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ALEJANDRA STAMATEAS: SOY MUY IMPULSIVA
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De: Alondra bat Yeshúa  (Mensaje original) Enviado: 21/11/2009 01:59

Soy muy impulsiva

Alejandra Stamateas

1 de Reyes 18: 41-45

Puedes leer este Mensaje de Exito online - click aqui

La impulsividad es la tendencia a actuar o reaccionar sin pensar demasiado.

Las mujeres impulsivas suelen confiar en la primera impresión y actúan de acuerdo a eso, sin cuestionarse nada. Por ejemplo:
"A mí me parece que es así y lo hago".

Muchas mujeres actúan impulsivamente por estrés, entonces les cuesta ordenar sus emociones, detenerse y decir: "¿Qué me está pasando?".

Hacer lo primero que pasa por la cabeza  a veces sale bien y otras muy mal.
Cuando sale mal nos echamos la culpa: "¿Por qué lo dije?", "¿Por qué hablé?", "¿Por qué compré?", "¿Por qué reaccioné así? Tendría que haberlo pensado".

La impulsividad está muy ligada a la bronca, a la rabia.

Frente al enojo o la ira podemos hacer dos cosas: mandarla para adentro o exteriorizarla.
Cuando una mujer está herida siempre va a herir a otros, pero no se da cuenta que se lastima así misma.

La bronca bien utilizada soltará un potencial liberador.

La ira es una emoción y no está mal expresarla pero el problema es cómo lo hacemos.
Las mujeres somos especiales en ocultar, por eso muchas veces las disimulamos.

¿Cómo disimulamos las broncas?

-Con las adicciones.
Por ejemplo,  si  es al alcohol: se emborracha, reacciona impulsivamente y

dice: "No es mi culpa, el alcohol no me permitió pensar y por eso actué así".

-Comiendo en exceso.
¿Alguna vez te pasó que tuviste bronca por algo y fuiste a la heladera y te comiste todo? Es una manera de ocultarlo.

-Hipocondría.
Siempre les duele algo: hoy la cabeza, mañana la espalda, pasado las piernas, al otro día un ojo, tienen algo en el oído o en la muela. Llama la atención todo el tiempo porque tiene bronca acumulada.

-Colitis.
Padece problemas digestivos porque oculta la bronca a través de ese malestar.

-Chantaje emocional.
Es la bronca dirigida hacia los otros: "Si me dejás, me mato", "Si te va mal en la escuela,  no sé que voy a hacer de mi vida".
Chantajean a los hijos, al marido, a los padres, a los amigos, dirigiendo su bronca hacia otro.

-Seducción o rechazo sexual.
También encubre rabia.

-Provocando la rabia de los demás.
Hacen que la otra persona manifieste la rabia por ellos. Por ejemplo, el hijo se quedó en materias pero como quiere que la  considere "la mamá buena", entonces le llena la cabeza a su marido diciendo: "Este vago no estudió, se llevó la materia. Para salir pide plata pero no es capaz de ponerse las pilas y estudiar, ¡va a repetir!"
El esposo lo reta y ella  sigue siendo la mamá buena y le dice: "Y... es tu padre, está enojadísimo, no sé como lo voy a convencer para que te deje salir".
Llena la cabeza de todos porque no quiere expresar su bronca.

-Con las compras y gastos compulsivos.

-Sintiéndose culpable por todo.
Es la bronca dirigida hacia sí misma.
 
-Actitud de sabelotodo.
Son los "espiritualoides" que dicen: "Dejame a mí que yo oro, vos de esto no sabes nada". Escondiendo broncas internas.

-Las  mártires
Son las mujeres súper buenas y responsables, que tienen todo ordenadito y a las que les sale todo bien.
Le preguntas: "¿Cómo es tu vida que podés hacer de todo y todo te sale bárbaro, nunca un desastre, una angustia, un problema?
Y responde: "No, porque soy la súper mujer.  ¡Mentira! Detrás hay bronca.

Soltar mi bronca puede ser muy bueno.

Esconder la bronca hace que perdamos su aspecto positivo.
En cada mujer que esconde bronca hay ternura y vulnerabilidad.

La mujer, en general, se puso un escudo para esconder su bronca; usa máscaras que tapan su ternura porque se siente vulnerable y no quiere que nadie más la lastime, pero tiene la bronca a flor de piel.

¿Cómo sacar lo mejor de la bronca?

Hay que transformarla en energía creativa y para eso deben pasar por dos momentos:

1- Dejarla salir (una bronca, una rabia, enojo, ira que está adentro tuyo)

2-Transformar su fuerza en energía creativa.

Estuve investigando cómo los bomberos apagan un fuego, y hacen un cerco de fuego alrededor del incendio para que se detenga; o sea, ponen límite al fuego.
Igualmente sucede con la bronca, al soltarla estás poniendo un límite que si no lo expresas se va acumulando y el incendio se hace cada vez más grande dentro tuyo, lastimándote o saliendo de la peor manera, destruyendo al primero que se cruza en el camino.

El príncipe rana es un cuento que ejemplifica esto muy bien.
Hace muchos años vivía una princesa a la que le gustaba jugar con su pelota favorita que era de oro.
Un día, en que la princesa había salido a pasear por un bosque cercano al palacio de su padre, decidió sentarse cerca de un pozo.
Mientras pensaba en sus cosas la doncella se entretenía tirando al aire su pelota de oro, pero en un momento la pelota se le escapó y fue directo al fondo del agua.
La princesa se puso a llorar y sus llantos llamaron la atención de una rana que andaba por allí: "Daría lo que fuera por recuperar mi pelota", decía.
La rana le preguntó: "¿Qué pasa princesa, por qué lamentáis así?"
-"Es que se me ha caído mi preciosa pelota en el fondo de este pozo, daría lo que fuera si consiguiera recuperarla".
-"Yo soy capaz de conseguir tu pelota -le dijo la rana- y para que veas, no te voy a pedir ni perlas, ni dinero, ni nada superficial, sólo te voy a pedir que me aceptes como compañero, que me dejes comer de tu plato y dormir contigo en tu cama; que me quieras, mimes y cuides. Si me lo prometes recuperaré tu pelota".
-Sí, sí rana, lo que quieras, lo que sea, lo único que quiero es mi pelota".
La rana se sumergió en el agua y al momento salió con la pelota de oro. La princesa se la quitó rápidamente de la boca y se fue contenta dando saltos a su casa.
La rana empezó a gritar: "Espera princesa,  ¿qué pasa con tu promesa?
Pero la princesa no escuchó y se fue lejos.
Al día siguiente sonó el timbre en la puerta del palacio y la princesa salió a abrir. Allí estaba la rana preguntando por la promesa que se le había hecho y la princesa se asustó, se indignó y cerró la puerta en las narices de la rana.
El rey, que vio a su hija inquieta, le preguntó el motivo de su tristeza, y la princesa le contó la historia de la pelota, de la rana y de la promesa. El ofendidísimo rey le contestó: -"Hija, ¿acaso es así como te he educado? ¿Has hecho una promesa, no? Pues entonces debes cumplirla".
Y el rey abrió la puerta del palacio y dijo: "Señor rana, por favor pase usted y perdone la impertinencia de mi hija. Pase, pase, no se quede en la puerta que es la hora de la cena".
Efectivamente, la mesa ya estaba puesta así que el rey y su hija tomaron asiento.
La princesa, ante la mirada apremiante de su padre, tuvo que aceptar que la rana se sentara a la mesa y comiera de su plato.
Acabaron de cenar y llegó la hora de ir a la cama, el rey se puso serio y le ordenó a su hija que cumpliera su promesa y subiera a sus aposentos a compartir la cama con el anfibio.
Al rey le preocupaba más el honor relacionado con la promesa, que el honor relacionado con la virtud de su hija.
La princesa tomó a la rana con los dedos y subió a regañadientes a su habitación por las órdenes que le había dado su señor padre.
Una vez en su habitación se metió en la cama pero, en vez de poner a la rana a su lado, la arrojó con toda la rabia que tenía acumulada contra la pared.
Por suerte la rana no se estampó contra la pared, ni dejó manchas rojas, ni se murió, sino que de repente se transformó en un apuesto príncipe.
Ahora sí, la princesa aceptó cumplir la promesa y compartió la cama con el príncipe, ex rana.

La rabia expresada por la princesa fue adecuada porque experimentó toda la fuerza que antes había cedido -primero a la rana y luego a su padre- diciendo a todo que sí.
Al encontrarse con la rana se sintió como una mujer desvalida porque había perdido algo, por eso dijo que "daría cualquier cosa para recuperarlo".
Era una mujer vulnerable que decía "sí" a cualquier cosa porque estaba indefensa sin lo que le pertenecía.
Y muchas mujeres cambiaron su independencia por promesas, dijeron  "sí" con tal de sentirse "seguras" y tener un "cierto bienestar".

La princesa llegó a su casa y en medio de sus cosas, habiendo recuperado lo que le pertenecía, volvió a sentirse segura y dijo: "No voy a hacer lo que los demás me dicen. No es tiempo de guardar más la bronca sino soltarla".

Soltar la bronca con sabiduría da resultado positivo.

La princesa comenzó a asumir la responsabilidad de sus sentimientos, dijo: "No quiero ir a dormir a la cama con una rana. No lo soportaré  aunque mi padre (o el que considero mi autoridad)  me lo haya dicho".
Al soltar la bronca la princesa redime a la rana.

Algunas creencias culturales hicieron entender que las mujeres son como la rana, mitos familiares que cerraron sus bocas y las estancaron.
Creencias culturales, familiares, emocionales que hacen obedecer un montón de cosas sin ganas y -al no atreverse a soltarlas porque los demás no lo permiten o uno mismo se lo prohíbe- quedan adentro, haciendo crecer cada vez más el fuego que lastima.

Soltá la bronca para que sea una energía creativa.

Cada vez que algo te da bronca, que mantenés una creencia que no soportas por una tradición cultural, familiar o religiosa, debes expresarla en palabras, darle forma, soltarla sabiamente y se transformará en algo positivo.

Tomá la ira, discerní qué te pasa, qué te están diciendo y si la bronca es tuya o te la impusieron.
(¿Tenés bronca por lo que le hicieron a tus padres? ¿A tu marido? ¿A tus hijos? ¿Te pertenece la bronca o no?)
Y una vez que sabes por qué, desmenuzala.

Si la bronca es propia, preguntate: "Estoy enojada por esto".
Comenzá a darle forma y reconocé: "Sé que esta bronca tiene que ser beneficiosa para mí o para alguien". 

La bronca que se mezcla con sabiduría de Dios es soltada, sale de adentro mío y se hace algo beneficioso fuera de mí.

El primer libro que escribí fue "Abuso Emocional" y es el producto de las broncas que me saqué de adentro, por personas que estuvieron a mi lado, que creí que eran buenas cristianas, pero que se presentaban con otro fin.
Con toda la bronca de sentirme manipulada, abusada, maltratada, que me habían mentido, engañado y que "por estúpida" caí en su trampa, entonces trabajé esa rabia y dije: "Si a mí me pasó, no quiero que le pase a nadie más".
Esa bronca, hoy  es un libro que está bendiciendo a miles de mujeres en todas las naciones del mundo.

Trabajá la bronca del daño que te hicieron, del dolor que tenés, y dale forma para soltarla al mundo como una bendición para aquellos que están necesitándola.

No permitas que la rabia te posea, que te termine matando, que la angustia te quite vida. Transformalo en algo que después te sientas orgullosa y veas la bendición en otras mujeres.

No dejes que la rabia te inutilice o  paralice.

Hay cosas que siempre te van a irritar y, hasta que no te eleves por encima de la rabia la seguirás sufriendo.

Si esa bronca pequeña, cotidiana, no te permite hacer algo grande, no vale la pena que estés perdiendo tiempo, que estés gastando tu vida pensando.
Hay broncas que te están amargando, envejeciendo, transformando la cara delante de los demás y, como mujer fuerte y valiente, no te guardes nunca más una bronca en la vida.

Nadie tiene derecho a hacerte envejecer, nada tiene poder sobre tu vida para sacarte las ganas de vivir.

Soltá tu bronca, mezclala con sabiduría, -pedile a Dios cómo hacerlo- y se transformará en bendición para que muchos beban de ese río  que nunca se secará y que corre para bendecir a muchos más.

Muchas mujeres tienen depresión por tener  broncas escondidas.

La depresión es el síntoma más claro, y cuando una mujer se desprende sabiamente de sus broncas sin lastimar a nadie, aparece su ternura y las relaciones interpersonales crecen, maduran y se hacen más lindas e íntimas.

Tal vez no puedas relacionarte con la gente porque tenés un porte duro, firme (parece que te vas a comer a alguien) y decís: "Al primero que se me cruce le voy a cantar las cuarenta."
Esa actitud no te sirvió de nada hasta ahora, no te trajo salud, buscá los sueños de Dios,
soltá esa manera de ser, mezclala con sabiduría y vendrá justicia a tu vida y todo lo que esperabas.

Génesis 21 dice:" el niño Isaac creció y fue destetado y ese mismo día Abraham hizo un gran banquete. Pero Sara se dio cuenta que el hijo que Agar, la egipcia, le había dado a Abraham,  burlaba de su hijo Isaac. Por eso le dijo a Abraham: "hecha de aquí a esa esclava y a su hijo. El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac". Este asunto angustió mucho a Abraham porque se trataba de su propio hijo, pero Dios le dijo:"no te angusties por el muchacho ni por la esclava, hazle caso a Sara porque tu descendencia se establecerá por tu hijo Isaac".

Sara supo cómo soltar su bronca, se dijo: "No me quedaré con esta bronca" y le dijo a su marido, "Echá a la esclava con el hijo porque hay una promesa de parte de Dios".
Ahí mezcló su bronca con sabiduría: "hay una promesa de Dios, de que toda la herencia será para el hijo que nazca de mi vientre".
Sara se atrevió a soltar la bronca con sabiduría y Dios la apoyó.
Le dijo: Abraham, sé que estás triste pero hacele caso a Sara, ella sabe lo que está diciendo.

Cuando sueltes tu bronca y la mezcles con sabiduría de Dios, te dirá:
 "Seguí adelante, apoyo lo que decís" Y contará a los demás que tenés razón y que tienen que hacer caso".
Dios apoya tu decisión.

Si este Mensaje de Exito te ayudó, envíame Tus comentarios a iglesia@presenciadedios.com

Pastora Alejandra Stamateas



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