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Orar: LA NATURALEZA DE LA ORACIÓN
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Thenard  (Mensaje original) Enviado: 07/08/2012 22:04
LA NATURALEZA DE LA ORACIÓN Y LA PREPARACIÓN PARA ELLA
 
La materia de la Oración debe merecer toda la atención y estudio de todo aquel que
aspira a la espiritualidad, y confiamos que los siguientes consejos puedan
ayudar a nuestros estudiantes en sus esfuerzos en este sentido.
Sólo hay una fuerza en el Universo y ésta es el Poder de Dios, la cual Él envió por todo el
 espacio en la forma del verbo; no una simple palabra, sino el FIAT CREADOR, cuya vibración
 sonora amalgamó los millones de átomos del caos en la multitud de figuras y formas que
 están comprendidas desde la estrella de mar a la estrella del firmamento y desde el
 microbio al hombre, es decir, todo cuanto constituye y puebla el Universo. A medida que
las sílabas y sonidos de la Palabra Creadora se van emitiendo una después de otra en
el transcurso de los tiempos, las distintas especies se han ido creando y las más antiguas
 desenvolviéndose, todo con arreglo y armonía al pensamiento y plan concebidos por la
 Mente Divina, antes de que la fuerza dinámica de energía creadora fuese enviada al espacio.
Este es, pues, el único manantial de fuerza y en él, real, verdadera y literalmente
 vivimos, nos movemos y tenemos nuestra existencia, justamente de la misma forma que
 los peces viven en el agua. Del mismo modo que el pez no puede vivir ni nadar en tierra
 seca, tampoco nosotros podemos escapar o eludir a Dios. No fue un mero sentimiento
poético cuando el salmista dijo: "¿Adónde iré yo que no esté ante Tu espíritu, o adónde
 me esconderé de Tu presencia? Si asciendo hasta los cielos, Tú estás allí; si hago mi
 lecho en una caverna, Tú estás allí mirándome. Si tomase las alas de la aurora y morase
 en las más apartadas regiones del mar, aún allí Tu mano me guiaría y Tu diestra me sostendría".
Dios es Luz, y ni aún el más potente de los telescopios que abarca millones de kilómetros
en el espacio ha encontrado los límites de la Luz. Pero nosotros sabemos que
sino fuera porque tenemos ojos con los cuales percibimos la luz, y oídos que
 registran las vibraciones del sonido, caminaríamos por la tierra en eterna oscuridad
 y silencio; así pues, para percibir la Luz Divina, que sólo puede iluminar nuestra
 oscuridad espiritual y oír la voz del silencio, que es lo único que puede guiarnos,
 debemos cultivar nuestros ojos y oídos espirituales; y la oración, la verdadera
 oración científica, es uno de los métodos más poderosos y eficaces para encontrar
 gracia delante de nuestro Padre, y recibir la inmersión de la luz espiritual, la cual
 alquímicamente transforma al pecador en santo y le envuelve con el velo dorado
 del desposorio de Luz, el luminoso Cuerpo-alma.
 
PREPARACIÓN PARA LA ORACIÓN
ORA Y TRABAJA
Pero no nos engañemos; la oración por sí sola no puede hacer esto. A menos que
nuestra vida entera, tanto despiertos como en sueño, sea una oración para la iluminación
y la santificación, nuestras plegarias no alcanzarán nunca la Divina Presencia para traernos
 el bautismo de Su Poder. "Ora et labora" a Dios rogando y con el mazo dando, es un
mandato oculto que y todos los aspirantes deben obedecer o, por el contrario, no
 realizarán grandes adelantos. En ese sentido una antigua leyenda de San Francisco
de Asís corroborará lo que decimos, por la luz que arroja sobre la vida de un ser
consagrado por entero al servicio de Dios.
Un día San Francisco invitó a un joven monje diciéndole: "Ven hermano, vamos a la
 ciudad a predicar al pueblo". El joven monje aludido aceptó con alegría, gozoso
con la perspectiva de un paseo con el padre bienaventurado, pues conocía el manantial
espiritual que ello representaba. Así pues marcharon a la ciudad, deambulando por
varias calles y callejuelas absortos todo el tiempo en una interesante conversación
 espiritual y finalmente encaminaron sus pasos de regreso al monasterio. Entonces,
súbitamente, el lego cayó en la cuenta de que habían estado tan profundamente
enfrascados en su conversación que habían olvidado completamente el objeto de su
 ida a la ciudad. Con deferencia hizo notar a San Francisco la omisión, a lo cual éste
 respondió: "Hijo mío, mientras estábamos paseando por las calles de la ciudad la gente
se fijó en nosotros; oyendo algunos párrafos de nuestra conversación y constataron
que estábamos hablando del amor a Dios y de Su Hijo querido, nuestro Salvador;
 notaron nuestras cariñosas expresiones y las palabras de amor y consuelo para los
afligidos que encontrábamos y aun nuestro porte les hablaba el lenguaje de la
 religión; así pues, hermano, les hemos estado predicando durante todos los instantes
de nuestra estancia entre ellos y de un modo más efectivo que si les hubiéramos
 estado predicando horas y horas en la plaza del pueblo". San Francisco no tenía otro
 pensamiento sino el de Dios y el hacer el bien en Su nombre, por lo tanto estaba en
 gran armonía con la vibración divina, y no debe asombrarnos, pues, el que cuando
 orase constituyera un poderoso magneto por la Vida y Luz
divinas que compenetraban todo su ser.
Nosotros, los que estamos ocupados en los trabajos del mundo, considerados como
 seglares y forzados a hacer cosas que nos parecen sórdidas, pensamos a menudo
 que estamos alejados e impedidos por tal razón, pero si "hacemos todas las cosas
 como si fueran para el Señor" y somos "cuidadosos para unas cuantas cosas", veremos
 que con el tiempo se presentarán tales oportunidades como nunca hubiéramos
 soñado. Así como la aguja magnética momentáneamente alejada del Norte por
 una presión externa, vuelve instantánea y ansiosamente a su posición natural en el momento
 que se la libra de la presión, así nosotros debemos cultivar tal anhelo por nuestro
Padre, cuyo anhelo hará que se vuelvan instantáneamente nuestros pensamientos
 hacia Él, cuando nuestro trabajo cotidiano en el mundo ha quedado hecho y
 quedamos en libertad de obrar según nuestro propio impulso.
Debemos cultivar un sentimiento igual al que anima a los jóvenes enamorados
cuando después de una ausencia vuelven a encontrarse y corren a abrazarse en un
éxtasis de delicia. Esta es una preparación para la oración absolutamente esencial y
si volamos hacia nuestro Padre de la manera indicada, la Luz de Su presencia y
 la dulzura de Su voz nos enseñará y nos acariciará más
allá de nuestras más ardientes esperanzas.
 
 EL LUGAR DE LA ORACIÓN
El asunto inmediato que requiere consideración es el lugar de la Oración y esto es
 de vital importancia por una razón no conocida generalmente ni aún por los
 estudiantes de ocultismo. Hela aquí: cada oración ya hablada o en meditación,
cada canto de ruego y cada lectura de los pasajes de las escrituras que
 ilustran o exhortan, si son hechas por un lector cuidadosamente preparado,
que ame y viva lo que lee, derraman sobre los fieles y sobre el lugar de la oración
 la gracia del espíritu. De este modo, con el tiempo se construye una iglesia invisible
alrededor del edificio físico, el cual, en los casos de una congregación de devotos,
se hace tan bella que trasciende todo lo imaginable y desafía su descripción.
Mansón en "Sirviente en la casa", nos detalla solamente una pálida idea de lo que ello
parece cuando dice al viejo obispo: "Temo que no podáis abarcarlo ni concebirlo como
un conjunto substancial. Necesita ser visto de cierta manera y bajo determinadas
condiciones. Algunas personas no lo ven nunca. Debéis comprender que aquello no
es un montón de piedras inertes o de maderos sin significado: es una COSA VIVIENTE.
Cuando entréis allí, oiréis un sonido, un sonido como de un gran poema cantado. Si
os paráis a escuchar un rato suficiente, sabréis que lo producen el latir de corazones
 humanos; la música sin nombre de las almas de hombres; esto es, si tenéis oídos. Si
tenéis ojos veréis el templo mismo, un misterioso espejismo de muchas formas y
 sombras saltando rectas desde el suelo a la cúpula; obra de un constructor extraordinario.
 Sus columnas se yerguen como si fueran robustos pechos de atletas; la dulce
 carne humana moldea sus fuertes e inexpugnables baluartes. Las caras de los niños
 ríen desde todos sus pétreos rincones, las soberbias cornisas y arcos del templo
son las manos unidas de muchos camaradas, y arriba en las alturas y en los espacios
 vacíos están escritos los innumerables sueños y delirios de todos los soñadores del
 mundo. Su construcción continúa sin descanso, siempre añadiendo algún detalle al
templo. Algunas veces el trabajo marcha adelante en obscuridad profunda, otras
bajo cegadora luz, ya bajo el peso de inexorable angustia; ya llevado a la nota de
una risa estrepitosa y heroicos vivas semejantes al fragor del trueno. Algunas veces,
durante la noche, uno puede oír el silencioso martilleo de los compañeros que trabajan
 en la cúpula; los camaradas que han saltado adelante".
Pero este edificio invisible no es meramente un lugar maravilloso como un palacio de
hadas creación del ensueño de un poeta; es, como Mansón dice, una cosa viviente
 vibrando con la fuerza divina de inmensa ayuda para los fieles, por que él auxilia en
 el ajuste de las caóticas vibraciones del mundo, y la impregna con su aura como
una verdadera "Casa de Dios", para que se logre la adecuada actitud para la oración.
 De este modo se ayuda a sí mismo en su aspiración al trono de la gracia divina y para
ofrecer allí su plegaria y adoración que impetra del Padre una nueva bendición
espiritual en la amorosa respuesta: "Este es mi Hijo amado de quien Me siento satisfecho".  
Un lugar de adoración semejante es esencial para la oración científica y aquellos
 que son tan afortunados para tener acceso a tal templo ocuparán siempre el mismo
 sitio en él, porque éste estará saturado con sus vibraciones espirituales y ellos
 se adaptarán en tal ambiente más fácilmente que en cualquiera otra parte y
en consecuencia lograrán en él mejores resultados.
Pero, naturalmente, estos lugares escasean, pues para la oración científica se
precisa un real santuario. No puede haber en él, ni en sus cercanías, ningún
 chismorreo, ni ninguna conversación profana porque esto altera las vibraciones;
 las voces deben ser silenciosas y reverentes las actitudes; todos los asistentes
 deben tener presente que están en un lugar santo y obrar en consecuencia.
Por todo esto ningún lugar abierto al público en
general responderá a las plegarias en él hechas.
Además el poder de la oración se acrecienta enormemente con cada nuevo
congregante. Su desarrollo puede compararse con una progresión
 geométrica si los fieles están en la debida armonía y acostumbrados a la oración
 en común, sucediendo precisamente lo contrario si no lo están.
Quizás el siguiente ejemplo esclarezca este principio. Supongamos que un cierto
 número de músicos que no han tocado nunca en conjunto y los cuales acaso
 no poseen el dominio suficiente de su instrumento, fuesen comprometidos
 para actuar en un concierto. No es necesario tener perspicaz imaginación para
 comprender que su primer intento sería seguido de un desacorde completo y
 lo mismo ocurriría si un aficionado se pusiera a tocar entre ellos, pues aunque
 se tratara de la mejor orquesta, no importa cuán intenso y fervoroso fuera su
deseo, el resultado inevitablemente seria el de alterar la armonía.
Idénticas condiciones científicas rigen la plegaria colectiva; para que sea eficaz
deben estar los participantes preparados de igual modo, como hemos dejado dicho
en otro capítulo anterior; deben tener las mismas influencias armoniosas en sus
 horóscopos. Cuando una aflicción astrológica de un horóscopo se halla en
 el ascendente de otro, estos dos seres no pueden sacar ningún provecho de
la oración en común; ellos podrán dominar sus estrellas y vivir en paz si son
espíritus desarrollados, pero sin embargo, están faltos de la armonía básica que
 es absolutamente esencial para la oración colectiva. La iniciación expulsará o
 separará este obstáculo; pero nada más que ésta podrá hacerlo.
 
 COMO SE TEJE Y DESTEJE "EL VELO DEL DESTINO"


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