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Meditación: Meditación Chan (Zen).- 2
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ☼TäRA☼  (Mensaje original) Enviado: 19/09/2010 07:48
 Camino hacia la Iluminación

 

El camino hacia la iluminación consiste de fe, entendimiento, práctica y realización. En todo lo que emprendamos en nuestra vida  deberemos primero tener fe y segundo creer en lo que uno va a hacer,  para garantizarnos el éxito. El entendimiento y la práctica van de la mano. Ellos se fortalecen el uno al otro y eventualmente conducen a la realización de la Realidad-Iluminación. El que no haya progreso en la práctica del budismo indica que uno debe trabajar más duro en profundizar la fe y el entendimiento y practicar mas diligentemente. La iluminación es el fruto. El pensamiento correcto es la semilla. La fe,  el entendimiento y la práctica son como el aire la tierra, el agua y la  luz, que proveen las condiciones óptimas para que las semillas se  desarrollen y florezcan.

La práctica de la meditación cultiva la fe y el entendimiento.

 

Los  beneficios de la meditación abarcan el mantenimiento y el incremento de
la salud, la claridad de la mente y la concentración. El apartar un
tiempo en las mañanas y en las noches para meditar hace que la mente se
enfoque más y esté atenta. Además, la práctica de la meditación cultiva
la fe y el entendimiento. El oír charlas sobre Darma no es suficiente.
El pensamiento ayuda a incrementar la compresión y el entendimiento del
Darma. Este permanece en un estado conceptual y evita mayor progreso
hasta que sus preceptos sean aplicados. Por lo tanto, es importante
hacer a la meditación parte de nuestros rituales diarios. Una práctica
disciplinada es necesaria para tener progreso continuo.

El entrenamiento de la Mente es esencial para tener éxito en el estudio del budismo. Cuando una práctica diligente de un método no  produce los resultados esperados, uno deberá reexaminarse. El
practicante deberá preguntarse a sí mismo: ¿Poseo una comprensión exacta
del método? ¿Estoy practicando el método correctamente? ¿Estoy
practicando con suficiente rigurosidad? Reflexiones sobre estas
preguntas pueden resultar en un ajuste de la práctica, pues aun una
pequeña desviación puede resultar en un desvío serio del curso correcto.

La fe es la base del progreso. Sin fe nada se puede lograr. Sin fe, no existe la realización. La Realización nace de la fe y la fe no puede
existir sola permanentemente sin la realización. La relación entre la fe
y la realización es de causa y efecto. El Buda fue un ser completamente
iluminado. Al comienzo, Él era un ser humano ordinario. A través de la
fe, el entendimiento, la practica y la realización, llegó a ser un Buda y
manifestó la Mente pura. Una persona ordinaria es completamente capaz
de llegar a ser un Buda, pues posee la misma Naturaleza. Si erradicamos
las desilusiones y los apegos, si nos deshacemos de codicia, ignorancia,
malos deseos, orgullo y dudas, podremos llegar a la realización de la
Verdad que conduce hacia la Iluminación y al estado de Buda. El estado
de Buda es una meta que debe ser alcanzada. En una manera similar, en
confusionismo, la gente ordinaria se convierte en sabia a través de la
práctica de la moral y la virtud.

El budismo enseña que el estado de Buda puede ser alcanzado a través de la maestría sobre la mente y la erradicación de las aflicciones
mentales y desilusiones. A través de la práctica del Darma uno alcanza
la iluminación y cristaliza la Realidad. El llegar a ser un Buda exige
práctica y compromiso. Cuando uno se libera de los malos deseos y las
desilusiones, la espiritualidad puede elevarse a niveles más altos,
manifestándose un buen karma y un Darma diferente. Como cada pensamiento
es purificado y cada desilusión erradicada, uno avanza firmemente hacia
el estado de Buda.

A la meditación sentada como ya se expuso, le sigue la meditación caminando, pues el Zen enseña que uno debe encontrarse en estado
meditativo en cada instante de nuestra vida, ya sea en estado de
concentración o de actividad. Cada paso dado debe ser enfocado en el
pensamiento correcto. En la meditación sentado cada respiración debe ser
enfocada en mantener la pureza del pensamiento. Se dice que “la
repetición del nombre Amitabha despierta la maestría dentro de cada
individuo”. Esto no significa que el estado de Buda se logra a través de
la repetición o entonación del nombre del Buda. La reverencia por el
Buda, el Iluminado, es un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene
una Naturaleza Buda que requiere ser cultivada.

En última instancia, el Buda es la Mente pura que habita en cada uno de nosotros. El maestro verdadero es la Mente que nos permite oír, por
ejemplo, una charla. La Mente es el amo de la existencia. Sin la Mente
nada puede existir.

La Mente nos permite pensar y razonar. También nos permite ver, conocer y estar concientes. El creer en los efectos de la recitación de
los sutras producirá el efecto correcto. Alguna vez, cuando uno
encuentra situaciones adversas, ¿recurrimos a la recitación de nuestro
propio nombre o pensamos en nuestros padres? ¡No! En situaciones
adversas uno se vuelve hacia nuestro sistema de creencias. La fe en el
Buda y la reverencia hacia Él nos ayudará a vencer las adversidades. Es
la reverencia creada por la Mente la que nos ayuda a elevarnos por
encima de las situaciones difíciles. El recitar el nombre de Amitabha o
contar durante la respiración es la alarma del reloj despertador que
conduce hacia la maestría de la Mente y la manifestación de nuestra
Mente pura. El poder contar uno, dos, tres, cuatro, etc., sin
distraernos debido a otros pensamientos es el reflejo de una Mente
purificada. Cuando uno hace que la Mente obedezca una orden uno se ha
convertido en amo de la Mente.

a Mente Purificada

Mientras uno medita en la Sala Chan, es la concentración la que nos permite purificar nuestra Mente. Es muy importante que la Mente sea
enfocada en la dirección correcta para que pueda dar los resultados
correctos. Una Mente enfocada en buenos pensamientos produce buenos
resultados. Una Mente enfocada en pensamientos inapropiados produce
resultados inapropiados.

Mientras meditamos en la Sala Chan, uno debe esmerarse por eliminar todos los pensamientos, buenos y malos, todo tipo de discriminación y
juicios. Solamente debemos enfocarnos en el método del conteo de la
respiración. Uno debe contar cada número clara y concienzudamente. Esto
puede parecer como una tarea sencilla; sin embargo, es más fácil decirlo
que hacerlo, pues la Mente está acostumbrada a galopar como un caballo
salvaje. Por lo tanto, no es raro el tener dificultades para calmar la
Mente durante la meditación. Sin embargo, uno no debe dejarse intimidar
por los pensamientos que nos llegan, ya que nos puede afectar el
progreso en nuestra práctica. Es común que pensamientos no deseados
lleguen a la Mente durante la meditación. Lo que es importante, sin
embargo, es la confianza y la fe en que esos pensamientos pueden ser
conquistados a través de la concentración. Una aplicación consistente de
un método correcto resultará en menos y menos pensamientos errantes
durante la práctica de la meditación. Por otro lado, la falta de
concentración en los números nos causará que nos desviemos del camino
correcto y experimentemos obstáculo tras obstáculo. Las personas
ordinarias están constantemente discriminando entre lo bueno y lo malo,
lo correcto y lo incorrecto. Sus apegos a la discriminación y la
dualidad evitan que la Mente pura pueda manifestarse (el camino del
medio).

Durante la meditación, la espalda debe estar recta. Uno debe tener cuidado en no ejercer mucha fuerza, pues podría agravar el elemento
fuego en el cuerpo. Por otro lado, si la espalda está muy relajada, uno
se hace susceptible de adormecimiento y de pérdida de concentración. El
preludio al adormecimiento es siempre el doblarse. Cuando el soporte del
cuerpo se relaja, la Mente se turbia. Por lo tanto, uno no debe esperar
confort y facilismo cuando comenzamos a practicar meditación. Al
principio, la mayoría de la gente experimenta dolores, adormecimiento o
distensión. Sin embargo, es necesario recordar que a medida en que uno
progresa, estas incomodidades se reducirán y uno cosechará el fruto del
trabajo duro y la perseverancia.

La Mente de la gente ordinaria ha estado divagando por mucho tiempo y, es por eso que el comienzo de la práctica espiritual de la meditación
se asemeja al nadar contra la corriente. Cuando uno se sienta a
meditar, la Mente generalmente rehusa a doblegarse al deseo del
practicante. Uno se da cuenta cómo nuestros pensamientos han sido
observados y controlados de una manera muy superficial. Cuando
reconocemos esto, uno ya no se siente intimidado por la llegada de un
pensamiento indeseado. Si uno se intimida, la Mente entra en pánico y se
distrae, requiriendo mucho esfuerzo y determinación para sobreponerse a
esas distracciones. El procedimiento completo puede ser comparado a
nadar contra la corriente. Eventualmente nos llevará a la Fuente. Esa
Fuente es nuestra Mente pura.

El Manejo los Pensamientos Errantes Durante la Meditación

Los hábitos que poseemos han sido creados sobre largos períodos de tiempo y, por consiguiente, su transformación requiere mucho tiempo y
esfuerzo. El Bodisatva Samantabhadra (Bodisatva Pu Sien en China) dice,
“si nuestros hábitos o aflicciones kármicas tuvieran forma y nuestros
pensamientos pudieran proyectarse, aun el espacio infinito del Universo
no los podría acomodar”. Esto explica el por qué al inicio de la
meditación uno está inundado de pensamientos errantes.

Durante la meditación, es importante que no nos intimidemos o distraigamos por los pensamientos errantes. Tampoco deberían ser
repelidos, pues repelerlos es lo mismo que repelernos a nosotros mismos.
Ellos deben ser ignorados y al mismo tiempo traer el foco de la
atención de nuevo al conteo de la respiración. Al contar los números,
los pensamientos pasajeros se evaporan. Por ejemplo, si la mano derecha
está sosteniendo un vaso de agua (pensamiento errante) y uno desea
agarrar una servilleta (pensamiento correcto), habrá que soltar el vaso
temporalmente para poder agarrar la servilleta. Esto implica que si la
Mente se concentra en contar los números, tendrá que abandonar los
pensamientos pasajeros. Repeler los pensamientos errantes es como
rebotar una pelota: mientras más duro uno trata, mayor es la fuerza
conque rebota hacia nosotros. La manera apropiada de manejar los
pensamientos errantes es ignorarlos y continuar con el método de la
respiración que estábamos practicando.

Cualquier cosa que aparezca deberá desaparecer al mismo tiempo, pues la impermanencia no es una verdad eterna. ¿Ha alguna persona existido
para siempre? ¡No! Uno reacciona a los pensamientos errantes, los
cultiva y estimula su crecimiento; mientras que si son ignorados, ellos
desaparecen. Por lo tanto, uno no debe establecer una relación íntima
con los pensamientos, ni tampoco debe esperar alcanzar Samadi
inmediatamente. La paciencia y la perseverancia son esenciales para
lograr las metas en la meditación.

Uno no debe desear confort o disfrute mientras se medita, pues tales deseos pueden distraer y entorpecer el proceso. Es aconsejable quitarse
objetos como el reloj, anteojos y joyas y no recostarse contra la pared
pues se podría bloquear la circulación del chi. De hecho, recostarse
contra la pared por un periodo de tiempo largo puede generar problemas
de salud.

Estas diferentes facetas del proceso son importantes y son cruciales para alcanzar las metas en la meditación. Como todas las cosas en la
vida, uno debe tener primero un método antes de atacar un problema
exitosamente. Aprender a meditar y desarrollar un crecimiento espiritual
requiere dirección y método. Uno aprende a manejar y domar la Mente a
través del conteo de la respiración. Generalmente, las personas no están
acostumbradas a observar sus pensamientos de cerca y en forma clara.
Por lo tanto, la habilidad de adquirir maestría sobre nuestra Mente
requiere de un método. La práctica nos hace perfectos. El cultivo
persistente de nuestra comprensión nos conduce a domar la Mente. Todos
sabemos que los pensamientos errantes y de desilusión deben ser
eliminados. Todos sabemos lo que se debe o no hacer. Sin embargo, no
todos estamos capacitados para hacer lo que debemos, debido a la falta
de conciencia. Si realizamos nuestras prácticas en la dirección correcta
con diligencia y perseverancia, entonces nos garantizaremos buenos
resultados. Uno debe tener fe y confianza en sí mismo. “La fe es el
origen del logro de la Verdad”. La fe estimula la buena semilla que dará
buenos frutos.

El Real Entendimiento

Sin la visión correcta o las creencias correctas, es difícil que uno crezca
espiritualmente o que logremos algún progreso. Es por esta razón que el
Buda nos dice: “Fe es el origen del logro de la verdad”. Sin fe, sin
confianza en el potencial inherente para lograr la iluminación nada se
puede lograr. Algunas personas pueden decir: “Déjenme primero entender
el budismo y luego estudio las enseñanzas del Buda. Después de todo,
¿cómo puedo aprender algo que no entiendo?”. Esto puede sonar razonable
al principio; sin embargo, cuando se considera más detenidamente, uno
llega a otra conclusión. Por ejemplo, si fuésemos a comenzar estudios de
postgrado en una universidad, ¿trataríamos primero de entender todas
las materias que se dictan antes de ingresar en el programa?
¡Ciertamente que no! Uno necesita precisamente asistir a las clases,
pues uno no conoce el material. Es importante entender el orden correcto
de las cosas para no confundir un resultado con una causa, o un fruto
maduro con una semilla. Esto significa que uno primero aprende y luego
comprende. La práctica se profundiza con la comprensión. La educación de
una persona ordinaria comienza al nivel primario y gradualmente
progresa hasta el bachillerato y luego mas allá. Este proceso involucra
mucha instrucción, por ejemplo, repetida corrección y mucha práctica. El
conocimiento realmente se acumula lentamente. Requiere tiempo,
diligencia y un deseo genuino de aprender. El comprender realmente al
budismo es entender que uno no es diferente del Buda. El entendimiento
real no viene del intelecto. Este abarca más que solamente poseer el
punto de vista correcto. Tiene que ser practicado y realizado. El real
entendimiento nos permite ver nuestra Mente pura y ubicarnos en un
estado de la Mente similar a la del Buda. El conocimiento permanece en
un nivel conceptual hasta que uno lo prueba y lo practica. Es entonces
cuando uno adquiere un verdadero entendimiento del conocimiento.

En el estudio del budismo uno debe siempre preguntarse: ¿Poseo un entendimiento real de las enseñanzas del Buda? Si no tenemos fe o
creemos que cada uno de nosotros tiene una Naturaleza Primordial, no es
posible comprender el budismo y aplicarlo en cada aspecto de nuestra
vida. La aplicación actual y la práctica del budismo en la vida diaria
es esencial para lograr una vida de paz y gozo. Esto nos conducirá al
logro de una Mente pura.

La vida no es para siempre. El pasado, el presente y el futuro son simplemente un reflejo de la naturaleza cambiante de la vida. Hay una
historia que describe de una manera sucinta lo transitorio de las cosas.
En el año 220 AC existía un hombre llamado Yang Tze. Yang Tze era una
persona de pequeña estatura; pero su ingenio y sabiduría eran venerados y
admirados por el emperador de ese tiempo. Un día, Yang Tze acompañó al
emperador a supervisar el reino. Mientras miraba desde el borde del
precipicio, el emperador fue sobrecogido por una emoción negativa y
lágrimas comenzaron a rodar por su rostro. Entonces dijo a su séquito:
“Yo soy el emperador y conquistador de todas las montañas y ríos de este
reino y, sin embargo, no los puedo poseer para siempre”. Al oír esto,
los oficiales en el séquito comenzaron también a llorar. Yang Tze soltó
entonces una carcajada y dijo: “si una persona pudiera vivir para
siempre, entonces ¡nunca habría sido su turno de ser emperador!”.

Debemos entender que la historia es un producto de la impermanencia. La impermanencia es, de hecho, una manifestación de la Verdad. ¿Qué es
la Verdad? La Verdad ha permanecido constante a través del tiempo. No
puede ser transformada en una idea. La filosofía, por otro lado, es una
manera de razonar, es un embellecimiento de la idea de alguien más. Como
es creada, es impermanente y no puede resistir la prueba del tiempo.

Si uno considera que el budismo es una religión y se dedica a recitar oraciones vanas, uno deberá examinar sus doctrinas (o sea, el Darma) de
más cerca, pues una vez que la verdad del Darma es completamente
entendida, la paz y el gozo llegan a ser una forma de vida y el budismo
se convierte en una forma de vida más que una religión. A medida que la
capacidad de la Mente se expande a través de la meditación, el
entendimiento del Darma se profundiza inmensurablemente. En Budismo se
enfatiza mucho que para alcanzar la iluminación, uno debe primero tener
fe. La fe conduce al entendimiento, seguido por la práctica y la
aplicación del Darma. Si obstáculos impiden la práctica y nuestra vida
continúa llena de preocupaciones, esto implica que nuestra comprensión
del Darma no es aun completa.

La visión correcta conduce a entendimiento correcto; el entendimiento correcto resulta en acción correcta. El Buda nos dice que la
comprensión es la base de la Mente pura y la Mente pura es la base del
Estado de Buda. A medida que uno aprende a domar la Mente a través de la
meditación, la calidad de nuestra existencia mejora y nuestra vida
comienza a vivirse plenamente. Una Mente calmada y en paz produce muchos
méritos, siendo algunos de ellos buena salud, paz interior,
entendimiento, mejores relaciones personales y, lo más importante de
todo, compasión y sabiduría.

Extraído del libro: “Chan (Zen Chino)”.
Cortesía del Centro Zen Chung Tai de Houston.
Traducción al español: Humberto Figueroa


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