Jesús dijo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Juan 6:47 |
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Creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos. Hechos 15:11 |
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¿Tiene paz o remordimientos?
El Evangelio no sería el evangelio si no hablase del destino eterno de los hombres. O se gustará la felicidad de estar en la presencia de Dios o se sufrirá el estar alejado de él eternamente. La Biblia habla del lugar de tormentos eternos, llamado comúnmente infierno, por lo tanto es necesario hablar de él. Algunos testigos de escenas duras a veces dejan escapar expresiones como: «¡Era un infierno!», es decir, una situación en donde todo es confusión y sufrimiento, y en donde la esperanza no aparece por ningún lado. Alguien que supo lo que es estar en las cárceles más sombrías pudo decir: «Infierno es el estar sentado en la oscuridad recordando los pecados que hemos cometido». Las faltas que han tenido consecuencias penosas en la vida del prójimo son muy difíciles de soportar. Las desviaciones sexuales (adulterios, engaños, abortos…) también provocan lamentos que marcan. Ni un libro, ni la radio, ni la televisión ni ningún lugar pueden servirnos de refugio cuando nos asaltan los remordimientos. Ahí se acaban las ilusiones humanas. ¿A quién hablar del sufrimiento en medio de la soledad? Vuélvase a Dios y dígale sencillamente lo que pesa sobre su conciencia, pues Jesucristo, su Hijo, llevó nuestros pecados en la cruz. Él perdona y nos libera de los remordimientos y de la culpabilidad. Es el único que da la paz. Su presencia en nosotros se vuelve una realidad, y la oración se vuelve un libre intercambio con Dios. Él puede llenar de su misma presencia incluso la celda de una cárcel.
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