*Los ojos azul grisáceos del Dragón sólo vislumbran a la Amazona de Leo, siendo ella el centro de todos sus pensamientos y determinaciones. El flujo de energía parece alcanzar el máximo de potencial, cuando aquellos sectores de la Construcción en contacto con el guerrero parecen desmenuzarse ante dicho contacto. “Mis hermanos que han dado todo de sí… No puedo defraudarlos!” el convencimiento de su espíritu alimenta aún más aquella energía. – Amazona, durante mucho tiempo hemos enfrentado a oponentes de la Esperanza y la Bondad, hemos defendido a Saori y seguiremos haciéndolo… Siempre estoy preparado para morir, pero no será éste el momento! – Con tales palabras anuncia su determinación, dando lugar a un rugido pasmoso de aquella proyección del Dragón, sus garras se sacuden y los dientes se muestra fieros. “Es momento!” Y justo antes de que la gravedad hale el cuerpo del oriental, éste, aplica con grandísima fortaleza la pierna izquierda que casi fractura el techo en tal impulso, mientras desciende a la par que un rayo de luz, más en esta ocasión aquel rayo se viste de esmeralda y junto a la anatomía del joven, el Dragón se antepone a su mismo cuerpo. – Rozan! – El puño diestro se cierra con un poder inusitado en tanto que brilla como si fuese un astro expeliendo ondas de energía verde que inundan aquel recinto. – Ryu!! – El Dragón proyectado toma el primer plano de toda la escena, en tanto que sus garras y colmillos rasgan el aire. – HI SHO!! – Estos últimos vocablos desencadenan una furia extrema, en tanto que todo el paraje parece perderse bajo el brillo cegador y violento del Dragón que acomete justiciero en dirección del hemisferio izquierdo de la Amazona, recreando el caos a cada serpenteo, conjurando aún mayor desorden y destrucción en cuanto piedras y secciones de mármol se elevan y estrellan en todas direcciones, permitiendo que aquel ser mítico adopte el papel central en este maremágnum apoteósico con tal vehemencia propia del despertar del Sétimo Sentido.*

*A cada nimio instante aquella orbe en sí misma, del Dragón esmeralda, abrasa y destruye todo a su paso, el puño diestro tras éste Dragón se cierra con mayor fuerza y estrépito, sin menguar presión, aplicando por el contrario, hasta el último acápite de energía, concentrando cada luz, cada haz, cada átomo en dicho puño, el cual refulge como un astro inundando con ese matiz el que es el Templo del Maestro del joven que ha convocado tan pandemonio. De repente los ojos se abren en una expresión de sorpresa. “Es… Imposible… Acaso intenta realizar el ataque de Shura sólo con verlo una vez?” Con estas palabras razona a medida que avanza en dirección de aquella Amazona. “No puede ser… Sin embargo, efectivamente es la misma técnica.” Los ojos siguen cada paso en la formación y ejecución de dicha técnica. La presión sobre aquel lugar parece exceder el límite de resistencia en la construcción al cual acaece aquel proceso de horadación. – Oz… - La mirada se fija en el rostro de ella. – Aún si puedes copiar cualquier técnica que hayas visto, es imposible que puedas copiar la esencia del Caballero que se ha fijado en esa técnica… Es imposible que puedas captar por completo el sentimiento de arrepentimiento y de compromiso de Shura…  Es indigno que uses de esta manera las técnicas de quienes no conoces!! – Con este arrebato, el Santo eleva su brazo izquierdo rápidamente sin menguar la profundidad y potencia de su diestra. – Y por eso, aún si técnicamente logras ejecutar un ataque, éste no será el mismo… Y ya había sobrevivido a esa técnica, así que no es en realidad una carta a favor tuyo. – Los ojos flamean, comunicando toda esa determinación en el último lance del Dragón. El brazo izquierdo se adelanta a la altura del punto de corte de aquella diagonal donde alcanzaría el cuerpo del joven, anteponiendo su mítico Escudo del Dragón, mientras gira sutilmente su equilibrio, adelantando el hemisferio derecho a un lado de la línea de corte, y en tal encuentro, eleva un tanto su punto de mira, dirigiendo impetuoso y mortífero aquel dragón hacia la parte superior del cuerpo de aquella, especialmente el rostro, entre tanto restalla en aquel lugar un cimbrar sin precedentes acompañado por el último rugido del Dios de Oriente, difuminando una onda cegadora de luz dorada y esmeralda que oculta todo resultado.*

*Sobre el sustrato el joven asienta sus pies con la mayor potencia del caso, adelantando con gran dificultad una pierna a la otra, configurando dos pasos en los cuales se desencadena un aumento de presión en toda la escena. Los ojos del Santo se alcanzan a ver entre los raudales de energía esmeralda, demostrando aquella determinación inquebrantable y aquel espíritu infatigable y fiel. “Si ahora nosotros perdemos, entonces el futuro de la humanidad quedará sumido en la oscuridad. Con Saori en esa ánfora… Y… Si ella muere, toda esperanza habrá terminado… Debemos conseguir la Armadura, debemos lograrlo!” La fiereza de ese pensamiento recrudece la fuerza de su puño, así como la profundidad y potencia del rugido y serpenteo del Dragón. – Avanzaremos! Debemos liberar a Saori y darle una oportunidad a la humanidad!! Por mis hermanos, por Atenea y por las personas que esperan un motivo para tener esperanza!! – El puño parece no poder soportar más presión o fuerza y sin embargo el brillo esmeralda es tan fuerte que parece re crear el brillo de una supernova. Las piernas resistiendo aquel embate y su brazo izquierdo soportando todo este esfuerzo, parecen hundirse sobre el sustrato, mientras que alrededor del Dragón parece que todo se desbarata y se elevan y despedazan sectores de mármol. Las fauces y ojos del Dragón no dan tregua fijando atentamente su objetivo. Una onda imponente de energía se desarrolla radialmente, sacudiendo desde los cimientos el Templo, mientras que el espíritu del Dragón configura la explosión de su cosmos, lo cual genera una reacción en cadena que promueve la implosión de cada átomo de energía hasta desencadenar sin parangón un momento único de máxima revolución molecular. El fulgor trasciende el portal del Templo, y como un gran estallido la profunda concusión del Dragón y el choque de energías, y así el cuerpo del joven se pierde entre el resplandor cegador y la polvareda que se eleva sacudiendo cada rincón de aquel Templo.*

Ryuu Seiza no          Shyriuu          || Kibo no Senshi

*Parecía que todo hálito de fuerza ha sido entregado en esos momentos cruciales. A lo largo de la lucha en el Séptimo Templo del Zodiaco, hasta ahora se ha desprendido tanta energía y se ha generado tantos daños en la estructura física de aquella construcción. “No puede ser… Su brazo roto, está empleando su brazo roto para esta nueva técnica, después de emplear el otro brazo y ejecutar Excalibur!” Con este pensamiento, el Dragón observa sorprendido a la Amazona, cuando siente el frio metal de la Armadura de aquella en su puño. “No lo entiendo… Cómo ha logrado interpretar mi punto débil?...“ Con más sorpresa que miedo, el Dragón es testigo del proceso en que se desencadena aquel ataque de la Dama de Leo. En un mínimo instante toda estabilidad se pierde y el joven es arrojado violentamente, hasta estrellarse contra una de las paredes, donde queda aparentemente enclaustrado, con sus largos cabellos ahora sin movimientos ascendentes, simplemente cayendo frente a su rostro y tórax. El silencio resuene aún más fuerte, tras las acometidas realizadas y los segundos transcurren, mientras que densas capas de polvo e incluso terrones pequeños deambulan por el interior de aquel Partenón.*

**Cuidadosamente escucha cada una de las palabras emitidas por el Carnero Dorado quien le cuestiona sobre sus acciones, cosa que le arranca una sutil sonrisa escondida tras su máscara –No pretendo detenerte sabes…- pausa su frase sutilmente -Además sabes bien que nadie pasaría si no es digno de hacerlo- indica con cierta nostalgia “al menos no planeaba detenerte a ti” piensa mientras trata de incorporarse lentamente –Ese dragón sí que pega duro…- susurra casi entre broma mientras medita “Aunque he de admitir que si él es el alumno de Dohko-kun en futuro entonces la Athena de su tiempo es muy afortunada” se sumerge en sus pensamientos por unos instantes, su mirada se pierde en el caos que se había desatado en la Séptima Casa Zodiacal –Adelántate Shion-kun… Yo te alcanzare después- gira su rostro para observar al Ariano –Ara ara quita esa cara de preocupación que estaré bien- dulcifica la voz intentando calmarle del todo “Aún tengo que recuperar parte de mi energía, pero ten por seguro que te alcanzare” su puño se cierra con fuerza como si estuviese sellando una promesa, a la par de que con su otra extremidad alcanza su rostro para limpiarse aquel liquido rojizo que con antelación había escapado de sus labios escarlata…**