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Respuesta  Mensaje 1 de 19 en el tema 
De: OrquideaRuth  (Mensaje original) Enviado: 26/08/2009 04:30

Capítulo 1
Tan Sólo Niños con un Sueño

31-Dogfather.gif picture in Remembering Michael Jackson

 

Siempre deseé poder contar historias, ya sabéis, historias que me salieran del alma. Me gustaría sentarme junto al fuego y contarle historias a la gente, enseñarles fotografías, hacerles llorar y reír, llevarles emocionalmente a cualquier lugar con algo tan simple como las palabras. Me gustaría contar cuentos que conmovieran sus almas y las transformasen. Me imagino cómo deben sentirse los grandes escritores, sabiendo que poseen tal poder. A veces siento que yo podría hacerlo. Es algo que me gustaría desarrollar. De alguna manera, el escribir canciones utiliza las mismas habilidades, crea los altibajos emocionales, pero la historia es un «sketch». Es como azogue. Existen muy pocos libros sobre el arte de contar historias, cómo mantener la atención de los lectores, cómo reunir un grupo de personas y divertirías. Sin vestidos, sin maquillaje, sin nada, solamente tú y tu voz y tu capacidad poderosa para llevarles a cualquier sitio, para transformar sus vidas, aunque sólo sea durante unos minutos.

Al empezar a contar mi propia historia, quiero repetir lo que usualmente digo a la gente cuando me preguntan acerca de mis primeros días con los «Jackson 5»: yo era tan pequeño cuando comenzamos a trabajar en nuestra música que realmente no recuerdo gran cosa. La mayoría de la gente goza del lujo de haber hecho carreras que comienzan cuando tienen la suficiente edad para saber exactamente lo que están haciendo y por qué lo hacen, pero, naturalmente, a mí no me pasó así. Recuerdan todo lo que les sucedió, pero yo solamente tenía cinco años. En realidad, cuando eres un niño del mundo del espectáculo, no tienes madurez para entender muchas de las cosas que ocurren a tu alrededor. La gente toma un montón de decisiones respecto a tu vida cuando sales de la habitación. Así que esto es lo que recuerdo. Recuerdo que cantaba todo lo que mi voz me permitía y bailaba con auténtica alegría y trabajaba demasiado duramente para ser un niño. Por supuesto, existen muchos detalles que no recuerdo en absoluto. Recuerdo que los «Jackson 5» despegaron realmente cuando yo sólo tenía ocho o nueve años.

Nací en Gary, Indiana, una noche de las últimas del verano de 1958, y fui el séptimo de los nueve hijos de mis padres. Mi padre, Joe Jackson, nació en Arkansas, y en 1949 se casó con mi madre, Katherine Scruse, cuya familia provenía de Alabama. Mi hermana Maureen nació al año siguiente y le tocó la dura tarea de ser la mayor. Jackie, Tito, Jermaine, LaToya y Marlon fueron los siguientes. Randy y Janet vinieron detrás de mí.

Una parte de mis primeros recuerdos es el de mi padre trabajando en la fundición de acero. Era un trabajo duro y entumecedor y él se dedicaba a la música para evadirse. Al mismo tiempo, mi madre trabajaba en un almacén. A causa de mi padre y también del propio amor de mi padre por la música, nosotros la escuchábamos todo el tiempo en casa. Mi padre y su hermano formaban un grupo llamado los «Falcons», que constituía la banda local R & B. Mi padre tocaba la guitarra, al igual que su hermano. Ellos interpretarían algunas canciones del principio del rock'n'roll y blues de Chuck Berry, Little Richard, Otis Redding. Aquellos estilos eran sorprendentes y todos tuvieron influencia sobre Joe y sobre nosotros, aunque éramos demasiado jóvenes para darnos cuenta de ello en aquella época. Los «Falcons» ensayaban en el salón de nuestra casa, en Gary, de modo que yo crecí en medio del ambiente de la banda R & B. Dado que éramos nueve hermanos y el hermano de mi padre tenía otros ocho hijos, nuestros contingentes sumados componían una familia enorme. Nuestra diversión consistía en la música y aquellos ratos nos ayudaban a permanecer unidos y de alguna manera daban respaldo a mi padre para que se condujese como un hombre orientado por la idea de la familia. Los «Jackson 5» nacieron de este espíritu -más tarde adoptamos el nombre de «The Jacksons»- y como resultado de este adiestramiento y de esa tradición musical yo me desenvolví por mi cuenta y creé mi propio sonido.
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 19 en el tema 
De: OrquideaRuth Enviado: 26/08/2009 04:31

Recuerdo mi niñez como compuesta en su mayor parte por trabajo, a pesar de que me encantaba cantar. No me obligaron a entrar en esta profesión unos progenitores dedicados al espectáculo, como ocurrió con Judy Garland. Yo lo hice porque me gustaba y porque me resultaba tan natural como exhalar el aliento tras haber hecho una inspiración. Lo hice porque me sentí compelido a ello, no por mis padres o la familia, sino por mi propia vida interior, dentro del mundo de la música.

Hubo ocasiones, dejémoslo claro, en que yo volvía a casa de la escuela y sólo tenía tiempo para sacar los libros y ponerme a estudiar. Una vez terminaba, me ponía a cantar hasta altas horas de la noche, rebasando la hora fijada para acostarme. Había un parque al otro lado de la calle, frente al estudio Motown, y recuerdo que contemplaba a los muchachos que jugaban allí. Les miraba con asombro -no podía imaginarme semejante libertad, una vida tan desprovista de cuidados- y yo deseaba más que nada en el mundo disponer de semejante libertad, poder marcharme y ser como ellos. Así, pues, viví momentos de tristeza durante mi infancia. Cualquier estrella infantil podrá decir lo mismo. Elizabeth Taylor me dijo que ella también se había sentido así. Cuando eres joven y estás trabajando, el mundo puede parecer terriblemente injusto. Yo no estaba obligado a ser el pequeño Michael, primera figura cantante; yo lo hacía y estaba feliz con ello, pero efectuarlo constituía un trabajo intenso. Si estábamos preparando un álbum, por ejemplo, teníamos que ir al estudio a la salida de la escuela y tanto podía ser que pudiera tomar un bocado como que no. Algunas veces no había tiempo ni para esto. Volvía a casa agotado, y podían ser las once o las doce, mucho más tarde de la hora de acostarme.

De este modo, me identifico profundamente con cualquiera que haya trabajado de niño. Sé cuánto ha luchado y cuánto ha sacrificado. También sé lo que ha aprendido. Yo aprendí que el desafío va aumentando a medida que se crece en edad. Yo me siento mayor por algunas razones. Me siento como si tuviera el alma vieja, como alguien que ha visto y ha experimentado una enormidad de cosas. Repasando todos los años que he vivido, me cuesta aceptar que sólo tengo veintinueve. Algunas veces me siento como si estuviera al final de mi vida, doblando el cabo de los ochenta, con la gente dándome palmaditas en la espalda. Éste es el resultado de haber empezado tan joven.

Cuando actué por vez primera junto con mis hermanos, se nos conocía por «The Jacksons». Más tarde nos convertiríamos en los «Jackson 5». Todavía más tarde, después de dejar Motown, volvimos a utilizar el nombre de «The Jacksons».

Cada uno de mis álbumes o de los álbumes del grupo ha estado dedicado a nuestra madre, Katherine Jackson, ya que ella se hizo cargo de nuestras carreras y empezó a producir nuestra música. En mis primeros recuerdos la veo sosteniéndome y cantando canciones como You Are My Sunshine y Cotton Fields. Ella nos cantaba a menudo a mí y a mis hermanos. Aunque había vivido en Indiana durante algún tiempo, mi madre creció en Alabamá, y en aquella parte del país era tan corriente que los negros fueran educados con música country u occidental puesta en la radio, como lo era para ellos el escuchar espirituales en la iglesia. A ella hoy le sigue gustando Willie Nelson. Ella siempre tuvo una voz bonita y creo que yo recibí de ella y, naturalmente, de Dios mi habilidad para cantar.

Mamá tocaba el clarinete y el piano, que ella enseñó a tocar a mi hermana mayor, Maureen, a la que llamamos Rebbie, tal como había enseñado a mi otra hermana mayor, LaToya. Mi madre sabía, desde una edad muy temprana, que nunca tocaría la música que le gustaba delante de otros, no porque le faltaran talento o capacidad, sino porque había quedado lisiada por la polio cuando era niña. Logró superar la enfermedad pero no sin que le quedara una cojera permanente al caminar. Tuvo que faltar mucho a la escuela cuando niña, pero nos dijo que se sentía feliz de haberse

recuperado en una época en la que muchos morían de la enfermedad. Recuerdo lo importante que era para ella que nos pusiéramos la vacuna. Incluso hizo que faltárarnos a un espectáculo del club juvenil un sábado por la tarde. Tal era la importancia que tenía en nuestra familia.


Respuesta  Mensaje 3 de 19 en el tema 
De: OrquideaRuth Enviado: 26/08/2009 04:31

Mi madre sabía que su polio no había sido una maldición sino una prueba a la que Dios la había sometido para que la superase y ella inspiró en mí un amor por El que siempre conservaré. Me enseñó que mi talento para cantar y bailar era tanto obra de Dios como una puesta de sol hermosa o una tormenta que dejara nieve para que los niños pudieran jugar con ella. A pesar de todo el tiempo que pasamos ensayan o y viajando, mamá encontraría tiempo para llevarme al Salón del Reino de los Testigos de Jeová, usualmente con Rebbie y LaToya.

Años más tarde, después de haber dejado Gary, hicimos una representación en «The Ed Sullivan Show», el espectáculo en directo de variedades del domingo por la noche en el que América vio por primera vez a los Beatles, Elvis y Sly y la Family Stone. Después del espectáculo, Mr. Sullivan nos felicitó y nos dio las gracias a cada uno de nosotros; pero yo estaba pensando en lo que él me había dicho antes del espectáculo. Yo había estado vagando por el escenario como el muchacho del anuncio de Pepsi y tropecé con Mr. Sullivan. Él pareció que se alegraba de verme y me dio la mano, pero antes de que la soltase tuvo un mensaje especial para mí. Estábamos en 1970, año en el cual algunos de los mejores intérpretes de rock estaban perdiendo sus vidas a causa de las drogas y el alcohol. La generación mayor, más sabia, en el negocio del espectáculo no estaba dispuesta a perder a sus miembros más jóvenes. Algunas personas ya habían dicho que yo les recordaba a Frankie Lymon, un gran cantante joven de los años cincuenta que perdió la vida de aquella manera. Ed Sullivan puede que hubiera estado pensando en todo esto cuando me dijo: «Nunca olvides de dónde viene tu talento, que tu talento es don de Dios. »

Yo me sentí agradecido por su amabilidad, pero podría haberle dicho que mi madre nunca dejó que lo olvidara. Nunca tuve la polio, que es un pensamiento aterrador para un bailarín, pero yo sabía que Dios me había probado a mí y a mis hermanos y hermanas de otras maneras: nuestra copiosa familia, nuestra casa diminuta, la pequeña cantidad de dinero con la que teníamos que llegar a fin de mes, incluso los tipos envidiosos de la vecindad que tiraban piedras contra nuestras ventanas cuando ensayábamos, gritando que nosotros nunca tendríamos éxito. Cuando pienso en mi madre y en nuestros primeros años puedo decir que existen recompensas que van mucho más allá del dinero y de los aplausos y premios del público.

Mi madre fue una gran promotora. Si ella creía que uno de nosotros tenía interés en algo, nos animaba si existía algún camino posible. Si yo desarrollaba interés en estrellas de cine, por ejemplo, ella venía a casa con un montón de libros acerca de estrellas famosas. Incluso teniendo nueve hijos ella nos trataba a cada uno de nosotros como a un hijo único. No hay ninguno de nosotros que haya olvidado alguna vez lo duramente que trabajó y la gran promotora que fue. Es una vieja historia. Todos los niños piensan que su madre es la más grande del mundo, pero nosotros, los Jackson, nunca perdimos aquel sentimiento. Dada la gentileza, el calor, y la atención de Katherine no puedo imaginarme cómo se puede crecer sin un amor de madre.

Una cosa que sé acerca de los niños es que si ellos no reciben de sus padres el amor que necesitan, lo conseguirán de otra persona y se aferrarán a la misma, un abuelo, alguien. Nosotros nunca tuvimos que buscar a nadie más estando mi madre cerca. Las lecciones que nos enseñó fueron de incalculable valor. Amabilidad, amor y consideración para los demás encabezaban su lista. No hacer daño a la gente. No suplicar, nunca ir de gorra. Estas cosas eran pecado en nuestra casa. Ella siempre quiso que nosotros diéramos, pero nunca quiso que pidiéramos o suplicáramos. Así es ella.


Respuesta  Mensaje 4 de 19 en el tema 
De: OrquideaRuth Enviado: 26/08/2009 04:31

Recuerdo una buena historia acerca de mi madre que ilustra su modo de ser. Un día, de vuelta a Gary, cuando yo era realmente pequeño, un hombre llamó a todas las puertas por la mañana temprano. Sangraba de tal manera que se podía ver el camino que había seguido por el vecindario. Nadie le quiso dejar entrar. Finalmente llegó a nuestra puerta y comenzó a llamar y dar golpes. Mi madre le dejó entrar enseguida. Ahora bien, la mayoría de la gente hubiera estado demasiado asustada para hacer eso, pero mi madre es así. Puedo recordar que me desperté y encontré sangre en nuestro suelo. Me gustaría que todos pudiéramos parecernos más a mamá.

Los primeros recuerdos que tengo de mi padre son de verle viniendo de la fundición con una gran bolsa de donuts glaseados para todos nosotros. Mis hermanos y yo podíamos entonces de veras comer a cada momento; aquella bolsa desaparecería en un abrir y cerrar de ojos. Él solía llevarnos al tio-vivo del parque pero yo era tan pequeño que no lo recuerdo muy bien.

Mi padre siempre ha sido un poco misterioso para mí y él lo sabe. Una de las pocas cosas que lamento más es no haber podido tener intimidad real con él. Él erigió una coraza a su alrededor con el paso de los años y, una vez cesó de hablar acerca del negocio de nuestra familia, encontró difícil relacionarse con nosotros. Estábamos todos juntos y él se apresuraba a abandonar la estancia. Incluso hoy le cuesta tocar el tema de padres e hijos porque se siente demasiado incómodo. Cuando yo veo que lo está, también me siento igual.

Mi padre siempre nos protegió y eso no es ninguna pequeñez. Siempre intentó asegurarse de que la gente no nos engañaba. Él veló por nuestros intereses de la mejor manera. Quizá cometió algunos errores a lo largo del camino, pero siempre pensó que estaba haciendo lo que era adecuado para su familia. Y, naturalmente, la mayor parte de lo que mi padre nos ayudó a realizar fue maravilloso y único, en especial en lo referente a nuestras relaciones con sociedades y gente del negocio. Yo diría que nos contábamos entre unos pocos artistas afortunados que salían de la niñez en el negocio con algo importante: dinero, fincas, otras inversiones. Mi padre realizó todas estas cosas para nosotros. Él se preocupó tanto por nuestros intereses como por el suyo. Hasta el día de hoy le agradezco que no se quedara con todo el dinero, cosa que, en cambio, sí hacen muchos padres de estrellas infantiles. Imaginaos, robar a vuestros propios hijos. Mi padre nunca hizo nada parecido. Pero yo todavía no lo conozco y esto es triste para un hijo que tiene la imperiosa necesidad de entender a su propio padre. Él es todavía un misterio para mí y puede que lo siga siendo siempre.

Lo que yo recibí de mi padre no fue necesariamente llovido del cielo, aunque la Biblia dice que uno recoge lo que siembra. Mientras íbamos saliendo adelante, papá lo decía de una manera diferente, pero el mensaje era igualmente claro: uno podría tener todo el talento del mundo, pero si no se preparaba y planificaba, no le serviría de nada.

A Joe Jackson siempre le había gustado cantar y la música tanto como a mi madre, pero él también sabía que había un mundo más allá de Jackson Street. Yo no era lo suficientemente mayor para recordar su conjunto, los «Falcons», pero ellos venían a nuestra casa a ensayar los fines de semana. La música los alejaba de sus trabajos en la fundición, donde papá conducía una grúa. Los «Falcons» tocaban por toda la ciudad y en clubs y colegios por el norte de Indiana y Chicago. En los ensayos de nuestra casa, papá sacaba su guitarra del armario y la conectaba al amplificador que tenía en el sótano. Todos se preparaban y la música comenzaba. A él siempre le habían gustado el ritmo y los blues y aquella guitarra era su orgullo y alegría. Considerábamos un sitio casi sagrado el armario donde guardaba la guitarra. Huelga decir que estaba fuera de nuestro alcance cuando éramos muchachos. Papá no iba al Salón del Reino con nosotros pero tanto mamá como papá sabían que la música era una manera de mantener unida a nuestra familia en un vecindario donde las bandas delictivas reclutaban muchachos de la edad de mis hermanos. Los tres chicos mayores siempre tenían una excusa para estar por allí cuando venían los «Falcons».


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