*Gotas de sudor descienden por la frente, mejillas y espalda del joven oriental. Su mirada azul grisácea recorre la silueta de su contrincante y luego se eleva para abarcar los destrozos de la técnica de aquella al interior de la Casa de Libra. “Tan fuerte y decidida como los Santos de Leo” Pensamiento que se repite y ahora parece acoplarse plenamente en el comportamiento e imaginario del Dragón. “En ese caso, cuento con la ventaja de conocer a Aioria, sin embargo no puedo confiarme, tal vez ella domine otra forma de controlar su cosmos y proyectarlo en una técnica mortal.” La respiración finalmente se regula y poco a poco los músculos resentidos se sacuden con suavidad para relajar la previa tensión acometida en la defensa y caída. – Tus puños son a la velocidad de la luz y por eso no puedo evitarlos, simplemente puedo defenderme, sin embargo mi viejo Maestro me indicó que aunque la velocidad delos Santos de Oro sea suprema, no es posible realizar más de un movimiento al mismo tiempo, de igual manera tus puños deben seguir una secuencia. Al igual que con el Meteoro de Seiya. – La última frase fue retórica, cuando re dirige su mirada hacia su oponente. “Aunque el efecto de la electricidad pueda paralizar mis nervios y músculos y dejarme a expensas del centro de su ataque, sólo tengo dos opciones…”. Adelantando la pierna diestra y poniendo el alto el puño de ese hemisferio, el Santo ocluye su mirada, reactivando el proceso de concentración, configurando nuevamente aquella aura esmeralda, la cual pareciera retomar su avance en luminiscencia y brillo, previo al ataque de la Amazona, aligerando el ambiente y proyectando sombras a lo largo de las paredes y columnas que impiden el paso libre de aquellos corpúsculos tibios y brillantes. – Prepárate a conocer a la bestia que protege los cielos de Oriente. – Vocablos que anuncian mayor fiereza en la energía que proyecta el cuerpo del guerrero, resaltando un brillo particular en sus puños, así como la gran presión muscular y nerviosa en esas extremidades.*

Ryuu Seiza no          Shyriuu          || Kibo no Senshi

*La barahúnda se explaya por todo aquel lugar, retumbando hasta los cimientos de ese viejo recinto, que ve resentidos fragmentos de suelo, paredes y columnas. “Tal como esperaba…” Razona durante unos instantes, cuando al onda expansiva lo empuja varios metros hasta quedar casi envuelto entre el polvo que se había levantado. La respiración se oye agitada mientras reposa su espalda y cabeza en una columna, retomando el control sobre su cuerpo el cual se siente algo entumecido producto no sólo del empuje de aquellas energías encontradas, sino también por el campo eléctrico que pese al vacío creado alcanzó a generar alguna influencia sobre el Bronceado. “Al parecer, aún no es suficiente...” Razona, sin abrir los ojos, dejando que cada músculo de su cuerpo reaccione ante esta nueva situación y de igual forma su espíritu asimile la nueva fase de combate. – Vaya, al parecer lograste evitar la mayor parte de mi técnica. – Exclama con calma, con un tono de voz que no demuestra resentimiento. – Tal como debe actuar un Santo de Leo, o bien como una Leona, protegiendo a toda costa su propia guarida. – Sigue con sus frases, hasta que gira su rostro en la dirección de su contra parte, a quien puede observar cuando la visibilidad se restaura un tanto. “Estuve muy cerca de recibir su ataque directamente, de nohaber sido por Excalibur habría sido destrozado... Sin embargo no creo que pueda evitar su ataque ejecutando de nuevo la técnica de Shura… Así que deberé concentrarme en la naturaleza de mi constelación.” Durante unos segundos se ve estático al Dragón, más una ligera estática a su alrededor anuncian que aquel poder esmeralda no se ha apagado aún, más aquellas lenguas doradas se difuminan pro completo dejando solamente el brillo verde del cosmos del guerrero oriental. “Siento que mis amigos están cerca… Debo resistir, debo avanzar! Debo derrotarte Amazona de Leo!!” Y aunque el rostro no varía en alguna forma, el cuerpo deja ver cierta concentración, la cual se transmite en un fluir armónico de las partículas energéticas de su cosmos.*

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*La suave brisa recorre impertinente aquel espacio que parece reservado para un combate fiero, sin embargo aquella brisa recorre la piel y cabellos del Dragón, creando una ligera sensación de apaciguamiento. “Había olvidado todo esto…” Como si reflexionara en otros partes, la mirada del oriental recorre la estructura arquitectónica de aquel Templo y lo poco que se observa del Santuario a lo lejos en la entrada. “Tanto tiempo que parece haber transcurrido, y sin embargo seguimos combatiendo, pero ahora todo es diferente.” De repente la mirada gira hacia la Amazona. “Ahora estamos muy cerca de acabar con Hades y de liberar a Saori.” Los puños se cierran, la mirada parece más afilada y la tensión muscular apenas se nota, sin embargo ráfagas de energía esmeralda recorren el interior de esa Casa Zodiacal. “Lamento que mi Maestro no se encontrara aquí, ya habría alcanzado a mis camaradas, sin embargo aquí ya todo está muy cerca de terminar.” El flujo de átomos de energía no se detiene, por el contrario mantiene su tasa de expulsión y en ocasiones parece incrementarse acorde al esfuerzo mental y espiritual del Dragón. “De verdad creí que la Excalibur lograría abrirme el camino para continuar.” Los cabellos vuelven a batirse, de una forma que pareciera anunciar que saben el ritmo de aquella expulsión de energía. “Pero no debo olvidar que nací bajo la constelación del Dragón… Maestro, dirige mi puño y permite que con este logre avanzar!” Con este nuevo pensamiento una onda de luz fluye desde su cuerpo, causando cierto remolinear de las rutas eólicas las cuales sin rumbo fijo se debaten en uno y otro sentido, recreando pequeños torbellinos que levantan polvo y arrastran fragmentos de piedra. – Tienes razón Oz… Pero ahora todo será diferente… Debo avanzar y lo haré – Cmo si fuese algo cierto, la voz del Dragón no se altera, por el contrario se escucha cargada de determinación. El espacio alrededor del guerrero se tiñe de verde y de igual forma su entorno parece recibir la presión y resistencia continuada y creciente de aquel empuje energético, como si creara tal fuerza que corroe las estructuras. “Saori! Camaradas!” Exclama en su pensamiento, cerrando los ojos y apretando con fuerza su puño, reavivando de tal forma la flama de su aura, que esta expele gran brillo y presión sobre todo el escenario.*

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*Un cumulo esmeralda se aloja en la mano izquierda y uno un tanto más brillante en la mano derecha del joven oriental. – Oz, es una lástima que aún no me reconozcas como un Ateniense. Pudimos evitar este enfrentamiento, pero veo en tu honor de Amazona esa realeza de los verdaderos Santos de Atenea. – Con esta declaración, los puños se elevan un hasta el abdomen, tensando los músculos de brazos y despegándose de la columna en la que se apoyaba, músculos de tórax y piernas aúnan su esfuerzo en aquella tensión. “No tengo más tiempo y tampoco tendré más energía después de este ataque… Así que debo lograrlo!” Los ojos azul grisáceos restallan de vida y determinación, con aquel brillo particular que precede al temporal. – Es la hora de que el Dragón se enfrente al León! – Con este grito, aquella llamarada verdosa que rodea la silueta del guerrero, se expande cual si fuese objeto de una emanación sin control de energía y poder. El suelo comienza a agrietarse y de igual forma las paredes y columnas, mientras que el matiz esmeralda inunda todo recoveco. “Camaradas, hicimos una promesa y alguien debe llegar. Aún si me quedo en este Templo, evitaré que Oz sea un peligro para ustedes. Adelante!!” La imagen mental de sus amigos recorre su pensamiento durante unos instantes, siendo esta imagen la que actúa como un detonante y de inmediato al figura del Dragón se abalanza. Debajo de su ropaje maltrecho y de las fisuras en su espalda, sobre su piel se recalca una figura a color de un Dragón, la misma representación que ha sido empleada desde tiempos inmemoriales para representar a esa bestia mítica. Con un paso rápido, casi a punto de realizar un torque, el brazo izquierdo se adelanta casi expulsado del cual se catapultan tres esferas esmeraldas y ni bien estas tocan suelo cuando un nuevo salto despide al Dragón en otra dirección. Una detrás de otra se escuchan dos explosiones que retumban en aquel Templo, recreando un sinfín de resplandores verdes y ondas de viento y polvo e incluso algunos fragmentos de mármol se desplazan con velocidad en todas direcciones, y la última esfera se lanza muy seguida de las otras, como si buscase los pies de la Amazona.*

*Siguiendo la estrategia iniciada con aquellas esferas de luz verde, el Santo de Dragón ahora encuentra mucho más turbio el escenario a medida que escombros, polvo y ráfagas de energía se alteran por todo el escenario enrareciendo la visibilidad. “Es demasiado fuerte!” razona durante un brevísimo instante observando la acometida realizada por ella y segundos después como emergen del sustrato aquellas ráfagas y rayos desde el sustrato, los cuales parecen avanzar en todas direcciones, amenazando al Dragón. “No hay escapatoria!!” Con esto en mente el Santo en el aire desde el anterior salto, busca con rapidez un sitio donde asentarse y procurar huir, - Tsk – Se oye como reflejo de la situación en que se encuentra el oriental, cuando casi al último segundo uno de aquellos pilares de luz emergen justo bajo sus pies. “Es la única forma que tengo!” Decidiendo con estos pensamientos, templa todo su cuerpo y con un movimiento fluido de todo su cuerpo, extiende su pierna derecha en dirección del pilar, con tal fuerza que pretende igualar el impacto, antelo cual el Santo sale despedido hacia el techo con gran velocidad y la pierna encogida, demostrando cómo el botín diestro se desmorona a medida que sube por el aire. “No puede ser… Pero debí sacrificar mi pierna, esta es mi oportunidad!” Los ojos apuntan entre todo ese caos, a la Amazona. La superficie del techo se siente suavemente en al pierna izquierda del Dragón, quien articula dicha extremidad para adaptarse a ese empuje. “Este es el momento, si no lo hago ahora, es probable que caiga en esta batalla y mis hermanos queden indefensos.” De repente la imagen de Saori en aquella ánfora a merced de Hades y la imagen de sus camaradas cruza pro su mente. “Tantas batallas juntos… Y ahora tan cerca de derrotar por fin a Hades… No puedo rendirme, no puedo ser derrotado!”. – Maestro!! – Se oye como una súplica, mientras que todo el cuerpo recrudece aquella exhalación energética, de forma que en lo alto del Templo figura como una flama imponente. En torno al joven la proyección de un Dragón aparece, como si lo rodeara en la típica forma en que los reptiles se enroscan antes de atacar, con las fauces abiertas y las garras prestas.*