*Y entonces, el silencio que resta tras las palabras del sumo pontífice es quebrantado tras el sollozo del séfiro que avienta con fuerza las enormes puertas de aquel recinto, escuchándose como es que el rechinar de las visagras se manifiesta y en el acto, como es que una fisionomia se abre paso. Largos cabellos azulados, piel terza, envuelto por uno de los doce ropajes de la edad dorada... Géminis, aquel que al igual que los Dioscuros quienes recibieron de Hermes por parte deZeus el don de demoler las estrellas y doblegar las dimensiones a gusto, avanza con estoismo, galante, como si su sola presencia marcara la diferencia entre él y la ineptitud del resto de los humanos, como si de un ser divino se tratara, es que se abre paso a lo largo de la habitación del pontífice captando en todo instante la atención de la escena la cual, pareciera enfrascarse sobre los labios de aquel hombre que muestran una sonrisa llena de confianza y con un leve dejo de arrogancia - Gran Patriarca - Libera al instante en que el azulado mar que comprende a sus orbes se posa sobre la máxima figura de autoridad de Grecia y con ello, detiene en seco su andar y así poder inclinarse frente a él, observándose cómo es que sobre los pómulos del griego, cae suavemente el hilar azul que comprende a su cabellera - Aspros de Géminis se dispone a usted - Culmina con un grado sutil de superioridad pues de antemano sabe que existe la posibilidad de suplir a aquel héroe de guerra*

*Tras el arribo del amo de las dimensiones, el sonido marcial de unos botines metálicos avanzando sobre el rojo alfombrado del recinto del sumo pontífice se apodera del lugar. Con un aire apacible y amable, la efigie de un hombre de alborotada cabellera castaña y ojos tan azules como el mar en calma aparece atravesando la gigantesca puerta de roble exquisitamente tallado. Su adónico cuerpo es protegido por uno de los 12 ropajes de oro que chispea al roce de la luz de los candelabros, y de su espalda un par de alas de plumas doradas brotan como si de un ángel se tratara delatándolo como el caballero de la constelación de Sagitario. Al encontrarse ya frente a la máxima figura entre los santos de Athena y a un costado del demoledor de estrellas, como igual, aquel arcángel postra con delicadeza su rodilla izquierda en el terciopelo rojo y baja la mirada con humildad y respeto mientras de sus suaves labios las palabras brotan. -Gran Patriarca…- comenta con una voz cálida -Sísifo de Sagitario a su servicio.- finaliza, sabiendo que si el pontífice lo ha hecho llamar, es por una buena razón. Se dice que el caballero de Sagitario es la justicia y la virtud encarnada, y aquel hombre no dista de aquella definición. Esperando las palabras del maestro, Sísifo medita sobre el porqué de aquella reunión.*

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* La mirada oculta bajo la sombra creada por el yelmo aprecia completamente cada movimiento de los caballeros que ha llamado. - Bienvenidos... Aspros y Sísifo. - Menciona con un tono sereno pero autoritario, mismo que se acompaña por un movimiento de la mano con la que responde a la reverencia que han realizado. - El inicio de la Guerra Santa es inminente, los Dioses han descendido a la Tierra. - Adjunta mientras hace una pausa, como esperando ver una reacción conforme se aclara la voz para continuar. - Y ustedes son quienes tendrán que traer a la Diosa Athena al Santuario. - Es tras el comentario que se pone en píe, mostrando un físico atlético e imponente aun cuando posee una edad avanzada. - Ahora que el mal se ha liberado, el mundo necesita más que nunca de nuestra Diosa y solo existen dos caballeros que pueden realizar tal misión. - Dice, refiriéndose a los presentes conforme muestra un signo de preocupación, pues él más que nadie conoce el peligro al que se enfrenta la joven Diosa. - No podemos perder más tiempo. - Finaliza, ya que en ese momento es cuando espera una respuesta, razón por la que permanece en silencio…*

 

*El arquero de oro eleva su amable rostro y abre sus ojos azules al escuchar la misión del sumo pontífice, sin denotar ninguna otra expresión. Tras las palabras de Géminis, el santo de Sagitario se atreve a expresar -Gran Maestro, Aspros. Es verdad que una nueva guerra santa se aproxima y que las fuerzas de Hades ya se movilizan en nuestro mundo.- tras esto, hace una dramática pausa en la que dirige su mirar a un ventanal cercano por el que se filtran las luces del exterior. -No hay duda que los espectros que ya han resucitado buscan a la reencarnación de Athena por cielo, mar y tierra. Es crucial que traigamos a nuestra diosa al Santuario lo más pronto posible.- Postrando su suave mirar nuevamente sobre el antifaz de sombras del antiguo caballero de Cáncer, Sísifo continua su elocuente monólogo -Debido a los peligros ya desatados en este mundo, secundo su decisión de enviar dos caballeros de oro en esta importante misión. No podemos correr ningún riesgo si se trata de la vida de Athena.- Y con estas palabras finaliza su opinión, sabiendo que se ha opuesto al arrebate de Aspros. El noble corazón de Sísifo de las intenciones del amo de las dimensiones, y una corazonada lo ha llevado a no dejarlo ir solo por la diosa que ha jurado proteger. * #d0b02e

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* Sage escucha atentamente cada pronunciamiento sin gesticular o emitir algún sonido que pueda indicar la reacción que le provocan tanto Aspros como Sisifo. "Tal como imaginé" Pensamiento que provoca que cierre los ojos y que instantes después tome un poco de aire, mostrándose relajado aun cuando se encuentra preocupado desde aquella extraña visita. - Sé que cada uno de ustedes es poderoso y, en circunstancias diferentes podría dejar que solo uno abandonara el Santuario. - Explica conforme abre nuevamente los ojos para mirar a sus caballeros. - Pero es imposible que solo uno acuda, pues Athena se encuentra en grave peligro y es posible que uno de ellos pueda presentarse... - Dice, refiriéndose a los Dioses Gemelos, seres a los que ha rastreado junto a su hermano y los caballeros presentes con el fin de evitar que suceda lo que en la guerra santa anterior. - Así que no puedo permitir que vayas solo Aspros, por eso he decidido que vayan juntos, ustedes son el ejemplo de los demás caballeros de oro, son aquellos que un día podrían reemplazarme. - Adjunta mientras hace una pausa, dejando notar como su respiración se vuelve intranquila con el simple recuerdo de la desesperación causada por aquellos seres divinos…*

 

*Con sus párpados aun cubriendo sus orbes azules y el rostro inclinado de forma respetuosa, el arcángel de oro se limita a contestar al sumo sacerdote -Así se hará, Gran Maestro-. Un momento después Sísifo se pone de pie y, tras un gesto reverencioso,  da media vuelta para seguir al amo de las dimensiones en su camino para encontrar a la encarnación de la Diosa de la Justicia. Sus pasos son firmes y su mirar irradia determinación: Proteger a Athena es su misión y, aunque le cueste la vida, la paz debe prevalecer en este mundo.*

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