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De: ☼TäRA☼  (Mensaje original) Enviado: 19/09/2010 07:46
Por el Maestro Chan Shih Jian Liao

 

Todos enfrentamos problemas diferentes en nuestras vidas y todos deseamos poder resolverlos. Sin embargo, esto no es una tarea fácil; nuevos
obstáculos surgen a menudo durante el proceso, ya que los problemas
tienen una base emocional y las emociones enturbian la Mente. Las
emociones ocurren cuando no estamos en capacidad de domar nuestra Mente y
cuando no reconocemos ni manifestamos la naturaleza de ésta. Es sólo
cuando vemos con claridad nuestra Naturaleza Primordial que podemos
superar los retos de la vida y resolver nuestros problemas. No es
difícil ser una buena persona y hacer actos de caridad, que son
considerados virtudes en todas las principales religiones. La capacidad
de hacer buenas obras se debe a nuestros buenos pensamientos que generan
buen karma. El Buda enseña que cada cual crea y experimenta su propio
karma. La doctrina del karma es sutil y muy intrincada. Reducida a su
significado más elemental, el karma representa la suma total de nuestras
acciones y su manifestación en pensamiento, palabra y obra. Se puede
entender como la manifestación de una relación de causa y efecto, o lo
que es lo mismo, la manifestación de causalidad.

No es fácil ser consistentemente bueno, pues la Mente frecuentemente lo dicta de otra manera. La inhabilidad de domar la Mente llega a ser entonces, la fuente del sufrimiento. En el budismo Chan se dice que: “el
lograr el estado de Buda es lo mismo que domar la Mente; amaestrar la
Mente es el camino para llegar a ser un Buda”. El domar la Mente es
poder deshacerse de nuestras costumbres, renunciar a todos los apegos y a
la vez estar conscientes de nuestra Naturaleza Primordial. El Buda
estaba consciente de la naturaleza absoluta de la Mente. Es por esta
razón que uno puede hablar a la perfección de sus obras pues ellas son
la manifestación de la Mente pura. Por lo tanto, se puede decir que la
Mente del Buda es completamente libre. Como las personas comunes no
entienden o reconocen la naturaleza de la Mente, ellas no pueden hacer
que su Mente trabaje para ellas en la manera que a ellas les gustaría.
Cuando necesitan recordar algo ocurrido, éstas no pueden hacer que la
Mente recuerde lo que ya ha sido olvidado. Sin embargo, la Mente
persiste en recordar lo que ellas desean olvidar.

Cuando se experimentan altibajos emocionales tales como sentimientos de rabia, la orden de eliminar esta emoción negativa falla, pues la Mente está recubierta con apegos. Cuando la Mente no ha sido domada, el
resultado es el sufrimiento.

El propósito fundamental de la meditación es ayudarnos a reconocer la naturaleza de la Mente, a adquirir maestría sobre ella y a hacernos conscientes de la claridad de ésta. Una Mente que no ha sido domada es
una Mente llena de preocupaciones. Las preocupaciones son creadas por
una Mente que no ha sido domada, pensando lo que no se debería pensar y
viceversa, no pensando lo que se debería pensar. En consecuencia, la
vida no puede ser vivida a plenitud a menos que se adquiera maestría
sobre la Mente. La rabia, por ejemplo, es una manifestación de una Mente
indómita.

Uno puede ser incitado a sentir rabia sólo si uno así lo desea. La risa sigue el mismo patrón. Ambos provienen desde adentro. Cuando estamos de mal humor, hasta los chistes de nuestro comediante favorito
nos parecen sin gracia, a menos que nuestra Mente se encuentre libre de
preocupaciones y apegos. Esto prueba que el cultivo de la Mente es una
tarea individual. Los fenómenos externos no son responsables de la
creación de nuestros pensamientos. De hecho, es la Mente la que crea
todos los fenómenos. Todos los estados del ser son creados por la Mente.
Por ejemplo, cuando alguien cuenta un chiste, la Mente se libera de
todas las preocupaciones. Esta liberación crea un estado de bienestar.
No es el chiste el que crea este estado. El chiste solo juega un papel
de catalizador. El chiste simplemente cambia el punto de concentración
de la Mente y permite que los pensamientos negativos se alejen. Si la
Mente no fuera capaz de reenfocar los pensamientos, el chiste no
generaría en nosotros un cambio de humor. Simplemente dicho, un estado
de bienestar puede solamente ser inducido si así lo escogemos y esta
selección se hace con la Mente.

Las elaboraciones conceptuales son parte de nuestra personalidad. Cuando no somos amos de nuestros pensamientos entonces somos victimas de ellos. Como mencionamos previamente, la rabia es una manifestación de
una Mente indómita. La rabia descontrolada simplemente revela a una
Mente sin experiencia que no ha logrado una maestría sobre si misma. Por
lo tanto, para obtener la sabiduría sobre la vida y encontrar el camino
hacia la iluminación, uno debe primero ser el amo de su propia Mente.

La Mente de una persona ordinaria esta generalmente obscurecida por sus apegos a dualidades como “el bien” contra “el mal” o lo “correcto” contra lo “incorrecto”. La Mente de un sabio o de una persona que ha
logrado completa iluminación, y que ya no esta sujeta a la muerte y
renacimiento, se encuentra constantemente en un estado de vacío y de
comprensión. En realidad, el vacío y la comprensión no son sino dos
características de la Mente Pura. Ningún pensamiento de tal individuo
esta nunca separado de la Mente. La Mente Pura no es un vacío. Al
contrario, es muy creativa y amoldable. Al igual que una copa de vidrio,
su propósito de contener y transportar agua no se puede realizar sin
antes estar vacía. Si uno tiene apegos, entonces uno no puede ver la
realidad, porque la Mente no es pura. Todo pensamiento o estado anímico
se origina en la Mente. Dentro de esta claridad se encuentra la gran
perfección y liberación. Dentro de esta gran perfección se encuentra la
claridad.

Por lo tanto, para alcanzar la iluminación total y poder controlar la Mente, hay que primero amaestrar la Mente. Por ejemplo, la ambición y la rabia desmedidas originadas en la Mente modifican la conducta humana.
Entonces, cuando la rabia y la ambición embargan a una Mente no
entrenada en ser ama de sí misma, la Mente se hace esclava de esas
emociones bajo la presión del pensamiento conceptual. Una persona
ordinaria queda atrapada en el ciclo de muerte y renacimiento a causa de
una Mente indómita. Una persona ordinaria es aquella que no ha logrado
maestría sobre su Mente.

Los Hábitos

Las emociones y los hábitos de una persona son cultivados de una manera individual. Con la práctica de la meditación viene la internalización de que todos los pensamientos son creados por la Mente y
que reciben instrucciones desde dentro de nosotros. En una palabra, un
pensamiento que no ha provenido desde nuestra Mente nunca puede aparecer
en la Mente.

Los pensamientos involuntarios o, dicho de otra forma, nuestros hábitos nos impiden obtener la maestría sobre nuestra Mente. De allí surge el dicho de que “lo que es habitual se convierte en natural”.
Nuestros hábitos o costumbres llegan a ser una segunda naturaleza en
nosotros y esa segunda naturaleza se convierte en nuestros reflejos.
Estos reflejos son tan familiares que llenan todo el espacio de nuestra
Mente. Esto explica el por qué, al nacer, no necesitamos que emociones
como la rabia y la envidia nos sean enseñadas. Estas emociones
habituales se manifiestan sin ser llamadas, lo que significa que ellas
se han cultivado gradualmente y se conducen de una forma automática. En
las actividades del día a día cada individuo necesita hacerse las
siguientes preguntas: ¿Qué me mantiene funcionando? ¿Qué me mantiene
moviéndome? ¿Cómo se relaciona mi vida con mi entorno? Los hábitos
motorizan a nuestro comportamiento y nuestro comportamiento esta
condicionado por nuestros pensamientos habituales. Por ejemplo,
consideremos a una persona que le encantan las hamburguesas. Al
principio, el concepto de hamburguesa es un concepto sin significado
para esa persona. Sin embargo, una vez que el gusto por la hamburguesa
ha sido adquirido a partir de comer lo mismo todo el tiempo, entonces el
comer hamburguesas se convierte en un fuerte hábito. Cada vez que uno
va a un restaurante de comida rápida, la hamburguesa se convierte en la
orden del día. Esta es la forma en que nuestros hábitos respectivos se
crean y se convierten en nuestros patrones de comportamiento.

Cuando uno se acostumbra a tomar cierto camino todo el tiempo, se hace difícil que nos persuadan a cambiar de ruta; y es allí donde reside el meollo del problema. Cuando nuestros hábitos no están en sincronismo
con el estado de nuestro entorno, entonces surgen los disgustos y las
emociones se hacen turbias. La fuente del sufrimiento esta basada en la
inhabilidad de abandonar nuestros hábitos.

La Mente

Todos lo seres conscientes poseen la Mente. La idea de que cada persona posee lo que se necesita para hacerse un sabio o para alcanzar el estado de Buda es parte inherente de las culturas orientales. En la
cultura occidental tal concepto es virtualmente inexistente. Es un hecho
el que cada individuo posee la Mente y que con empeño y determinación
podemos sobreponernos a las aflicciones kármicas. Esto abre el camino
hacia la iluminación. Por lo tanto, al dejar ir los apegos, la Mente se
purifica y se logra la iluminación. El propósito de la meditación es el
guiarnos a lo largo de ese sendero.

Todo individuo es como un granjero dueño de lote de terreno. La Mente puede ser cultivada de la misma forma en que un granjero cultiva su tierra. Los pensamientos son como semillas que el granjero siembra. Un
buen pensamiento es una buena semilla sembrada en la Mente. De la misma
forma, un mal pensamiento es una mala semilla sembrada en la Mente.
Inevitablemente, estas semillas van a crecer y van a dar flores y
frutos; cada individuo debe hacerse responsable por su cosecha. En otras
palabras, uno vive de acuerdo a los hábitos que hemos cultivado. De
acuerdo a la ley de causalidad, cada semilla sembrada producirá frutos.
Esto explica por qué cada uno de nosotros llevamos vidas diferentes.

Los hábitos son obstáculos para lograr la iluminación. La humanidad sufre las consecuencias de acciones inducidas por el hábito. Todos los seres conscientes poseen una Mente. Sin embargo, para poder estar
anclado en la Mente, todos nuestros hábitos deben ser abandonados para
que no impidan la concientización del pensamiento. En otras palabras,
los hábitos hacen que permanezcamos atados a las cosas materiales. Uno
cae en la dualidad y la Mente se mantiene escondida. El estado de Buda
es alcanzado a través de la liberación de los apegos a juicios
personales, estructuras mentales y hábitos. Abandonando todo esto, la
Mente puede revelar su Naturaleza Primordial.

¿Qué es la Mente pura? El Maestro dice: “yo estoy hablándole a Usted y Usted me esta oyendo. La capacidad de oír sin discriminación, sin la intervención de interpretaciones o juicios es una capacidad de la Mente
pura”.

Si la Mente juzga y discrimina, entonces no puede ser llamada Mente pura. Esa es la Mente de la persona ordinaria que se encuentra controlada por apegos.

Tomemos por ejemplo el fenómeno de la audición. Unas personas pueden oír y otras no. El sordo esta conciente de que no puede oír los sonidos. Este saber es una característica inmutable de la Mente. La habilidad de
estar consciente de la ausencia de sonido en el sordo no es diferente
en nada de la habilidad de estar consciente de la presencia de sonido en
las personas normales. Esta habilidad es inherente en todos los seres
humanos, tanto adultos como niños. La Mente no posee forma, no
discrimina y tampoco tiene ni comienzo ni fin. No puede ser creada o
destruida. Todos poseemos la misma Mente. Ahora, debido a distorsiones
la unicidad de la realidad se ha fragmentado en dualidad. Por lo tanto,
la Mente discriminatoria hace que diferentes individuos oigan cosas
diferentes aunque las mismas palabras hayan sido empleadas. Entonces,
cada uno se forma una noción y conceptos diferentes basados en las
mismas palabras como resultado de acondicionamiento a una forma
especifica de pensar. Lo que ha sido manifestado por la Mente pura (la
verdad) es comparado con lo que ha sido alterado debido a juicios o
interpretaciones personales (realidad subjetiva).

Diez personas oyendo la misma charla pueden llegar a conclusiones diferentes. Veinte personas oyendo la misma charla pueden llegar a veinte conclusiones diferentes. Esto ocurre porque así como el granjero
ha sembrado semillas diferentes que han producido flores y frutos
diferentes, cada individuo cultiva hábitos diferentes que contribuyen a
su karma personal. Uno cosecha lo que se ha cultivado. Es así de simple y
sencillo. Por lo tanto, cuando uno encuentra alguna adversidad nadie
más que uno mismo puede ser culpado. De la misma manera, cuando cosas
buenas ocurren, la Mente debe mantener su estado de equilibro. Es
importante recordar que el lote de tierra asignado a cada uno de
nosotros es igualmente capaz de producir flores y frutos. Así como el
agricultor cuyo duro trabajo resulta ser una buena cosecha, así uno
cosecha los frutos de la vida cuando la vida se vive con Mente pura. La
meditación ayuda a calmar la Mente y nos lleva hacia la concientización
de la Mente pura.

La Iluminación

Las personas que están firmemente atadas a apegos tienen menos probabilidades de ver la Mente pura. Aunque la Mente es universalmente inherente, los apegos obscurecen la visión y obstruyen el reconocimiento
de la Realidad. Los hábitos distorsionan la realidad cuando ésta se
filtra a través de las impresiones personales. La subjetividad,
entonces, explica el por qué una charla puede ser interpretada y
entendida de tantas maneras diferentes. Aunque un mensaje pueda tener un
solo mensaje intrínseco, puede ser fracturado en muchas
interpretaciones de acuerdo al condicionamiento personal. En otras
palabras, al pensamiento subjetivo. En consecuencia, esto crea una
brecha en el discernimiento entre lo que es la pura Mente (que viene de
una Mente sin apegos) y el río de pensamientos que reflejan juicios e
ideas personales. Esto es un estado de ilusión.

No ha sido entendido que la mente subjetiva (el ego) define las experiencias personales. Tampoco ha sido entendido que ésta es la fuente de todo sufrimiento. Nuestro entorno se define por nuestros hábitos y
por nuestra forma de pensar. Esta capacidad es inherente en todos; como
los seres humanos usan esta capacidad para cultivas sus hábitos y
percepciones, ellos solo aceptan las definiciones e interpretaciones de
sus entornos. Esto, por supuesto, conduce a millones de realidades
subjetivas. Por lo tanto, en Chan, se dice que el alcanzar la
iluminación es equivalente a la liberación de nuestros propios juicios y
hábitos.

Estos juicios y estructuras mentales se generan por nuestros apegos. Los juicios y los hábitos que nos impiden liberarnos del sufrimiento pertenecen al dominio del ego el cual oculta la Mente pura. El Chan no
enseña que sólo existe un método para alcanzar la iluminación. El creer
que solo existe un método para lograr esta meta suprema sería un engaño.
¿Cómo puede una persona alcanzar la iluminación si está atada a un
engaño? Lo que uno necesita es alcanzar la iluminación, cosa que es una
característica inherente de la psiquis humana. Sin embargo, debido a que
la mayoría de los individuos no están en capacidad de alcanzar la
iluminación repentina, ellos se basan en la modificación gradual de sus
hábitos y estructuras mentales para lograr este estado supremo de la
psiquis humana. La Mente no iluminada está acostumbrada a formar
impresiones y a aferrarse de éstas y por lo tanto requiere la presencia
de una estatua del Buda o de un Bodisatvas en la sala de meditación para
estabilizar y mantener un estado solemne de la Mente. Entonces, esta
charla sobre el Darma debería ayudar a cultivar y a fortalecer el
entendimiento sobre el pensamiento correcto.

Una Mente no iluminada permanece en un constante estado de flujo ya que se apega continuamente a fenómenos externos.

La Mente de una persona ordinaria genera buenos pensamientos bajo buenas circunstancias y malos pensamientos bajo malas circunstancias. Esa Mente forma impresiones y le asocia definiciones constantemente.

La formación y percepción de pensamientos en la Mente ocurren de una manera simultánea. Esta capacidad es inherente en nosotros. Sin embargo, la habilidad de pensar de una persona ordinaria es provocada por
estímulos externos. Por ejemplo, la capacidad de llorar y reír es
inherente en nosotros. Uno solo puede llorar o reír por uno mismo.
Cuando esta capacidad es provocada por algo externo, la Mente primero
evalúa las circunstancias y luego reacciona a la situación de acuerdo a
su evaluación. En consecuencia, la Mente divaga a medida que las
circunstancias cambian. Cuando las capacidades de la mente son
influenciadas por nuestro entorno, uno pierde control sobre la Mente.

En este momento, es importante repetir que todos los pensamientos y emociones se originan en nuestro interior. La habilidad de controlar nuestros pensamientos y emociones es inherente en cada uno de nosotros.
Por lo tanto, la Mente debe estar quieta para que no sea influenciada
por las circunstancias. Para poder suprimir las emociones negativas
todos los apegos a las circunstancias deberán ser apartados. Si uno
inhibe el pensamiento de rabia, por ejemplo, uno no sufrirá de los
sentimientos no placenteros de ella. La rabia no es intrínseca en la
psiquis humana. Es en vez un hábito cultivado, pues si la rabia fuera
inherente en nosotros, no podríamos desprendemos de ella y
permaneceríamos iracundos.

En el Chan se dice: “lograr la iluminación es ver la Mente pura”. Como los hábitos son cultivados y acumulados sobre muchas vidas, no es fácil alcanzar la iluminación repentina. La purificación de la Mente es
facilitada por medio de la meditación, postraciones ante la estatua del
Buda, arrepentimiento, la entonación de sutras (discursos) y mantras, y a
través de votos. Todo esto ayuda a eliminar los apegos y permite que la
pura Mente se manifieste. La Mente es como un espejo, la cual tiene la
capacidad natural e inherente de reflejar cualquier cosa ubicada frente a
ella. Estas reflexiones no afectan de ninguna manera la naturaleza del
espejo. El ver con la naturaleza de la Mente es ser libre de ilusiones y
lograr la verdad de la vida.

El Método del Conteo Durante la Respiración

Al comienzo del entrenamiento en la meditación es altamente recomendable el uso de la técnica del conteo durante la respiración. Este método
ayuda a calmar y aquietar la Mente. Como la vida depende de la
respiración, ésta nos recuerda constantemente que debemos estar
concientes de las actividades de la Mente.

La postura del cuerpo durante la meditación varía. Por ejemplo, la posición de loto completo requiere que crucemos las piernas y descansemos ambos pies sobre los muslos. Si esta posición es demasiado
difícil, uno puede intentar la posición de medio loto que consiste en
descansar un solo pie sobre el muslo de la otra pierna. Si esta pose es
todavía muy difícil, entonces será suficiente con cruzar las piernas.
Los hombros deben estar relajados y las manos deben formar la mudra del
Diamante.

El cuerpo debe estar relajado, la espalda debe estar recta pero no tensa. Al principio, el mantener los ojos cerrados ayuda a estar enfocados. Después de practicar por un periodo de tiempo, los ojos se
abrirán escasamente por sí solos. Para evitar quedarse dormido durante
la meditación, uno solamente necesita mover el cuerpo un poco o subir la
barbilla para permitir el flujo de sangre a la cabeza a través de las
arterias que se pasan por el cuello.

Durante la meditación, es preferible mantener una luz encendida detrás de nosotros. Esta luz debe ser lo suficientemente débil para evitar distracciones, pero lo suficientemente fuerte para evitar que nos
adormezcamos. Es importante que las rodillas estén cubiertas con una
cobija para evitar que aire frío entre por ellas y nos cause problemas
de salud. Por la misma razón, la parte trasera del cuello también debe
estar cubierta. Estas instrucciones deben observarse aun durante el
verano.

Una vez que la postura del cuerpo ha sido ajustada, entonces podemos prepararnos para iniciar el conteo de la respiración. Ajustar también la respiración antes del inicio del conteo ayuda a calmar la mente.
Primero, es necesario ajustar la respiración inhalando por la nariz y
exhalando por la boca. El próximo paso requiere respirar hacia adentro y
hacia afuera tan despacio como sea posible. Al inhalar, el aire debe
ser llevado completamente hacia el abdomen inferior y luego se exhala
despacio por la boca. Este procedimiento debe repetirse tres veces.
Después de esta preparación el meditador se encontrará listo para
comenzar con el conteo de la respiración, que se realiza inhalando por
la nariz y luego exhalando por la nariz al mismo tiempo que se cuenta
mentalmente del 1 al 10 (o cualquier otro numero que se pueda sin
exceder el 10). Al mismo tiempo, la punta de la lengua deberá estar
tocando suavemente la parte delantera del paladar, detrás de los dientes
delanteros superiores. Observe que solamente se cuenta durante la
exhalación. No se cuenta durante la inhalación. Debe haber un intervalo
de un segundo entre cada número. Debe mantenerse el ritmo del conteo. Si
se cuenta muy rápido la Mente se sobre activará en vez de calmarse. La
meta es contar claramente y permanecer enfocado.

El confiar en lo hábitos para activar las capacidades de la Mente es un fenómeno común; “lo que se hace habitualmente se convierte en natural” y eso es por lo que la Mente piensa sin estar consciente.
Aunque no pueda ser detectada, esta falta de atención se debe a la
autonomía del trabajo del inconsciente en la psiquis. Los pensamientos
conceptuales que derivan del ego oscurecen la visión obstaculizando el
entendimiento. Cuando nos encontramos frente a una mesa de banquete de 3
metros de largo, nosotros inmediatamente detectamos los platos que nos
gusta e ignoramos los demás. Los platos que hemos ignorado se asemejan
al inconsciente. Ellos existen aunque pasen desapercibidos. Los platos
que nos gustan se asemejan a nuestros hábitos. Ellos inmediatamente
atraen nuestra atención aun antes de que nos hallásemos formado una
imagen general de la mesa. Por lo tanto, las impresiones del entorno
externo se forman por los hábitos; todo lo que es oído, visto,
experimentado y pensado son impresiones amoldadas por un
acondicionamiento arraigado muy profundamente en nosotros. Es a través
de la meditación que uno se hace consciente de aquellos pensamientos que
no fueron notados. Mientras se medite en la Sala Chan, uno no debe
mirar hacia fuera de la sala, ni hablar, ni oír ni prestar atención a
distracciones externas. El propósito es mantenemos enfocados en nuestro
interior para hacernos conscientes de nuestros pensamientos. Este
entrenamiento conduce a la maestría de la Mente.

¿Cómo podemos alcanzar esta meta? Durante el conteo de la respiración es necesario que cada número sea visualizado claramente. Cuando los números aparecen claramente, uno está en control de la Mente. Si tales
números, como el 1, 2, 3, 4, no se pueden visualizar claramente, ¿cómo
podemos lograr el control durante un día atareado? ¿Cómo se puede
disipar la rabia cuando ésta aparece? Meditar es entrenarnos para ser
los amos de nuestros pensamientos, para domar nuestra propia Mente y
acabar con el sufrimiento.

En resumen, para auto liberarnos y ser libres de problemas y reencarnaciones (Samsara), debemos alcanzar la maestría de nuestra Mente. El amaestrar la mente significa amaestrar nuestros pensamientos.
La técnica del conteo de la respiración nos ayuda a observar y controlar
la creación de cada pensamiento y estar conscientes de los números. La
Mente no tiene forma y está mas allá del tiempo y del acondicionamiento.
Nuestra atención es clara y libre de juicios. Esta atención se
encuentra libre de la reencarnación (Samsara) y por lo tanto se puede
describir como Nirvana o el estado de liberación.





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