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General: EL TONAL Y EL NAHUAL
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De: Alcoseri  (Mensaje original) Enviado: 06/03/2012 19:14
EL TONAL Y EL NAHUAL SEGUN LOS MAYAS TZOTZILES


Tonalli ihuan Nahualli

El CH’ULEL Y EL WAYJEL

Para el Tzotzil, el ser humano posee dos «almas», una indestructible
llamada Ch’ulel, que continúa existiendo aún después de la muerte y
otra a la llama Wayjel asociada con un animal compañero.

El Chu’lel es la esencia impalpable del individuo, reside dentro del
cuerpo humano, de él toma forma. La mitad de la existencia del Ch’ulel
transcurre en Sha-halamil, la tierra, se inicia antes de su nacimiento
y acaba con la muerte del cuerpo, la otra mitad del tiempo la pasa en
el reino de los muertos, el Katibak, donde disminuye su edad hasta
volver a la infancia, para luego nacer en otro individuo de sexo
opuesto y sin consciencia alguna de sus existencias previas.

El Ch’ulel puede abandonar voluntaria o involuntariamente su
receptáculo material, pero inevitablemente crea una condición
peligrosa para el individuo. Es voluntaria cuando el Ch’ulel abandona
el cuerpo en ñas horas de sueño, por sí mismo regresa; en el segundo
caso, cuando es involuntario, el Ch’ulel es víctima de los deseos
hostiles de alguien que quiere provocar la muerte, entonces se recurre
al curandero para que mediante ceremonias curativas lo libere y lo
regrese al su dueño.

El Ch’ulel abandona el cuerpo durante el sueño, en los estados de
inconsciencia como la muerte aparente, el desmayo, la ebriedad y el
coito.

Por lo general el Ch’ulel no se da cuenta cuando ha cesado la vida
corporal donde hablita, el rezador lo convoca llamándolo con el nombre
verdadero del indígena y le advierte que su existencia terrena ha
terminado, que debe continuar su camino al Katibak.

El Ch’ulel de un muerto resulta peligroso para los familiares, porque
nunca quiere irse sin llevarse un acompañante. Los que murieron
enojados pueden regresar a arrebatar el Chúlel a su ofensor y
llevárselo al katibak para castigarlo.

Los Ch’uleletik de los difuntos pueden comunicarse con los de los
vivos a través de las «cajitas parlantes» (imágenes que hablan), son
intercesores ante Dios para que el hombre tenga una abundante cosecha
y salud.

Al nacer el hombre, su destino queda unido al de un animal silvestre,
los tzotziles para conocer cuál será el animal compañero de su hijo
recién nacido, rodean al jacal con una franja de ceniza del hogar, al
día siguiente buscan en la ceniza las huellas del animal que merodeó
la casa, puede ser desde una hormiga, un ratón, un armadillo, un
conejo o un jaguar; éste animal será el Waijel del niño, su
contraparte o alma animal, a la que debe proteger para conservar la
vida. Todos los daños que le ocurran al Waijel repercuten en la salud
y en la integridad de la vida del indígena tzotzil, la muerte de éste
y la de su Waijel son simultáneas.

El niño que nazca en miércoles o en un día «malo» (viernes santo),
tendrá un Waijel malo, sólo la Santa Tierra lo puede cambiar después
de haberle ofrecido un guajolote.

El individuo comparte las características de su Waijel, y éste
determina su personalidad y su temperamento. Existen dos tipos
extremos: el de pequeño corazón y el de gran corazón; el primero es
humilde, paciente, aguantador, comprensivo, de genio suave y
considerado; el segundo es voluntarioso, obstinado, violento,
testarudo, de carácter agrio, atolondrado.





http://groups.google.com/group/secreto-masonico






Fraternalmente Vicente Alcoseri Moderador del Foro Secreto Masónico
http://groups.google.com/group/secreto-masonico


WIKIPEDIA

El nahual o nagual es un elemento del individuo que se considera un vínculo con lo sagrado y que por ello es sagrado el mismo. El concepto se expresa en diferentes lenguas significando algo similar a "interior" o "espíritu"[1] Más comúnmente, entre los grupos indígenas se denomina nahualismo a la práctica o capacidad de algunas personas para transformarse en animales, elementos de la naturaleza o realizar actos de brujería.[2] Etimológicamente significa lo oculto, lo escondido, lo interior.[3] En maya el concepto se expresa bajo la palabra "Chulel" que se entiende precisamente como espíritu,[4] la palabra deriva de la raíz "chul" que significa divino


De acuerdo con algunas tradiciones, se dice que cada persona, al momento de nacer, tiene ya el espíritu de un animal, que se encarga de protegerlo y guiarlo. Estos espíritus, llamados nahuales, usualmente se manifiestan sólo como una imagen que aconseja en sueños o con cierta afinidad al animal que nos tomó como protegidos. Una mujer cuyo nahual fuera un cenzontle tendrá una voz privilegiada para el canto.
Pero no todos tienen un contacto tan leve: se cree que los brujos y chamanes del centro de Mesoamérica pueden crear un vínculo muy cercano con sus nahuales, lo que les da una serie de ventajas que ellos saben aprovechar. La visión del gavilán, el olfato del lobo o el oído del ocelote pasan a ser herramientas de estos videntes e incluso se afirma que algunos, más preparados, pueden hasta adquirir la forma de sus nahuales (véase Teriantropía) y utilizar esta habilidad de diversas formas, no todas ellas bienintencionadas, según la tradición popular. En México, se le ha dado el nombre de nahuales a los brujos que «pueden» cambiar de forma Sin embargo, se cree que el contacto con sus nahuales es también común entre los chamanes que buscan el beneficio para su comunidad, aunque éstos no se valen de la capacidad de transformación. Para éstos, el nahual es una forma de introspección que le permite a quien lo practica tener un estrecho contacto con el mundo espiritual, gracias a lo cual encuentra con facilidad soluciones a muchos de los problemas que afligen a los que buscan su consejo

De acuerdo con algunas tradiciones, se dice que cada persona, al momento de nacer, tiene ya el espíritu de un animal, que se encarga de protegerlo y guiarlo. Estos espíritus, llamados nahuales, usualmente se manifiestan sólo como una imagen que aconseja en sueños o con cierta afinidad al animal que nos tomó como protegidos. Una mujer cuyo nahual fuera un cenzontle tendrá una voz privilegiada para el canto.
Pero no todos tienen un contacto tan leve: se cree que los brujos y chamanes del centro de Mesoamérica pueden crear un vínculo muy cercano con sus nahuales, lo que les da una serie de ventajas que ellos saben aprovechar. La visión del gavilán, el olfato del lobo o el oído del ocelote pasan a ser herramientas de estos videntes e incluso se afirma que algunos, más preparados, pueden hasta adquirir la forma de sus nahuales (véase Teriantropía) y utilizar esta habilidad de diversas formas, no todas ellas bienintencionadas, según la tradición popular. En México, se le ha dado el nombre de nahuales a los brujos que «pueden» cambiar de forma Sin embargo, se cree que el contacto con sus nahuales es también común entre los chamanes que buscan el beneficio para su comunidad, aunque éstos no se valen de la capacidad de transformación. Para éstos, el nahual es una forma de introspección que le permite a quien lo practica tener un estrecho contacto con el mundo espiritual, gracias a lo cual encuentra con facilidad soluciones a muchos de los problemas que afligen a los que buscan su consejo


Castaneda se refiere a los toltecas como relacionados con el nagualismo. Sin embargo los toltecas históricos desaparecieron antes de la llegada de los españoles, y las referencias importantes de Laurette Sejournée (Pensamiento y relación en el México Antiguo, o el universo de Quetzalcoatl), así como los libros de Miguel León-Portilla sobre toltequidad, no hablan del nahual, por lo que es probable que la relación entre toltequidad y nahualismo sea inexistente o dudosa. Es decir, los toltecas presentados por los escritores Miguel Ruiz y Carlos Castaneda presentan una asociación no probada entre toltecas y los nahuales, con fines probablemente comerciales. Debe tenerse cuidado entre los hechos probados de la Cultura tolteca y las afirmaciones newage que nos son verificables desde el punto de vista antropológico. Debe considerarse que los toltecas históricos no tienen representantes vivos, y que es posible una confusión de mala fe o por accidente entre Toltecas históricos y neotoltecas.

 

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