Fenómeno simple común a todas las mujeres del mundo, la menopausia es todo menos una enfermedad. Molestias fisiológicas, humor cambiante, hinchazón, problemas cognitivos... ¿Qué pasa en el organismo? ¿Cuáles son los síntomas y los tratamientos propuestos? A continuación te damos un pequeño resumen.
Las causas del desbarajuste
Etimológicamente, la menopausia significa "interrupción de las reglas". Así pues, una mujer entra en la menopausia cuando sus ovarios dejan de fabricar las hormonas de la reproducción. Generalmente sobreviene alrededor de los cincuenta años y, más concretamente, cuando, a esta edad, las reglas han cesado desde hace un año. Hay que saber que el cese de las reglas puede ser la consecuencia de la ablación de los ovarios. En este caso hablamos de menopausia quirúrgica. La menopausia puede producirse entre los 40 y los 55 años. Una adicción importante al tabaco puede acelerar uno o dos años este proceso. Por otro lado, la edad de la menopausia a menudo es la misma para una madre y su hija
La premenopausia
En teoría, la menopausia no llega de golpe. Es precedida por lo que se llama la premenopausia, un período de aproximadamente cuatro años durante el cual la producción de las hormonas sexuales va disminuyendo poco a poco. Esta fase se traduce en problemas fisiológicos variados. Las reglas se vuelven irregulares y pueden aparecer otros síntomas desagradables como hinchazón y dolor en los pechos, hinchazón del vientre, insomnio… Esta fase, que prosigue durante los 12 meses de las últimas reglas, se conoce como premenopausia.
Pequeñas (y grandes) preocupaciones de la menopausia
Una de cada dos mujeres se ve afectada por los síntomas de la menopausia (llamado síndrome climatérico). Varían de una mujer a otra y evolucionan con el tiempo. Los más comunes son: sofocos de calor, sequedad vaginal, cambios de humor, problemas con el sueño, piel más fina y frágil, problemas de atención y de memoria y, muy a menudo, baja de la líbido… Echemos un vistazo a los principales desequilibrios:
Los sofocos de calor caracterizan la entrada en la menopausia. Sensaciones bruscas de calor en la cara y el cuello, acompañadas de rojeces en la piel y, a continuación, sudores fríos. Y esto, tanto de día como de noche, ¡15 o 20 veces al día! Alrededor del 30% son realmente incómodos y necesitan un tratamiento.
Los problemas vaginales: la pared vaginal se vuelve más fina, menos elástica, y la lubricación natural disminuye. Las relaciones sexuales a veces resultan desagradables.
Los problemas urinarios: el perineo también pierde elasticidad, lo que puede provocar incontinencia urinaria al hacer algún esfuerzo (estornudos, risa fuerte).
A menudo se constata un ligero aumento de peso. Las grasas se acumulan más en el vientre que en los muslos y las nalgas.
Las consecuencias en el esqueleto
Con la baja del índice de estrógenos, los huesos se vuelven más frágiles y el riesgo de fractura ósea aumenta: es la osteoporosis. Afecta más o menos a todas las mujeres. No obstante, otros factores aparte de la menopausia también pueden favorecer este fenómeno: un peso bajo, el alcohol, el tabaco, el sedentarismo o una menopausia precoz.
Los riesgos cardiovasculares
Con la menopausia, las mujeres están más expuestas a las enfermedades cardiovasculares. Atención, la menopausia en sí misma no es un factor de riesgo particular; sobre todo hay que tener en cuenta criterios como el tabaco, la diabetes, la obesidad, la hipertensión, el sedentarismo o los antecedentes familiares.
¿Tratamiento hormonal a cualquier precio?
Se conoce como THS o Tratamiento Hormonal Substitutivo. Actúa como sustituto de las hormonas (estrógeno y progesterona) que dejan de ser secretadas por los ovarios. Se prescribe para tratar el síndrome climatérico y para prevenir la osteoporosis. Sprays, parches, comprimidos o cremas, el THS adopta formas variadas. Cerca de 1 de cada 3 mujeres de entre 50 y 65 años han recurrido a él.
¿Los sofocos de calor son insoportables? Se puede prescribir un THS, pero durante el menor tiempo posible. La prescripción se reevalúa regularmente. Como prevención de la osteoporosis, en cambio, el THS no es sistemático. Una buena higiene de vida, una aportación rica en calcio y en vitamina D también son remedios eficaces y con menos riesgos. Por otra parte, estudios recientes se han centrado en los riesgos de cáncer de mama o de enfermedades cardiovasculares relacionadas con este tratamiento. Antes de nada, hay que comprobar los antecedentes y valorar los riesgos con el médico.
Otro punto de interrogación: la eficacia del THS en los problemas de memoria o de concentración no está demostrada. Algunos médicos incluso ponen en duda la necesidad de algún tratamiento, ya que la menopausia no es una enfermedad. Sea lo que sea, hay una cosa clara: aceptar un THS únicamente si el beneficio está claro respecto al riesgo que se corre.
¿Y la medicina alternativa?
Homeopatía, acupuntura, fitoterapia… Los tratamientos naturales no faltan para hacer frente a los problemas de la menopausia. Actualmente, sólo se ha demostrado la eficacia de los derivados de la soja (los fitoestrógenos) para combatir los sofocos. Sin embargo, se sabe menos sobre los riesgos relacionados con un consumo a largo plazo.
Vivir bien la menopausia
Más allá de la crisis psicológica de los cincuenta y sus cuestiones existenciales, la menopausia nos recuerda que el organismo envejece. No sirve de nada negarlo. Lo que hace falta es aceptar envejecer bien. Una sola palabra basta: ¡cuidarse! Hay que cuidar la alimentación: comer menos, pero mejor (calcio, vitaminas, proteínas).
Hay que practicar actividad física de forma regular, como caminar (al menos 30 minutos al día, si es posible), sobre todo para reducir los sofocos. También hay otros trucos que pueden ayudar: dormir en una habitación bien aireada, disminuir las fuentes de estrés y familiarizarse con las técnicas de relajación.