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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 24/05/2010 20:59

EL  SILENCIO  Y LA  FOSFORESCENCIA

 

 

   

Por

 

Alexandra B. Porter, Ph. D.

 

 

 

Conferencia

El 24 de mayo de 2004

 

 

 

 

        ¡Buenas tardes a todos!  Permitidme comenzar esta conferencia con una oración.

 

        Padre Nuestro, que estás en los cielos, damos gracias por nuestras vidas. 

 Pedimos que usted nos conceda la seguridad de su presencia.  Es la voluntad de Dios

 y el deseo de Dios que nosotros estemos aquí.  Y yo, como conferencista, doy gracias

 por el privilegio de trabajar, un día más, en el cumplimiento de su decreto. 

 Por favor únasen conmigo, ahora, en la Oración del Padre Nuestro.  Padre Nuestro,

 que estás en los cielos…  Gracias.

 

        Esta conferencia se presenta aquí para que su contenido pueda servir

 como un testimonio de las imágenes que nosotros percibimos.  Habiendo dicho ésto,

por favor, permitidme empezar.

 

         Algunas personas dicen, a menudo, "Sé que esa cosa existe porque yo la veo." 

 Otras personas pueden ser más enfáticas en sus convicciones de la existencia de

algo y dicen, "Si se parece un pato y hace los graznidos de un pato; es un pato." 

 Estas declaraciones son tan clisé que nosotros

 parecemos aceptarlas a su valor nominal.   

 

v      ¿Se han preguntado ustedes, alguna vez,

que quieren decir estas declaraciones?

 

v      ¿Alguna vez, ustedes, se han encontrado en el medio de una pregunta

 crítica y se han preguntado si el pato que vieron, y el pato que escucharon

 graznando, era de verdad un pato?

 

         Si fueran a recordar su niñez temprana, muchos de ustedes estarían

de acuerdo con lo que estoy a punto de decirles.  Algunos de nosotros fuimos

 enseñados que sólo debemos juzgar el mundo a través de las impresiones

objetivas que tenemos del mismo.  Debemos estar de acuerdo que por las

 experiencias que hemos dado testimonio en nuestras vidas, o por la palabra

de boca, nos hemos entrenado a pensar, de la realidad de algo, de un punto

de vista material.  En algunos casos, se nos ha sido inculcado en nuestras

mentes que a menos que veamos una cosa realmente, o que la sentimos, la

 saboreamos, la escuchamos o la olemos; no tenemos ninguna evidencia

significante para creer que la cosa existe.  De hecho, a veces nosotros

 basamos las decisiones tomadas en nuestra habilidad de ponderar,

mentalmente, lo que percibimos.  Así que, no estaremos exagerando el

caso al decir que nos podemos haber vuelto

potenciales esclavos a las cosas materiales.

 

        Esto trae a la mente a Democritus, un filósofo místico del siglo 4, que

habitaba en la Península balcánica del sudeste de Europa.  Democritus explicó

cómo la mente funcionaba declarando lo siguiente: “Las partículas de mente o

 alma eran distribuidas a lo largo del cuerpo y estaban escapando continuamente,

debiendo a su naturaleza sutil; pero, cuando ellas escaparon, sus lugares fueron

tomados por otras partículas inhaladas en la respiración.  Cuando la respiración

cesaba no había nada para reclutar las partículas vivientes, y la muerte siguió

rápidamente.  Cada impresión era de la reserva mental del tacto, y se causó,

 o, por cualquier contacto actual con los átomos como en el caso del sabor

 y el oír, o por imágenes tiradas de cuerpos externo a nosotros, y entrando a

 través de nuestros poros.  Estas imágenes eran un tipo de película

 consistiendo de los átomos de la superficie que estaban flotando continuamente

 de todos los cuerpos sin cualquier perturbación de su orden mutuo, y era, por

 así decirlo, una muestra del objeto del cual ellos se habían aislado.”

 

        Las palabras de Democritus me llevaron a la comprensión de una lección

 muy importante.  Yo creo que él estaba diciendo que toda la materia está

 en un estado de vibración.  Él estaba diciéndonos que lo que nosotros

 conocemos no es la propia materia en sí.  La insinuación era que nosotros sólo

 conocemos las vibraciones que vulneran nuestra conciencia a través de

nuestro sistema nervioso sensorial.      

 

         Para extender un poco más el uso de palabras y para hacernos más

 conscientes de lo que estamos implicando, permitidme explicarlo de este modo. 

 Cuando nosotros decimos, "yo lo veo", tendemos a significar, "mi conciencia lo ve.

"  La palabra "ve" quiere decir que hay un cuadro de una imagen en la

conciencia.  Así que, cuando nosotros usamos la palabra "veo" de esta

manera, la implicación es que nuestros datos básicos provienen de ese

 cuadro de imágenes en nuestra conciencia.  La investigación extensa

sobre este tema me dice que allí en el espacio existen ciertas frecuencias

vibratorias más altas que pueden recogerse fácilmente como el sonido

 o como las imágenes en nuestros cuadros mentales. 

 

        En esta coyuntura, la pregunta filosófica se levanta: ¿Cuándo nosotros

 dormimos y soñamos, no vemos cosas en nuestra conciencia?  Incluso

 cuando nosotros estamos despiertos, somos inclinados o aptos a ver

 los cuadros vívidos de esas imágenes en la conciencia.  En cualquiera de

 los dos casos, despiertos o dormidos, no es la propia cosa que nuestra

conciencia percibe, sino un cuadro de las imágenes del mismo.     

 

        Ahora bien, para explicarles a ustedes lo que yo aprendí sobre la

 naturaleza general de esta discusión, por favor permitidme relacionar una

 historia personal, junto con la interpretación personal y el concepto erróneo que tuve.   

 

        Yo estaba en el estudio, de mi casa, trabajando en un plan de estudios

de enfermería, cuando mi hija me recordó que ella iba a retirarse a su recamara. 

 Le ofrecí las buenas noches y le dije que yo también me acostaría muy pronto.

  Eran, entonces, las 8:30 de la noche y de repente me di cuenta que el día

 había sido largo y lleno de problemas duraderos.  En mi rutina diaria, yo había

 incluido la revisión de un plan de estudios del curso de enfermería.  La Junta de

Enfermeras Registrada del Estado de California había hecho cambios que

 serían llevados a cabo ese año por el Departamento de Enfermería de nuestra

 universidad.  Como consecuencia, nuestro plan de estudios del curso de enfermería,

 completo, estaba revisándose y yo era un miembro del comité de dicha revisión. 

 

        Cuando dejé la oficina, de mi casa, esa noche, todavía estaba pensando en

 todas las horas que había trabajado ese día.  Me fui hacia la recamara pensando

que mis estudiantes de enfermería, de hecho, estaban bendecidos.  Me acosté en

la cama, dije mis oraciones y agradecí a Diosito por el plan de estudios del curso

 de enfermería.  Entonces empecé a hacer mis ejercicios de retrospección

 y despacio floté en un sueño profundo. 

 

        Esa noche soñé con una laguna, un estanque o lago cubierto con una

sustancia semejante a algas.  El estanque cubría todo el campo visible dentro

del panorama de mi visión.  Sobre  una observación más minuciosa, vi una manta

de materia verde oscuro y negra.  Esta aparecía iridiscente en ciertas áreas,

 fosforescente encima de algunas áreas, y tenia una textura plana y metálica

 en otras áreas.  Debajo esta materia parecía haber algo o alguien allí que se 

 movía muy suavemente; o algo o alguien vagando sobre la misma.  Intenté

aclarar mi visión y borrar o reemplazar lo que percibía pero fue infructuoso. 

 Después de lo que parecía ser numerosos

esfuerzos, me puse extrañamente intranquila.   

   

        En este momento, en el sueño, el teléfono sonó.  El sonido de un zumbido

del teléfono me hizo desviar la atención de la manta fosforescente a una

 realización definitiva de que mi teléfono estaba timbrando claramente y

 bruscamente en su manera normalmente distinta.  Aunque yo estaba visiblemente

alejada del teléfono verdadero o lejos de un cuadro de su réplica, en el sueño,

estuve convencida que la campanilla de un teléfono material estaba emitiendo

el zumbido.  Entonces, en este estado de humor mental, la reacción más

 lógica era contestar el teléfono.  Cuando lo hice, no había ninguna señal

de que alguien estuviese al otro lado de la línea telefónica.  El silencio

 que experimenté, mientras escuchaba en el teléfono, intensificó la inquietud

 que yo sentía.  Comprendí, entonces, que yo estaba sola en este sueño. 

 Esto significaba que, en cualquier caso de necesidad, yo no podía contar

con la ayuda humana.  Para comprobar mi hipótesis grité.  Esperé por lo

que parecía ser un período largo de tiempo y nadie vino.     

 

 

   

 

 

 

 

 
 


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