático que entonces detentaba las riendas del gobierno, y tal fue el entusiasmo despertado por sus enseñanzas que sus admiradores erigieron un magnífico edificio en mármol blanco – denominado homakoeion, o auditorio público -, en el cual podría proclamar convenientemente sus doctrinas y les permitía vivir bajo su guía... Su autoridad creció de tal manera que pronto ostentó una verdadera influencia moral en la ciudad, que rápidamente se propagó hacia el exterior, hasta los vecinos distritos de la Magna Grecia, Sicilia, Sybaris, Tarento, Rhegio, Catania, Himera y Agrigento.





Desde las colonias griegas y desde las tribus italianas de Lucani, Peucetil, Mesapii e incluso de las aldeas romanas, acudían a él discípulos de ambos sexos, y lo tomaban como maestro los legisladores más célebres de esos lugares, Zauleco, Carondas, Numa, y otros. Con su intermediación se pudo restaurar el orden, la libertad, las costumbres y las leyes (The Pythagorean Sodality of Crotona, por Alberto Granola, Spirit of the Sun Publications, Santa Fe, New Mexico, 1997, páginas 4-5, extractos).





“Porfirio relata que más de dos mil ciudadanos con sus esposas y familias se reunían en el Homakoeion, vivían en comunidad de bienes y regulaban sus vidas por las leyes que les dio el filósofo, a quien veneraban como a un Dios.





Fue así como se formó la Fraternidad, a la que tenía acceso todo hombre o mujer de bien; y a esta familia filosófica del Maestro le fueron dadas las mismas reglas que él había visto en las escuelas de Oriente y de Egipto, en las cuales, como ya se ha referido, él adquirió el conocimiento de los Misterios.

El instituto llegó a ser al mismo tiempo un colegio de educación, una academia científica y una pequeña ciudad modelo, bajo la dirección de un gran iniciado. Y fue por medio de la teoría acompañada de la práctica, y por la unión de la ciencia y el arte, que gradualmente se alcanzó esa ciencia de las ciencias y esa armonía del alma y del intelecto con el universo, las cuales los Pitagóricos consideraban que eran los arcanos de la filosofía y de la religión. (Ibid. p. 8)





“En realidad, su meta era la elevación de sus discípulos en espíritu y acción, ya sea inspirándoles cultura general y conocimiento, ya sea haciéndoles practicar la disciplina más rigurosa de la mente y de las pasiones...” (Ibid. p. 12)





“...el sabio de Samos se propuso reformar a los hombres desde el interior, y con ello necesariamente modificar las condiciones exteriores de la vida individual y social. Una vez que deseó construir religión fundada en un sentimiento interior y no en prácticas externas de adoración, las cuales, no habiendo una consciencia con la que se correspondiesen, se convertían en meras supersticiones y vacíos formalismos dogmáticos, fue completamente natural que la nueva intuición despertase en medio de los elementos reaccionarios y conservadores de la sociedad de Crotona y la Italiana y, sobre todo, la cólera de la ignorante aristocracia, que estaba excluida por su deficiencia intelectual y moral, del mismo modo que los sacerdotes, que se vieron privados de influencia sobre la mayor parte – y la mejor – de la juventud. Las calumnias que ellos supieron difundir con el arte que parece ser su privilegio, encontraron crédito, como siempre, en el vulgo, y pronto fueron animados por otros que vieron igualmente amenazados sus intereses particulares” (Ibid. 13-14).





“Por otro lado, está debidamente documentado que cierto aristócrata extremadamente ignorante de nombre Cylon, el cual, debido a su ignorancia e ineptitud, no pudo obtener la admisión en la Fraternidad interna, lleno de rabia y malicia, comenzó a agitar a los descontentos... logrando un decreto de proscripción por el cual se expulsaba a Pitágoras. Este, después de haber obtenido asilo en Caulonia y Locris, fue recibido finalmente en Metaponto, donde murió poco después. Se estableció entonces una feroz persecución contra los Pitagóricos: unos fueron asesinados y otros desterrados, convirtiéndose en fugitivos en las comarcas vecinas.





En estas condiciones, la vida en la Fraternidad fue extremadamente corta, no habiendo durado más de cuarenta años; con todo, la eficacia de las enseñanzas Pitagóricas duró muchos siglos. Su llama nunca se extinguió y, por si acaso, fue rigurosamente preservada y transmitida de generación en generación por los elegidos, a los cuales fue confiada, por grados, el contenido sagrado; de tal forma que los cimientos de la doctrina esotérica se mantuvieran, y en todas las sucesivas épocas fue conocida en mayor o menor grado.” (Ibid. pp. 14-15)





“Había dos tipos de adeptos en la Fraternidad: los que eran admitidos a un grado de iniciación (discípulos genuinos o familiares) y los que eran novicios (o neófitos) o simplemente oyentes (acustici o pythagoristae); a los primeros, divididos en varias clases... y a los discípulos directos del Maestro, se les administraban enseñanzas secretas o esotéricas; los otros apenas podían comparecer en las conferencias exotéricas de carácter esencialmente moral” (Ibid. p. 16) “En lo que respecta a las enseñanzas... eran dobles y, para ser admitido en la parte cerrada o secreta, era necesario haber comprobado, durante varios años, que el candidato estaba presto a recibir y, por tanto, tenía aptitudes. Aquel que no pudiese dar tal garantía, podía seguir instruyéndose en las escuelas comunes o exotéricas en una enseñanza desprovista de todo el simbolismo pero de carácter esencialmente moral” (Ibid. p. 24).








La Sucesión Pitagórica





Según la Vida de Pitágoras escrita por Jámblico: “El sucesor reconocido de Pitágoras fue Aristeu, el hijo del crotoniense Damoflón, el cual fue contemporáneo de Pitágoras, y vivió siete generaciones antes de Platón. Siendo especialmente dotado en las doctrinas pitagóricas, continuó su escuela, instruyendo a los “hijos de Pitágoras” y casándose con su esposa Theano (no debe olvidarse que Pitágoras, siendo un alto iniciado, no si casó ni tuvo hijos. A los discípulos del grupo esotérico de Pitágoras se les llamaba los discípulos genuinos o familiares. De ahí que se hable de “hijos” o de “esposa”. Ver: Laercio). Se dice que Pitágoras enseñó en su escuela durante 39 años y que vivió un siglo. Cuando envejeció, Aristeu entregó la escuela al hijo (discípulo) de Pitágoras llamado Mnesarco. A este le sucedió Bulagoras, en cuya época Crotona fue saqueada. Después de la guerra, Gartydas el crotoniense, que había estado ausente de viaje, regresó y tomó para sí la dirección de la escuela; pero, debido a la tristeza que le produjo la calamidad en que se encontraba su país, murió prematuramente... Posteriormente, Aresas Lucano, a quien habían salvado ciertos extranjeros, tomó a su cargo la escuela, y a él acudió Diodoro Aspendio, que apenas fue recibido por culpa de el entonces pequeño número de verdaderos Pitagóricos (genuinos).





Clinias y Filolau estaban en Heraclea; Teórides y Euryto en Mataponto; y en Tarento estaba Arquitas. También se dice que Epicarmo fue uno de los oyentes extranjeros, no perteneciendo a la escuela; no obstante, habiendo llegado a Siracusa; evitó filosofar en público debido a la tiranía de Hiero. Aún así, escribió los puntos de vista pitagóricos en verso y publicó los preceptos pitagóricos ocultos en sus comedias. Es probable que la mayoría de los pitagóricos hayan sido anónimos y hayan permanecido desconocidos” (Pythagorean Sourcebook, Op. Cit. p. 120)





“Entre los Pitagóricos de la escuela primitiva o de las primeras generaciones, habiendo pertenecido a los discípulos o familiares (es decir, al grupo esotérico) o a los aucustici (oyentes exotéricos), Jámblico menciona 280” (Ibid, pp 121-122). Diógenes Laercio informa sobre seis: Empédocles, Epicarmo, Arquitas, Alcmeón, Hipaso y Filolau.





“Aquellos que provinieron de esta escuela, no sólo los Pitagóricos más antiguos, sino también aquellos que, durante la vejez de Pitágoras, eran aún jóvenes, como Filolau y Euryto, Carondas y Zaleuco, Brysson y Arquitas el viejo, Aristeu, Lysis y Empédocles, Zalmoxys y Epiménides, Mino y Leucipo, Alcmaeon e Hippaso, y Tymáridas, constituyeron, en aquella época, una multitud de sabios, incomparablemente excelentes. Todos ellos adoptaron este modo de enseñanza (los símbolos pitagóricos), en sus conversaciones, comentarios y anotaciones. Igualmente sus escritos y todos los libros que publicaron, la mayoría de los cuales han llegado a nuestros días (es decir, desde los días de Jámblico, cerca del 250-330 D.C.), no fueron compuestos en dicción popular o vulgar, o en el modo usual de los otros escritores para poder ser inmediatamente comprendidos: fueron presentados en una forma que no era fácil de comprender por los lectores, ya que los autores adoptaron la ley de la reserva de Pitágoras, de forma arcana, en la que se ocultaban los misterios divinos a los no iniciados, oscureciendo sus escritos y mutuas conversaciones” (Vida de Pitágoras, por Jámblico, Pythagorean Sourcebook, op. cit. p. 83)








Destrucción y Dispersión de la Fraternidad Pitagórica





“Según Aristógenes de Tarento, Pitágoras llegó a Crotona cerca del año 529 A.C. Su colegio o comunidad de filósofos creció rápidamente y prosperó durante algunos años; pero fue atacado por la plebe instigada por un tal Cylón, a quien, según consta, se le había rechazado la admisión en la Escuela. Los relatos existentes son confusos; sin embargo, parece que este ataque ocurrió cerca del año 500 A.C., no existen datos precisos. Diógenes Laercio da varias versiones. Jámblico, en su Vida de Pitágoras, dice que “Pitágoras enseñó en su Escuela durante 39 años y que vivió un siglo”. Después de la muerte de Pitágoras, la escuela continuó en el extremo sur de Italia (conocida en la antigüedad como Magna Grecia), conservando quizás su influencia hasta mediados del siglo V A.C., cuando probablemente acaeció la destrucción de la ciudad de Metaponto, pereciendo muchos de los Pitagóricos que se habían refugiado en aquella ciudad. “Aquellos Pitagóricos que permanecieron vivos parecen haber emigrado a Grecia, donde establecieron centros en Flios y Tebas. Equécrates partió hacia Flios, Xenófilo hacia Atenas, y los nombres de Lysis y Filolau están asociados con Tebas, siendo allí donde Filolau enseñó a Simmias y a Cebes, que aparecieron como personajes en el Fedón de Platón. Filolau, que nació cerca del año 470 A.C., fue de hecho el primer Pitagórico que puso por escrito las enseñanzas de la Escuela” (Pythagorean Sourcebook, p. 38). “De las obras de Filolau se conservan algunos fragmentos (ver op. cit. pp. 167-176). El único pitagórico (del que hay constancia) que se quedó en el sur de Italia fue Arquitas de Tarento, elegido magistrado supremo de Tarento por siete veces. De este autor se conservaron algunos fragmentos (ver op. cit. pp. 177-201). Arquitas fue alumno de Filolau y amigo de Platón, que lo fue a visitar en el año 388 A.C.” (Ibid. p. 177).





“Platón recibió el pensamiento pitagórico principalmente a través de Filolau y de Arquitas de Tarento. Según Diógenes Laercio, Platón “escribió a Dión, que estaba en Sicilia, para que comprase a Filolau tres libros pitagóricos por el precio de cien minas” (Laercio, op. cit. p. 77). Y por Laercio (Ibid. p. 78) y por el propio Platón en su epístola VII (The Works of Plato, traducida al inglés por Thomas Taylor, Vol. V, pp. 598-627), sabemos que él realizó tres viajes a Sicilia y a la Magna Grecia, donde tuvo contacto directo con la tradición pitagórica esotérica, la cual influyó en gran medida su filosofía. Así, “tal vez fuese adecuado encarar a Platón como el pensador Pitagórico más importante en la historia de occidente” (Pythagorean Sourcebook, op. cit. p. 38).





“Varios de sus discípulos (de Platón) son de un carácter plenamente pitagórico como: las Leyes, o Parménides y el Timeo. ‘Y era práctica de Pitágoras y de sus seguidores, entre los que Platón se atribuyó el nivel más destacado, el ocultar los misterios divinos bajo el velo de símbolos y números, o disimular su sabiduría frente a los arrogantes alardes de los sofistas... Y era usual entre los Pitagóricos, y en Platón, el formar una unión armónica de muchos materiales acerca de un tema, en parte imitando a la naturaleza, en parte en razón de la elegancia y de la gracia (que implica)” (The Cratylus, Phaedo, Parmenides, Timaeus and Critias of Plato, traducción al inglés de Thomas Taylor, Londres, 1793; reimpresión facsimilar de Wizards Bookshelf, Minneapolis, 1976. Introducción a Parménides, por Thomas Taylor, p. 165).





Al introducir el Timeo de Platón, Thomas Taylor (Ibid. p. 249) dice; “El libro del Timeo, con respecto a la naturaleza está compuesto siguiendo el modo pitagórico; y Platón, haciendo derivar de ahí sus materiales, compuso el relato del siguiente diálogo... Y sólo Platón, de todos los fisiólogos, preservó el modo pitagórico en las especulaciones acerca de la Naturaleza”. En fín, en su Introducción a las Leyes, el mismo Thomas Taylor nos dice que “El genio de Platón, al componer estas leyes, es verdaderamente admirable...” ya que “en esta obra, parece haber fusionado de la manera más feliz la filantropía socrática con la elevación intelectual pitagórica” (The Works of Plato, op. cit. Vol. II, pp 3 y 4).





J. Ramón Sordo


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