En cada edad lo que parece importante en otra edad no lo es, porque mientras crecemos la importancia de los hechos o los amores son diferentes.

El confort también cambia lo que parece bueno en una época no lo es en otra, en algún momento salimos a buscar nuevos horizontes.

La ira con el tiempo como la venganza enseñan que el odio y el rencor no lleva a ningún lugar bueno, nos puede enfermar y es una pérdida de tiempo y energía.

La pena nos hace sentir disminuidos, sin defensa y su poder al parecer aplasta.

La rutina nos esclaviza, sin dejar que la mente pueda crecer, ilusionarse y proyectarse.

Cuando todo parece oscuro, la única salida es hacia la luz de la esperanza, hay que tener valor para crear y recrearse, es una cuestión de fuerza mental.

En momentos imprevistos de oscuridad nos pone a prueba la voluntad mientras las emociones se alteran y la mente se confunde, cometiendo errores en ese estado de furia, temblamos, no dormimos, soñamos pesadillas, etc., estamos sin control, necesitamos ayuda.

Sin la ayuda del entorno no podemos sobrellevarlo, esa es la comprensión, necesitamos comunicar, algunos serán observadores silenciosos, otros ayudarán. La pregunta: ¿estamos preparados para ayudar? Y ¿Quién seremos el necesitado o el ayudador?

Ante el hermano sabremos darle la importancia o lo minimizaremos, estaremos ocupados, distraídos, reconoceremos su angustia o furia, veremos su vulnerabilidad.

Como liberar su mente de la esclavitud mental mientras egoístamente estamos en nuestros asuntos.

La oscuridad no solo está en el otro.

Observa a tu entorno, mira con atención al otro, nadie es más ni menos, somos iguales en necesidades.

Con amor Rosara.