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  La Fe Ni los discursos ampulososni las arengas espirituales
 han despertado la fe.
 El testimonio amoroso ydecidido de numerosos cristianos
 y testigos coherentes es el que
 ha facilitado el camino de la conversión.
 La compasión, la mansedumbrey la entrega total
 de los primeros evangelizadores franciscanos
 que llegaron a nuestro país
 se convirtió en el auxilio indispensable
 para que muchos hombres
 y mujeres indígenas profesaran
 la fe cristiana.
 Dios nos habla siemprea través de las palabras
 y señales que nos comparten
 nuestros hermanos.
 El mayor tesoro y la mejor herenciaque podemos compartir con nuestros hijos
 es una fe vivida en toda su plenitud.
         
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