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RECOLECIONES DE UN MISTICO: CAPITULO III...EL SACRAMENTO DE LA COMUNIÓN. (I)
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2010 19:42
 

Pan de vida...

hello.gif picture by vislumbrar

EL SACRAMENTO DE LA COMUNIÓN

Primera parte

Para alcanzar una completa comprensión del profundo y aventajado alcance y

significado de la forma en que el Sacramento de la Comunión fue instituído,

es necesario considerar la evolución de nuestro planeta y del hombre

compuesto, así como la química de los alimentos y su influencia sobre la

humanidad.

En gracia de la claridad recapitularemos brevemente las enseñanzas

Rosacruces relativas a los puntos a discurrir. Se pueden encontrar, tratadas

extensamente, en el "Concepto Rosacruz del Cosmos" y en otros trabajos

nuestros.

Los espíritus virginales, que componen ahora la raza humana, comenzaron su

peregrinación a través de la materia en los albores del tiempo y por el roce de

la existencia concreta, sus fuerzas latentes pueden ser transformadas en

energía motríz, como poder anímico utilizable. Tras velos sucesivos de

materia más densa cada día, fueron adquiridos por los espíritus en su

involución durante los períodos de Saturno, Solar y Lunar. Así fue separado

cada espíritu de los demás y la conciencia que no podía penetrar en la materia

a través de su muralla y comunicarse con los otros, se vio obligada a entrar de

nuevo en sí misma y al hacerlo así "se descubrió a sí mismo". Así adquirió la

propia conciencia.

Una posterior cristalización de los mencionados velos tuvo lugar en el período

de la Tierra durante las épocas Polar, Hiperbórea y Lemúrica. En la época

Atlántica la mente fue añadida como un punto focal entre el espíritu y el

cuerpo completando la constitución del hombre mixto o compuesto; quien,

entonces, fue equipado para conquistar el mundo y producir poder anímico por

medio del esfuerzo y de la experiencia, teniendo cada uno libre albedrío y

libertad, excepto en lo que le limitan las leyes de la naturaleza y sus propios

actos anteriores.

Durante esta evolución del hombre en formación, grandes Jerarquías creadoras

guiaron cada uno de sus pasos. Nada fue dejado al azar. Incluso el alimento

que comía fue escogido para él a fin de poder obtener el material necesario y

apropiado con el cual edificar los diferentes vehículos de conciencia,

imprescindibles para cumplir el proceso del desarrollo del alma. La Biblia

menciona los diferentes pasos, aunque coloca mal a Nimrod, al simbolizar con

él a los Reyes Atlantes que vivieron antes del Diluvio.

En la época Polar, el hombre estaba constituído de materia mineral

únicamente; así Adán fue hecho de tierra, esto es, en lo referente a su cuerpo.

En la época Hiperbórea el cuerpo vital fue añadido y así su constitución llegó

a ser como la de las plantas y Caín, el hombre de aquel tiempo, vivio de los

frutos de la tierra.

La época Lemúrica vio la evolución de un cuerpo de deseos el cual hizo al

hombre como los animales actuales. Entonces la leche, el producto de

animales vivientes, fue añadida a la dieta humana. Abel fue pastor, pero en

ningún sitio consta que matara animal alguno.

Por aquellos tiempos la raza humana vivía inocentemente y en paz, en medio

de la atmósfera nebulosa que envolvía la tierra durante la última parte de la

época Lemúrica, como se describe en el capítulo sobre el "Bautismo". Los

hombres eran criaturas bajo el cuidado de un padre común, hasta que el

entendimiento les fue dado en los comienzos de la época Atlántica. La

actividad del pensamiento desgasta el tejido, que ha de ser reemplazado;

cuanto más bajo y más material el pensamiento, más grande la ruina y más

urgente la necesidad de albúmina con la cual hacer rápidas reparaciones. De

aquí que la necesidad, la madre de la invención, inaugurase la repugnante

práctica de comer carne y a medida que continuemos pensando en negocios

puramente o en líneas materiales, deberemos seguir usando nuestros

estómagos como receptáculos de los restos de las víctimas animales

asesinadas. Todavía veremos más adelante cómo el alimento carnal nos ha

permitido el asombroso progreso material realizado en el mundo occidental,

mientras que los indios y chinos, vegetarianos, han quedado en un estado casi

salvaje. ¡Qué triste es darse cuenta de que ellos se verán forzados a seguirnos

los pasos y derramar la sangre de criaturas que son compañeras nuestras

cuando nosotros hayamos desterrado la bárbara práctica señalada, igual como

cesó el canibalismo!

Cuanto más espiritualmente nos desarrollemos, más se armonizarán nuestros

pensamientos con el ritmo de nuestro cuerpo y menos albúmina será necesaria

para reparar los tejidos. En consecuencia, una dieta vegetal será suficiente para

nuestras necesidades, Pitágoras prescribió la abstinencia de legumbres para los

escolares avanzados, a causa de ser muy ricas en albúmina y aptas para

despertar los bajos apetitos. Que ningún estudiante que lea esto acuerde

imprudentemente, sin embargo, eliminar las legumbres de su dieta. Muchos de

nosotros no estamos preparados todavía para tales extremos; tampoco

podemos aconsejar a todos los estudiantes abstenerse enteramente de comer

carne. El cambio deberá venir por sí mismo y desde dentro.

Lo que puede ser dicho con toda certeza; no obstante, es que mucha gente

come demasiada carne para que les haga bien. Pero esto es, en cierto sentido,

una disgresión y, por lo tanto, volvamos a la evolución de la humanidad en

todo lo que se relaciona con el Sacramento de la Comunión.

A su debido tiempo la densa niebla que envolvía la tierra se enfrió, se

condensó y llenó de agua los diferentes mares. La atmósfera se esclareció y al

mismo tiempo, una adaptación fisiológica tuvo lugar en el hombre. Las

branquias o agallas que le habían permitido respirar en aquel aire cargado de

agua densa (y las cuales pueden verse en los fetos humanos de hoy) se

atrofiaron gradualmente y su función fue llenada por los pulmones, al pasar el

aire puro hasta y desde ellos a través de la laringe. Esto permitió al espíritu,

hasta entonces envuelto por el velo de la carne, expresarse con palabras y

actuar.

Fue entonces, a mediados de la época atlante, cuando el Sol brilló por primera

vez sobre el hombre tal como lo vemos hoy; entonces fue cuando vio el

mundo por vez primera. Hasta aquellos días había vivido bajo el absoluto

control de las grandes jerarquías espirituales, mudo, sin voz ni voto en los

asuntos tocantes a su educación; como un niño está ahora bajo el cuidado de

sus padres.

Pero en el día en que finalmente brotó de la densa atmósfera de los atlantes;

cuando contempló por primera vez las montañas siluetadas claramente,

definidos contornos sobre la azulada bóveda del cielo; al ver de pronto las

bellezas de los páramos y de las praderas, las criaturas vivientes, los pájaros en

el aire y los hombres, sus semejantes; cuando su vista se vio ilimitada por la

parcial desaparición de la niebla que había estorbado su percepción hasta

entonces y, por encima de todo, cuando se percibió a sí mismo separado y

aparte de todos los demás, brotó de sus labios el glorioso y triunfal grito: "Yo

soy".

Hasta aquel entonces había venido adquiriendo las facultades que le permitían

entrar en la escuela de la experiencia, el mundo fenomenal, como un agente

libre para aprender las lecciones de la vida sin trabas, excepto las de las "leyes

de la naturaleza", que es donde radica su salvaguardia y la reacción de sus

propios actos anteriores, lo que después se convierte en el "destino".

El alimento conteniendo un exceso de albúmina de la carne, con la cual se

había hartado hasta entonces, cargó su hígado más de lo que era capaz y

entorpeció su sistema, haciéndole áspero, adusto y brutal. Fue perdiendo la

visión espiritual que le habían revelado los ángeles guardianes en quienes

había confiado y vio solamente las formas de los animales y de los hombres.

Los espíritus con quienes había vivido en amor y fraternidad durante los

primeros tiempos atlantes se oscurecieron por el velo de la carne. Todo era

muy extraño y él les empezó a temer.

En consecuencia, llegó a ser necesario darle un nuevo alimento que pudiese

ayudar a su espíritu a sobreponerse de las moléculas de carne altamente

individualizadas (como ha sido explicado en el Concepto Rosacruz del

Cosmos, capítulo sobre la Asimilación, página 475) y armarle para la batalla

con el mundo y empujarle hasta la propia personificación.

Así como nuestros cuerpos visibles compuestos de materias químicas pueden

nutrirse solamente con alimentos químicos, asi mismo se necesita espíritu para

actuar sobre el espíritu ayudándole a eliminar las pesadas substancias

proteicas y estimulando el decaído espíritu humano.

La emergencia de los atlantes del Diluvio, la liberación de la humanidad de la

reglamentación absoluta de los guardianes sobrehumanos visibles, su

colocación bajo la ley de consecuencia y las leyes de la naturaleza, así como la

dádiva del vino están descritos en las narraciones de Noé y de Moisés, que no

son más que diferentes versiones de los mismos acontecimientos.

Tanto Noé como Moisés condujeron a sus prosélitos a través del agua. Moisés

apela al cielo y a la tierra para atestiguar que ha colocado delante de ellos la

bendición y la maldición y les exhorta a escoger el bien o sufrir las

consecuencias de sus actos y entonces les abandonó.

El fenómeno del arco iris requiere que el sol esté cercano al horizonte, cuanto

más cerca mejor; es necesaria también una atmósfera clara y una nube oscura

en la parte opuesta del firmamento. Cuando en tales circunstancias un

observador mira, de espaldas al sol, puede ver los rayos del sol refractados a

través de las gotas de lluvia como un arco iris. En los tiempos primeros de los

atlantes, cuando no existía la lluvia como ahora y la atmósfera no era más que

una nebulosa húmeda y caliente a través de la cual el sol parecía una de

nuestras lámparas en un día de niebla, el fenómeno del arco iris era un

imposible. No pudo hacer su aparición hasta que la niebla se condensó en

agua, inundó la tierra y dejó la atmósfera clara como se describe en la

narración de Noé, lo que de esta manera apunta la ley de ciclos alternos que

trae el día y la noche, verano e invierno, en invariable consecuencia y a la cual

el hombre está sujeto en esta edad presente.

Noé cultivó el vino y obtuvo un espíritu para estimular al hombre. Así,

aprovisionado con una constitución mixta y un régimen mixto también

apropiado para lo sucesivo y con leyes divinas para guiarle, la raza humana

fue dejada a sus propios medios e iniciativas en la batalla de la vida.

 

 

 

 
 


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