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Respuesta  Mensaje 1 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD  (Mensaje original) Enviado: 04/05/2011 03:26

Enviado: 28/06/2009 21:20

 

El encuentro con la palabra de Dios nos lleva a reflexionar

sobre nuestra mision , comportamiento y fe,  aqui dejare unas reflexiones

sobre  ella, el estar cerca de el, el hacerlo dueno de nuestra alma

el que haya dejado a su hijo derramar su sangre , por nosotros

nos hace perdonar nuestras faltas

Espero , la conversion real autentica en la gracia de Dios

gracias mis gaviotas

  

 

 

  



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Respuesta  Mensaje 2 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:28

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”

Mc 12, 28-34

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

 

1.    ¿CUÁL ES EL PRIMERO DE LOS MANDAMIENTOS?

Un escriba que oyó discutir a Jesús con los saduceos, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: ¿Cuál es el primero de los mandamientos? En San Marcos la pregunta se la hace en un tono de respeto. En San Mateo, y más en San Lucas, en un sentido hostil. Es cuestión redaccional. Los fariseos se caracterizaban por su rigor y austeridad en el cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos religiosos y los saduceos eran ciertas personas, que pertenecían a la aristocracia sacerdotal judía que negaban la inmortalidad del alma, aquí en este Evangelio, el escriba quiere probar la opinión de Jesús, con habilidad y astucia, quizás para conseguir algo con oscuros propósitos y así comprometerlo, en otras palabras, mediante una treta, busca perjudicar a Jesús.

El tema del primer mandamiento era muy discutido en las escuelas rabínicas. Pero San Marcos es el que destaca la argumentación basándose en que Dios es único; luego exige la plenitud de amor y servicio. La repetición de corazón, alma y mente es el procedimiento semita de prueba por acumulación.

Pero en el amor a Dios va incluido el amor al prójimo, todo ser humano, que es lo que destaca especialmente San Lucas en este pasaje (Lc 10:29ss). Para el judío, el prójimo era sólo el judío.

2.    “AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”.

Dice Jesús, el primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios. El ha querido ver la intención, resaltada, de una cuestión apologética contra el politeísmo del medio ambiente al que se dirige el evangelio de San Marcos. Jesús luego añade; con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas'. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este es nuestro deber, Amarás, y con todo el corazón, sin ninguna restricción y con todo lo que te da la vida, con toda el alma, esto con el primer principio de nuestra vida, lo mas importante, la parte espiritual e inmortal, capaz de entender, querer y sentir, y que, junto con el cuerpo, constituye su esencia humana, con toda la mente, con la capacidad intelectual humana, con el pensamiento, mas allá de toda imaginación y voluntad. Esto es amar con todo lo que hemos recibido de Dios, por tanto con todo lo que podemos acercarnos a Dios y estar con El.

Así es como Jesús, nos exige un amor total, El no aceptas un amor parcial o limitado, y lo mismo nos enseña y nos exige, la entrega y el amor, tanto a Dios como al prójimo. Eso quizás fue sorprendente para el escriba, Jesús puso al mismo nivel los dos mandamientos, y así lo aclara el evangelio cuando en san Mateo 22,34-40, dice; De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.

3.    SI  TU AMAS A TU PRÓJIMO, AMAS A DIOS

Para nosotros, cristianos, seguidores de Jesús, debemos ser absolutamente contrarios a cualquier sentimiento acentuado de hostilidad, antipatía, rechazo y odio a los hombres, sin embargo es algo con lo que convivimos a diario, esta a la vista de cualquiera en la familia, en la amistad, con los vecinos, con los que piensan diferente, entre los políticos, entre las naciones y pueblos.

Esto es los que nos enseña Jesús, el hombre es imagen de Dios, y si tu amas a tu prójimo, amas a Dios, y si amas a Dios, lo amas en también en el prójimo.

Estos preceptos son nuestros fundamentos de la vida cristiana, ambos basados en el amor, y por amor a Dios y al prójimo, juntos el mandamiento más grande de la Ley

El escriba le dijo: Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: Tú no estás lejos del Reino de Dios. Estos Versículos son propios de San Marcos. En ellos se hace ver que el amor al prójimo es mejor que todos los holocaustos y sacrificios. En esto San Marcos se enlaza con la línea de los profetas sobre la autenticidad del culto y la misericordia (1 Re 15:22; Os 6:6). A esta valoración del escriba que le preguntó, Cristo le responde que su rectitud moral le está aproximando al reino de Dios

4.    EL COMPROMISO CON NUESTRO PRÓJIMO

El compromiso con nuestro prójimo, es impactante, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas, porque si aceptamos esta responsabilidad, tengamos presente que cuando decimos con todo el corazón, es con todo lo nuestro, sin reservas, con todo tipo de sacrificios, con todo lo que nos hace vivir, cuando decimos con toda el alma, es con toda la sensibilidad del amor divino, y cuando dice con todas tus fuerzas es ardientemente y no con tibieza, y añadimos para que no falte nada, con todo nuestro entendimiento, con toda nuestra mente, con la inteligencia y la reflexión

Pero el amor divino no se aprende. En efecto, no aprendemos de otro a amar la vida, ni amar a nuestros padres, ni a nuestros amigos, ni mucho menos podemos aprender las reglas del amor divino. Hay en nosotros cierto sentimiento íntimo que nos inclina a amar a Dios. Todo el que obedece este sentimiento y practica la doctrina de los divinos preceptos y llega a la perfección de la divina gracia. Así entonces, amamos naturalmente el bien; amamos también a nuestros prójimos y parientes, y además damos espontáneamente a los hombres de bien, todo nuestro afecto.

5.    EL, NOS MANDA AMAR AL PRÓJIMO.

Así es, como Dios es bueno, y todos deseamos lo bueno, lo que se perfecciona por nuestra voluntad reside naturalmente en nosotros. A El, aunque no le conozcamos por su bondad, pero porque procedemos de El, tenemos obligación de amarle sobre todo, este es nuestro principio. Es también mayor bien de todos los que se aman naturalmente. El primero y principal mandamiento es, por consiguiente, el del amor a Dios. El segundo, que completa al primero y es completado por El, nos manda amar al prójimo. Por eso decimos y a tu prójimo como a ti mismo. Recibimos de Dios las fuerzas necesarias para cumplir este precepto. Nada hay tan conforme con nuestra naturaleza como el comunicarse con los demás, favorecerse mutuamente y amar a los parientes y amigos.

Y a tu prójimo como a ti mismo, lo mas prójimo, es decir lo más próximo que tenemos, es quien habita en nuestro corazón, morada de Dios, a El todo nuestro amor.

“Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor” (San Juan de la Cruz)

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Respuesta  Mensaje 3 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:28

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

MENDIGOS DE AMOR Y DE PAZ, RECIBIREMOS GRATUITAMENTE EL DON SI ACOGEMOS AL AMOR SOBREABUNDANTE QUE NOS RENUEVA, DÍA TRAS DÍA

Un escriba pregunta a Jesús haciéndose portavoz de todos nosotros, que tratamos de comprender mejor lo que nos pide el Señor. Se trata de una pregunta sencilla que quizás planteamos no por curiosidad, sino con el corazón dispuesto a obedecer. La respuesta no es menos sencilla: Dios, que es amor, quiere de nosotros amor porque quiere hacernos partícipes de su misma vida. Lo que nos manda es, antes que nada, don inaudito, tesoro, fuente de todo bien. Hoy la Palabra nos señala en concreto el horizonte ilimitado de esta realidad nueva y cómo tenemos que actuar para poderlo abarcar en su plenitud. La condición esencial es renunciar a cualquier forma de idolatría: "El Señor nuestro Dios es el único Señor". Pero cuántas veces hemos llamado "dios nuestro" a las obras de nuestras manos, adorando nuestras realizaciones de bienes materiales, de carrera y posición social, de éxito... Y nos hemos hecho esclavos de cosas efímeras, transformando a los hermanos en rivales, perdiendo la libertad tan deseada.

Desde lo hondo de este abismo queremos volver a las altas cimas. Pero no será nuestro esfuerzo el que lo logrará, sino nuestra humildad, nuestra pobreza: mendigos de amor y de paz, recibiremos gratuitamente el don si acogemos al Amor sobreabundante que nos renueva, día tras día, rompiendo las barreras de nuestro egoísmo, traspasando los estrechos horizontes de nuestra capacidad de amar. Entonces, todo hombre se convertirá en "prójimo".

ORACION (3)

 

Oh Padre, tú eres puro don y de ti viene todo bien: acoge nuestro humilde y frágil deseo de entrar en la región bienaventurada de tu amor. No somos capaces de nada, pero tú mismo has querido derramar en nuestros corazones tu Santo Espíritu, fuente de amor. Haz que acojamos con generosidad un don tan grande. Abre de par en par la capacidad de nuestro corazón para que dejemos que tú mismo, hecho amor en nosotros, llegues a todo hermano que encontremos en el camino. Sabes qué necesidad tenemos todos de experimentar un amor santo que, superando cualquier formalismo convencional, todo cálculo, se manifieste en gestos verdaderamente evangélicos, creativos, capaces de novedad y belleza. Pero ¿quién sino tú mismo ha puesto en nosotros esta aspiración tan noble? Danos lo que nos mandas, lleva a plenitud lo que has comenzado en nosotros.


Respuesta  Mensaje 4 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:30

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

Dos hombres suben al templo a orar.  La soberbia versus la humildad

Lc 18, 9-14

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.           PORQUE TODO EL QUE SE ELEVA SERÁ HUMILLADO, Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ELEVADO.

La finalidad de esta parábola, es enseñar el valor de la oración, pero con una condición esencial de la misma: la humildad. Es condición esencial, pues todo el que pide ha de reconocer lo que no tiene. Jesús, según Lucas, dijo esta parábola “a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás.” En la oración, pues, la actitud humilde es lo que hace a Dios aceptarla, mientras que la actitud soberbia del que pide con exigencia, más o menos camuflada, Dios no la escucha. Así termina la parábola con una sentencia, citada varias veces, pero que insertada aquí comenta el sentido del intento: “Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.”

Dos hombres suben al templo a orar. La escena presenta más bien una oración privada. Uno fariseo: soberbio, engreído por la práctica material de la Ley; despreciador de los demás, por considerarlos pecadores. El fariseo se consideraba siempre “el justo.” El publicano, al servicio de Roma y predispuesto a negocios ilícitos, era considerado como gente “pecadora,” odiada y despreciable.

“El fariseo, de pie,” La oración de pie era normal. No ora: relata sus necedades, porque sólo lo que refiere, aunque fuese verdad, no evitaba el orgullo. Además alega obras de supererogación. Ayuna “dos veces” por semana. No había más obligación que el ayuno anual del día de Kippur, en el del mes de abril. Pero los fariseos ayunaban los días segundo y quinto de la semana. Pagaba, además, el diezmo de todo lo que vendía o adquiría.

"¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!" La oración del publicano, por su humildad, por reconocer lo que era ante Dios, pecador, sin levantar los ojos ni las manos al cielo, como era normal, y pedirle misericordia, era válida y adecuada. En cambio, la exhibición del fariseo, que alegaba ante Dios sus obras como si fuesen suyas, Infunde soberbia, vanidad y presunción en su complacencia, no le trajo la “justificación,” que es el único término que aquí se compara No le justifican sus obras solas. 

2.           LA SOBERBIA

La parábola que expone Jesús, nos presenta dos posiciones opuestas del hombre frente a Dios, una es simbolizada por el fariseo, “la soberbia”.

Hablamos de soberbia y nos referimos a una actitud de arrogancia, y los soberbios se auto califican en sus hechos de grandiosos, magníficos, o estupendos, y disfrutan placenteramente en la contemplación de sus cualidades propias, con menosprecio a los demás.

El soberbio es orgulloso, se cree superior, por lo que trata de forma despectiva y desconsiderada a los demás, es decir es altanero, con actitud despreciativa hacia los demás en palabras, gestos y miradas. Además es vanidoso, aparenta lo que no es, todo lo que hace es una actuación para quedar bien, a costa de todo incluso de la verdad.

El soberbio no trepida y no tiene vergüenza para hacerse dueño de los meritos que no le corresponden, se apropia del éxito ajeno, y acomoda y adapta las cosas para sacar provecho de las iniciativas que no le pertenecen. Además pone todo su esfuerzo para vanagloriarse y presumir llamado la atención y arrogarse ventajas y beneficios, incluso derechos especiales que no goza todo el mundo.

El soberbio es aquel que desea imponer su propio juicio y gusto personal. Pero aún más, el quiere a toda costa que todos aprueben, acepten y apoyen sus opiniones, sus gusto e iniciativas, pero sin aceptar la de los demás. Además impone su orgullo, con cierta rebeldía, para que todo se haga como él quiere, y se molesta y muestra enojo si le contradicen.

El soberbio mira con malos ojos cualidades y éxitos de otros, entonces es envidioso y busca desanimar al que va bien, manifiesta su deseo de fracaso a otro que no es él. Pero además es egoísta, y busca ser el punto central, interesado solo por si mismo y sus bienes y cosas.

El soberbio es desconfiado, sospecha de todo, complica todo lo que puede, enreda las expresiones de los demás, es burlón e irónico, lastima y ridiculiza a otros. También su juicio es duro, terco, juzga despreciativamente al que puede e interpreta siempre mal los actos de las personas. Además vive cavilando, le da vuelta una y otra vez a las cosas y complicándola mucho mas de lo que es.

El soberbio es ambicioso, se empeña a toda costa en triunfar, pasa por encima de cualquiera que se oponga a su éxito, busca todas las formas para sentirse bien consigo mismo. Es poderoso y mejor que los demás. Es calculador y para tener beneficios, reflexiona con cuidado y atención si va a tener perjuicios. Todo lo hace por conveniencia.

3.           LA HUMILDAD

La otra posición opuesta, simbolizada por el publicano, es la de una profunda humildad.

La humildad, es una actitud derivada del conocimiento de las propias limitaciones y que lleva a obrar sin orgullo: La humildad permite reconocer los propios errores. Así es, como el publicano, que con esta actitud de profunda humildad, hace un reconocimiento sincero de sus faltas, el se mira interiormente a sí mismo y lo hace con verdad y honestidad, entonces se sabe pecador, y por lo mismo, se reconoce necesitado del perdón de Dios.

El sentimiento de humildad del publicano, lo hace abrirse a sí mismo, y busca apoyarse en la infinita misericordia de Dios, así es como dice: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!". La suplica es con ahínco.

Somos humildes, cuando no nos fijamos en los demás y no los juzgamos, sino que los hacemos a sí mismo.

Finalmente Jesús, pronuncia una sentencia sobre la actitud de soberbia del fariseo y la humilde del publicano. El fariseo, llenos de si, se vuelve vacío de Dios, el publicano, vacío de sí mismo y se ve envuelto por el amor y la misericordia de Dios. Es decir la oración humilde justifica, es decir, nos hace aceptables a Dios, y la soberbia nos cierra las puertas de su misericordia.

Mantengámonos humildes, Dios nos va a enriquecer con lo beneficios de su gracia y de su amor.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Respuesta  Mensaje 5 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:30

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

¿QUÉ ES EL HOMBRE SIN DIOS?

Conocer a Dios y conocerse a sí mismo o, mejor, conocerse a sí mismo en Dios: ése es el comienzo de la sabiduría y de la verdadera vida. Todos los santos lo han experimentado. De hecho, ¿qué es el hombre sin Dios? Un soberbio destinado a la oscura soledad, rodeado de presuntos rivales o de seres juzgados indignos; en resumidas cuentas, un desesperado pillado en el cepo de su egoísmo, de su pecado. ¿Qué es el hombre con Dios?

Sigue siendo un orgulloso, un pecador. Pero sabe que precisamente la experiencia del pecado puede convertirse en un lugar en el que Dios —el Misericordioso— revela su rostro.

Vemos, pues, lo importante que es dejar caer las caretas con las que pretendemos ocultarnos, sobre todo a nosotros mismos, la pobreza de nuestro ser, la mezquindad de nuestro corazón, la dureza de nuestros juicios. Uno sólo puede curarse si se reconoce enfermo, necesitado de salvación. Dios espera este momento, incluso hasta lo provoca sabiamente con su pedagogía inconfundible. Todos somos siempre un poco "fariseos", pero a todos nos brinda Dios poder hacer la experiencia del publicano de la parábola, lograr una auténtica humildad, la que reconoce que Dios es mayor que nuestro corazón y que siempre perdona.

ORACION (3)

 

Oh Dios, creador del cielo y la tierra, el universo entero es lugar de tu presencia, morada de tu santo nombre. En ti, bajo tu mirada, vivimos, nos movemos y existimos. Todas nuestras palabras y acciones son oración que sube a tu presencia. La verdad de nosotros mismos está patente a tus ojos. El temor nos asalta porque sabemos que nuestro corazón no es puro, que nuestra vida no es santa, y tratamos de ocultarnos y de despreciar a los demás para justificarnos a nosotros mismos; pensamos adornarnos con tantas obras que son pura apariencia. Tratamos, en vano, de buscar una seguridad.

No podemos acallar una voz que desde lo hondo de nosotros mismos nos grita: "¿Por qué actúas así? ¿Qué tratas de buscar con lo que haces?". Es tu voz, Señor, que silenciosamente va creando en nuestro interior ungran vacío: desde este abismo brota, desesperadamente, el único grito verdadero: "Ten piedad de rní, que soy un pecador". El orgullo me mata, humildemente te busco, Señor.


Respuesta  Mensaje 6 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:39

 

“Soy la Luz del Mundo”

Jn 9, 1-41

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

 

1.      JESÚS VIO A UN HOMBRE CIEGO DE NACIMIENTO

La escena se introduce escuetamente diciendo que: Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Sabido es que los enfermos pedían habitualmente limosna a la puerta del templo, podría ser aquí donde estaba este ciego, al que Cristo miró con misericordia al pasar al templo.

Los “discípulos” que le acompañaban, le preguntaron quién había pecado para que naciese ciego: si él o sus padres. Era una creencia popular, que enseñaban los mismos rabinos, que todo padecimiento físico o moral era castigo al pecado. Pero, tratándose de un ciego de nacimiento, ¿cómo pudo pecar antes de nacer? Probablemente esto era una creencia popular. Pero, ante esta errónea concepción popular, Cristo descubre un gran misterio. “Ni él ni sus padres han pecado”. Este problema del dolor, que ingresó en el mundo por el pecado de origen, tiene, sin culpa personal del sujeto, una finalidad profunda en el plan de Dios, y es así como expone Jesús: “nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios”, al revelarse estas intervenciones maravillosas — los milagros — , son “signos” de la obra de la salud y de la grandeza de Cristo, como relata en otro parte Juan; “porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. (Jn 5:36).

2.      SOY LA LUZ DEL MUNDO

Dice Jesús:”Debemos trabajar en las obras de Aquél que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo”.

En un paréntesis, expone Cristo, en una pequeña alegoría, sobre el tema y “símbolo” del milagro que va a realizar. Al modo que se trabaja en el día y se descansa en la noche en aquel medio ambiente, así Cristo ha de realizar estas “obras” en el día, que es la hora de su vida pública, de su “manifestación,” pues El, “mientras está en el mundo, es Luz del mundo.” Llegará la “noche,” la hora de su muerte, en que desaparecerá visiblemente El, la Luz, del mundo.

El “simbolismo” de este milagro queda aquí destacado y centrado: Cristo “iluminador.” Va a abrir los ojos a un ciego para que lo vean a El; .para iluminar su alma con su luz de vida.

3.      JESUS PREPARA EL MILAGRO

Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego. No sólo lo puso encima de los ojos del ciego, sino que los “ungió,” los frotó con ello. Fácilmente se reconstruye la escena de este ciego. Sus ojos estarían abiertos; descentradas sus pupilas y blancas, como se ven tantos ciegos en Jerusalén. Y Cristo tapó, cerró aquellos ojos con el barro. Es “ceguera sobre ceguera.” Y le dijo al mismo tiempo: Ahora “vete y lávate en la piscina de Siloé — que quiere decir Enviado — el ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.”

La saliva era considerada en la antigüedad como remedio curativo de la vista. Cristo había usado, simbólicamente, este remedio para curaciones instantáneas en otras ocasiones (Mt 7:33; 8:23). no obstante pretende curarlos con ello; pues, aplicado éste, no se produce la curación; ésta se realiza al lavarse en la piscina de Siloé. San Ireneo pensaba que Cristo con esto simbolizaba o evocaba el acto de la creación — el hombre formado de barro —, poniéndose así en el mismo plano del Creador. Cristo Luz quiere demostrar bien que es sólo su poder el que le comunicará la luz a los ojos, como realidad y símbolo a un tiempo de la luz que le va a comunicar, por la fe, al espíritu.

4.      DISCUSIÓN SOBRE LOS MILAGROS

El evangelista trae a continuación un doble relato de discusiones sobre el milagro. Con ello se tiende a autentificar y poner en claro la verdad del milagro. La primera discusión que se recoge es, como era lógico, la discusión popular. “Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: -¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna? Unos opinaban: Es el mismo”.

Como Cristo envió al ciego a curarse a Siloé, éste, al curar aquí, seguramente fue a los suyos. Un ciego rehecho cobra una fisonomía distinta. De ahí el que surjan las disputas en torno a él: algunos negaban que fuese el mismo. La sorpresa mayor era que ““Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento” Pero, sobre todo, gritaba él diciendo que era el mismo.

Y vinieron las preguntas obligadas sobre quién le había curado y de qué modo. De Cristo sólo supo decir su nombre, con el que acusa la fama que Cristo tenía y la noticia que de ella le había llegado; pero ignoraba dónde estuviese después de su cura. Lo mismo que le dijeron sobre la preparación curativa del barro.

5.      SE ATACA A CRISTO PORQUE HACÍA MILAGROS EN SÁBADO

Después de estas primeras reacciones de sorpresa en los “vecinos” y algunas gentes que le conocían, el milagro va a ser sometido a un proceso ante los “fariseos,” porque esto había sido hecho violando el reposo del “sábado.”

Ya Juan relató otra curación en sábado, en la piscina de Bethesda “Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. (Jn 5:8-9), lo mismo que las persecuciones que había contra El porque “hacía estas cosas en sábado” (Jn 5:16).

Al escoger de nuevo un sábado para esta curación prodigiosa, tenía Jesús una intención marcadísima: acometer de frente, en Jerusalén, la moral rabínica, pero autorizando el paso con un milagro. En realidad, lo que los judíos censuraban no era la curación en sábado, sino el que hubiese hecho lodo con saliva en el día del sábado. No en la Ley, sino en la moral rabínica se había terminantemente prohibido “amasar,” que es lo hace aquí al hacer barro con saliva, y poner una cataplasma, como era aquí el poner este lodo sobre los ojos del ciego.

De aquí la gente decide llevar al ciego curado ante los fariseos, ya que esta curación se presentaba con un carácter prodigioso y religioso, y ellos eran los competentes en las cosas religiosas. Estos fariseos son o están en íntimo contacto con el Sanedrín.

6.      LOS FARISEOS LE PREGUNTAN CÓMO RECOBRÓ LA VISTA.

El ciego repite el relato. Pero el evangelista destaca en su respuesta uno de los elementos que los rabinos prohibían en sábado: “me puso sobre los ojos, me lave y veo”. Ante este relato nace una escándalo y se ataca a Cristo porque hacía milagros en sábado: “Algunos de los fariseos decían”:” Ese hombre no viene de Dios”, pues violaba las leyes que ellos dieron sobre el sábado. En cambio, otros, sin duda fariseos, ya que se llevó el caso del ciego ante ellos, admitían que fuese enviado de Dios, pues “Como un pecador hacer semejantes signos? Argumento que luego va a utilizar contra la obstinación de ellos el ciego de nacimiento. Cabe destacar que ya el Evangelista Juan dice en sus relatos que hay en Jerusalén fariseos que creían en Cristo a causa de los milagros que hacía, como el caso de Nicodemo (Jn 3:1.2), aunque la fe de ellos no era muy firme: “Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos” (Jn 2:23-25).

7.      EL CIEGO CONFIESA “ES UN PROFETA,”

“Y se produjo una división entre ellos”. Divididos entre sí y discutiendo, un grupo de ellos, sin duda el primer grupo fariseo opuesto, le preguntan al ciego: “Y tu ¿que dices del que te abrió los ojos?”. Naturalmente, la pregunta es capciosa, pues ellos no van a creer en Cristo por lo que diga el ciego, cuando ellos niegan la obra de Cristo ante la evidencia. El ciego confiesa “Es un profeta,” es decir, un hombre santo, un enviado de Dios y dotado de poder y sabiduría sobrenaturales. Es la confesión que de El hizo la Samaritana, y la que hacía muchas veces el pueblo ante su obra prodigiosa, como cuando la Samaritana le dice a Jesús: “Señor, veo que eres un profeta”. (Jn 4:19). Los fariseos sólo buscaban en su respuesta un motivo de poder desvirtuar los hechos y negar que Cristo lo hubiese curado.

8.      SUS PADRES TEMÍAN A LOS JUDÍOS

Los fariseos, que aquí Juan los llama así sin más, como en otras ocasiones “los judíos,” no querían creer en el milagro, para lo cual negaron que aquel hombre fuese ciego de nacimiento. Y para ello llamaron a sus padres. Contaban, seguramente, que la intimidación de éstos les prestase base para negar el milagro de Cristo. Y les preguntan si aquel hombre es su hijo, que nació ciego; y entonces, cómo ve ahora. La respuesta de los padres fue con habilidad. “Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta”. Es decir ya tiene una edad que le permite hablar y contar lo que le sucedió.

El evangelista destaca esta evasión de los padres: “dijeron esto por temor a los judíos”. Habían acordado  los judíos que, si alguno le confesaba Mesías, fuera expulsado de la sinagoga, así lo comenta en otro relato el mismo Juan: “Entre los magistrados, muchos creyeron en él; pero, por los fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga”, (Jn 12:42). La “excomunión” de la sinagoga era la excomunión de la comunidad judía y  los padres temen esta “excomunión” si lo proclaman Mesías.

9.      ¿POR QUÉ QUIEREN OÍRLO DE NUEVO? ¿TAMBIÉN USTEDES QUIEREN HACERSE DISCÍPULOS SUYOS?

Los fariseos, determinados a no admitir la grandeza de Cristo, de nuevo interrogan al ciego, esperando lograr en su nuevo relato alguna contradicción o algo que les permita desvirtuar aquella curación. El nuevo interrogatorio del ciego comienza por una frase que, en esta situación, era coactiva en sentido peyorativo: “Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.”      La expresión “Da gloria a Dios” es una fórmula de adjuración conocida ya en el Antiguo Testamento, con la cual también se forzaba a hablar a una persona obstinada en no hablar, pero el ciego da una respuesta, “dando gloria a Dios,” irrebatible y llena de ironía: “Yo no sé si es un pecador –respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo”, es decir no sabe si es pecador, pero sí sabe que, siendo ciego de nacimiento, gracias a Cristo ahora ve. La ironía es profunda. Si ellos saben eso, El sabe lo contrario, probado con un milagro.

A la insistencia capciosa de los fariseos en que repita el milagro, el les responde ya cansado de tanta maniobra, con una ironía que los hiere en lo mas vivo: “Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos? El insulto aparece claro al mandarles a los fariseos que se hagan discípulos de Cristo. Ellos lo injuriaron y le dijeron: “¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de dónde es éste” Ellos, como maestros de la Ley, saben que Dios habló a Moisés en el Sinaí y le dio la Ley. Pero no saben “de dónde viene éste.” Y, según ellos, al no atenerse a la Ley y a su interpretación, de no observar, según su interpretación, el sábado, no puede venir ni de Moisés ni, en consecuencia, de Dios.

10.    SABEMOS QUE DIOS NO ESCUCHA A LOS PECADORES

Pero el ciego replica con un argumento irrebatible, basado en un principio admitido por los fariseos y enseñado frecuentemente en las antiguas escrituras,  “Dios ayuda al justo, pero al pecador, mientras no se arrepienta, no le da el obrar milagros”. Estaba ello basado en el principio de la “retribución.” Si Cristo realizó esta curación — y nadie mejor que el ciego es testigo —, la conclusión que se sigue es incontrovertible: Cristo no es pecador, es santo. Y lo recalca subrayando el tipo de milagro hecho: “Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento”. Tan raro era esto, si alguna vez se dio en la antigüedad, que el ciego lo utiliza como argumento incuestionable.

Todo el curso de la narración, y especialmente el destacar ahora, en forma tan enfática, que el ciego fue curado de una enfermedad de nacimiento, lo que nadie había hecho, hace pensar que al relatar esto, san Juan está apuntando aquí, al valor simbólico del mismo: el bautismo cristiano. En la antigüedad cristiana se llamaba al sacramento del bautismo la “iluminación.”  Como ya lo había dichos antes Jesús de la necesidad de “nacer por el agua y el Espíritu,” que es la doctrina de la necesidad del bautismo; Cristo, en este capítulo, se presenta explícitamente como “iluminador” del cuerpo, para que aquellos ojos ciegos lo vean a El y luego se crea en El y envía al hombre a lavarse a la piscina de Siloé, “que quiere decir Enviado”; es decir, que el ciego se va a lavar en Cristo. Y lavarse con agua en Cristo evoca el bautismo cristiano. Así lo comentaba San Agustín: “Lavó los ojos en aquella piscina que quiere decir Enviado, es decir, fue bautizado en Cristo”.

11.    ¿CREES EN EL HIJO DEL HOMBRE?

A todo este razonamiento, los fariseos responden con dos venganzas. “Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones? Y lo echaron. La noticia de la “expulsión,” seguramente “excomunión,” que los fariseos hicieron del ciego, llegó a oídos de Cristo. Y “encontrándole,” aunque se diría que fue un encuentro buscado por El y providencial, como Juan destaca frecuentemente en el evangelio, en especial cuando Jesús encuentra a sus discípulos (Jn 1:42.45; 5.14), y entonces Jesús le preguntó: ¿Crees en el Hijo del hombre? Él respondió: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo: Tú lo has visto: es el que te está hablando,  Entonces él exclamó: “Creo, Señor”, y se postró ante él.

El término de este relato evangélico concluye destacando el sentido simbólico del milagro, presentando, una vez más, a Cristo “iluminador.” “Jesús dijo: He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven”

Y el tema de la “iluminación” de Cristo se presenta como en una razón: ha venido al mundo para que haya, ante El, un juicio, una discriminación: para que los que no ven, “vean,” y los que “ven,” no vean. Los sabios, los que dicen “ver” la verdad religiosa, los que se consideraban rectores espirituales e intérpretes infalibles de la Ley, se “ciegan” para no ver la Luz, a Cristo-Mesías; investigan las Escrituras, que hablan de El:” Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. (Jn 5:39), y no logran el sentido de las mismas; en cambio, los “ciegos” a la sabiduría orgullosa encuentran la “iluminación” de la sabiduría en Cristo-Luz. Cristo Jesús, La Luz del Mundo”

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Respuesta  Mensaje 7 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:39

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

HOY BRILLA UNA LUZ PARTICULAR

En el camino de la cuaresma hoy brilla una luz particular que nos invita a encontrarnos con mayor profundidad con el Señor Jesús. El ciego ha seguido un proceso desde las tinieblas a la luz de la fe en Jesús, que le habla, que está delante de él. Creer que alguien le ha dado la vista no es tan difícil. Encontrarse en una situación determinada de un hecho y reconocerlo es ya tener cierta fe. Pero encontrarse de tú a tú con el que ha cambiado nuestra situación, con el que nos ha sacado de la noche de la ceguera y nos ha hecho pasar a la claridad de su día es la fe madura a la que debemos llegar. Debemos ir más allá del creer ser cristianos, para manifestar con toda nuestra vida este encuentro que nos vincula indisolublemente al Señor Jesús como su fuente. Jesús no nos pide creer en una doctrina abstracta, sino que quiere una adhesión plena e incondicional a su persona. Nos pregunta: "¿Quieres encontrarte conmigo para vivir para mí?".

ORACION (3)

 

Aquí estamos, Señor Jesús, luz radiante de la gloria del Padre, a tus pies, como ciegos ignorantes de su enfermedad. Míranos, hijo de David, como miraste a tus discípulos cargados de sueño, en la luz del Tabor. Despiértanos, Señor Jesús, verdadero sol sin ocaso; ilumínanos y quedaremos radiantes. Cúranos, Señor Jesús, con el leve rozar del dedo de Dios y con la Palabra que abre los ojos y corazones a la luz. Envíanos, Señor Jesús, a la perenne piscina del bautismo de vida nueva. Danos a tu Madre, Señor Jesús, cántaro de oro para sacar agua viva de la fuente perenne de tu corazón traspasado por nosotros en la cruz. Guárdanos, amoroso Jesús, en la prueba de la fe por la que todos pasamos, como la pasaste tú, Señor. Manifiéstate, Señor Jesús, luz gozosa del día eterno, poniendo sobre nuestros labios el grito del ciego curado: "¡Creo, Señor!".


Respuesta  Mensaje 8 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:40

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

"Vuelve a tu casa, tu hijo vive"

Jn 4, 43-54

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

Jesús partió hacia Galilea, cuando llegó, los galileos lo recibieron bien. Había en Galilea un funcionario real, un cortesano o empleado de palacio, que residía en Cafarnaún, se dice que posiblemente era un administrativo o militar, adscrito a la corte de Herodes Antipas. Este cortesano tenía un hijo, un muchacho, aún muy joven, acaso hijo único, que tenía una enfermedad caracterizada por una fiebre, y su estado era tan grave, que estaba en peligro de muerte.

Al oír este cortesano, el rumor de la llegada de Jesús a Cana, salió a su encuentro, sin duda en Cana. Si este funcionario residía en Cafarnaúm, habría hecho un viaje de seis a siete horas, unos 33 kilómetros, para venir a Cana. Encontrándose con Jesús, le rogaba insistentemente que bajase a su casa, "Señor, baja antes que mi hijo se muera", pues de Cana a Cafarnaúm hay un descenso de unos 800 metros, y curase a su hijo, que estaba para morir.

Talvez este funcionario tenía recientes las noticias de los milagros que Jesús había hecho en Jerusalén en las últimas fiestas. La respuesta que va a dar Jesús no deja de extrañar: "Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen". Pero la extrañeza de esta respuesta está en que se le diga a este funcionario lo que era ambiente judío común: fe que se garantiza con milagros, cuando precisamente, si él pide milagros, es que cree en el poder de hacerlos que tiene Jesús.

Esta reflexión de Jesús, no esta dirigida directa y exclusivamente a este funcionario real, como se ve, por razón de la fe que tiene y la censura que se hace, y por la forma plural en que está relatada, pues Jesús dice “Ustedes no creen” Tiene entonces una perspectiva mucho mayor, en efecto con ocasión de la petición de este funcionario, Jesús hace esta reflexión, dirigida al judaísmo contemporáneo.

Lo que Jesús censura, algo que utiliza en otras ocasiones, son las ansias de los milagros propias de los galileos y su débil fe, la cual recusa, es decir no quiere admitir, aceptar o recibir el Evangelio si no ve de continuo nuevos signos. Jesús quiere que se atienda también a Él, a sus palabras, puesto que habla el Verbo de Dios; que se atienda a Él, a su enseñanza, porque la dice Él. Pues “¿quién puede argüirme de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no me creéis?” (Jn 8:46).

Pero, aunque Jesús hace esta reflexión de crítica al judaísmo contemporáneo, no se excluye de esta oportunidad el que intente también, como en otra situación análoga, el excitar más aún en él su confianza y su fe: “probarle” (Jn 6:6).

Y así probado, la confianza surgió más vigorosa, aunque dentro del concepto imperfecto que tenía de Jesús, “Señor, baja antes que mi hijo muera.” Creía que Jesús era un gran profeta, pero no sabía el pleno alcance de su poder milagroso; porque no necesitaba “bajar” para curar a su hijo, ni tenía por qué temer a la urgencia dé la muerte, ya que podía resucitarle.

A esta buena disposición fue a la que atendió Jesús para decirle: "Vuelve a tu casa, tu hijo vive" Y aquel funcionario creyó en la palabra de Jesús, con lo que el milagro se hizo al punto, al tiempo que se elevaba su fe: creyó en aquella curación a distancia, cosa que poco antes no sabía, pues le rogaba que “bajase” a Cafarnaúm a curar a su hijo. Y Jesús apareció ante él con dos milagros: el de una curación y el de una revelación al anunciarle la curación.

Y, con la certeza de la curación de su hijo, partió en seguida a Cafarnaúm. Y cuando él bajaba, le encontraron sus siervos, que le traen el anuncio de la curación de su hijo. Sus siervos le traen la noticia de que su hijo “vive”; no sólo no había llegado la desesperada muerte, sino que había curado instantáneamente. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. "Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre" Y supo también que esta curación se había realizado “ayer” y a la “hora séptima.” La “hora séptima,” en el cómputo de Jn, es una hora después del mediodía (Jn 1:4; 4:5; 1:39). Por tanto, como al ponerse el sol comienza el día judío, por poco que haya retardado la partida, sobre todo por evitar las fuertes horas de calor, cuando se encontró con sus siervos, ya después de la puesta del sol, éstos tuvieron que decirle que la curación de su hijo fue “ayer,” puesto que fue a la “hora séptima,” que es la una de la tarde. Como ya dije de Cana a Cafarnaúm hay 33 kilómetros.

La reacción ante este milagro vivificador fue que “creyó él y toda su familia.” El y su casa creían en Jesús como alguien que posee una cualidad en grado extraordinario y que hace milagros. Por eso, esta fe que aquí se consigna no debe ser el confirmarse más en Jesús el que hace prodigios, sino en Jesús Enviado (Mesías). Es lo que parece más lógico, máxime dentro de la unión de temas mesiánicos — Jesús vivificador de cuerpos y almas.

El buen Jesús, vio y sintió que el corazón del funcionario real, talvez con cuota de poder, no estaba libre de las costumbres adquiridas de su poder, esas que se llevan siempre en toda actitud de quien ostenta algún mando, por eso, antes de conceder su gracia y su prodigio, quiere purificar el corazón de este cortesano. Así es, como él le hace un llamado de atención. Jesús, honesto al extremo, sincero con todos, no hace ningún privilegio, si debe reprender a alguien con poder lo hace del mismo modo que a cualquiera, pero lo hace para sanarlo.

Jesús, impacta en el corazón de cualquier hombre, por eso este cortesano acepto el llamado de atención del Señor y creyó en su palabra. Jesús infunde tranquilidad en el corazón, entrega paz, sana los corazones, atrapa y penetra el corazón, su palabra es de amor, empapada de bondad. Sin embargo, para que nos llegue la salvación, tenemos que decir SI, aceptarla, creer en ella, porque Jesús mismo, es Palabra de Dios, si la aceptamos, nos adherimos a El.

Podemos decir que la fe del funcionario fue imperfecta, porque el pensaba que era necesario la presencia directa de Jesús para hacer sus milagros, pero rescatamos que no tuvo orgullo ni desconfianza para ir donde Jesús y fue humilde. “le suplicó que bajara a sanar a su hijo moribundo” La humildad, es un espontáneo olvido de uno mismo. Para acercarse más a la humildad, debemos acercarnos cada vez más a Dios y sabernos sentir hijos de Dios. Limpiando de orgullo nuestro corazón, encontraremos a Jesús con más facilidad y podremos aceptar su Palabra sin reservas.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Respuesta  Mensaje 9 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:40

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

JESÚS ES LA PALABRA VIVA DE DIOS

Creer la Palabra es como abrir ante nosotros una puerta que nos introduce en una realidad nueva. Permanecer en la Palabra, guardándola en el corazón, significa participar en la obra divina de la recreación, santificación y transfiguración del cosmos.

Jesús es la Palabra viva de Dios: sólo él puede dirigirnos esta Palabra eficaz. Y lo hace de modo sereno, común, pidiendo una fe desnuda, total. Asentir y caminar fiándose de él puede ser cuestión de vida o muerte: lo fue para aquel padre cansado que nos narra el Evangelio, que en respuesta a su ruego no recibió de Jesús un prodigio, sino una palabra de vida, y se fió con total abandono. Nada había cambiado en su existencia, pero en su corazón anidó la esperanza. En la noche del sufrimiento y de la prueba, la Palabra es lámpara para nuestros pasos. La Palabra se convierte también en oración repetida sin cesar hasta que encuentre la confirmación luminosa y potente: el Señor ha escuchado, el Señor ha hecho maravillas de gracia. Cristo Jesús es el Señor de la vida ahora y por toda la eternidad.

La fe se convierte en canto de gozo que se difunde hasta formar un coro de alabanza: "Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias; contempladlo y quedaréis radiantes" (Sal 33,4-6).

 

ORACION (3)

 

Jesús, hijo de Dios, tú que eres la plena expresión del Padre, su Palabra viva, ayúdame a encontrarte cada vez que leo y escucho el Evangelio. Enséñame a guardar en el corazón tus santas palabras, a fiarme de ellas con una fe sencilla, a buscar en ellas una respuesta en el momento de la prueba. No quieres proponerme prodigios extraordinarios, sino una fe, un abandono total. Este es el prodigio que pides al hombre: la fe. Con fe podrás ejecutar en nosotros esos "signos" de vida que te suplicamos. No sólo ni siempre en el tiempo presente, pero sí en la eternidad: tu palabra es vida inmortal, es semilla que, acogida en la tierra del corazón, germina, florece y da fruto en el Reino de los Cielos.

SANTORAL (4)

 

SAN BENITO DE PALERMO 1526-1589

Siciliano de nacimiento y negro de piel, hijo de unos esclavos africanos - tal vez nubios --que trabajaban en una propiedad cercana a Messina, el amos de sus padres le concedió la libertad al nacer y se sabe que de niño fue pastor.

Su amo le dio la libertad y a los veintitantos años se unió a un grupo de eremitas franciscanos, convirtiéndose a partir de entonces en un fidelísimo seguidor del ejemplo del santo de Asís. Después de que este grupo se dispersara hacia 1564, Benito fue aceptado como hermano lego en el convento de  santa María de Palermo, y como no sabia leer ni escribir se le confiaron las tareas de la cocina.

Un cocinero singular por su admirable piedad, por su humildad y por las curaciones milagrosas que prodigaba. A todo esto, ¿qué platos saldrían de sus manos, qué guisos angélicos prepararía ese fraile cito de color de carbón?.

Su singularidad se puso de manifiesto en 1578 cuando a pesar de ser sólo lego y analfabeto encima, se le eligió superior. Costó mucho convencerle de que aceptara, y luego tal vez más de un fraile se arrepintió de haberle convencido, porque impuso la interpretación más estricta y austera de la regla franciscana.

Más tarde fue maestro de novicios y, al parecer, otra vez cocinero, que era lo que él prefería, un santo literalmente entre pucheros, asediado por multitudes de enfermos que invadían la cocina conventual pidiéndole que les sanara con su infalible oración y su gesto taumatúrgico entre el vaho de las cacerolas.

Con  renombre taumatúrgico, que llegaría pronto hasta los hombres de color, lo mismo en África que en América. Esta muy extendida su devoción en Venezuela, y en Galicia se venera en la Parroquia de Santiago de Redondela.

 


Respuesta  Mensaje 10 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:47

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

 “Levántate, toma tu camilla y camina”.

Jn 5, 1-3a.5-18

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

1.    YACÍA UNA MULTITUD DE ENFERMOS, CIEGOS, LISIADOS Y PARALÍTICOS

Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Jesús “subió” a Jerusalén dado que está a unos 750-800 metros de altura, de cualquier parte que se vaya hay que “subir.” Además, este término se vino a hacer usual para indicar los viajes a la Ciudad Santa en las tres grandes fiestas de peregrinación preceptuadas en la Ley.  Se trataría, en esta lectura, de una “fiesta” de las tres principales que se celebraban en Jerusalén: Pascua, Pentecostés o Tabernáculos, y a las que todo varón israelita debía presentarse en el templo (Ex 23:14-17; 34:23ss; Dt 16:16). En todo caso no se precisa cual,  porque dice “una fiesta de los judíos”.

San Juan, describe un baño público o piscina llamada en hebreo “Betsata”, que estaba situada “junto a la (puerta) Probática,” y cuya piscina “tenía cinco pórticos,” es decir, lugar cubierto, cuya techumbre está sostenida por columnas, dejando el resto descubierto. En estos pórticos yacía habitualmente una “multitud” de enfermos, dice el Evangelio; “Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos” Esta multitud de enfermos no iba allí como a un lugar de cita o entretenimiento: los llevaba una esperanza de curación. “Esperaban el movimiento del agua.”  Pensemos que eran aguas termales, que se agitaban porque el chorro produjese ebullición y movimiento del agua, y al ingreso a ella, tuviese propiedades curativas.

Nos imaginamos la escena de aquella piscina pública llena de enfermos. Era una verdadera “multitud” de ellos la que estaba allí expectante ante el movimiento de aquellas aguas. Había entre ellos un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años. No dice el texto que estuviese allí los treinta y ocho años, aunque será lo más probable suponer que llevase allí, en las horas permitidas, ya mucho tiempo. La esperanza de su curación había de llevarle casi instintivamente allí, como a tantos otros.

2.    JESÚS,  DESCUBRE ENTRE LA MULTITUD A UN ENFERMO

No dice el evangelista la enfermedad que padeciese. Sólo dice que estaba allí en una camilla. Parece, pues, que se trataba de una forma más o menos acentuada de parálisis, pues no podía valerse totalmente, sino con gran dificultad, acaso arrastrándose. Jesús le ve, le mira en su camilla, y Al verlo tendido, y supo  que hacía mucho tiempo que estaba así enfermo. Esto pudo saberlo Jesús por una información directa del enfermo. No obstante, la impresión del texto parece ser que se trata del conocimiento natural de Jesús de los hombres,  y es lo que parece sugerir cuando Jesús le encuentra, después de curado, en el templo y le dice que no vuelva a pecar para que no le suceda cosa peor.

Entonces Jesús,  descubre entre la multitud a un enfermo se para ante él, lo ve desamparado y necesitado de auxilio. Esto es algo natural en Jesús, se fija en los desamparados, en los más necesitados, en los imposibilitados y amorosamente los socorre. Conoce por su ciencia sobrenatural el origen de su enfermedad, la duración de la misma, porque la mirada de Jesús, penetra en lo más íntimo del corazón y lo descubre todo. Así, fija en él los ojos de su misericordia y le pregunta si quiere ser curado. Es una frase que iba cargada de sentido. Todo enfermo desea curar; su simple presencia en aquella piscina prodigiosa era una prueba de su deseo. Pero era esta pregunta un modo de despertar su fe y levantarle la esperanza. Mas el paralítico no piensa en una posibilidad de curación milagrosa por obra de su interlocutor. Entendió, por la pregunta que le hizo, si ponía los medios necesarios para obtener su curación en aquella piscina. Era su obsesión. Es lo que le responde el paralítico.

3.    LE HABÍA LLEGADO EL TURNO DE LOS PRODIGIOS DE DIOS

A este enfermo, así impedido para ensayar aquellos medios de hidroterapia, le había llegado el turno de los prodigios de Dios. Estaba estancado en su enfermedad para que en él se manifieste la gloria de Dios (Jn 9:3; 11:4). Por eso le dijo Jesús: "Levántate, toma tu camilla y camina". En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar.”

Esta curación va a traer un conflicto con los fariseos, porque, cuando Jesús hizo este milagro, “era día de sábado.” La enseñanza del Génesis sobre el séptimo día (Gen 2:2.3) fue la base de la prescripción del descanso de toda obra en el día del sábado. Pero luego los rabinos añadieron a esta legislación una serie tal de interpretaciones, prescripciones y prevenciones tan casuísticas, que resultaban ridículas e inhumanas, yendo así contra el mismo espíritu de la legislación.

Así, entre otras muchas cosas, se prohibía frotar las manos (Mt 12:2), saltar, encender la lámpara; se había limitado el número de pasos que se podían andar (“camino de sábado”).; hasta se debía dudar en visitar a los enfermos, y, llegándose al caso, hasta prohibir las curas que supusieran algún movimiento de miembros;  si se desencajaba un pie, no se lo podía articular por nadie; ni estaba permitido por su propio movimiento meterlos en agua; sólo se permitía lavarlos por fuera, con lavado ordinario  Y entre los trabajos claves prohibidos en sábado estaba expresamente citado el transportar un objeto de un lugar a otro.

4.    "EL QUE ME SANÓ ME DIJO: “TOMA TU CAMILLA Y CAMINA"

Por eso, cuando los “judíos,” que en San Juan son frecuentemente los enemigos de Jesús, y que aquí deben de ser los dirigentes, estrechos y mal intencionados  ven aquel enfermo curado, y posiblemente rodeado de gentes que presenciaron el milagro, o que él mismo lo proclamaba con gestos y gritos de alegría, le decían insistentemente y conminaban que no le era lícito llevar la “camilla” en que había estado echado tanto tiempo.

Pero la respuesta del paralítico curado fue contundente: "El que me sanó me dijo: “Toma tu camilla y camina" No era una salida para librarse de responsabilidades con los fariseos, disculpándose con la orden recibida; era el buen sentido el que le hacía concluir, con lógica, la licitud de aquella acción.

Jesús no sólo lo cura, sino que además le manda llevarse su camilla, esto era para que el milagro fuese patente y para salir por los fueros de la caridad, contra la seca e inhumana casuística de los rabinos. También una camilla para un pobre era un factor de sus bienes. Para la sutileza rabínica era lícito transportar en sábado un enfermo acostado en una camilla, pero no la camilla sola.

5.    HAS SIDO SANADO; NO VUELVAS A PECAR

Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: “Toma tu camilla y camina”? Pero el enfermo lo ignoraba, no conocía su fisonomía, porque estaba  habitualmente encerrado en los pórticos de la piscina Probática y  porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". El milagro causó fuerte conmoción. El paralítico curado debió de ir a los suyos, aunque algún celoso fariseo le hubiese impedido ir con su camilla a cuestas. Después pasó un tiempo indeterminado, que no debió de ser mucho. Y de una manera al parecer casual, pero que era providencial, Jesús encontró en el templo al paralítico curado, que había ido a la casa de Dios para agradecer el beneficio. El curado no conocía a Jesús; es éste quien le encuentra y se da a conocer.

El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: "Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo".

6.    JESÚS  ESTARÁ AHÍ CON NOSOTROS

Jesús,  garantiza la autoridad que tiene para obrar así y  expone cómo el Hijo tiene toda su actuación en íntima unión con el Padre. Pero para los judíos ésta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que, además, se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.

Jesús, nos ha demostrado que el quiere curarnos, pero no lo hace hasta que nosotros lo deseemos y se lo pidamos. ¿Cómo?, con la oración, porque el que reza y le cuenta sus necesidades, con confianza y honestidad, recibirá su ayuda. Es en ese minuto cuando  nos damos cuenta como el Señor se preocupa por nosotros. Muchos nos podrán abandonar y no nos prestaran auxilio, pero Jesús  estará ahí con nosotros, a nuestro lado, con toda su bondad.

El Señor les Bendiga

Respuesta  Mensaje 11 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:47

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

"¿QUIERES CURARTE?".

Sentado en los límites de la esperanza, sin poder comprometerse con la vida, desilusionado de los demás y con frecuencia también de la religión: así es el hombre de hoy, de siempre, al que Cristo viene a buscar allí donde se encuentra, paralizado por el sufrimiento, el pecado o por distintas circunstancias. Jesús sencillamente pregunta: "¿Quieres curarte?". Pregunta obvia, quizás, pero exige una respuesta personal que renueva interiormente y hace sentir la gran dignidad del hombre: su libertad y responsabilidad. Luego, sencillamente, dice: "Levántate: echa a andar... ". No por medio de ritos vacíos o por no sé qué agua milagrosa, sino por el poder de la Palabra de Dios que recrea, rompe las ataduras que aprisionan. No es nada la parálisis del cuerpo: hay ataduras mucho peores que atan el corazón al pecado. Por esta razón, Cristo ha dejado a la Iglesia la eficacia de su Palabra y la gracia que brota como un río de su costado abierto: agua viva del baño bautismal, que regenera y renueva al pecador; agua viva de las lágrimas del arrepentimiento, que suscita el Espíritu para absolver de todo vínculo de culpa al penitente; sangre derramada por aquel que fue perseguido a muerte por haber traído al mundo la salvación de Dios.

ORACION (3)

 

Ven, Señor Jesús a buscar a todo el que yace con el ánimo abatido, en la enfermedad de sus miembros, en la desesperación del pecado oculto. Ven a buscarme también a mí. Acércate a nosotros, oh Cristo, vuélvete a nosotros, uno por uno, para que en cada uno resuene la pregunta: "¿Quieres curarte?". Pídemelo también a mí. Ven a sumergirnos, Señor, en el profundo abismo de tu amor, que brota de tu corazón abierto como un río y corre, inagotable y potente, atravesando y renovando tiempos y espacios para desembocar en el Eterno. Ya me purificaste en la fuente bautismal: haz que viva fielmente en conformidad a los dones recibidos. Que pueda cada día cancelar las culpas cometidas con el agua de mis lágrimas: que me abran a la gracia del perdón nunca merecido, siempre humildemente implorado. Libre del pecado que me inmoviliza en una existencia carente de sentido, que pueda caminar anunciando que en ti todos pueden volver a encontrar la vida y sentirse hermanos.


Respuesta  Mensaje 12 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:48

REFLEXIÓN BÍBLICA

 

“Mi Padre trabaja siempre, y Yo también trabajo”

Jn 5, 17-30

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.      “PARA QUE TODOS HONREN AL HIJO COMO HONRAN AL PADRE”.

Este fragmento del evangelio, es un discurso de Jesús, es un cuadro maravilloso en el que El se muestra como Dios. “Para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. Así es, como en este Evangelio, Jesús, va a destacar importantes enseñanzas. Para valorar bien las expresiones de este discurso hay que tener en cuenta que San Juan no disocia en Jesús, en su evangelio, el hombre del Verbo; para él, Jesús es siempre el Verbo encarnado; y, además, entendiendo así el discurso de Jesús, en el que habla como Verbo encarnado, se logra una perfecta unidad y homogeneidad de interpretación en todo el Evangelio. San Juan nos dice que Jesús “respondió” a los fariseos, a la acusación que le hacían, no tanto de quebrantar el sábado cuanto de hacerse Dios.

2.      “BUSCABAN CON MÁS AHÍNCO MATARLE.”

“Para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. Este es el tema central, al que convergen los demás elementos que Jesús utiliza como argumentos que respaldad su tesis. En el contexto se ve que esta honra que exige como la del Padre, es el honor que se le debe como a Hijo de Dios encarnado, como a Dios que es. Por eso, de estos argumentos que hace ahora Jesús, y ya ha hecho en otras ocasiones, inquietaba a la mentalidad judía. “Por esto los judíos buscaban con más anhelo matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que decía que Dios es su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios”

En el monoteísmo cerrado del judaísmo no cabía una dualidad de personas en el seno de la divinidad. Al hacerse “igual” a Dios, es que se decía otro Dios. Esta confesión era para ellos blasfemia. Y por eso, conforme a la Ley, “buscaban con más ahínco matarle.”

3.      “MI PADRE TRABAJA SIEMPRE, Y YO TAMBIÉN TRABAJO”.

Jesús dijo a los judíos: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”. La respuesta de Jesús, contra la acusación que le hacían los judíos, que trabajaba en “sábado,” no porque fuese contra la Ley, sino contra su casuística, Jesús responde con un argumento que tenía que ser decisivo en aquel ambiente.

Como ya sabemos, el reposo sabático estaba establecido en la Ley tomando su imitación del esquema creador en el relato del Génesis, en el que Dios descansa el séptimo día (Gen 2.2.3). Pero este “descanso” creador de Dios era el asunto que preocupaba a la teología rabínica, la que no se salía de su materialismo literario, el que no les permitía ver muchas cosas con claridad. Porque una cosa es el relato de la creación y otro el sentido doctrinal. En efecto, Dios descansó el séptimo día de trabajar en las cosas del mundo, pero no cesó de ocuparse de los que no tienen piedad ni compasión, y los justos, pues a unos muestra el castigo y a otros el premio.

4.      LO QUE HACE EL PADRE, LO HACE IGUALMENTE EL HIJO.

La actividad, como principio de todas las cosas, por naturaleza siempre esta en acción, no inactiva. Jesús argumenta, para justificar su actividad, que no hace más que hacer lo que su Padre. Claro que podría decirse que una cosa es que Dios pueda obrar, y otra que el hombre no pueda obrar igual. Pero precisamente esta igualdad en que Jesús se pone en línea de la actividad con su Padre, es ponerse en el mismo espacio o ámbito de la divinidad. Es la conclusión que van a sacar los judíos, por lo que querrán matarle.

En efecto, Jesús no sólo dice que, porque el Padre trabaja, El toma un ejemplo de justificación moral para trabajar en sábado, sino que dice más. El “no hace nada por sí mismo,” sino que hace, precisamente, “lo que ve hacer al Padre,” hasta tal punto que lo que hace el Padre, “lo hace igualmente el Hijo.” Se trata de las obras del Verbo encarnado. No significa que Jesús copie o imite las obras que el Padre le da a hacer, sino que en este obrar suyo, así como el Padre tiene, como Dios que es, el derecho indiscutible de obrar como le plazca, igualmente el Hijo tiene este derecho de obrar. Con ello Jesús, al proclamar el mismo derecho del Padre, está proclamando la dignidad de su naturaleza, Hijo de Dios.

5.      PORQUE EL PADRE AMA AL HIJO Y LE MUESTRA TODO LO QUE HACE

El “amor” del Padre al Hijo encarnado es lo que le hace al Padre tener la iniciativa en “mostrarle todo lo que El (Padre) hace”. Por eso, no sólo le “muestra todo lo que hace,” sino que le “mostrará aún mayores obras que éstas” en el futuro de su vida mesiánica. El término de comparación que aquí se toma es el milagro de la curación de la piscina Probática, lo mismo que los otros milagros que había hecho. Mayores que éstos serán nuevos milagros que relatan los otros Evangelios y San Juan, tal la multiplicación de los panes y el caminar sobre el mar, la curación de un ciego de nacimiento y que van a terminar en la resurrección de Lázaro.

Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace y “mostrará” dice Jesús, no se refiere a un conocimiento aprendido por estudio, sino por que El por su ciencia sobrenatural, tiene un conocimiento perfecto de todo. Este “mostrar” se refiere a las obras que va a hacerle realizar, que el Padre va a realizar por medio de Jesús. “Para que ustedes queden maravillados”, es decir, obras externas las que el Padre le “mostrará a Jesús.”

6.      OBRA COMO OBRA EL PADRE.

El pensamiento es, pues, el siguiente: Jesús — él mismo — obra como obra el Padre. Pero, además, lo hace en plena dependencia de El, hasta tal punto que todas las obras maravillosas — milagrosas — que El realiza se las “muestra” el Padre al realizarlas el Padre por medio de El. El Padre tiene la iniciativa; pero los dos realizan la misma obra. Tienen unidad de acción en ella. Pronto argumentará en este discurso el milagro como garantía y testificación del Padre a su favor Con esa unidad de actividad con el Padre, ¿quien podrá argüirle que quebranta el sábado? Pero ¿quien podría dejar de deducir que “decía a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios?”

Una segunda enseñanza de Jesús con motivo de probar su unión con el Padre, es el poder que el Padre le comunicó de resucitar todo tipo de muertos: “Así como el Padre resucita a los muertos, y les da vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere”

7.      ASÍ COMO EL PADRE RESUCITA A LOS MUERTOS Y LES DA VIDA, DEL MISMO MODO EL HIJO DA VIDA AL QUE ÉL QUIERE.

El poder de resucitar es un poder que el Antiguo Testamento que es exclusivo de Dios. Lo mismo se proclama en los escritos rabínicos. Si algún profeta resucitaba muertos, era algo excepcional y carismático que Dios le concedía, y que él ejecutaba en nombre de Dios. Pero Jesús aquí reivindica para sí mismo este poder de vida y muerte, en igualdad con el Padre. No es ello otra cosa que proclamar Jesús, por este capítulo, su divinidad. Además, Jesús tiene autoridad de resucitar espíritus, entonces les dice: “Ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios”, y les agrega; “y los que la oigan, vivirán” Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al Hijo tener vida en sí mismo.”

Jesús da la razón de cómo puede causar esta resurrección espiritual en las almas: porque el Padre “le dio el tener vida en sí mismo.” Ante la muerte espiritual, Jesús les da la vida, que él tiene, y así resucitan. Pero además, Jesus dice; “No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.

8.      “LOS MUERTOS OIRÁN LA VOZ DEL HIJO DE DIOS; Y LOS QUE LA OIGAN, VIVIRÁN

Dice Jesús: “Los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán” Porque aquí su voz es su predicación, su enseñanza, el misterio de fe que trae del Padre. Y las palabras de Jesús “son espíritu y vida”. Por eso, los que las “oigan,” es decir, los que las abracen y crean, “vivirán”; los que, por estar muertos a El, resucitarán en el espíritu y por la fe al hacerse hijos de Dios.

Este poder de Jesús se extiende también a la resurrección de los cuerpos, ya que ahora se consideran los muertos que “están en las tumbas” Tal es el poder de Dios sobre toda vida, como lo presenta el Antiguo Testamento. Jesús, por este poder que tiene “como el Padre, que resucita los muertos”, proclama su divinidad, ya que esto es atributo de Dios.

Esta resurrección universal se refiere al juicio final. Jesús en la parusía resucitará a todos. Jesús enseña que su poder sobre la muerte corporal se extenderá a todos. Pero, al resucitarlos, va a actuar como juez. De ahí el destino que asigna a unos y a otros. Para unos será resurrección para la “vida” eterna; para los otros será una resurrección para “la condenación”.

9.      JESÚS SE PRESENTA COMO DIOS

Así, Jesús se presenta como Dios a un tiempo por su poder de “vivificar” los muertos y por su poder judicial sobre la humanidad.

El Padre... ha entregado al Hijo todo el poder de juzgar”. En esta enseñanza de Jesús se muestra su divinidad: el poder judicial que tiene sobre toda la humanidad. Al hablar Jesús de su poder de resucitar los cuerpos, expone por evocación la hora del juicio final de la humanidad. Producida por El la resurrección, la humanidad experimentará un juicio universal y solemne. Y en ese juicio. El es el juez.

Dice Jesús Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió”. Había dicho ya que; “Porque el Padre no juzga a nadie”. Y aún añade la razón de esto: “Él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo”. Esto es ya un índice más de que no se trata de la acción de la divinidad del Verbo, sino de este encarnado. Porque, si el Padre no “juzga,” tampoco juzgará el Verbo como tal, ya que su acción divina es idéntica. Jesús no sólo tiene el poder judicial, sino que es El, en cuanto Verbo encarnado, el que además lo ejerce.

10.  JESÚS, COMO DIOS-HOMBRE

Jesús, como Dios-Hombre, va a ejercer inmediatamente el juicio sobre la humanidad y pronunciar la sentencia irrevocable. Pero en toda esta obra judicial no es ajeno a la iniciativa del Padre, de la divinidad. Su plena unión con El se continúa en toda su obra mesiánica. El mismo dice: “Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo”. Por eso, en este juicio y sentencia, la humanidad de Jesús sigue la acción, el juicio y los designios del Padre, puesto que dice en este pasaje: “no es hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió”. Y de aquí el que proclame El también la infalibilidad de su juicio: “Y mi juicio es justo”

Este discurso de Jesús es un cuadro maravilloso en el que El se muestra como Dios. “Para que todos honren al Hijo como honran al Padre”. Siendo Jesús Dios, proclamándose tal por un procedimiento de equiparación al Padre, Jesús concluye, diciendo: “Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en Aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna”

Jesús, ha venido al mundo, para que tengamos vida, la vida de Dios en nosotros, la vida eterna que ya comienza en el tiempo con la vida de la gracia.

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Respuesta  Mensaje 13 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 03:49

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

VIVIR COMO HIJOS ES LA HERENCIA ETERNA

El Señor ha constituido a su Siervo como alianza para restaurar el país. El Padre ha enviado al Hijo y le ha dado el poder de resucitar de entre los muertos. Nadie está excluido de esta invitación a la vida, nadie podrá sentirse abandonado u olvidado por Dios, porque el único verdaderamente abandonado es el Hijo amado, a quien un Amor más grande entrega a la muerte en la cruz para librarnos de la muerte eterna. A los judíos que le acusan de violar el sábado y de no respetar el descanso del mismo Dios, él les revela la propia conformidad sustancial de Hijo que actúa en todo de acuerdo con lo que ve y escucha del Padre: por consiguiente, de él recibe la autoridad de juzgar. A cuantos escuchan con fe su Palabra y la guardan en el corazón, les da el poder de llegar a ser hijos de Dios; desde ahora pasan de la muerte a la vida eterna, y, en el último día, no encontrarán al juez, sino al Padre, que les espera desde siempre, porque en ellos reconoce el rostro de su Hijo amado, el Unigénito, convertido por nosotros en hermano primogénito.

Grande es la esperanza que se nos propone: nos concede nueva luz en la existencia cotidiana. Vivir como hijos es la herencia eterna y, a la vez, el tesoro secreto que nos sostiene cada día en la fatiga.

 

ORACION (3)

 

Señor Jesús, tú que siempre miras al Padre y cumples lo que le ves hacer, atrae nuestra mirada a ti: en tu luz veremos la luz, aprenderemos a vivir como hijos de Dios.

De él has recibido el poder de dar la vida y devolverla, nueva, al que la ha perdido, porque te has entregado a la muerte por todos. Aumenta nuestra fe; en ti está la fuente viva y de ti lograremos con gozo nuestra salvación.

Tú, juez de todo mortal, que escuchas siempre los juicios veraces de Dios, haz que nosotros escuchemos tu Palabra con corazón obediente; de ti aprenderemos que la mayor sabiduría es adherirse a la voluntad del Padre con humilde amor. En la fiesta sin fin de la divina ternura, que envuelve a todo hombre para convertirlo en hijo, gozaremos contigo, oh Hijo unigénito, porque no te has avergonzado de llamarnos "hermanos".

 


Respuesta  Mensaje 14 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 04:26

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

VIVIR COMO HIJOS ES LA HERENCIA ETERNA

El Señor ha constituido a su Siervo como alianza para restaurar el país. El Padre ha enviado al Hijo y le ha dado el poder de resucitar de entre los muertos. Nadie está excluido de esta invitación a la vida, nadie podrá sentirse abandonado u olvidado por Dios, porque el único verdaderamente abandonado es el Hijo amado, a quien un Amor más grande entrega a la muerte en la cruz para librarnos de la muerte eterna. A los judíos que le acusan de violar el sábado y de no respetar el descanso del mismo Dios, él les revela la propia conformidad sustancial de Hijo que actúa en todo de acuerdo con lo que ve y escucha del Padre: por consiguiente, de él recibe la autoridad de juzgar. A cuantos escuchan con fe su Palabra y la guardan en el corazón, les da el poder de llegar a ser hijos de Dios; desde ahora pasan de la muerte a la vida eterna, y, en el último día, no encontrarán al juez, sino al Padre, que les espera desde siempre, porque en ellos reconoce el rostro de su Hijo amado, el Unigénito, convertido por nosotros en hermano primogénito.

Grande es la esperanza que se nos propone: nos concede nueva luz en la existencia cotidiana. Vivir como hijos es la herencia eterna y, a la vez, el tesoro secreto que nos sostiene cada día en la fatiga.

 

ORACION (3)

 

Señor Jesús, tú que siempre miras al Padre y cumples lo que le ves hacer, atrae nuestra mirada a ti: en tu luz veremos la luz, aprenderemos a vivir como hijos de Dios.

De él has recibido el poder de dar la vida y devolverla, nueva, al que la ha perdido, porque te has entregado a la muerte por todos. Aumenta nuestra fe; en ti está la fuente viva y de ti lograremos con gozo nuestra salvación.

Tú, juez de todo mortal, que escuchas siempre los juicios veraces de Dios, haz que nosotros escuchemos tu Palabra con corazón obediente; de ti aprenderemos que la mayor sabiduría es adherirse a la voluntad del Padre con humilde amor. En la fiesta sin fin de la divina ternura, que envuelve a todo hombre para convertirlo en hijo, gozaremos contigo, oh Hijo unigénito, porque no te has avergonzado de llamarnos "hermanos".

 


Respuesta  Mensaje 15 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 04:27
He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben

Jn 5, 31-47

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

1.      JESÚS, NOS ARGUMENTA EL TESTIMONIO DEL PADRE SOBRE LA MISIÓN DEL HIJO.

Este discurso dogmático de Jesús, sobre sus poderes divinos, tiene una segunda parte, la demostración, por testificación del Padre, de que todo cuanto El enseña es verdad.

En este fragmento del Evangelio de san Juan, Jesús no hablara del Testimonio que diera primero Juan Bautista, luego el más importante de todos, El Padre que lo ha enviado, luego el de las Sagradas Escrituras, que hablan de Jesús y finalmente las obras que Jesús realiza, estas ultimas, son las que dan autentico testimonio de Jesús.

Jesús basa el fundamento de su argumentación en un principio que está en la Ley (Dt 19:15): la necesidad de testigos en un pleito. Situándose Jesús en él, les dice: “Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría”. En realidad no es que Jesús no admita como infalible su solo testimonio, como argumenta en otra ocasión (San Juan 8:14ss), precisamente contra la acusación judía de que El testificaba de sí (San Juan 8:13), pues sólo El sabe de dónde viene y adonde va, sino que aquí, para argumentarles en el terreno de su juridicidad humana, plantea su argumentación en el mismo terreno de sus exigencias. No apela aquí a su testimonio. “Pero hay otro (el Padre) que da testimonio de mí.

2.      EL TESTIMONIO DEL BAUTISTA, QUE JESÚS DIRÁ QUE ÉL NO NECESITA

San Juan, (el evangelista) recoge antes, como contraste, el testimonio del Bautista, que Jesús dirá que él no necesita, pero que para los judíos les habría sido suficiente para ir a Jesús. “No es que yo dependa del testimonio de un hombre” es decir, El no lo necesita, pues tiene conciencia clara de quién es; “si digo esto,” la evocación del testimonio del Bautista, “es para la salvación de ustedes”, ya que, recibiendo el testimonio del Bautista, vendrían a Jesús, le oirían convenientemente, y se salvarían.

Juan Bautista, era el “precursor.” Su misión era mostrar oficialmente el Mesías a Israel (San Juan 1:31.33.34). El prestigio que el Bautista tuvo entonces en Israel fue excepcional, así lo registran los evangelios. Ante la conmoción mesiánica creada en torno al Bautista, los judíos le enviaron una embajada oficiosa a preguntarle, estando él en Betania de Transjordania, si él era el Mesías. Y Juan dio testimonio a la verdad: él no era el Mesías, pero su misión era ser su “precursor” (San Juan 1:19-34). Ellos daban tal crédito al Bautista, que lo hubiesen reconocido por Mesías si él se proclamaba tal. Y, puesto que él señalaba a Jesús como Mesías, que lo recibiesen, ya que apelaban a “testimonios humanos.”

Pero aquella embajada al Bautista fue una frivolidad para Israel. “Juan era la lámpara que arde y resplandece” en la noche, a falta de sol. En la hora premesiánica buena era la lámpara, la misión del Bautista, como lo es la lucerna en la casa al anochecer.

Los calificativos con que se describe la misión del Bautista tienen una fuerte evocación bíblica: “que arde y resplandece.” Con estas dos expresiones se alude a su celo y a su palabra. Precisamente en el libro del Eclesiástico se describe semejantemente a Elías, “tipo” del Bautista (Lc 1:17; Mc 1:2ss): “Se levantó Elías, profeta, como fuego, y su palabra ardía como antorcha” (Eclo 48:1).

Israel se conmovió ante la palabra del Bautista. Vinieron multitudes de todas partes a oírle y bautizarse, dice Jesús: “ustedes han querido gozar un instante de su luz”. La metáfora piensan los autores que está tomada, sea de las costumbres de los niños de saltar alegremente en torno al fuego, sea de las danzas que el pueblo solía tener en las grandes solemnidades al resplandor de la luz de los grandes candelabros del templo. Pero aquella conmoción expectante en torno a El pronto se disipó. El influjo del Bautista en ellos fue por poco tiempo.

3.      “PERO EL TESTIMONIO QUE YO TENGO ES MAYOR QUE EL DE JUAN”

Pero Jesús, no necesita testimonio de un hombre de lo que El es y de su misión, El dice “Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan” son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo” Así es como, la testificación que da el Padre “con sus obras,” de forma más íntima, y el testimonio que de El da el Padre en la Escritura. Este es el primer testimonio objetivo argumentando en su favor: “son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo” Las “obras” que aquí dice son los milagros hechos por El. El milagro es obra de Dios, que aquí testifica la dignidad, misión y enseñanza de Jesús (San Juan 6:27; 32). Es el Padre quien testifica que su Hijo es Dios. Frecuentemente Jesús lo argumenta en los evangelios sinópticos como prueba apologética (Mt 9:2-8; 11:2-6.20-24; 12:28 par.). Así las “obras,” que son obra fundamental del Padre, de la divinidad, dan testimonio de su dignidad, misión y enseñanza.

Dice Jesús; “Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.” Este “testimonio” que el Padre le rinde es íntimo y personal que el Padre deja oír en el alma, y al cual aludirá San Juan el capítulo siguiente (San Juan 6:44-46), y que confirma con un pasaje de Isaías (Is 54:13). Este testimonio, pues, íntimo, misterioso, del Padre y en la conciencia, existe. Pues testificando el Padre de esa forma misteriosa, personal e íntima, a favor del Hijo, ellos debieron venir a El. Y no lo hicieron. 

4.      “USTEDES EXAMINAN LAS ESCRITURAS, PORQUE EN ELLAS PIENSAN ENCONTRAR VIDA ETERNA”

En el capítulo siguiente San Juan dirá: “Todo el que oye al Padre, viene a mí; no que alguno haya visto al Padre” (San Juan 6:45-46), salvo el Hijo (San Juan 1:18).

Por tanto, esta “audición” y esta “visión” han de tomarse en un sentido especial, el cual el mismo San Juan lo recoge en otros pasajes. Dice Jesús: “El que me ha visto a mí, ha visto a mi Padre” (San Juan 14:9.7.8; 8:19). “Y yo hablo al mundo lo que le oigo a El (Padre)” (San Juan 8:26.28.40.47).

Es así, según parece, como, de ese testimonio íntimo del Padre a favor del Hijo, va el pensamiento a acusarles de no haber ni “oído” ni “visto” al Padre, precisamente por no creer en el Hijo. Este es el testimonio viviente y ostensible de aquél. El testimonio del Padre en las Escrituras — Es el testimonio que, sobre todo para un judío, era definitivo: “Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar vida eterna”. En el primer caso, Jesús les mandaría no sólo practicar el cultivo de la Escritura, sino penetrarla profunda y auténticamente. En el segundo caso, partiendo del estudio que ellos hacen porque creen tener en ella la vida eterna, como enseñanza de camino y mérito, les hace ver que ella habla de El y que así El está incluido en esa “vida eterna” que ellos buscan. Indirectamente, con ello se encierra la sugerencia de una censura al método erróneo como la cultivaban. Pues, bien interpretada, lleva a El.

Que las Escrituras son fuente de vida eterna, es algo que brota de la finalidad de su enseñanza y que se dice en la misma Escritura. Pero lo eran como enseñanza, que había que comprobar rectamente y luego vivirla auténticamente.

5.      “Y SIN EMBARGO, USTEDES NO QUIEREN VENIR A MÍ PARA TENER VIDA”

Mas para que su estudio y comprensión los llevase a Jesús, que era comprender su verdadero sentido en el camino mesiánico y necesario para ir a Dios. Dice Jesús: “y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida”, Tenían ellos dos serios obstáculos en íntima conexión. Uno era un error de método. Consistía en un materialismo de la letra y de la tradición rabínica. Y así les resultaba que la Escritura, fuente de vida, se les convertía en esterilidad y muerte. “La letra mata” (2 Cor 3:6). Pero había otro obstáculo de tipo moral, en íntima conexión con éste. Era el refinado orgullo intelectual, la “gloria humana” que los doctores de la Ley buscaban en su interpretación. Frente a sus “tradiciones” — cadena de dichos de rabinos — se ponía el “espíritu” de la Ley y la doctrina de Jesús. Este rectificaba lo que era la “sabiduría” de ellos. En lugar de buscar la “gloria que procede del Unigénito”, que era buscar el triunfo de la verdad, y en la que se reflejaba la gloria de Dios, ellos buscaban la gloria que recibían “unos de otros”.

Y así, buscando el contenido de la Escritura, se daba la paradoja de que Moisés, a quien la tradición asignaba la paternidad de la Ley, personificada en él, iba a ser su acusador ante “mi Padre,” es decir, ante Dios (San Juan 8:54). Porque no bastaba estudiar así la Ley.

Para llegar a Jesús por ella, les hacía falta, aparte de otro método científico, “creer a Moisés,” es decir, que, si lo estudiasen imparcial y sinceramente, en el sentido en que la letra va llena de contenido, “Si creyeran en Moisés, también creerían en mí”, comprenderían aquellas profecías de la Ley relativas al Mesías-Jesús, “porque él ha escrito acerca de mí”.

6.      “HE VENIDO EN NOMBRE DE MI PADRE Y USTEDES NO ME RECIBEN”

Frente a este obstáculo de la soberbia de los rabinos para no ver a Jesús vaticinado en la Ley, Jesús le contrasta que El es más imparcial que ellos, aun colocándose en el solo plano humano, porque El “no recibe gloria de los hombres.” Su plan es obedecer al Padre, y por ello arrastra la impopularidad, los ataques y la muerte. Pero ellos no, porque “buscaban la gloria unos de otros,” por lo que obran con prejuicio y se adulan.

Y, por último, les hace ver además la inconsecuencia de su conducta. El se presenta como el Hijo de Dios y lo garantiza con milagros. “He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben”, como tal. En cambio, “pero si otro viene en su propio nombre, a ése sí lo van a recibir “

Estas palabras de Jesús no eran sólo una paradoja para indicar la ilógica conducta de ellos. Fue profecía. La historia judía bien pronto demostró la verdad de esta palabra de Jesús. Pero esa actitud judía contra Jesús era el pecado contra el Espíritu Santo (Mc 3:29 par.). Es cerrar los ojos a la evidencia para hacerse voluntariamente ciegos. Así lo dijo Jesús abiertamente con ocasión del ciego de nacimiento. “Al oír esto, algunos fariseos que estaban allí con él le dijeron: ¿Así que también nosotros somos ciegos? Jesús les contestó: Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ustedes dicen: "Vemos", y esa es la prueba de su pecado”. (San Juan 9:40.41).

Como vemos, muchos testimonios y calificados testigos, no lograron convencer a los judíos de la verdad de las afirmaciones de Jesús, esto es, porque no quisieron oír el testimonio de Dios, porque se cierran a la fe y se apoyan en su orgullo.

Dijo Jesús: “Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree en mí, aunque muera, vivirá. El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre” (San Juan 11; 25-26)

El Señor les Bendiga

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds


Respuesta  Mensaje 16 de 31 en el tema 
De: GAVIOTA LIBERTAD Enviado: 04/05/2011 04:27

PARA LA LECTIO DIVINA  (3)

 

LA EXISTENCIA DE UN DIOS QUE ES AMOR

Llevar una vida auténticamente religiosa significa ante todo sentirse dependiente de Dios, unidos a él con un vínculo indisoluble. Lo demás es secundario. De ahí brotan las actitudes espirituales y prácticas que caracterizan al creyente y le diferencian del no creyente. El creyente es el que, en una situación de prueba, no abandona a Dios como si fuese la causa de su mal, sino que se vuelve hacia él con una insistencia invencible, como hizo Moisés.

Además, el creyente adulto en la fe siente como prueba personal las pruebas de sus hermanos próximos o lejanos: en todos ve a su prójimo. Ora por todos y es un intercesor universal, dispuesto a cargar con las debilidades de los demás, a sufrir para que los otros puedan ser aliviados en su dolor, como hicieron Moisés y, sobre todo, Jesús, el inocente muerto como pecador por nosotros, injustos. En esta humilde, fiel y continua donación de sí está el verdadero testimonio. Frente a una vida entregada al servicio de los más débiles, frente a personas que no acusan, sino que suplican y perdonan, antes o después surgirá la pregunta: "¿Por qué actúa así?". La existencia de un Dios que es amor no se "demuestra" más que dejando transparentar que vive en los corazones de los que le acogen.

 

ORACION (3)

 

Señor, esplendor de la gloria del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos buscado la gloria humana vanamente: lo único que sacamos es hacernos más duros de corazón, sin saber dar un sentido a las cosas, a los acontecimientos. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que eres transparencia del rostro del Dios-humildad.

Jesús, testigo fiel y veraz del Padre, ten piedad de nosotros. Hemos rechazado las exigencias de tu Palabra y hemos preferido seguir los ídolos del mundo, viviendo una "espiritualidad de compromiso": ilusiones falaces que apagan el amor interior. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que nos permites oír la voz del Dios-verdad.

Cristo, Hijo obediente enviado por el Padre, ten piedad de nosotros. Hemos olvidado las Escrituras, que nos cuentan la pasión que sufriste por nosotros; hemos apartado la mirada de quien todavía vive la pasión en el cuerpo o en el corazón; intercede por nosotros, pecadores, tú, inocente Cordero de Dios. Queremos ir a ti para tener vida; a ti, que eres la presencia encarnada del Dios-misericordia.

 



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