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*Con Cautela y serenidad, Kanon escucha los vocablos de su hermano a la par que va subiendo junto a él, las escalinatas a la tercera casa zodiacal, mantiene la concentración unificada entre su cosmos, su mente y su fuerza vital desde hace rato, aunque con la diferencia de que su hermano ha estado en constante movimiento que él, pareciera mas que es una sombra que un acompañante, mas no obstante eso no le incomoda, su mentalidad empieza a maquiavélizar trazando alguna estrategia pues el cosmos de su hermano ahora está concentrado para dicha acción en el templo de los querubines, sin embargo los orbes de Kanon se fijan a escasos metros  a mitad de los escalones grecos la imagen de un dorado el cual parece no estar dentro de los aposentos geminianos… - “Así que ahí está el siguiente oponente, Saga concentró su poder en el templo pero sin duda no nos dejarían avanzar hasta este…tendré que apoyar a mi hermano..”- menta con mucha tranquilidad mientras su cosmos lo eleva al par de su hermano, pero a tal grado que este se camuflaje con la energía de Saga haciendo creer que es solo una sola Cosmo-Energia aprovechando como un francotirador entre las sombras…Es ahí donde ambos caballeros siguen su camino sin problema alguno, el Dorado custodio exige sus demandas y al parecer siente el cosmos de Saga, mas no el suyo, aprovechando esto las fisonomías de Kanon y Saga pasan a segundo término para dar paso al siguiente: Aquel cielo tan resplandeciente en el cual el astro rey brilla a todo lo que da es invadido por nubes colapsadas que inexplicablemente se formaron para dar paso a un cielo rojizo y de estos  se dejan ver una lluvia de meteoros incandescentes rumbo a la explanada del camino donde se encuentra el siguiente Santo chocando por las escalinatas desgarrándolas y haciéndolas pedazos es como si aquel fenómeno meteorológico jugara una broma con el clima, llamas ardientes empiezan a emanar del suelo ligeras explosiones con cortinas de humo se expanden alrededor todo un mini caos que va dejando apertura a una fisonomía justo frente al Caballero Dorado en cuestión, una imagen que representa aun Santo, el cual el rostro se figura algo distorsionado reflejando su cabellera larga de tonos bicolores, de un lado azul claro y del otro azul fuerte postrado firme y clavando su mirada ante su antagonista, al mismo tiempo que la lluvia sigue ocasionando estragos, justo ahí donde el ser Enigmático se abalanza a una velocidad Endemoniada dejando  a su paso, el suelo unas ráfagas de aire que cortan las piedras y las desintegra para evocar un golpe certero hacia la mandíbula del enemigo buscando lanzarlo hacia el templo, es tanta la fuerza que planea mandar a volar a su objetivo a varios metros para adentrarlo a la casa de los querubines…Y en el primer plano, los Geminianos Siguen curso para Traspasar la tercera  casa zodiacal..*

 

 

 

 

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*El tiempo corre, sin medida que no hay que perder tiempo, kanon se limita en guardar silencio entendiendo los deseos de Saga, así que sin hacer preámbulos decide pasar por la casa de Géminis dirigiéndose al cuarto temple zodiacal…Cáncer, desapareciendo por completo yendo a  su próximo destino*

 

*Una a una, las palabras del espadachín se manifiestan sobre los oídos de Saga, quien ocultando sus orbes tras sus párpados, percibe como es que el raudo avance del segundo de Géminis se manifiesta para después, perderse en el vacío quedando así, solo aquellos que han de luchar hasta la muerte, siendo que la respiración del heredero de Pólux se muestra tranquila y con ello, aquel velo cósmico que cobija a su ser se vuelva a mostrar armonioso, pues hasta la tensión que rodea su entorno pareciera desvanecerse ante la pureza de su cosmo - Aspros, Deuteros - Libera entonces el geminiano para después, volver a abrir sus orbes y visualizar los actos de Capricornio - Así que esos son los nombres de los santos de esta era - Continua en su diálogo - Mi nombre es Saga de Géminis, el próximo guardián de esta casa... Ahora, tal como fue con Aldebarán, morirás entre las estrellas - Tajante en su vocablos es como concluye aquella conversación mientras que el cosmos de Saga se vuelve tan inmenso que pronto la imagen del universo se ve plasmarse sobre el campo de batalla: Estrellas, cúmulos de polvo cósmico, planetas, galaxias... un espectáculo lleno de belleza ante el ojo de quien contemple el poder de aquel que puede demoler las estrellas con sus manos, quien abriendo el compás de sus piernas y elevando su diestra por encima de su cabeza, prepara así su siguiente movimiento notandose cómo es que detrás del de cabellos azulados cómo es que un planetase manifiesta, de tonos azules, luego amarillos y finalmente rojizos, así como su tamaño se va incrementando de forma desmesurada y como de la palma derecha del Santo su cosmo energia irradia como si de la luz del astro mayor se tratara*

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Saga de Géminis 

*El santo de Capricornio escucha sin inmutarse las palabras del hombre que se hace llamar Saga de Géminis, guardián futuro de aquel templo. El Cid es un hombre de pocas palabras y juicio tajante, por lo que no cree ni un instante las palabras del invasor; e incluso aunque estas fueran ciertas, aquel hombre ha levantado su puño en contra de Athena y la orden de sus santos al asesinar al campeón de Tauro, y sus acciones merecen castigo. Sin perder ni un momento más, y ante el desplante cósmico de Saga, el santo de Capricornio eleva su brazo derecho, cuyos dedos se encuentran extendidos y unidos como si de una lanza se tratase, altura de su hombro izquierdo para después lanzar un tajante golpe diagonal en contra del amo de las dimensiones. Nuevamente, una cortante y gruesa ráfaga de luz dorada sale disparada a una velocidad cercana a la de la luz en contra del enemigo siguiendo el movimiento del brazo de El Cid, amenazando con rebanar el cuerpo de Géminis. Aquel ataque puede no poseer la precisión o filo del arma legendaria que emula, sin embargo es capaz de desgarrar incluso una armadura dorada como la que aquel hombre parece portar. La velocidad del corte es tal que, probablemente, Saga no tendrá posibilidad de ejecutar su ataque galáctico. Los ojos de El Cid no pierden detalle de sus movimientos mientras espera que su tajo parta en dos al hombre que osa rebelarse en contra de Athena.* 

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*Los entrenados ojos de El Cid contemplan como el amo de las galaxias lanza su más mortífero ataque en su contra. El santo caprino, a una velocidad cercana a la de la luz, da un par de saltos hacia atrás y después uno vertical de altura,  y mientras se encuentra en el aire rota alrededor de su plano medio, moviendo sus pies por sobre su cabeza con impulso hacia atrás. Este movimiento le confiere una distancia prudente antes de que la explosión lo alcance y golpee su cuerpo, reduciendo, aunque sea un poco el impacto sobre su ser del poder destructivo. La explosión es tal que la platea y gran parte de la entrada al partenón de Géminis es reducido a escombros; un instante después, todo es humo y ruinas. Lentamente, entre las rocas y el humo, la galante figura del caballero dorado de Capricornio se pone de pie. Su hombrera derecha ha desaparecido al igual que su yelmo; y el resto de su armadura muestra ya signos de batalla, sin embargo su protección es una de las 12 armaduras doradas y no se verá destruida tan fácilmente. Hay varios raspones hay en su rostro, y de su ceja izquierda brota un rio de tibia y roja sangre que bordea su ojo y muere en su mentón. A pesar de su estado, los ojos azulados de El Cid no pierden la agudeza y se clavan sobre Saga con la misma determinación del principio del combate; ni su corazón ni su alma han perdido la convicción ni el filo. El cuerpo del guardián de la cabra celeste aún emana aquella aura dorada característica de su estirpe con flaqueza, sin embargo esta se va perdiendo con forme avanzan los segundos. El Cid no es un hombre de muchas palabras, pero en su mirar es fácil leer que no dejará pasar a aquel traidor bajo ninguna circunstancia.* 

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*El estruendo ha culminado y con ello, el demolido templo de Geminis muestra el terror que ocultan las manos de su futuro guardian, notandose como es que sobre el suelo cuarteado que le sostiene, gotas carmesi caen pues de las heridas resultantes del tajo del sable sagrado el hilar rojizo de su sangre continua brotando mas sin colocar en peligro real al heredero de Polux, quien mostrando una respiracion agitada, oculta sus orbes tras sus parpados sintiendo asi con sus demas sentidos lo que haya de alterar aquel estado actual del campo de batalla, intenta calmar su situacion fisica que muestra ajetreo tras la explosion de galaxias... Asi, como su cosmos, continua ardiendo pero de una forma menos intensa que cuando se origino su ataque "A este paso no me quedara de otra mas que matarle de un solo golpe, su cuerpo ha quedado mas que expuesto por los danos sobre su armadura"  Menta en su pensar Saga, quien siente como el frio viento arrecia sobre su faz haciendo ondear su larga cabellera azulada y a su vez, palpar la sensacion de como es que el liquido salado de su sudor recorre su frente*

*Poco a poco, la agitada respiración de El Cid retoma su calma mientras sus orbes, de un color azul acero, se clavan como dagas sobre el invasor de oro. A pesar de sus heridas y el dolor que estas conllevan el santo de Capricornio no cederá ni se quebrará pues su deber es detener a cualquiera que ose levantar su puño en contra de Athena y lo que ella represente, aunque el enemigo sea otro guerrero de oro. Su cuerpo comienza a emanar una luz que lo envuelve como una pira de fuego dorado, ganando fulgor y fuerza con cada segundo que pase;  puede que su cuerpo esté lacerado, pero su cosmos arde intacto. Sin perder ni un instante más, el guardián de la cabra celeste tensa su brazo diestro de la punta de su dedo medio hasta el último extremo de su codo y lo eleva a la altura de su rostro. Un parpadeo después, El Cid lanza un tajante corte de izquierda a derecha en dirección de Saga y, como la vez anterior, una afilada ráfaga de luz dorada sale disparada a una velocidad extrema en dirección del amo de las galaxias, pero esta vez un segundo corte, completamente opuesto al primero, sale en seguida del primero, esta vez lanzado de la altura del hombro derecho a la parte baja e izquierda de su vientre. Como una X dorada avanzando a una velocidad impresionante en contra de Saga, los cortes de El Cid buscan rebanar a su enemigo y dejarle un muy poco ángulo de escape. Aquellos cortes no son la magistral técnica de Capricornio, pues carecen de la precisión del corte, aun así son igual de mortífros al cortar alguna arteria del enemigo.* 

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*Aprovechando el salto de Saga y sus ojos cerrados, el caballero caprino emprende una veloz carrera en dirección del enemigo mientras este se encuentra aún en el aire. Sus movimientos son veloces, invisibles al ojo no entrenado, y propios de su casta dorada, dejando tras de sí una estela de polvo y un destello de luz, buscando acortar la distancia entre ambos mientras su el amo de las galaxias se encuentra en el aire. Cuando Saga por fin aterriza, El Cid lanza su mano izquierda, en forma de lanza, en dirección del plexo de saga como una estocada frontal buscando perforar el pecho enemigo. Acto seguido, y sin dejar un segundo entre un corte y otro, el décimo santo de oro  usa su mano derecha como un tajo en dirección de la garganta de Saga. El salto de Saga ha dado la oportunidad al décimo campeón de oro de atacar a su enemigo y que este tenga un mínimo tiempo de reacción, pues la ofensiva se sitúa apenas al aterrizaje de Saga y ambos contrincantes tienen una velocidad cercana a la de la luz. El Cid comprende que la batalla cuerpo a cuerpo es su única ventaja frente a su enemigo, y sus cortes son mortíferos incluso para alguien que porta una armadura dorada.*

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