EL REINO DE LA NATURALEZA
(Metafísica 21 Lecciones Esenciales Werner Schoreder)
Los Elohim
invocaron a los Directores de la Fuerzas de la Naturaleza, a la Majestuosa
Virgo (tierra), al Poderoso Neptuno (agua), y a la Amada Aires (aire), quienes
gozosamente respondieron a la convocatoria, agradecidos por la oportunidad de
contribuir con los regalos de Sus respectivos elementos (tierra, agua, aire) al
confort y bienestar de la recién nacida Tierra y se sus futuros habitantes.
Los mismísimos
Helios y Vesta proveyeron el elemento fuego.
Después de esto
vino la invocación al Espíritu de la Primavera, la Amada Amarilis, para que
viniera y estableciera el ritmo de la primavera en capullo, flor y belleza de
la naturaleza.
Este hermoso Ser vino en respuesta al Llamado,
trayendo consigo Sus legiones de ayudantes angélicos y elementales.
Sus energías combinadas vistieron la dulce Tierra con
tal belleza y alegría, que parecía una hermosa ninfa, haciendo una corona de
flores sobre la cabeza, esperando para dar la bienvenida a los espíritus que
iban hacer de Ella su hogar.
Novecientos consecutivos ritmos de primavera vinieron
y partieron para hacer la Tierra más y más hermosa – los lagos, los grandes
ríos, las gigantescas cataratas, los mares cristalinos, las montañas apuntando
su dedo hacia Dios y la Inmortal Llama Triple de Dios, ese Gran Sol Eterno de
presión equilibrada, pulsando desde el centro de la Tierra.
Los elementales tejieron las más pequeñas y delicadas
de las flores, los grandes Devas desplegaron las hojas sobre los árboles, los
poderosos Espíritus del Aire trabajaron activamente en su propio elemento,
¡toda la naturaleza trabajando armoniosamente al ritmo de la música de la
creación!
Con su superficie como alabastro, la Tierra brillaba
como una joya. Era algo hermoso de ver.
Y de esta
manera, un Día Cósmico se completó el trabajo de la creación, y los siete
Elohim le indicaron a Helios y Vesta que el planeta Tierra estaba listo para
ser habitado.
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